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  Pretextos  Dirigida por Silvia Munt
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Los personajes

Viena
Es una mujer apasionada, trabajadora, aparentemente fuerte, reconocida en su profesión, pero a la vez es muy frágil, necesita demasiado el afecto, el contacto, el cariño, tiene inseguridades que tal vez nadie más que ella sepa detectar. Su padre falleció cuando ella era sólo una niña, y fue educada por una madre que le ha contagiado sus deseos vitales un tanto tópicos pero no por eso menos verdaderos: vivir el imaginario, la pasión ante la vida, ante el amor... Viena ha sido siempre una luchadora, una superviviente a la que le gusta vivir, aunque sea con sufrimiento. No concibe la vida de otra manera.

Por ello reclama de Daniel, su marido, más de lo que él está dispuesto a darle: la pasión, la intensidad, el dolor incluso, lo que sea excepto el encefalograma plano de la rutina, de la cotidianidad mal entendida, de lo previsible, de lo muerto... Es el contrapunto de Eva; Viena vampiriza la vida, necesita vivirla intensamente, no sabe resignarse a la normalidad. Daniel es la calma frente a la tormenta y, aunque ambos se quieren de manera profunda, sus diferentes personalidades les sacan respectivamente de quicio.

Viena encuentra en su profesión, la dirección teatral, el pretexto para seguir adelante que no ha encontrado en su vida personal junto a Daniel. Al contrario que su esposo, que es un hombre de mente científica que resuelve problemas “reales”, Viena dedica sus energías al mundo de la ficción, al imaginario, a su realidad inventada. Como iremos descubriendo a través de los ensayos con los actores, esa realidad ficticia es, en ocasiones, mucho más verdadera que nuestra existencia real y cotidiana.

Viena se debate entre mantener a flote su matrimonio con Daniel, o poner fin a una relación de pareja que no le aporta lo que ella quiere. Cuando descubra que su marido no va a dormir una noche a casa se sentirá herida, descolocada. Pero cuando Daniel reacciona y se muestra más sensible, más necesitado que nunca de ella, Viena decidirá seguir con el hombre al que ama, esperando que esta vez su matrimonio sea un pretexto más que, junto a su profesión, la ate con fuerza a la vida.

Daniel
Es un hombre serio, responsable, cerebral, muy centrado en su trabajo como médico geriatra, un científico, en definitiva. Siempre quiso ser médico, correspondiendo así a la tradición familiar, donde el reconocimiento profesional era casi exclusivamente lo único a valorar. Su formación ha dependido, casi en exceso, del qué dirán y de lo que se tiene que hacer. Proviene de una familia burguesa típica de la alta sociedad catalana más convencional. Trata a sus pacientes con respeto y profesionalidad, intenta hacer bien su trabajo y disfruta con ello. Tiene una relación conflictiva con su hijo Lucas, fruto de una relación anterior, ya que no comprende por qué el chico pierde el tiempo con sus grabaciones y sus poco fructíferas locuras.

A Daniel le gusta llevar una vida tranquila, segura, sin sobresaltos, aprecia la rutina y huye de las estridencias, las multitudes y hasta de los sentimientos, de todo aquello que pueda hacerle perder el control sobre sus propias emociones. Por ello tiene una relación muy complicada con Viena, su esposa, porque ella añora la pasión, la intensidad, y está cansada de la frialdad con la que Daniel se toma la vida. Con Eva, una enfermera del geriátrico, en cambio, tiene una relación rutinaria y concisa, basada en la resolución diaria del crucigrama del periódico, hecho que le reconforta, ya que no le obliga a ningún exceso en su comportamiento personal.

Cuando ambas mujeres le pongan contra las cuerdas, Daniel abandonará su hierática postura ante la vida y claudicará, por fin, ante la emoción que le embarga. Las circunstancias obligarán a Daniel a encontrarse a sí mismo tras una catarsis que le llevará a emborracharse como nunca en el bar donde come habitualmente. Daniel será capaz por fin de desnudarse sentimentalmente, diciéndole a Viena que la quiere y consiguiendo que ella le dé otra oportunidad a su relación.

Eva
Eva ya era una niña triste. Durante toda su vida ha intentado hallar remedio a esa tristeza, pero no lo ha conseguido. No encuentra ningún motivo lo suficientemente importante como para entender la alegría de vivir. Ahora es una mujer de treinta años, enfermera de profesión, que trabaja en el turno de noche de una residencia geriátrica. Busca desesperadamente paliar el sufrimiento ajeno para poder sentirse, quizá, menos culpable en esta vida, pero no lo consigue. Vive cara a cara con la realidad del envejecimiento, del crepúsculo de unos seres humanos que, poco a poco, van perdiendo la esencia de lo que han sido para quedar al amparo de extraños que, en el mejor de los casos, palian como pueden sus dolores y sus angustias.

