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  Revolutionary Road  Dirigida por Sam Mendes
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Dirigida por Sam Mendes (ganador de un Óscar por AMERICAN BEAUTY), y con guión de Justin Haythe, REVOLUTIONAY ROAD está protagonizada por Leonardo DiCaprio y cuenta con un consumado elenco de actores que incluye a la oscarizada Kathy Bates, Kathryn Hahn (BOEING-BOEING), Michael Shannon (ANTES DE QUE EL DIABLO SEPA QUE HAS MUERTO, BUG) y David Harbour (DESPIERTO). Los productores de la película son John Hart, Scott Rudin, Sam Mendes y Bobby Cohen, y los productores ejecutivos son Marion Rosenberg, David M. Thompson y Henry Fernaine.

"Este libro se consideraba generalmente una novela anti burguesa, y eso me decepcionaba… Creo que yo la consideraba más bien una denuncia… del fervor nacional por el conformismo que existe en todo el país, y no sólo en las zonas residenciales, una forma de aferrarse ciega y desesperadamente a la seguridad y la tranquilidad a cualquier precio… mi intención era sugerir que la Revolutionary Road de 1.776 había llegado a algo muy parecido a un callejón sin salida en los años 50
Richard Yates, Entrevista en Ploughshares 1.992

En 1.961, la emocionalmente intensa novela de Richard Yates, ‘Revolutionary Road’, sacudió el mundo literario. Los personajes principales de la historia (una pareja de enamorados con grandes sueños, Frank y April Wheeler) se hicieron indeleblemente reales para los lectores, y desde entonces han desatado una apasionada discusión sobre la naturaleza del matrimonio, los papeles del hombre y la mujer en la sociedad moderna, y la posibilidad de conciliar las realidades de la familia, el trabajo y la responsabilidad para con los anhelos idealistas de la juventud. Cuando Frank y April idean un plan para revitalizar su matrimonio mudándose a la exuberante libertad de París, se desata un conflicto entre los sueños de ella y el temor de él a convertirlos en realidad.

La novela llegaría a convertirse a la chita callando en uno de los libros más influyentes del siglo. El ganador del Premio Pulitzer Richard Ford dice que se convirtió en "un apretón de manos secreto" entre los escritores: un reconocimiento común de que era una de esas novelas norteamericanas auténticamente excepcionales y reveladoras que todo autor desearía escribir. Parecía captar un momento profundo de EEUU, a medida que la clase media empezaba una nueva vida al finalizar la Segunda Guerra Mundial, asentándose en vidas familiares cotidianas centradas en la prosperidad y la seguridad, y no obstante plagadas de complacencia y conformidad. Sin embargo, aunque evocaba esta época, la novela abordaba simultáneamente uno de los dilemas más inquietantes e intemporales: el conflicto entre la ardiente pasión de los ideales juveniles y las responsabilidades de las relaciones humanas. Aunque nunca llegó a alcanzar una popularidad masiva, la novela inició una corriente subterránea que influiría profundamente sobre muchos de los más grandes escritores norteamericanos del siglo XX.

El camino de la obra maestra de Yates desde la página hasta la pantalla ha sido inusualmente largo. Desde su publicación inicial, diversos cineastas, entre los que se encuentra John Frankenheimer, coquetearon con la idea de adaptar el libro. Pero nunca se llegó a producir un guión viable. Habiendo vendido los derechos por la módica cantidad de 15.500 dólares al productor Albert Ruddy (quien a su vez se los vendió a Patrick O’Neal), Richard yates intentó infructuosamente recuperar los derechos para poder escribir su propia adaptación de la novela, pero O’Neal, y más tarde su viuda, se negaron a cederlos, no queriendo renunciar a su propia visión de lo que podía ser una película sobre esta novela. Yates murió en 1.992.

Ahora, Revolutionary Road llega por fin a las pantallas como una película dirigida por Sam Mendes, famoso por su incisiva observación de la vida norteamericana, y protagonizada por un sólido y consumado elenco de actores encabezados por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. Profundizando en el amor y la fricción entre Frank y April, Mendes le aporta el punto de vista de un cineasta a la historia de los Wheeler, dando vida en la pantalla a este retrato inquebrantablemente honesto de un matrimonio.


La novela y la adaptación
Revolutionary Road fue el debut como novelista de Richard Yates, publicada cuando tenía 36 años, y poniéndole instantáneamente en el candelero literario. Ya desde poco después de su estreno, y hasta la fecha, otros escritores han venido comentando apasionadamente su fuerza. Tennesse Williams la calificó de "inmediata, intensa y brillantemente viva. Si hace falta algo más para realizar una obra maestra de la ficción moderna norteamericana, yo no sé que pueda ser". Kart Vonnegut apodó a la novela "el Gran Gatsby de mi época". William Styron dijo que era "una novela hábil, irónica, bella, que merece ser un clásico".

Muchos compararon a Yates con Fitzgerald en el sentido de que se convirtió en un cronista de su época, haciendo con el anhelo, la ambición y el caos matrimonial de la "Era de la Ansiedad" lo que Fitzgerald había hecho para la "Era del Jazz". A medida que pasaba el tiempo, la novela se iba haciendo cada vez más relevante, incluso visionaria, sugiriendo el comienzo de la Era Digital, el cambio de papel y el fortalecimiento de las mujeres en los hogares norteamericanos, y la tendencia cada vez mayor al conformismo. Hasta el día de hoy, Revolutionary Road sigue siendo una obra intemporal y provocativa.

Sin embargo, pese a toda la atención que despertó la novela, el propio Yates nunca alcanzó en su vida el éxito por el que luchó tan ardorosamente. Luchando toda su vida, al igual que sus personajes, contra el alcoholismo, la depresión y la dificultad para relacionarse, murió por causa de un enfisema a los 66 años de edad. No obstante, su obra sigue viva en el corazón de sus lectores, gracias sobre todo al afán publicitario de sus fans confesos entre las filas de los gurús literarios contemporáneos, entre los que se encuentran Richard Ford, Nick Hornby, Joan Didion, David Hare, Kate Atkinson, Stewart O’Nan y Sebastian Faulks, quienes empezaron a hablar en público, y a menudo fervientemente, de la influencia de Revolutionary Road.

Blake Bailey, quien escribió en 2.003 Una trágica honradez, la primera biografía de Yates, piensa que Revolutionary Road ha perdurado porque su narrativa arroja luz sobre muchas más cosas que un matrimonio norteamericano. "Trata nada menos que de los temas fundamentales de un ser humano", dice, "trata de llegar a estar en paz con uno mismo, de ser honrado con uno mismo, enfrentándonos a nuestras propias limitaciones e intentando hacernos un hueco en la vida pese a todas nuestras limitaciones. Como decía Yates, ‘lo peor que se puede hacer en la vida es vivir una mentira’".

