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  Confianza ciega  (La Confiance règne)
  Dirigida por Étienne Chatiliez
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Entrevista con Étienne Chatiliez (extracto)
P: "Confianza Ciega", sólo con este titulo ya reconocemos su firma: decir algo que expresa lo contrario…
R: El título se impuso de manera natural después de trabajar a fondo sobre los dos personajes. Christophe y Chrystèle son dos seres que no confían en nada ni en nadie, del 1 de enero al 31 de diciembre, que traicionan a todo el mundo porque la sociedad no ha previsto nada para ellos. No han tenido ninguna formación y sólo pueden contar con sus propias fuerzas. No calculan, no premeditan nada. Sólo saben que nadie les dará nada, por eso, cuando algo bueno les pasa por delante, se sirven. El colmo, evidentemente, es que ni siquiera confían el uno en el otro…

P: ¿Cómo nace la idea de "Confianza Ciega"?
R: Hace tres o cuatro años, Vincent Lindon me llamó y me dijo: "Tengo ganas de trabajar contigo". Hasta entonces, siempre que me habían hecho esta proposición – cosa que no me pasa muy a menudo – me había entrado el pánico y, para no caer en ninguna trampa, por norma siempre había contestado que no. Pero esta vez, pensé que quizá había llegado la hora de evolucionar un poco. Quedamos para comer y le pregunté qué tipo de personaje le gustaría interpretar. Me dijo: "Un cirujano con abrigo de cachemire y un Safrane, un empresario, un abogado,...". Como soy el espíritu de la contradicción, pensé: "Pues vas a ser un camareta". Y así empezó todo. Después, se me fue ocurriendo que el camarero tendría mujer, que trabajarían juntos y, poco a poco, la historia fue tomando forma…

P: Christophe y Chrystèle forman una pareja cuando menos chocante…
R: Tengo mucho respeto por los humildes, los tarados, los simples, los tontos del pueblo, por los que están en lo más bajo de la pirámide social, que no saben nada pero, de repente, te disparan grandes verdades a bocajarro. Poseen este buen sentido, esta especie de inteligencia que sale directamente de los huesos y puede resultar sorprendente. Por muy opuestos que parezcan, creo que no hay mucha diferencia entre Christophe y Jean d’Ormesson. Christophe y Chrystèle son animales, son primates, no han recibido ninguna educación. No tienen sofisticación alguna, ninguna norma de urbanidad, nadie ha metido un disquete en su ordenador. Teniendo en cuenta sus orígenes, podríamos esperarnos que se convirtieran en Mesrine, o en Arlette Laguiller, que se convirtieran o en bandidos o en militantes sociales. Pero son incapaces. Nunca militarán en nada. No tienen ninguna conciencia social ni política, no saben ni lo que eso significa. En cuanto a su manera de ser delincuentes ¡es tan limitada! Se conforman con aliviar a los muy ricos, a esos que, teniendo en cuenta lo que les roban, no les va a cambiar la vida por el hurto. Son incapaces de ninguna premeditación. Su funcionamiento se sitúa casi a nivel del acto reflejo: hay una cosa ahí, la roban y se largan corriendo. El asalto al tren postal no lo conseguirían ni aunque dieran clases nocturnas durante veinte años. Su mejor baza es que no saben nada y son capaces de servirse cuando la vida pasa por delante de ellos – y sus deseos son muy fáciles de satisfacer –. Les resulta muy sencillo estar de buen humor y disfrutar de la vida. No se plantean nada. Y son felices.

P: Suele decirse que uno rueda una película "contra" la anterior. ¿Diría usted que "Confianza Ciega" puede verse como una reacción a "Tanguy"?
R: "Tanguy" transcurría en un mundo de ricos por exigencias del guión. Y, además, me apetecía demostrar que uno no es idiota por el mero hecho de ser burgués. Pero, es cierto que después de "Tanguy" me apetecía volver un poco con los pobres. Porque también me gusta ese mundo, increíblemente simple, incluso primario, como era el de los Groseille en "La vida es un largo río tranquilo".

P: ¿Cómo se explica el interés recurrente que siente por esos dos universos: los ricos y los pobres?
R: Pasé la infancia en el Norte de Francia. Es una región en la que coexistían esos dos mundos: los burgueses por un lado y los pobres de los caseríos de mineros, por el otro. Siempre me han gustado los dos y creo que me quedaría eternamente entre dos aguas, no puedo optar por ninguno: me encantaría ser el burgués de los pobres y el izquierdista de los burgueses.

P: Aunque encontremos muchos elementos recurrentes de su universo en "Confianza Ciega", la gran diferencia con todas sus películas anteriores es que ésta narra una historia de amor…
R: Es cierto que esta vez he cambiado algo de registro. Ya no tengo la misma a edad y cada edad tiene sus propios placeres. Me parece muy patético intentar reproducir lo que hemos hecho unos años antes porque el único interés de la vida reside en evolucionar, en cambiar. Dicho esto, hacer una historia de amor no es que sea tampoco lo más original del mundo. Lo que me divertía era utilizar la película para rendir honor y gloria a los más pirados. Porque el objetivo, evidentemente, es que al final de la película, después de haberse reído a placer de Christophe y Chrystèle - que actúan como auténticos animales -, el espectador empiece a pensar que quizá son más humanos que él.

P: Nada más conocerse, Christophe y Chrystèle se acuestan juntos antes de limpiarse respectivamente los bolsillos, lo que da bastante buena idea de las bases en las que se asienta su relación. ¿Ha sido difícil encontrar el equilibrio de esta relación?
R: A Christophe y a Chrystèle, les tenía muy claros en la cabeza antes de empezar a escribir la primera línea. Si me decían: van vestidos así, sabía inmediatamente si sí o si no. Sin embargo, la escritura del guión fue larga y difícil. Con Laurent Chouchan, lo revisamos muchas veces (habrá quien piense que deberíamos haberlo revisado muchas más…). Explicar como eran los personajes era relativamente fácil. Pero darles una existencia en actos concretos, era un trabajo hercúleo.

P: Después de "Tanguy", es su segunda colaboración con Laurent Chouchan. ¿Qué tipo de guionista es?
R: Laurent se pone totalmente a mi servicio, cosa no muy corriente. No trata de hacer su película, sino la mía. Existe una gran connivencia entre nosotros, se produce una auténtica colaboración. A mí me gusta contar, él sabe escribir. Maneja muy bien los engranajes propios del guión y, además es divertido y eso, ya es un talento en sí mismo.

P: Vincent Lindon, que estaba, por decirlo así, en el origen del guión, parecía destinado para el papel de Christophe, ¿cómo fue el proceso de selección de Cécile de France para el papel de Chrystèle?
R: Enseguida me di cuenta de que, sin parecerlo, estos dos personajes eran difíciles de interpretar. Vi a mucha gente, hice muchas pruebas, hice sufrir a muchos, incluso a Vincent. Porque aunque Vincent formaba parte del proyecto desde el principio, quería que estuviera en la película porque era realmente Christophe y no porque se hubiera decidido de antemano. Empezó con las pruebas y bastó un minuto para que las dudas, la falta de imaginación, las incógnitas que me planteaba se esfumaran. Quiero volverle a agradecer la paciencia que tuvo conmigo. Cécile, por su parte, me había fijado en ella, como todo el mundo, pero me parecía demasiado joven, en todo caso más joven de lo que teníamos en la cabeza al escribir el guión. Y en su caso también, las pruebas fueron formidables. Luego, tercera fase, los dos juntos, no había duda: eran ellos.