Carlos Saura cierra con Fados un trilogía dedicada a las tres formas de expresión musical urbana del siglo XIX, después del flamenco y el tango.
Sobre el Fado y Portugal
He escuchado Fados a través de las películas que Amalia Rodrigues hizo en Portugal y cuyas canciones reinaron en mi infancia de la posguerra en Madrid, a la par que las de Imperio Argentina, y los Tangos de Carlos Gardel. Es en esos años de despertar cuando se quedan grabadas para siempre en nuestra memoria imágenes y sonidos y por ello los Fados me han acompañado desde entonces.
Mi primer viaje a Portugal, camino de Lisboa, lo realicé al final de mil novecientos cincuenta, entonces me pareció un país deprimido de gentes amables y tristes. Se escuchaba con frecuencia por la radio salazarista a Amalia Rodríguez con su voz maravillosa y única. Solo más tarde, en otros viajes, a través de amigos unas veces portugueses y otras españoles que trabajaron en Portugal, supe de la existencia de otros fadistas que como Marceneiro o Carlos do Carmo por citar los que eran más conocidos- escuché en discos y casetes.
Un día abandoné todo por un amor imposible y marché huyendo de mi país con la intención de recorrer Portugal en automóvil y quizás con la peregrina idea de no volver nunca. Fue una experiencia maravillosa de la que desgraciadamente no tengo apenas fotografías--. Durante el recorrido compré casetes de Fados y escuché durante el viaje las voces maravillosas de mujeres y hombres cantando su tristeza que era pareja de la mía.
Cuando me propusieron la posibilidad de hacer una película sobre los Fados no lo pensé dos veces, era como recuperar algo querido que de alguna manera estaba en el cuarto de los recuerdos. Desempolvé mis discos y mis casetes y antes de decir que sí me impregné de cuanto pude de los Fados. Luego mis productores me enviaron tal cantidad de material literario y sonoro que todavía queda algo sin desempolvar; pero para entonces, mis frecuentes viajes a Lisboa y mis visitas a los espacios en donde reinaba el Fado, me permitieron un conocimiento más profundo del mismo y sobre todo el encuentro personal con artistas excepcionales como Carlos do Carmo, Mariza o Camané. Voces prodigiosas... y el descubrimiento de Lucília do Carmo, Teresa de Noronha, y de tantos otros maravillosas fadistas... Y también el descubrimiento de una Portugal distinta y evolucionada.
En esa búsqueda, acompañado de mi buen amigo Ivan Dias, gran conocedor de la materia, vamos a tratar de compaginar un tema que nos preocupaba: la relación del Fado con Brasil y con África --desde las Modinhas, hasta el llamado Fado batido-- en un intento de recuperar algunas de las canciones y de los ritmos que en ese ida y vuelta tanto ha enriquecido la música de nuestros países.
"Fados" será mi octavo musical y mi intención es llegar más allá de las experiencias anteriores, trabajando con los artistas de un país y de una ciudad, Lisboa, que quiero desde hace muchos años.