Con tantos sentimientos apasionados en torno a Revolutionary Road, no era fácil encontrar a un guionista dispuesto a adoptar un enfoque nuevo sobre la adaptación. La búsqueda llegó a término con Justin Haythe, que no sólo es guionista (co-escribió el thriller LA SOMBRA DE UN SECUESTRO junto con Pieter Jan Brugge), sino, lo que es igual de importante, un aclamado novelista por derecho propio, obteniendo una nominación al premio Man Broker por su debut, La luna de miel.

Haythe sabía que entraba en un terreno resbaladizo para un escritor, pero creyó que valía la pena el riesgo porque la historia de Yates aún habla muy alto y claro. "Aunque la novela está ambientada en los años 50, los personajes son muy reconocibles psicológicamente para la gente de nuestra época", dice. "Creo que esta historia es muy relevante para nuestras vidas de ahora, y sin embargo está centrada en una época fundamental en la historia norteamericana. Merecía que se hiciera una película". Al igual que el propio Yates, Haythe consideró que la historia era más grande que su época y su localización. "Nunca lo enfoqué como si tratara sobre la vida en las zonas residenciales", explica. "Creo que es una historia mucho más amplia acerca de la fragilidad y el deseo humanos".

La dificultad estribaba en presentar en la pantalla a Frank y April Wheeler de una manera accesible pero sin idealizarlos románticamente (ni satirizarlos) dejándoles que revelen, mediante sus palabras y sus actos, sus esperanzas, sus miedos y las formas en que chocan contra las prohibiciones de la sociedad sobre el modo en que hombres y mujeres deben actuar los unos con, y sin, los otros.

Para Haythe, el eje primordial de la historia es el convencimiento de los Wheeler de que son especiales, diferentes, destinados a algo mucho más grande que la vida que llevan ahora, una ilusión que será hecha añicos por las circunstancias. Por mucho que se crean alguien que está por encima de la influencia de la cultura consumista que se está desarrollando a su alrededor, cada vez se dan más cuenta de que han caído en su poder igual que sus amigos y vecinos. "Lo que hace que el romance entre Frank y April sea tan emocionante al principio es la suposición de que no son como todos los que les rodean", explica. "Y luego llega un día April y le dice a Frank, ‘sabes, nos estamos volviendo como todos los demás, así que vamos a hacer algo para cambiar nuestras desilusionadas vidas. Salgamos de aquí. Vayamos a París. Salvémonos’. Pero su gran fuga nunca tiene lugar".

De hecho, París seguirá siendo una fantasía irrealizada porque April se queda embarazada, haciendo recapacitar a Frank y consiguiendo que cambie toda la dinámica entre ellos. "París se convierte en un símbolo grandioso de valor y potencial", dice Haythe. "Yo creo que en el fondo se trata de la siguiente cuestión: si uno tiene la ocasión de intentar ser la persona que siempre quiso ser, ¿qué cosas se descubrirán acerca de quién es uno mismo en realidad?

La admiración y el respeto que Haythe sentía por todo lo que Yates había logrado en el libro le inspiró el deseo de ser tan fiel como fuera posible al tono y los diálogos de Yates en la adaptación, reconociendo a la vez que una película es una creación diferente de una novela. "En una novela, uno tiene acceso inmediato a las confesiones interiores de los personajes, mientras que en una película, el arte está en dramatizar eso", observa. "Espero fervientemente que la película consiga que haya más gente que descubra a Yates, y le de el reconocimiento que él siempre quiso y mereció".


Sam Mendes entra en escena
Cuando hubo que busca un director cuya sensibilidad pudiera actuar sinérgicamente con la aguda sensibilidad de Yates, la búsqueda condujo hasta Sam Mendes, el ganador de un Óscar afincado en el Reino Unido famoso por aportar una astuta mirada de forastero a los entresijos de la vida norteamericana en películas como AMERICAN BEAUTY, CAMINO A LA PERDICIÓN y EL INFIERNO ESPERA. Director de teatro igualmente laureado, Mendes aportó a la producción una inclinación a elucidar a los personajes mediante los detalles y la interpretación íntima.

Mendes no había leído aún el libro, pero supo de él cuando su esposa, Kate Winslet, recibió el guión de Haythe. Tan pronto como lo leyó, Winslet sugirió que Sam lo dirigiera. "Se convirtió en una de esas cosas que van tomando cada vez más impulso cuanto más hablábamos de ella", recuerda Mendes. "Cuando leí el libro, me di cuenta de la magnífica película que se podría hacer, y de que podía ser una emocionante historia moderna. Hay muchísima sabiduría y clarividencia en ella, y me encanta poder ofrecerla finalmente a un público más amplio".

Se sintió atraído por el material porque era un retrato crudo y mordaz de un matrimonio, tanto en sus momentos más íntimos como en los más tumultuosos, explorando las maneras en que las consecuencias y la dinámica de un romance pueden ser tan injustas como liberadoras. "Lo que vi en esta historia fue el potencial de explorar en detalle a un matrimonio, con todos sus roces, vulnerabilidad, crueldad, rabia y puro sentimiento", dice. "A veces, una pareja que quieren estar juntos, que creen que tienen que estar juntos, no son capaces de hacer que funcione. Los sentimientos del público hacia Frank y April se vuelven tan conflictivos y misteriosos como nuestros sentimientos acerca de las relaciones de pareja y la vida en general".

Mendes consideraba que todos los personajes reflejaban la tendencia universal al anhelo (a veces hacia su aspecto más destructivo, pero también más reconfortante), algo con lo cual todo el mundo puede sentirse identificado. Impregnó la tragedia de la historia amorosa con una sensación de esperanza. "Yo nunca la consideré en absoluto una historia sombría", dice. "Está llena del ingenio de Yates, de su excentricidad y originalidad, y de personajes que a uno le gustan de verdad, quizás a pesar de uno mismo. Está repleta de detalles acerca de los seres humanos (de los malos y de los maravillosos), y eso era lo que yo quería llevar a la pantalla".

