Escuchando a Gabriel es el primer largometraje del director José Enrique March, con guión de Maxi Valero. La cinta está protagonizada por Javier Ríos, Antonio Dechent y Silvia Abascal. Completan el reparto Silvia Medina, Ríkar Gil y Juan Mandli, entre otros.
El amor, sin tapujos, sin pudor, el sentimiento universal, es el centro de este cuento urbano.
Sobre la película los actores han dicho
"La música es como un río que recorre toda la película (...) Ahora veo un niño tocando un violín y me fascina" (Silvia Abascal)
Un guión fabuloso con una ternura poco habitual en el cine (...) El corazón no vuelve idiota a la gente" (Antonio Dechent)
"Gabriel me ha enseñado que no hay que conformarse, que siempre hay esperanza y que hay que luchar hasta el final" (Javier Ríos)
Memoria de dirección: Acerca de Gabriel y su mundo
Los buenos personajes de película son aquellos que viven y crean su propio mundo. Imaginan en un desván mundos de fantasía, o viven en soledad en extrañas casa, marginados. Son el temor de aquellos que viven más allá de sus fronteras, pues los ven como seres raros, quizá enfermos, peligrosos
inútiles, incapaces.
Por el contrario, la capacidad de vivir en soledad por la incomprensión de una sociedad tajante, crea en el personaje una serie de virtudes, perdidas por el resto de los mortales.
Gabriel es un joven especial. Extrapola su mundo interior y crea con sus manos.
Su casa es el resultado de su capacidad de ensoñación. El tiempo, para Gabriel, un segundo en la palma de su mano.
Toda persona que tiene un don especial, carece de un don normal. Gabriel es un virtuoso del piano y a la vez fue un niño silencioso, observador, compasivo y soñador.
La ausencia de emotividad en la realidad hace que Gabriel empiece a construir su mundo imaginario con aquellas cosas que le gustan. El espacio frío y hueco empieza a llenarse de todo aquello con lo que Gabriel disfruta.
El joven Gabriel, sigue siendo el niño inocente, compasivo, soñador, detallista, no quiere comprender los problemas del mundo real. Alejado de ello, actúa en su propio mundo. La soledad ha creado en él una extraña personalidad. Una extremada paciencia, un sentido del tiempo mas allá de toda lógica, una eterna serenidad, una sonrisa perpetua, un brillo eterno en su ojos
unos sentidos altamente desarrollados.
La vida de Gabriel es un cuento. Una fabula que habla de las virtudes de la inocencia que perdemos en el camino. Como consecuencia, dejamos de crear y construir nuestra vida, para dejar a otros que imaginen por nosotros de forma que perdemos los valores fundamentales de la inocencia: la compasión, el perdón y, sobretodo, la esperanza.
Precisamente esto, es lo que encuentran los personajes que rodean y comprenden a Gabriel.