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  Trade  (El precio de la inocencia)
  Dirigida por Marco Kreuzpaintner
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Siendo el debut norteamericano de uno de los más prominentes directores cinematográficos de Alemania, Marco Kreuzpaintner, Trade ha sido producida por Roland Emmerich y Rosilyn Heller a partir de un guión de José Rivera [Diarios de motocicleta (The Motorcycle Diaries, 2004)], nominado al Oscar, que a su vez se basa en la historia “The Girls Next Door”, escrita por Peter Landesman para el New York Times Magazine.

Lionsgate y Centropolis Entertainment, asociados con Hyde Park International y Brass Hat Films, presentan Trade, un drama contemporáneo protagonizado por el oscarizado actor Kevin Kline, César Ramos, Alicja Bachleda, Paulina Gaitán, Marco Pérez, Linda Emond, Zack Ward, Kate Del Castillo, Tim Reid y Pasha D. Lychnikoff. Han coproducido Trade, Amanda DiGiulio, Thomas Wobke, Jakob Claussen y Ossie von Richthofen. Los productores ejecutivos del film han sido Ashok Amritraj, Robert Leger, Tom Ortenberg, Michael Wimer, Andreas Grosch, Peter Landesman, Nick Hamson y Lars Sylvest.

La historia de Trade se inicia en 2003, cuando el periodista y escritor Peter Landesman empleó cinco meses en los barrios de Ciudad de Méjico con objeto de escribir un artículo de portada sobre esclavismo sexual para el New York Times Magazine. Landesman se ha granjeado cierta reputación por abordar historias provocativas; ha cubierto las guerras de Kosovo y Afganistán, e informado de los negocios a escala internacional del tráfico de armas. Pero su información acerca de Méjico, "Sex Slaves on Main Street", fue probablemente lo más controvertido de todo, evidenciando por primera vez la horrorosa y clandestina red criminal de tráfico de sexo infantil que opera en los EE.UU., Méjico y Europa. El artículo se convirtió en el más visitado del año en el site del Times y fue reconocido con el premio Overseas Press Club (el Pulitzer del ámbito de los magazines) al "mejor reportaje extranjero en temas relacionados con los derechos humanos".

"Todo comenzó cuando mi esposa, Kimberlee Acquaro, la reportera gráfica de la historia, vio por televisión una noticia local sobre chicas mejicanas que se prostituían en los cañizales de las afueras de San Diego" —recuerda—. "Cuando me dispuse a investigar, inmediatamente me pareció que había algo en la noticia que no estaba, algo que estaba oculto, equivocado, u omitido".

En una semana de reportaje, el escritor se vio dentro de una inefable red de traficantes de sexo que se dedicaba a secuestrar chicas, jóvenes y en ocasiones incluso adolescentes masculinos para pasar de contrabando a través de la frontera de Méjico con EE.UU. Desde allí, estos esclavos sexuales eran metidos furtivamente en auténticos lupanares secretos esparcidos a lo largo de las ciudades y comunidades dormitorio de América. Habitualmente, los secuestradores obligaban a someterse a sus víctimas y durante meses o años les mantenían como rehenes mientras vendían sus cuerpos para un provecho abyecto. La mayoría se vieron incapaces de escapar de esos “túneles” de los traficantes, y de muchos no se volvió a saber nada.

Para Landesman, este perturbador descubrimiento fue como "caminar por una casa y de súbito precipitarse por una trampilla dentro de una caverna sin fondo". Reparó en que la crónica televisiva no mostraba el punto esencial. "Viéndola, uno concluye que esas chicas eran prostitutas, pero de hecho eran esclavas sexuales. Acabé por darme cuenta de cuanto no se estaba diciendo".

La productora Rosilyn Heller ya conocía a Landesman a través de sus artículos anteriores y guiones encargados cuando su amiga y socia de producción, Gloria Steinem, le llevó a una cena en casa de aquélla. Tras enterarse de que Landesman estaba escribiendo una historia acerca del tráfico sexual, un tema que le llegaba al corazón como defensora de los derechos humanos desde hacía mucho, Heller vislumbró esa labor como el trabajo preliminar para un film apremiante con historias personales y de gran relevancia.

"La gente siempre está dispuesta a apuntar con el dedo y decir que éste es un problema que existe en otra parte, en el Sureste asiático, Europa del este y África" —subraya Heller—. "Sin embargo, eso no es cierto. También ocurre aquí, en nuestro propio patio trasero".

Para entonces, Heller había llamado a su estrecho amigo y socio en tareas de producción Roland Emmerich, realizador cinematográfico por lo demás. ¿Estaría dispuesto a implicarse en el proyecto?

"Por descontado que Roland disfrutaba del justo reconocimiento por esas películas de estudio enormemente exitosas como Independence Day (Independence Day, 1996); El patriota (The Patriot, 2000); y El día de mañana (The Day After Tomorrow, 2004)" —comenta Heller—. "Pero sabía que era alguien que se comprometía en serio en la realización de filmes más pequeños, más provocativos política y personalmente. Además, me constaba su tremendo interés por la cultura y la gente mejicana. Me emocionó que de manera inequívoca dijera 'sí'".