Para Mendes, uno de los mayores retos consistía en captar de una manera evocadora la época de los años 50, posibilitando a la vez que su retrato arrojase luz sobre nuestra época actual. "Frank vive en un mundo de hombres de negocios neoyorquinos con trajes de franela gris que toman martinis y ligan con las secretarias. Pero, aunque creo que el libro puede considerarse, en cierta medida, una exploración de esa época, en realidad no trata acerca de los años 50. Trata de problemas modernos más profundos. Así que, aunque la época era tan importante como el fondo, no quería caer en el fetichismo", explica. "Espero que una de las polémicas que suscite la película, igual que lo hizo el libro, sea acerca de la manera en que el siglo XX y los años 50 nos han traído hasta donde estamos ahora".

Mendes ya tenía en mente desde el principio el reparto de los personajes clave, previendo que Leonardo DiCaprio acompañase a Winslet en los papeles de Frank y April, en la creencia de podían evocar al mismo tiempo la ternura del amor de la pareja y lo pernicioso de sus ilusiones acerca del otro. "Leo y Kate se conocen desde que ambos tenían 20 años. Conocen mutuamente sus debilidades, y no pueden hacerse creer mutuamente que son alguien que no son", explica Mendes. "Hay un gran nivel de honradez entre ellos, una sensación de apoyo mutuo y también una sensación de estar probándose mutuamente. Pero, más allá y por encima de eso, tienen la virtud de que dos más dos sea igual a cinco: cuando se les junta a los dos, surge otra cosa".


Leonardo DiCaprio como Frank Wheeler
"… a veces, de madrugada, cuando se le irritaba la garganta y le ardían los ojos de hablar, encorvaba los hombros y apretaba la mandíbula y se aflojaba la corbata y la dejaba colgando como una cuerda, y podía quedarse mirando a la ventana y ver los valientes comienzos de un personaje importante". -- Richard Yates, Revolutionary Road

Frank Wheeler es también uno de los personajes más complejos de la literatura norteamericana. A los 29 años, ya contaba con muchos logros: graduado por la universidad de Columbia, veterano de guerra y ascendiendo en el escalafón en su trabajo en Knox. Apegado a su época, toma muchas de sus decisiones más importantes partiendo de la base de "ser un hombre", de demostrar su valía a los amigos, los vecinos, los colegas del trabajo, y sobre todo a April. Sin embargo, Frank siente el deseo de no caer en la misma trampa que su padre, un representante comercial: que no es ni por asomo el hombre que finge ser ante los demás, que puede que resulte no ser la joven promesa llena de talento y potencial de la que se April se enamoró. Así que, cuando April denuncia sus contradicciones, él se tambalea. Quiere a April con todo su frágil corazón, pero a medida que ella le presiona para empezar de nuevo y que él se repliega hacia la vida que ya conocen, sus caminos se van separando dolorosamente.

Aunque ha sido nominado tres veces al Óscar por sus papeles en DIAMANTES DE SANGRE de Edward Zwick, EL AVIADOR de Martin Scorsese, y ¿A QUIÉN AMA GILBERT GRAPE? de Lasse Hallstrom, la película representa la primera ocasión para Leonardo DiCaprio de interpretar a un marido y padre. Dar vida a Frank requeriría la capacidad de personificar a la vez su carisma, su bravuconería masculina y su terror al fracaso.

Dice el guionista Justin Haythe: "Leo interpreta a Frank de una manera que uno puede ver todo su potencial y su inteligencia, pero uno entiende también que comparte con nosotros muchas de nuestras características más oscura: la manera en que las cosas le reconcomen, la naturaleza de sus ansiedades subyacentes, la manera en que termina por encontrarse a sí mismo convirtiéndose en su propio padre".

Para DiCaprio, lo que le cautivó fue la complejidad de la historia, tanto en la novela como en el guión. "Nunca antes había leído algo como esto acerca de dos personajes que no son heroicos, que no salen victoriosos al acabar el día, sino que son dos personas intentando desesperadamente conseguir que las cosas funcionen", dice, "y debatiéndose con lo que creen que deberían ser sus vidas".

También se sentía atraído por la época, tanto por lo que decía del presente como del pasado. "La época de los años 50 parece muy rara y diferente cuando se la recuerda. Pero al mismo tiempo nos hemos aferrado a muchos de los mismos sentimientos morales con los que aún nos identificamos: de lo que es el sueño americano, de lo que se supone que tiene que hacer una familia, de cómo se supone que tiene que ser el estilo de vida norteamericano, de cómo se supone que tienen que actuar y reaccionar entre sí los miembros de una familia", observa DiCaprio. "Ése fue el punto de partida del código moral que tenemos ahora".

DiCaprio se sentía además intrigado por el reto de profundizar en las complejidades de un matrimonio. "La dinámica entre Frank y April es tan realista, que uno se siente como una mosca en la pared contemplando cómo se desintegra una relación íntima", dice. "Pero uno ve también que nuestros personajes están totalmente enamorados y se aportan mutuamente energía, hasta que se vuelven a imponer las realidades de la vida que hemos elegido. Así que es un retrato psicológico realmente competo de una relación de pareja".

Sobre todo, DiCaprio estaba deseando explorar esas profundidades con Kate Winslet. "Somos muy buenos amigos desde hace mucho tiempo, así que me pareció que podíamos obtener algo muy realista del diálogo de estos personajes, algo muy excepcional e intenso", dice él. "Sabía que podíamos sacar eso el uno del otro, y creo que ella también lo sabía. Hay un auténtico factor de confianza que nos permite presionarnos mutuamente. Y no he visto nunca una actriz que se preocupe tanto como Kate, no sólo de mejorar su actuación, sino también la de todos y la propia película".

El proceso, según confiesa DiCaprio, fue a veces absorbente. "Nunca he formado parte de una película en la que hablásemos tanto de los personajes y les analizásemos tanto", dice. "Eso se debe en gran medida a la experiencia teatral de Sam, su talento para trabajar con los actores, su atención a los detalles en las interpretaciones. Se preocupa de verdad por conseguir un retrato del personaje lo más ajustado posible. Eso a veces puede ser conflictivo, o agotador, pero él tiene una habilidad realmente asombrosa para extraer cosas de los actores. Sam es capaz de sacar a la luz la voz inconsciente de las mentes de cada uno de los personajes, y hacer que el público saque partido de ello".


Kate Winslet como April Wheeler
"A los cinco minutos había descubierto que no sólo podía hacer reír a April Jonson, que no sólo podía mantener la atención de sus grandes ojos grises, sino también hacer que sus pupilas revoloteasen arriba y abajo y en pequeños arcos" -- Richard Yates, Revolutionary Road.

