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  Caterina se va a Roma  (Caterina va in città)
  Dirigida por Paolo Virzì
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Del diario del director
A PROPÓSITO DE GIANCARLO
... "Hay algo en la pena que aflige a Giancarlo Lacovoni y por consiguiente a toda su inocente familia que nos parece representativo de un malestar más amplio, que atañe a los italianos en general. Aquel pueblo empobrecido tras la Segunda Guerra Mundial que había conmovido al mundo con las películas neorrealistas contando la lucha por la supervivencia y por la defensa de la propia dignidad, una vez alcanzado el bienestar parece haberse transformado en una especie de amplia platea televisiva donde cada uno espía con envidia las presuntas fortunas de los demás y, en su pequeño entorno, espera su propio turno para exhibirse bajos los focos".

CATERINA Y SU PESADUMBRE QUE NI SUBE NI BAJA…
... "Una vez más tengo la sensación de hacer una película sobre el sentido de despropósito que sufre un personaje provinciano con respecto a alguien más privilegiado y donde al mismo tiempo, a pesar del dolor lacerante de la exclusión, el héroe protagonista parece desenvolverse y mirar al futuro con confianza y por el contrario el más infeliz y desafortunado parece ser justamente el privilegiado, el rico, el consentido. En efecto Caterina parece estar dotada de recursos secretos propios, que a pesar de la apariencia de torpeza y fragilidad, hacen de ella un ser muy fuerte. Mientras que, por el contrario, Daniela y Margherita parecen esconder tras toda su petulancia un vacío de afecto y de equilibrio, una real y verdadera desesperación".

DERECHA E IZQUIERDA
... "El otro día decíamos en broma que si tuviéramos la cara dura de dibujar metáforas, Caterina sería la Italia de estos años, apabullada por una Izquierda altiva y deprimida por el sentido de derrota, y al mismo tiempo seducida y luego enmarañada por una Nueva Derecha festejera, vulgar e infeliz. No sé si es del todo así, ciertamente la cuestión en la realidad es mucho más compleja, pero quizás el desconcierto de Caterina con respecto a esos dos universos distintos y contrapuestos se parece al de muchos italianos ante la soledad de la urna electoral. Como viejo encariñado a una izquierda de matiz popular, plena de esperanza y no catastrofista, espero que en las próximas votaciones las Caterinas de Italia se topen con Margheritas menos chantajistas, y quizás con Danielas más equilibradas y democráticas".

PADRES, MADRES E HIJOS
... "Me hace notar Cecilia (Zanuso, montadora de la película NdR) que también en esta nueva historia que contamos, la familia parece ser la fuente de todo revés. Hay chicos y chicas abandonados a sí mismos por madres y padres débiles o distraídos, o bien, obsesionados por un padre como Giancarlo, empalagosamente presentes. Y si hay un momento de inesperada liberación y de esperanza, éste aparece en la tragedia, cuando la familia tradicional se disuelve y deja su puesto a una cosa distinta, más espontánea y reconfortante".

ILUSTRAR A LA GRAN CIUDAD
... "He pedido a Catinari, (director de fotografía de la película NdR) que en esta ocasión rodara muchos totales en el exterior, donde se distingan con precisión los distintos ámbitos de la Roma que estamos contando y que creara en los interiores de las casas, en particular la casa de la familia Iacovoni, y especialmente en las escenas cómicas, una luz triste de estilo novela trágica sueca. He rogado a Tonino Zera que desplegase toda su experiencia como director artístico romano y que mirara mil veces “La dolce vita”. Él ha recuperado, para la escena de la fiesta en casa de Giorgia, el mismo enorme pie de mármol que en la película de Fellini decoraba la villa de los aristócratas. He recomendado a la diseñadora de vestuario, la señora Pontiggia que se documentara minuciosamente sobre los diferentes looks de las tribus de los treceañeros: ha ido a fotografiar chicas de un colegio de ESO y como ejemplo para el look de “zecca” me ha traído entusiasmada la foto de… ¡mi hija Ottavia!".

Notas del productor
En Cattleya llevábamos tiempo tras los pasos de Paolo Virzì, que consideramos como uno de los directores más interesantes de su generación.
La ocasión se presentó al final de las tormentosas tomas de My name is Tanino. Nos hemos encontrado y hemos decidido realizar juntos dos películas.

Mi despacho está dominado por una gran pancarta original de la Dolce Vita y los primeros encuentros con Paolo han tenido lugar bajo su influjo, que creo que nos ha, inconcientemente, orientado hacia la decisión de realizar, con la fundamental complicidad de Francesco Bruni, Caterina va in città.

No tiene sentido hacer comparaciones, estamos en otro mundo (el que preveía Fellini), pero hay una inspiración, lo atestigua también el candelabro que decora las fiestas aristocráticas de las dos películas y por nuestro Gianfilippo, novel “tercer hijo”.

También en Caterina va in città hay una mirada que procede de la provincia y observa los mundos de la capital, que son también los del País y del Mundo. Pero aquí abandonemos esta referencia y dejémosla a su gloria.

La mirada pasa revista a los ganadores (tan parecidos entre sí) y a los perdedores, los excluidos presa del resentimiento. Para todos bajo un velo de ironía hay por parte de Caterina-Paolo una participación y una compasión: en efecto, todos indistintamente están solos, en un mundo que no entienden y en una vida que no saben porqué es la suya.

Nos sentimos cercanos a todos ellos, que nos representan, y tenemos esperanzas en aquellos pocos que parecen tener la gracia de una mejor convivencia consigo mismos: el chofer Marcello (el único verdadero padre), Agata y Fabietto y sobre todo Caterina, que nos arrastra hacia un final en el que no llegan monstruos sino las notas alegres de “Don Pasquale” (“no se puede estar nunca un momento en paz”).

Así transcurre esta película amarga, si bien, irresistiblemente cómica, despiadada pero optimista. En ciertos aspectos imbuida de la mejor tradición de la comedia italiana, en otros más allá y más a la vanguardia: en su forma de rehuir el sarcasmo y en el marcado distanciamiento de los personajes, en su forma de abrazarlos ante todos y siempre, en su forma de captar la pena de cada uno: en esto es en lo que consiste el entender artístico y humano.

En un plano (cortado) de espaldas, Paolo vestido de frac dirigía la orquesta y el coro. Habría merecido ese plano (que no ha querido): ha sido un magnífico director en la elección milagrosa de las chiquillas, en la colaboración con sus extraordinarios actores, en la evocación de las atmósferas y de los ambientes, elegidos a la perfección por Tonino Zera, en una Roma maravillosamente fotografiada por Arnaldo Catinari, en el acierto del ritmo correcto (una gran cabalgada pero que se ajusta a la medida canónica de una hora y cuarenta y cinco minutos) realizada junto a Cecilia Zanuso.

Hemos rodado todo en once semanas, en Roma, Montalto di Castro y Capalbio: un día durante las fiestas de Navidad y el resto a partir del mes de febrero. La película ha costado 4,1 millones de Euros y ha sido coproducida por Rai Cinema y será distribuida por 01 Distribution probablemente a finales de octubre. Es nuestra tercera película con Rai Cinema (después de los éxitos de Cristina Comencini y Michele Placido) y atestigua una relación profesional que además de eficiente es también apasionada.

Amamos mucho a esta Caterina: tenemos puestas nuestras esperanzas en ella y en aquellos (esperamos que sean muchos) que también la amarán.