Habiendo adquirido Emmerich los derechos de la historia de Landesman, el director de algunos de los más tremendos blockbusters de Hollywood se convirtió de facto en el padrino de uno de los proyectos más íntimos y temáticamente más poderosos de toda la comunidad del cine independiente. "Para mí, se trataba de una historia de tal importancia que estaba decidido a que este 'pequeño' proyecto viera la luz" —comenta Emmerich—. "Puede que su presupuesto haya sido pequeño, sin embargo es del todo enorme por lo que se refiere a su carga emocional. Y para mí es precisamente eso lo que hace que una película acabe siendo verdaderamente 'grande'".

Bastir el reparto de Trade fue lo primero que ocupó ahora a los tres jóvenes realizadores: Adriana, la niña de 13 años que resulta secuestrada; Jorge, su hermano de 17, cuya misión consiste en recuperarla; y Verónica, la joven polaca atrapada en el "túnel" que deviene para Adriana un modo alternativo de salvación. Siendo esos tres personajes tan absolutamente esenciales para la película, Kreuzpaintner y compañía quisieron organizar unas audiciones lo más amplias posible para poder encontrar nuevos talentos con la sensibilidad y la química precisas.

Para Verónica, el director eligió a la luminosa actriz polaca Alicja Bachleda. Nacida en Méjico, Bachleda conectó muy estrechamente con su cultura consanguínea, y ya había trabajado anteriormente con Kreuzpaintner en Tormenta de verano. Los dos papeles más jóvenes, Adriana y Jorge, resultaron elegidos en audiciones abiertas. Tras una búsqueda que llevó al director y al productor desde Méjico a Nueva York, desde Miami hasta Los Ángeles, irónicamente no fue hasta su regreso que contrataron a dos actores desconocidos que ya habían conocido en su primera audición en Ciudad de Méjico.

"Nuestra directora de casting mejicana era Carla Hool, quien había hecho un trabajo magnífico encargándose del reparto de la película Voces inocentes (2004)" —comenta Heller—. "Una de las primeras chicas que nos presentó tenía 12 años y se llamaba Paulina Gaitán. Hizo la escena donde reza ante la Virgen y pide auxilio; inmediatamente presentimos que la podríamos contratar. Sus emociones eran muy perceptibles e instintivas; teníamos lágrimas en los ojos".

Otro actor de esta primera audición fue César Ramos, un joven carismático de 20 años de edad que había aparecido repetidamente en anuncios televisivos de Méjico. "César fue uno de los primerísimos de aquella audición inicial" —comenta Kreuzpaintner—. "Simplemente pensamos que aquello era demasiado fácil; se nos antojaba que era tener demasiada suerte dar con ellos nada más comenzar, por eso seguimos buscando. Y así estuvimos hasta que muchos meses después regresamos y volvimos a mirarle y nos dijimos que, definitivamente era él. Tenía el corazón, el encanto y la pasión a raudales. Nuestro primer instinto era absolutamente el acertado".

De aquellas sesiones de cásting, quien impresionó más a Heller fue el director. "He estado en infinidad de audiciones donde el director no abre la boca para nada. Sin embargo, allí estaba aquel hombre de 27 años trabajando con los jóvenes actores de modo tan estrecho y confiado, animándoles y haciéndoles saber abiertamente lo que quería de ellos. Ni siquiera estoy segura de que le entendieran todas las palabras, pero lo lograron, créanme. Estaba perpleja".

Para el papel de Ray, el taciturno policía tejano desencantado de la vida que inesperadamente se convierte en el aliado del chico de la calle mejicano en su misión personal, los realizadores se resistieron a hacer una elección al uso. "No queríamos al típico actor que se espera encarne a un policía tejano" —nos dice Kreuzpainter—. "Alguien sugirió Kevin Kline y yo pensé: ¿Pero es que podemos conseguirlo? Es famoso por Shakespeare y la comedia, pero lo cierto es que era alguien completamente distinto y nos gustaba eso. También éramos conscientes de que se trataba de alguien muy selectivo en todo aquello que decide hacer".

Kline sintió tal atracción por el guión de Rivera y por Tormenta de verano de Kreuzpaintner que pidió encontrarse con el joven director. Tres horas después de recibir la noticia, Kreuzpaintner estaba en un avión rumbo a Nueva York, y lo que se esperaba que fuera una cita de media hora resultó ser una maratón de cinco horas hablando sobre la película, la vida, el arte, la política y la cultura mejicana.

"A los cinco minutos de hablar con Marco, ya podía afirmarse que no estaba interesado en los aspectos sensacionalistas o comerciales de Ia historia, y que veía el film dentro de un contexto más amplio" —comenta Kline—. "Era claramente perceptible su aversión a los clichés y, a escala personal, daba la impresión de ser una persona muy abierta, vulnerable y entregada. Además, tenía gran sentido del humor, lo que siempre viene bien. La primera impresión resultó ser buena una vez que estuvimos en pleno rodaje".