April Wheeler es una mujer joven e idealista sustentada por sus sueños en una época en la que los sueños de las mujeres rara vez salían a relucir. Aspirante a actriz y joven idealista en Nueva York, se debate contra la estrechez de su papel como ama de casa en Connecticut (pese a su amor hacia su familia) y que, al igual que muchas mujeres de finales de los años 50, desea ardientemente ser algo más. Es ese ferviente deseo el que impulsa a April a imaginar una nueva vida en París, en donde mantendrá a su marido (con la esperanza de que él también realizará sus propias aspiraciones y su potencial de alguna manera extraordinaria), y llevar una vida llena del sentido y la satisfacción que se les niega a la mayoría de las mujeres que conoce. La necesidad perentoria de romper, de salirse del molde, de creer en la futura grandeza de su marido, se convierte en lo único importante para April, hasta que todo se trastoca a causa de un embarazo inesperado. Sintiéndose atrapada, su osada firmeza se resquebraja para revelar una patética debilidad, a medida que lucha por encontrar la manera de recuperar la felicidad con su marido y su férreo convencimiento sobre su futuro.

Interpretando a April está Kate Winslet, cuyas interpretaciones nominadas al Óscar incluyen la de la joven Iris Murdoch de IRIS, la estrafalaria Clementine de ¡OLVÍDATE DE MÍ!, y de la joven madre Sarah Pierce de JUEGOS SECRETOS. Este personaje la lleva a nuevos sitios: a interpretar a una joven vibrante y vivaz que no quiere ceder, bajo ningún concepto, en su convencimiento de que ella y su marido están destinados a llevar una vida especial fuera de las reglas del conformismo. "Al poner a Kate, que tiene esa personalidad intensa y efervescente, en medio de todas las restricciones para las mujeres que había en esa época, uno siente inmediatamente el patetismo de April", dice Justin Haythe.

Para Mendes, el papel parecía encajar extraordinariamente con Winslet. Según él, "ha interpretado siempre personajes complejos y llenos de conflictos, manteniendo a la vez su humanidad y calidez. Así que pensé que sería capaz de caminar por la cuerda floja de April y ayudar al público a comprender por qué hace lo que hace".

Mendes afirma que la complejidad de dirigir a su mujer en una historia que examina la intimidad de un matrimonio realmente le paralizaba, pero no podía librarse de la idea de que el material era perfecto para ambos. "Es un papel muy misterioso y difícil, y dado que Kate es mi esposa, pensé que tenía que estar aún más seguro de que ella era la adecuada, y tenía razón. Es también de la misma edad que Yates describe. Así que en cierto modo todo coincidía, y parecía que si había una buena oportunidad para trabajar juntos, ésa era esta película".

Winslet estaba encantada con la novela y con el guión de Haythe antes incluso de que su marido hubiera oído hablar de ello. "Me encantó su honestidad y su integridad, con su maravillosa visión de la realidad de un matrimonio", explica. "La historia está llena de personajes que intentan averiguar quiénes son y cómo quiere le gente que sean. Entonces, para mí era como un sueño poder hacer esta película con mi marido dirigiendo y mi amigo interpretando a mi marido".

Sin embargo, Winslet era muy consciente de que April le llevaría a situaciones exigentes a medida que el personaje se aferra a una vida idílica que todo el mundo le dice que no está a su alcance. "April es alguien que espera mucho de la vida", observa. "No es nada convencional en la forma en que lo eran entonces las mujeres. Y cuando conoce a Frank, ella representa para él la aventura, la emoción, y todo ese bello mundo de gente inteligente y encantadora que ella va buscando. Él es una persona embriagadora y con talento que la adora, y se embarcan en este magnífico romance", dice. "Pero entonces ella se queda embarazada, y de repente se convierte en una madre y un ama de casa, y parece que sus sueños van quedando atrás. Sin embargo, sus deseos para sí misma y para su matrimonio no se acaban ahí. No puede soportar la idea de que eso es todo lo que sus vidas van a ser".

Eso, dice Winslet, es lo que hace que April elabore los planes para ir a París, lo que al final les llevará a ella y a Frank por caminos diferentes. "Una vez que April sugiere París, le parece que han recuperado su relación. Tienen una sensación de finalidad", explica, "y una oportunidad completamente nueva en su vida. Durante esos pocos días, ella siente que se ha recuperado a sí misma, que puede tener de verdad esos sueños salvajes y apasionados, lo que supone una profunda transformación para ella. Por primera vez en mucho tiempo, siente que interpreta un papel real en su matrimonio, alejado de los convencionalismos de que los maridos son los maridos y las esposas, las esposas".

Pero todas las esperanzas de April tanto por París como por la renovación de su relación con Frank se van al garete cuando se entera de que está esperando un hijo. Al ser también madre, Winslet intentaba comprender las reacciones de April, tan ancladas en la mentalidad más estrecha de la época. "Toma decisiones que yo nunca tomaría como madre, pero lo trágico de April es que yo creo que si tuviera ocasión de abrirse, de ir a París y de ser más libre, hubiera sido una madre muy diferente como consecuencia de eso", observa.

Para Winslet, fue una revelación trabajar en un material tan vivificantemente honesto y al mismo tiempo colaborar por primera vez con su marido. "Siempre he creído que es un director extraordinario, pero estaba ese pedacito de él que yo no conocía, ¿sabes? Oía decir a los otros actores lo bueno que era trabajar con él, y había llegado a un punto en que quería saber lo que yo sentiría. Y así, al hacer esta película, fue como si se me descubriese por fin ese último pedacito de él".

Su relación con DiCaprio fue algo también muy orgánico. "Leo y yo tenemos un fuerte vínculo, en parte a causa de la experiencia de TITANIC, en donde tuvimos que unirnos de verdad y cuidarnos mutuamente"

Tener tanto apoyo y cariño alrededor marcó realmente la diferencia para Winslet al sumergirse de lleno en el papel. "Tuve que poner mucho de mí misma en este papel", admite. "Pero fue muy gratificante. Interpretar a April, algo que estaba deseando desde que leí la novela, y ver cómo el proyecto iba surgiendo de esta manera, fue algo increíble".


Kathy Bates como la Señora Givings
"Desde el momento en que bajaron del tren, como luego le diría a su marido, ella les identificó como el tipo de pareja de la que uno se ocuparía más bien poco, incluso en la escala de los más baratos". -- Richard Yates, Revolutionary Road

En Revolutionary Road, April y Frank Wheeler están rodeados de vecinos que tienen sus propios anhelos secretos por una vida mejor. Entre los más importantes está la Señora Givings, la metomentodo local, una agente inmobiliaria que vende el sueño americano, ocultando al mismo tiempo sus desgarradoras crisis familiares. Los realizadores pensaron en Kathy Bates, ganadora de un Óscar por su papel en MISERY y nominada al Óscar por PRIMARY COLORS y A PROPÓSITO DE SCHMIDT, y una actriz conocida por aportar matices sutiles que iluminan cada personaje que interpreta.

