A sus treinta y cuatro años Arturo ya lo ha perdido todo: su empresa, su dinero, su casa. Joaquín, antiguo amigo del colegio y buscavidas profesional, le convence para que se aproveche de un plan social del Ayuntamiento en el que ancianos solitarios acogen en sus casas a estudiantes jóvenes sin recursos por un alquiler ínfimo.
Arturo, que ni es estudiante y hace tiempo que dejó de ser joven, falsifica la solicitud y entra a vivir con Onofre, un anciano bajo cuya apariencia afable se esconde un auténtico Mr. Hyde. Hiperactivo, manipulador, mentiroso, Onofre demanda una atención absoluta.
A medida que el comportamiento del anciano se vuelve más agresivo, Arturo, desesperado, se plantea abandonarlo todo. Sin embargo, Joaquín le persuade para que continúe. Aún a riesgo de su integridad física.
Él necesita que Arturo siga viviendo en ese infierno para llevar a cabo sus propios planes