ELENA es la chica del tiempo en una cadena de televisión. Está embarazada de CHUS, un dibujante de cómics aficionado a todo tipo de sustancias y a comerse la noche junto a sus amigos, los músicos del grupo Stormix. Elena intenta que Chus sea consciente de su futura condición de padre, pero quizá no ha escogido el mejor momento para darle un ultimátum: están cenando junto a los chicos del grupo en un restaurante de moda repleto de gente y de ruido. Desesperada, Elena sale del local y se lleva por delante la silla donde SARA, sentada en una mesa cercana, ha dejado su abrigo.
Sara es una modelo cotizada y está cenando con su marido, ÓSCAR, ejecutivo en una multinacional discográfica. Ella le está proponiendo un cambio de vivienda que para Óscar significa algo más: la renuncia a un modo de vida que le gusta. La discusión se complica hasta el punto de empujar a Sara a tomar una decisión silenciosa. El único argumento que encuentra para convencer a Óscar tendrá que salir de ella, dentro de unos meses.
Parece que el tiempo, una tormenta cerrada y envolvente, acompaña el ánimo de las dos parejas, que aún no se conocen.
Dos o tres años después, ambas parejas hacen las compras de Navidad en unos grandes almacenes, y discuten de nuevo sobre sus respectivas relaciones. CHUS sigue peleando por hacerse un hueco en el mundo del cómic y la ilustración. Los chicos de Stormix son ya superventas. BEGOÑA, su madre, le presiona para que siga sus pasos como artista plástico. Elena quiere que empiece a ver las cosas de una manera más realista. Y Chus continúa refugiándose de todo y de todos en las drogas.
El matrimonio de Sara y Óscar también se tambalea desde hace tiempo, a pesar de vivir en otra casa y de tener un hijo. Muy a su pesar, Sara tiene que reconocer que su estrategia no ha funcionado y que su marido se aleja de ella día a día.
Siguen sin conocerse, y sigue lloviendo.
Pocos días después, los cuatro coincidirán en las urgencias de una clínica. Dos de ellos están en cuidados intensivos, con la vida pendiente de un hilo. Será durante otra noche de tormenta cuando sus destinos se crucen, cambiando sus vidas para siempre.
Los personajes:
Maribel Verdú es Elena. El éxito abraza a Elena. Incluso se ha convertido en un personaje público gracias a su trabajo como locutora del tiempo. Confiada y segura, Elena avanza por la veintena con la satisfacción de quien empieza a ver cumplidas sus expectativas profesionales en un clima laboral sin borrascas. Se siente preparada para dar el siguiente paso: tener un hijo. Pero le gustaría que Chus, su pareja, estuviera a su lado en lugar de fundir la noche apoyado en una barra.
Jorge Sanz es Chus. Chus ha sido siempre el alma de la fiesta: el que unía a los amigos, el último que se retiraba y el que más duro le pegaba a todo. Entre copas y otros estimulantes, Chus empieza a darse cuenta de cómo están evolucionando las cosas. Elena, su mujer, le habla cada vez con más frecuencia del hijo que está en camino. Los chicos del grupo han firmado con una importante compañía discográfica, y otros vientos se están colando en sus cabezas. Chus se resiste a admitir que su vocación de dibujante tropieza de noche con las barras de los bares, y se estrella de día contra la mirada implacable de su madre, una pintora reputada. Lo que más teme, sin embargo, es perder el amor de Elena en ese torbellino de cambios.
Darío Grandinetti es Óscar. Ejecutivo de una multinacional discográfica, su profesión le obliga a llevar un tipo de vida intenso y urbano. Y no sabe cómo explicárselo a Sara, su mujer, que desea una familia y un futuro más estable. Convencido del fracaso de su matrimonio, Óscar se vuelca en su trabajo sin pensar en nada más, hasta que la mano del azar imprime un nuevo impulso a su incierta rutina.
María Barranco es Sara. Sara ha saboreado las mieles de la popularidad desde lo alto de la pasarela y las revistas de moda. Hace unos años lo dejó todo para casarse con Óscar, pero sabe que los intereses de ambos cada vez corren más separados. Presintiendo el desastre, Sara está dispuesta a todo por salvar su matrimonio y apuesta por soluciones radicales: un cambio de vida total, que incluye hijo y chalet en las afueras. Lo que no sabe evitar es un terrible accidente que volverá a darle un giro inesperado a sus buenas intenciones.
Mónica Randall es Begoña. Begoña desearía un hijo a su imagen y semejanza, un pintor de reconocido prestigio, pero no hace nada por ayudar a Chus en sus propios empeños. Acostumbrada a que todo le salga a pedir de boca, Begoña no puede aceptar que su retoño no sea otra brillante reseña en su trayectoria personal. Y hace uso de todas sus armas para dominarlo.