Dice Sam Mendes: "Según la interpreta Kathy, la señora Givings es muy graciosa, pero también le rompe a uno el corazón. Es alguien que quiere que todo en su vida esté bellamente organizado y dispuesto, y no puede soportar la idea de que su hijo no forme parte de eso".

Bates se sintió inmediatamente atraída por el personaje. "Estaba muy interesada en interpretar a la señora Givings, porque debajo de esa mujer brillante y alegre que vende casas hay una tremenda cantidad de dolor", explica. "También me pareció que el guión que escribió Justin Haythe era muy fiel a la novela: el sentimiento de la historia y los personajes literalmente se desbordaban por sus páginas".

Por más que la señora Givings anhele una existencia doméstica perfecta, la enfermedad mental de su hijo John lo impide constantemente, lo que lleva a la desastrosa escena de la cena con los Wheeler. "Creo que la señora Wheeler vive en una realidad apartada de los sentimientos que tiene hacia su hijo", observa Bates. "Prefiere considerarle un brillante matemático que es muy impresionable, y no sabe cómo disimular el tema ante los Wheeler. Sus intenciones están bien encaminadas, pero está equivocada".

Bates había actuado previamente con DiCaprio y Winslet en TITANIC, y le encantó volver a trabajar con ellos diez años después, siendo plenamente consciente de los lejos que ambos habían llegado. "Creo que Kate está ahora en la cumbre de su carrera", comenta Bates. "Es increíblemente experimentada y muy concienzuda, buscando siempre la forma de hacer elecciones más profundas como actriz. También ha sido maravilloso ver cómo Leo ha desarrollado su talento, y ver el poder y la concentración de de su trabajo en su papel como Frank Wheeler".


Michael Shannon como John Givings
"Rezagándose detrás de sus padres, se paró con las piernas abiertas sobre la grava húmeda, los pies ligeramente hacia dentro, y se concentró completamente en la tarea de encender un cigarrillo… como si el humo de ese cigarrillo fuera toda la gratificación sensual que esperara o fuera a tener". -- Richard Yares, Revolutionary Road

Es John Givings, el matemático y enfermo mental, quien proporciona algunas de las escenas más cataclísmicas de Revolutionary Road al sondear la verdad que se esconde tras la fachada de los Wheeler, sintiendo la tensión que hay en su unión, cuestionando su conformismo y escapismo, y planteando provocativas preguntas acerca de los costes personales que tiene para ambos "jugar a las casitas".

Dice Mendes: "Como suele suceder a menudo en la literatura, el loco de la historia parece decir la verdad. John Givings ensancha la brecha entre Frank y April".

Interpretando a John Givings está Michael Shannon, que es igualmente famoso por su trabajo tanto en teatro como en cine, habiendo protagonizado últimamente la película de Sydney Lumet ANTES DE QUE EL DIABLO SEPA QUE HAS MUERTO con Phillip Seymour Hoffman y Ethan Hawke

Shannon observa que John pone en primer plano uno de los temas más fascinantes de la historia."Muchas veces, la gente que lee el libro piensa que John es el más cuerdo de todos, así que plantea la cuestión de cuál estilo de vida es una locura y cuál no", subraya Shannon. "Para sobrevivir en el mundo, ¿hay que ser insensible o no prestar atención o estar dispuesto a renunciar a todo sentido de descubrimiento en la vida, o más bien hay que hacer lo contrario?"

Sin embargo, pese a todas las fugaces revelaciones acerca de Frank y April que hace el personaje, Shannon tiene cuidado de no pasar por alto lo realmente perturbado que está Johny, pues es un hombre incapaz llegar a nada en la vida por culpa de sus graves delirios. "Da igual que mucha gente se identifique con lo que dice, Johny es una persona realmente deteriorada, y eso tiene que notarse".

Ya de entrada, Shannon le confió a Kate Winslet su ilusión por conseguir el papel. Recuerda que: "Le dije el primer día que estaba muy nervioso porque este libro y el personaje de verdad significaban mucho para mí. Tanto ella como Leo son actores maravillosos. Fue intimidante, pero también emocionante trabajar con ellos".

DiCaprio se sintió a su vez inspirado por Shannon. "Le dio una energía impresionante al papel y se convirtió en la chispa de ignición entre Frank y April de una manera asombrosa", dice. "Donde quiera que vayan Frank y April, nadie más dice realmente la verdad, todo el mundo tiene una sonrisa beatífica en sus caras, y todo se pasa por alto, y llega John Givings y representa la verdad".


David Harbour y Kathryn Hahn como Los Campbell
"En el cuarto de estar, tras dar un trago y hacer muecas por los primeros sorbos helados de sus bebidas, se unían en un momento de admiración mutua, y después se hundían en diferentes posturas de hundimiento controlado". -- Richard Yates, Revolutionary Road

Los vecinos y mejores amigos de los Wheeler, Shep y Milly Campbell, ponen al descubierto otro aspecto del matrimonio: el aspecto social, en el que las parejas se asocian con otras parejas, lo que aumenta la complejidad. Los Campbell claramente admiran, e incluso envidian, a los bellos y geniales Wheeler, pero al mismo tiempo parecen sostener un espejo delante de ellos, reflejando todo aquello en lo que los Wheeler no quieren convertirse. Aunque las dos parejas tienen mucho en común, Frank y April creen que los Campbell, por más agradables que sean, están atrapados en un matrimonio gris y monótono, a diferencia del suyo propio. Sin embargo, sus destinos irán entrelazándose cada vez más, sobre todo a medida que Shep va perdiendo su profundo deseo hacia April.

Dice Sam Mendes: "Para mí, Shep y Milly son unos de los personajes más interesantes de la película, porque cuando aparecen los Wheeler, creen que su amistad le da sentido a sus vidas, que las hace emocionantes y glamorosas. Es una situación precaria, y entonces Frank y April sueltan el bombazo: se marchan. Se van a París y dejan atrás la vida que compartían con ellos. Y eso básicamente destroza a los Campbell. Me encanta el modo en que Yates toma ese pequeño detalle y lo convierte en un terremoto, explorando las formas en repercute sobre un matrimonio sus relaciones con los vecinos, los amigos y la sociedad".

Interpretando a Shep está David Harbour, un actor nominado al premio Tony y famoso por su trabajo en teatro, que también ha aparecido últimamente en la reciente película de James Bond, QUANTUM OF SOLACE. E interpretando a Milly está Kathryn Hahn, otra estrella de Broadway que ha aparecido recientemente junto a Hill Ferrell en la comedia HERMANOS POR PELOTAS.