Eva trata a sus pacientes de manera muy peculiar, con un sentido del humor y una complicidad que muchos de ellos agradecen, en parte contagiada por un sentimiento de compasión hacia el prójimo que ella no albergará hacia sí misma.

Eva no es víctima de una depresión exógena, es decir, no hay ningún motivo externo que provoque esa tristeza vital que la caracteriza; padece una depresión endógena, tiene el enemigo en sí misma. A pesar de todo, no es una chica infeliz, ni hay rasgos de amargura en su carácter. Simplemente, no ha encontrado ningún pretexto que le merezca la pena.

El turno de noche provoca, además, que Eva se encierre en su piso y corra las cortinas justamente cuando el mundo empieza a despertar y a ponerse en marcha; ella vive como en una realidad paralela, en un mundo oscuro y sin sentido.

Ricardo
Es un actor brillante, que utiliza el alcohol para combatir sus inseguridades personales y para poder, tal como él dice, salir a escena. Tiene un carácter perturbado, atractivo en su genialidad, representa la aventura y el riesgo continuo; es, en definitiva, el polo opuesto de Daniel. Ricardo tiene muchos puntos de conexión con Viena, como puede ser el profesional, el artístico, también el hecho de que a veces la comprende mejor que su propio esposo. Pero Viena sabe muy bien que su relación con Ricardo es imposible ya que seguramente acabaría cayendo en la misma trampa de monotonía y rutina que ya vive con Daniel, o quizá los altibajos serían demasiado incluso para ella. Por este motivo, Viena escoge la supervivencia y sigue junto a Daniel, intentando creer en su relación.

Marta
Es la actriz protagonista de la obra de teatro que dirige Viena. Es una mujer insegura, neurótica, que necesita constantemente que la reafirmen. Su relación con Viena será complicada, ya que ambas tienen una manera muy distinta de encarar los ensayos y de entender al personaje femenino de la obra de Brian Friel. Marta no acepta sus propias inseguridades, y buscará el apoyo, el cariño y hasta el amor de Ricardo en un intento de recuperar la seguridad y la autoestima perdida durante los ensayos. Sin embargo, es la única que abrazará a Viena cuando la directora de teatro más lo necesita.

Lucas
Es el hijo de Daniel y de su primera esposa, un matrimonio que se separó cuando el niño era muy pequeño. Es un adolescente tranquilo que está completamente loco por el mundo del sonido. Colecciona micrófonos y grabadoras antiguas pero de calidad incomparable, y discos de vinilo que le ofrecen un espectro sonoro que ningún aparato digital es capaz de regalarle. Este hobby le ha servido de protección para aislarse de una visión competitiva y convencional de la vida, y para crear su particular visión del mundo, distanciándose así de la educación que ha querido darle su padre. Su relación con Daniel es difícil, ya que Lucas vive “colgado” en su mundo, algo que para su padre, un hombre práctico y trabajador, está muy por debajo de sus posibilidades. Viena le entiende mejor, ya que Lucas tiene un espíritu artístico que ella admira y alienta.

Rodolfo
Rodolfo es el hermano de Viena, trabaja en la banca y es muy diferente a ella. Ha encontrado en su esposa asiática, Xiulin, la esposa perfecta, siempre atenta a sus deseos, nunca en desacuerdo con sus opiniones. Ha tenido que soportar dos mujeres fuertes en su vida, su madre y su hermana, y con eso ya ha tenido bastante. Rodolfo y su esposa son, por así decirlo, una antítesis a la pareja que forman Viena y Daniel, ya que nunca discuten, nunca se enfrentan gracias al carácter sumiso de Xiulin. Rodolfo quiere a su esposa y encuentra en su relación el remanso de paz que necesita, la comodidad que el mismo Daniel añora encontrar en Viena.

La madre de Viena
Es una mujer viuda muy aficionada al cine, que bautizó a sus hijos de manera cinéfila (Rodolfo por el gran Valentino, y Viena por el personaje que encarnaba Joan Crawford en “Johnny Guitar”). Insomne por naturaleza, es una mujer avanzada a su tiempo, que ha dado a su hija una educación liberal, pero que a pesar de todo no puede evitar caer en ciertos tópicos como el hecho de pensar que Daniel tiene mala cara porque Viena no lo cuida como debería. Quiere a Viena, y es una de las pocas personas que están cerca de ella en los momentos donde a la directora teatral más le acucia la soledad.

Claudio
Es un anciano que reside en el geriátrico de Daniel. Es solitario, silencioso, extremadamente tímido. Le gusta aislarse en su mundo y por ello no se separa de su vieja radio-casette de auriculares, los tangos le ayudan a ahogar los lamentos que demasiado a menudo inundan la residencia. Pero Claudio tiene un secreto, un pretexto, una ilusión... Vive pendiente de Eva, la enfermera que lo trata con más complicidad, con más ternura. El anciano siente por la joven un enamoramiento pueril que hace que sus días valgan la pena. Compartir la rutina diaria con Eva es para Claudio la mejor de las medicinas.