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  Juntos, nada más  (Ensemble, c'est tout)
  Dirigida por Claude Berri
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Dirigida por Claude Berri (Germinal, Jean de Florette) y protagonizada por Audrey Tatou (Amelie, El Código da Vinci), la película está basada en la famosa novela homónima de Anna Gavalda, uno de los grandes bestsellers de Seix Barral.


Entrevista con Claude Berri

Angie David: ¿Cómo conoció la novela de Anna Gavalda y cuándo sintió el deseo de adaptarla al cine?

Claude Berri: Fue por casualidad. Emmanuel Pierrat, mi abogado, me la recomendó. En un primer momento dudé, ya que tenía 600 páginas. En ese momento el libro todavía no era un best-seller, pero ya empezaba a tener éxito. Me lo leí, me encantó y pensé que podría interesarle a mucha gente. Antes de decidirme a reservar los derechos del libro, Emmanuel Pierrat le pidió al editor que no los vendiera hasta que yo hubiera tomado una decisión. Acabé de leérmelo y aún tenía dudas, ya que era una novela muy densa. El gran éxito del libro enseguida confirmó mi intuición, así que antes de estar seguro de que el libro podía adaptarse al cine, compré los derechos. Durante el verano siguiente, pensando que no la dirigiría yo, empecé con la adaptación, que le sería de utilidad al otro director. Y cuanto más avanzaba, más me reía y más me divertía escribiendo las escenas. Al acabar el guión tenía muy claro que no quería que otra persona dirigiera la película. Cuando terminé de escribir el guión, el libro se convirtió en un gran éxito.


A. D.: El libro iba adquiriendo más éxito a medida que usted escribía el guión.

C. B.: Al principio, cuando conocí a Anna Gavalda, le pregunté si estaría dispuesta a que trabajásemos juntos y me dijo que sí. Nos vimos dos o tres veces, pero como todo lo que le proponía le gustaba, me dejó vía libre e hice el guión yo solo.


A. D.: ¿Qué fue lo que le atrajo de la historia y qué semejanzas tiene con otras de sus películas, incluidas las autobiográficas?

C. B.: La idea de hacer la película no fue mía, pero una vez terminada, mucha gente me dijo: “Es realmente una película de Claude Berri”. Sin embargo, no es una historia que yo haya conocido o vivido. La historia me llegó hondo, pero no tanto como mis películas personales o autobiográficas.


A. D.: Al ver a Audrey Tautou interpretando a Camille no podemos imaginarnos a ninguna otra actriz en el papel. ¿Cómo tuvo esta intuición?

C. B.: Antes incluso de empezar a escribir el guión ya sabía que quería a Charlotte Gainsbourg para el papel porque tenía ganas de volver a trabajar con ella. Como digo, la vida está llena de casualidades. Algún tiempo más tarde, en un viaje a Nueva York, Audrey Tautou, a la que no conocía, iba sentada a mi lado en el avión.

Así nos conocimos, sin hablar del libro. Ella sabía que el papel sería para Charlotte, sin embargo, dos o tres semanas más tarde, le dijo a su agente que si Charlotte no podía hacer la película, a ella le encantaría interpretar a Camille. Como es una chica muy generosa, no tenía ningún problema en sustituir a Charlotte. Es cierto que cuando la conocí pensé en ella para el papel, pero ya me había comprometido. Comencé el rodaje con Charlotte, en la Estación de Lyon pero, casualidades de la vida, tuvo un accidente de snow board. Evidentemente, volví a pensar en Audrey, pero ella acababa de rodar dos películas, entre ellas El código Da Vinci, y su agente me dijo que quería tomarse un año de descanso. Volvimos a coincidir en la brasserie Wepler y nos entendimos a la perfección.

Ella se dio cuenta de lo mucho que la necesitaba, porque todo estaba listo y el equipo estaba a la espera. Si no conseguía que Audrey aceptara, sería una catástrofe para la película. Estábamos a martes y dijo que me daría una respuesta el viernes. El viernes, efectivamente, aceptó el papel, un paréntesis. Aquella noche, en la brasserie Wepler, llamó a Stephen Frears al que conozco desde hace cuarenta años y que vivió en casa de mis padres. Le dijo que estaba conmigo y le propuso quedar para tomar una copa. Fuimos a ver a Stephen y Audrey, que le quiere mucho, vio los vínculos que nos unen a Stephen y a mí. Debió convencerla, porque el viernes dijo que sí.


A. D.: La elección de Guillaume Canet y Laurent Stocker es también muy interesante porque son diferentes y a la vez complementarios. ¿Estaba usted seguro de que quedarían bien juntos en la pantalla?

C. B.: Cuando vi a Guillaume, me gustó inmediatamente para el papel y él tenía muchas ganas de que hiciéramos una película juntos. Conocía algunas de mis películas. No le hice ninguna prueba, le dije que sí al momento, casi al principio de los preparativos para la película. En el caso de Philibert fue mucho más difícil. Mientras que el personaje de Franck es un tipo popular, Philibert es un aristócrata. Hice muchas pruebas con mi director de casting, Gérard Moulevrier. Un día me presentó a Laurent Stocker, me gustó y decidí hacer la película con él.


A. D.: Françoise Bertin está extremadamente bella y conmovedora en el papel de Paulette. La escena en la que aparece desnuda parece un dibujo de Rodin. ¿Era importante para usted este personaje?

C. B.: Al principio quería a Tsilla Chelton, pero era un papel muy importante y las aseguradoras no querían cubrir a una actriz de su edad. Cuando hice las pruebas con Françoise Bertin, supe que estaría fabulosa. Estaba a la altura del personaje y era muy difícil encontrar a una actriz que pudiera interpretar ese tipo de papel. Es extraordinario que haya aceptado, sin ningún tipo de problema, mostrarse desnuda. Pudimos filmarla desnuda.


A. D.: La fotografía de Agnès Godard es íntima y densa. Consigue que el piso sea un personaje más. Parece que los actores hayan vivido allí toda su vida, aislados del mundo. ¿El piso es un elemento central en esta historia?

C. B.: Sabía que tenía que ser un piso muy grande y que estábamos obligados a rodar en estudio. Llevaba mucho tiempo queriendo trabajar con Agnès Godard, desde que vi la película de Noemy Lvovsky La Vie ne me fait pas
peur. Me entusiasmaba su manera de filmar, no sólo desde el punto de vista estético sino también por el guión técnico. Después de haber trabajado con Bruno Nuytten y Eric Gautier, que no estaba libre en ese momento (si no, le habría escogido a él porque ha participado en mis últimas películas), quería a Agnès. También me gustaría mencionar a mi montador, François Gédigier, que hace muchos años que monta todas mis películas.
El equipo técnico más cercano lo tenía claro desde el principio.