Shep Campbell puede parecer el prototípico marido de zona residencial, pero en el fondo, en un lugar que reprime con todas sus fuerzas, desea a April Wheeler, y a toda la salvaje feminidad que representa, con una pasión obsesiva. Dice David Harbour: "Creo que cuando Shep conoce a April y Frank, piensa que lo ha encontrado y que April es el ideal de mujer con la que siempre hubiera querido estar. Es una criatura extraordinaria que ha caído en su mundo de zona residencial: la forma en que se mueve, la forma en que habla, la forma en que viste representa todo lo que él en cierto modo piensa que no tiene con Milly.

Harbour dice que su interpretación se vio enriquecida por su colaboración con Winslet. "La inteligencia y la fuerza de Kate se notan de verdad en April. Se ve exactamente por qué es tan atractiva para alguien como Shep, que se siente tan a la deriva en la vida", comenta.

De igual modo, Kathryn Hahn sentía mucha empatía hacia Milly Campbell, pese al hecho de que en apariencia es la persona menos segura de sí misma de los cuatro, y la única que parece haber aceptado sin cuestionárselo su convencional papel. "Me gusta Milly porque intenta ser la mejor esposa que puede en un matrimonio con un hombre por el que a ella le parece que nunca puede hacer bastante", explica. "Sabe que no es sofisticada, ni tiene clase ni glamour, ni ninguna de esa cosas que tiene April Wheeler. Pero ella ve el aspecto positivo y se siente afortunada de ser la amiga íntima de los Wheeler".

Hahn considera a Milly como alguien que está más allá del ama de casa de los años 50, alguien que apela a un sentimiento que perdura aún hoy. "Está todavía ese miedo a ser diferente", observa, "ese miedo a destacar en sociedad, y eso juega un gran papel en el mundo de Milly". Pero Hanh también dice que su retrato de la reticencia de Milly sólo podía funcionar en contraste con el retrato que hace Kate de la intrepidez de April. "Kate aportó la pasión y el ansia de un ama de casa que se desgarra por las costuras", resume.


Zoe Kazan como Maureen
"Cuando ella alzó la mirada, sus ojos estaban tan llenos de complacida expectación (de complicidad, casi se diría) que él casi olvidó para qué era que tenía que fingir que había venido" -- Richard Yates, Revolutionary Road

Cuando Frank Wheeler se siente frustrado en casa, reacciona con una tarde de infidelidad con su secretaria, Maureen, una inocente joven neoyorquina locamente enamorada de su fuerza y su virilidad, en contraste con las altas expectativas de su mujer. Para interpretar a Maureen, Mendes propuso a Zoe Kazan, quien a sus 23 años tenía la misma edad que el ingenuo personaje al que interpreta. Nieta del ilustre cineasta Elia Kazan, Zoe ha realizado trabajos premiados en teatro y ha hecho una gran labor en la gran pantalla.

Igual que los otros miembros del reparto, a Kazan le emocionó la novela de Yates. Dice ella: "Para mí, trata de la crisis a la que se enfrentan los hombres y mujeres modernos en cuanto a cómo debería ser su comportamiento. ¿Cuáles son las medidas? ¿Cuáles son las reglas? En cuanto a Maureen, está sola en la ciudad intentando descubrir cuáles son esas reglas para ella misma. Hay una especie de amabilidad y dulzura en ella, pero también una necesidad muy real de contacto humano. Actúa desde el corazón, y por eso es tan vulnerable".

Sin embargo, cuando Frank se interesa por Maureen, aunque por poco tiempo, su mundo se ilumina, observa Kazan. "Para ella, es lo más romántico y emocionante que le ha pasado jamás. Pero para Frank, creo que debe parecerle la incauta más blanda y fácil del mundo, que nunca le va a juzgar, ni a pensar que él pueda ser otra cosa que el hombre maravilloso que quiere ser".


El diseño de Revolutionary Road
"Era el año de 1.955, y el lugar formaba parte del oeste de Connecticut, donde tres pueblos fenomenales habían sido fusionados hacía poco por una ancha y clamorosa autopista". -- Richard Yates, Revolutionary Road

Cuando se habló del aspecto de la película, Sam Mendes quiso enseguida evocar el detallado retrato que hace Richard Yates de la conformista Norteamérica de 1.955, enfocando a la vez la cámara sobre los intemporales conflictos conyugales de los personajes. La idea era revelar un mundo que pareciera diferente (un vívido territorio de casas acomodadas pero claustrofóbicas, edificios urbanos de oficinas vertiginosos pero sin alma, y de tardes con los vecinos plenas de martinis pero incómodas) pero que a la vez estuviese a un paso de distancia del nuestro.

"No quería que la gente se quedase con la boca abierta ante el mundo que creásemos", comenta Mendes. "Quería crear una ventana hacia esa época sin hacer de ello un objetivo. Lo más importante era contar con un entorno real en el que Frank y April se sintieran claramente perdidos. Quería enfatizar la sensación de que Frank se siente muy, muy solo en la ciudad, y simultáneamente April se siente sola en casa. Está ese contrapunto visual durante la película (Frank entre las masas de gente y April en la urbanización) que ayuda a evocar los temas fundamentales de la película".

Para lograr todo eso, Mendes contrató a un consumado equipo artístico que incluía al cineasta Roger Deakins, 7 veces nominado al Óscar, a la diseñadora de producción y nominada a un Óscar Kristi Zea, y al dos veces ganador del Óscar y seis veces nominado Albert Wolsky como diseñador del vestuario.

La estrategia principal de Deakins consistía en rodar con un estilo minimalista y descarnado, sin mucho equipo de luces, para permitir que se desarrollase una profunda intimidad entre los actores en el plató. Mendes quedó muy complacido por la forma en que Deakins consiguió aportar tanto lirismo a las circunstancias más hacinadas. "A veces, resultaba difícil ver a Roger Deakins, que es un grandísimo cineasta, metiéndose a duras penas en una cocina minúscula con una enorme cámara, pero creo que captó realmente la claustrofobia de esos espacios interiores, desde la casa de los Wheeler hasta el edificio Knox", dice el director.

Kate Winslet observa que la labor de Deakins fue también muy apreciada por el reparto. "Roger fue increíblemente inventivo en esa escena, porque estábamos rodándola principalmente en una casa pequeñísima con poca luz natural y sin embargo encontró el modo de hacer que la luz rebotase por todas partes", dice. "No utiliza un foco suave ni nada parecido, y el resultado es que se puede ver hasta el último detalle de nuestras caras, cosa que me gusta mucho".

La fotografía de Deakins creó un efecto sinérgico con la labor en el diseño de Kristi Zea, quien ha creado algunos de los escenarios más icónicos del cine reciente, desde los callejones de UNO DE LOS NUESTROS hasta la celda de alta seguridad de Hannibal Lector en EL SILENCIO DE LOS CORDEROS.

Desde el principio, Zea colaboró estrechamente con Mendes. "Vimos un montón de fotos de la época, creando una especie de biblia visual para la película", explica ella. "Sam responde de manera increíble a los estímulos visuales. Yo le ponía una foto delante, y él decía, sí, esto es lo que creo que tiene sentido".

Además de la influencia del taciturno y realista pintor Edward Hopper, tanto Zea como Mendes se sintieron atraídos por la obra del fotógrafo Saul Leiter como piedra de toque para el estilo de la película. Con su exhuberancia pictórica y su énfasis en la fragmentación y el aislamiento, las fotos de Leiter de las calles del Nueva York de los años 50 y 60 le parecieron a Zea que hacían eco a la historia de los Wheeler.

La película se rodó principalmente en los suburbios de Connecticut a los que la novela de Yates está tan estrechamente asociada. Una exhaustiva búsqueda en la zona de Darien dio como resultado el hallazgo final: dos casas, una detrás de otra, que representaban los escenarios perfectos para las viviendas de los Wheeler y los Campbell. Ambas casas tenían el estilo arquitectónico de los años 50, proporcionándole al menos a la producción un poquito más de superficie. Aún así, eran muy pequeñas para lo normal en la producción de películas, lo que sirvió para marcar aún más el tono. Observa Leonardo DiCaprio: "Aquella localización nos ayudaba de verdad a sentirnos claustrofóbicos y constreñidos, y aumentaba la sensación de que no podíamos escapar".

Zea revisó exhaustivamente ambas casas, forjando diminutos detalles personales de los Wheeler y los Campbell, desde sus despensas hasta su papel pintado y sus cortinas. "Creía firmemente que esta película, más que ninguna otra en la que hubiese trabajado, debería tener múltiples capas, incluso hasta el punto de contar con cajones que se abrían, para conseguir que los actores se sintieran realmente en el papel", dice ella.

La interpretación y el diseño estaban totalmente imbricados. Continúa Zea: "La casa de los Whheler en particular refleja el estado de ánimo de Frank y April. Al principio, se tiene la sensación que están estableciéndose allí, y hay una paleta de colores muy neutros. Pero más tarde, se nota que hay una desintegración, una sensación de que la casa está descuidada, revelando el estado emocional de April". Zea contrastó la casa de los Wheeler con la de los Campbell en todos los sentidos. "La casa de los Campbell está llena de color y de cachivaches, cosas como figuritas y jarras de cerveza. Es realmente el aspecto contrario", observa.

El mundo personal de Frank se refleja en el Edificio Knox, el rascacielos de Nueva York donde de repente descubre que tiene éxito en su trabajo de oficinista. "Para el Knox, buscábamos un clásico edificio urbano con una sensación de arquitectura casi añeja", explica Zea. "Puesto que el padre de Framk trabajó allí antes que él, queríamos que tuviera esa sensación de antigüedad, y tuvimos la suerte de encontrar la localización perfecta".

Para llenar las casas, apartamentos y aposentos de la película, el encargado de utillería Tommy Allen recorrió EEUU recopilando una amplia gama de objetos de la época, desde una segadora de césped de los 50 hasta estuches de lápiz de labios auténticos de los años 50. La producción consiguió también coches de época, incluido el Buick del 54 de Frank y la furgoneta de Shep. También se trajeron de un museo unos trenes de la época y se remolcaron hasta Central Station.

Para Zea, uno de los escenarios más evocadores de la película es la agencia de viajes a donde April va a sacar los billetes, cruciales para la marcha a París. La secuencia se rodó en el Edificio Cunard, en el 25 de Broadway, uno de los grandes clásicos de la arquitectura neoyorquina, y una oda a los intensos sueños que ha representado viajar desde su inauguración en 1.919. "Queríamos crear la agencia de viajes como un espacio fantástico que fuera más allá de la imaginación de April, porque París es, para ella, un billete para otra clase de existencia", explica Zea. "Cuando ella entra en ese espacio, le parece que está en el umbral de una nueva vida, una vida que espera que la liberará a ella y a su marido de la monotonía".

Al igual que Zea, el diseñador de vestuario Albert Wolsky, que colabora con Mendes por tercera vez, centró su trabajo en destacar a los personajes. "El vestuario da la sensación del mundo de los negocios neoyorquino y de los suburbios de los años 50, y también mueve a los personajes a través del tiempo y el espacio", observa. "Se puede hacer esa época de manera más fantasiosa, pero decidimos crear algo muy real".

Para la ropa de Frank Wheeler, Wolsky exploró la dicotomía claramente marcada entre el trabajo y la vida en casa. "En casa, viste de manera informal, con unos chinos y una camiseta, pero en el Knox, era una época en la que la ética del trabajo implicaba que todo el mundo vistiese un traje formal, sombrero y corbata", dice. "Fue muy interesante vestir a Leonardo de una manera como no se le ha visto nunca. Se convirtió de verdad en alguien de la época. Está maravilloso con esos trajes y enseguida se integró".

Winslet también colaboró estrechamente con Wolsky, así como con el diseñador de peinado y maquillaje Alan D’Angerio, nominado a un Óscar, para conseguir un aspecto para April Wheeler que diera cuerpo a sus contradicciones. "Queríamos que tuviera una especie de glamour accidental", explica ella. "Era tentador ir por el camino de la rubia explosiva, pero eso no era lo apropiado para April. No es una mujer que se siente y se pase una hora arreglándose el peinado y el maquillaje. Su aspecto fue un proceso delicado".

Wolsky está de acuerdo. "April era el personaje más difícil", observa, "porque es muchas cosas diferentes. Para las mujeres en casa, era una época de blusas con botones y algodón, pero buscábamos un aspecto diferente para hacerla destacar". Al final, Wolsky vistió a April con discretos dos piezas que realzan la gracia natural y las aspiraciones de April. "Albert es único creando personajes", dice Winslet.

El ascenso y caída de los Wheeler como pareja fue reflejado por Wolsky en la paleta de colores y en el estilo. "Por ejemplo, los trajes de Frank se vuelven más atrevidos y desenfadados una vez que planean irse a París, pero luego vuelven a decaer. Es algo que en realidad no quiero que la gente note, sino que sea más bien una sensación en el fondo de la mente".

Wolsky disfrutó también dándole un toque sutil y seductor a la pulcra vestimenta de secretaria de Zoe Kazan como Maureen, una formalidad tímida al atuendo de agente inmobiliaria de Kathy Bates como la señora Givings, y contrastar el vestuario incómodo, ligeramente sofocante de Kathryn Hahn como Milly Campbell con el de April Wheeler. Dice Hahn: "Albert Wolsky nos ha hecho unos regalos increíbles como actores con esas ropas, que ayudan a contar la historia. Crea vestuarios completos, de forma que no se trata sólo de la ropa que se ve sino también de la ropa interior, los ligueros, las braguitas, las fajas con costuras en la espalda, la bisutería… fue fantástico para mí, porque realmente aumentaban la sensación de claustrofobia de Milly".

Para evocar aún más el envolvente mundo de la novela de Richard Yates, Mendes colaboró también estrechamente con el editor Tariq Anwar y con Thomas Newman, el compositor de Mendes desde hace mucho tiempo, quienes fueron ambos nominados al Óscar por AMERICAN BEAUTY.

Acerca del trabajo de Anwar para Revolutionary Road, Mendes dice: "Tariq tiene una especie de punto perfecto, y una capacidad infalible para ubicar el centro emocional de una escena. Tiene también un gusto fantástico para las interpretaciones, descartando lo falso, lo melodramático y lo sentimental. Al mismo tiempo, es asombrosamente rápido, pues las escenas a menudo volvían a mí al día siguiente de rodarlas en un estado notablemente sutil y refinado. De hecho, varias escenas clave de la película quedaron exactamente como las cortó por primera vez. Finalmente, igual que todos mis colaboradores favoritos, tiene su propia opinión, es apasionado, y no tiene miedo de manifestar sus opiniones".

Thomas Newman, ocho veces nominado al Óscar, comparte las mismas cualidades, según Mendes, así como tiene un sentido musical que ha reflejado la mecánica emocional interior de las cuatro películas que Mendes ha realizado hasta la fecha. Para Revolutionary Road, Newman compuso una banda sonora que refleja las influencias clásicas de mediados del siglo de los decorados y el diseño de la película, pero que al mismo tiempo deja espacio para las emociones fuertes conteniéndose y siendo minimalista, con destellos de color ambiental. "La idea era subrayar lo que estaba ocurriendo en la pantalla sin darle demasiada claridad: queríamos mantener esa sensación de ambigüedad que hay en el corazón de todo matrimonio en crisis", dice Newman.

Para Sam Mendes, cada elemento de la película, desde la fotografía hasta el diseño pasando por la edición y la banda sonora, estaba dirigido a darle vida completamente a los personajes de Richard Yates. Lo resume así: "Son todos esos fragmentos incidentales de información los que aumentan la percepción de lo que son Frank y April, y de todo lo que están experimentando en su matrimonio".


Acerca de Richard Yates
El celebrado novelista y escritor de relatos cortos Richard Yates se sitúa junto a F. Scott Fitzgerald, John Cheever y Raymond Carver entre las filas de aquellos cuya obra ha arrojado luz sobre el núcleo interno de la vida norteamericana.

Yates nació en 1.926 en Yonkers, Nueva York, y sus padres se divorciaron cuando tenía tres años. Vivió con su madre, una figura fundamental en su vida, rebotando de un apartamento a otro durante toda su infancia. Como la mayoría de los hombres de su generación, Yates fue reclutado en 1.944 y enviado a Francia, donde vio los combates y contrajo pleuresía y neumonía, comenzando así unos problemas pulmonares que le durarían toda la vida. Tras su regreso a Nueva York, trabajó en publicaciones industriales, e hizo trabajos de mecanografía como autónomo para Remington Rand Corporation. Después de pasar un año en un sanatorio para tuberculosos en Staten Island, Yates y su primera esposa, Sheila, viajaron a París y el sur de Francia, en donde vivieron de su pensión de invalidez del ejército. Allí comenzó a escribir en serio, vendiendo algunas de las historias cortas que más tarde fueron recopiladas en Once clases de soledad.

No sería hasta 1.961, a la edad relativamente avanzada de 35 años, cuando publicaría su primera novela, Revolutionary Road. Obteniendo una acogida extraordinaria, el libro fue nominado ese año al premio National Book Award, al lado de clásicos como Match – 22 de Joseph Heller, pero perdió ante la igualmente fundamental obra de Walker Percy, El cinéfilo. Las decepcionantes ventas del libro le indujeron la necesidad de tener otro empleo, y fue contratado, por recomendación de William Styron, para escribir discursos para Robert F. Kennedy, que era Fiscal General durante la presidencia de su hermano. Tras el asesinato de Robert F. Kennedy, Yates se convirtió en un respetado catedrático de narrativa en la Universidad de Columbia, la New School for Social Research, la Universidad de Boston, la USC y el famoso Taller para Escritores de la Universidad de Iowa. Hizo también sus pinitos en Hollywood, sobre todo escribiendo el guión para la adaptación de la obra de William Styron Lie Down In Darkness, e intentando después recuperar los derechos de Revolutionary Road para poder adaptarla él mismo.

Continuaría hasta publicar otros 8 libros, incluida la entrañable novela El desfile de Pascua, y dos libros de historias cortas que están consideradas como modelos clásicos del género.

Yates murió de enfisema a los 66 años de edad. Pese a los considerables elogios de la crítica, su obra nunca obtuvo el reconocimiento universal ni la ingente cantidad de lectores que él anhelaba. Luchando contra sus propios conflictos internos, incluidos dos matrimonios fracasados y una adicción a la bebida que fue una lucha toda su vida, Yates moriría arruinado y aún bastante desconocido para ser un escritor tan admirado por otros escritores coetáneos suyos.

Pero otros escritores se encargarían de que se recuerdo no se borrara. Sam Lawrence y Kurt Vonnegut organizaron un funeral por Yates en Nueva York, mientras Andrew Dubbus organizaba otro en Cambridge. Desde entonces, famosos escritores desde Richard Ford hasta Michael Chabon pasando por Nick Hornby, se han referido en los términos más apasionados a la influencia de Yates sobre la literatura norteamericana. En 2.005, la revista Time incluyó a Revolutionary Road entre los 100 mejores libros en inglés, con el crítico literario Richard Lacayo afirmando: "Si Revolutionary Road no le hace inmortal (a Yates), la inmortalidad no vale la pena"