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  La duda  (Doubt)
  Dirigida por John Patrick Shanley
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La duda está escrita y dirigida por John Patrick Shanley. La película está protagonizada por Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams y Viola Davis. Los productores son Scott Rudin y Mark Roybal, con Celia Costas como productora ejecutiva. El director de fotografía es Roger Deakins, ASC, BSC; el diseñador de producción es David Gropman; el montaje corre a cargo de Dylan Tichenor, ACE; la diseñadora de vestuario es Ann Roth; la música es de Howard Shore; el reparto corre a cargo de Ellen Chenoweth; las mezclas de sonido son de Danny Michael, CAS, Lee Dichter, CAS y Ron Bochar, CAS; el montaje de sonido es de Ron Bochar.

Desde los primeros momentos de DOUBT (LA DUDA) de John Patrick Shanley hasta su impactante conclusión, la incertidumbre se apodera de todo, arrastrando al público hacia un inquietante misterio en el que dos monjas, un sacerdote y la madre de un niño, y también los espectadores, se ven obligados a enfrentarse a sus creencias más profundas mientras luchan con la sentencia y el veredicto, la convicción y la duda. En la batalla de poder que se deriva, DOUBT (LA DUDA) formula complejas preguntas sobre los desafíos que plantea un mundo sometido a dramáticos cambios y a grandes dilemas morales.

Fue la palabra "duda" la que llevó en un primero momento a Shanley a escribir lo que se convertiría en la obra de teatro más aclamada de la pasada década. Ahora ha adaptado la historia a la gran pantalla para llegar a un público más amplio y utilizar la fluidez del cine para sembrar nuevas incertidumbres.

Cuando empezó a escribirla, Shanley recuerda un programa en el que un sinfín de expertos pertenecientes a todo el espectro político se peleaban en televisión. "Sentí que vivía en una sociedad muy segura de un montón de cosas. Todos tenían una opinión inamovible, pero no había intercambio de ideas. Si alguien se atrevía a decir: 'No sé', corría el riesgo de que lo arrojaran a los leones. En nuestra sociedad había una máscara de certidumbre tan dura que empezaba a agrietarse. Y las grietas era las dudas", explica Shanley.

"Por eso decidí escribir una obra que aludiera a que no podemos estar totalmente seguros de nada. Quería explorar la idea de que la duda tiene una naturaleza infinita, que crece y cambia, mientras que la certeza es un camino sin salida. Cuando hay certeza, se acaba la conversación. Y a mí me interesan las conversaciones, sobre todo porque son sinónimo de vida. Tenemos que aprender a vivir con cierta incertidumbre. Ese es el silencio que se esconde debajo del parloteo de nuestro mundo".

Para Shanley, el máximo desafío fue incorporar no sólo el tema sino también el mecanismo de la duda en el tejido de esta historia. Desentraña hechos y verdades que el público puede considerar claros desde fuera, pero les da la oportunidad a su manera esos cabos sueltos. A lo largo de la historia, la única norma inquebrantable de Shanley fue no llevar al público a ninguna conclusión individual. "Lo que era importante para mí", explica, "era que el sentimiento de duda tenía que venir del público. No les voy a decir lo que está bien o está mal. Simplemente quería hacerles pensar y sentir, más allá de decirles lo que debían pensar y sentir".

Una vez que Shanley supo que quería escribir sobre la duda y la necesidad de hacer frente a los desafíos que plantean nuestras propias creencias, empezó a pensar en el marco para una historia como esa. "Quería aplicar mi forma de ver las cosas a una situación muy complicada y aparentemente sin solución posible", nos cuenta. Y añade: "Eso me llevó a un párroco acusado de aprovecharse de un miembro de su comunidad. No me interesaban especialmente los escándalos de la Iglesia, lo que quería era buscar una situación polarizada en la que la mayoría de la gente no dudaría en condenar a una persona, para luego presentar esos mismos al público bajo un prisma diferente".

Una vez decidido que el trasfondo de la historia serían los principios y la compasión en una escuela religiosa, Shanley decidió mirar en su interior, volviendo a su propia infancia, que pasó en una escuela pública católica en un barrio irlandés católico de clase obrera del Bronx. "Yo conocía a esa gente", dice. "El personaje de la Hermana Aloysius está basada en monjas que yo conocí, y es alguien con quien me identifico... comparto con ella la tristeza de ver cómo han desaparecido tantas cosas, como el silencio o los bolígrafos de punta redonda, o los estudiantes leyendo a Platón".

Al escarbar en sus recuerdos, Shanley situó el enfrentamiento entre la Hermana Aloysius y el Padre Flynn en el enrarecido ambiente de 1964, inmediatamente posterior al asesinato de Kennedy y en la cúspide de los movimientos por los derechos civiles de finales de los años 60. "Era un momento crucial de transición, en el que se pasó de una fe absoluta en las jerarquías y en el sistema a cuestionar todo ese sistema, como la religión organizada o el ejército", añade.

Además, fue un periodo de cambios radicales en la Iglesia Católica. En 1962, el Concilio Vaticano Segundo convocado por Juan XXIII entrañaba una serie de grandes reformas cuyo objetivo era la modernización de la Iglesia para adaptarla a las necesidades de su tiempo. A mediados de los 60, el aspecto exterior de la Iglesia ya había cambiado; las monjas no estaban obligadas a vestir el hábito y se habían suprimido muchas formalidades entre los sacerdotes y sus feligreses.

"Quería captar algo de ese momento perdido", dice Shanley. "Paseando por el Bronx en 1964 se veían monjas vestidas con hábitos y tocas, pero no sabíamos que en pocos años, ya no los llevarían y que esa época habría terminado para siempre. Además, creo que el Padre Flynn es en gran parte un producto de principios de los 60 al poner en cuestión las instituciones vigentes, a pesar de que él mismo trabaja dentro de ese sistema. Él quiere que sus ideas sobre cómo debe ser la Iglesia sean viables en un mundo en constante cambio".

El asunto de la raza se incluyó en la historia a través del personaje de Donald Miller, el niño negro cuya inusual amistad con el Padre Flynn espolea la cruzada de la Hermana Aloysius. Shanley tiene recuerdos vívidos de ir al colegio y tener sólo un compañero negro en los primeros momentos de la integración escolar, unos tiempos de enorme tensión. "Cuando sólo hay un estudiante negro en el colegio, te fijas mucho en él y te preguntas qué siente. Eso me llevó a analizar mi contexto social y a mí mismo de una forma mucho más compleja. Empecé a formularme preguntas de mucho más calado", comenta.

Durante todo el proceso, Shanley evitó tomar partido por ninguno de sus dos personajes y admite que se identifica tanto con aspectos del Padre Flynn como de la Hermana Aloysius. "Tengo tendencia a estar de acuerdo con mis personajes cuando estos hablan", confiesa. "Pero esa es mi forma de ver la vida. Los seres humanos son contradictorios, paradójicos y misteriosos, y lo seguirán siendo".

Todo esto lleva al momento crucial de la historia, cuando la Hermana Aloysius admite finalmente que ella misma tiene, por primera vez, dudas. Su certeza e incluso la empatía por Donald Miller, su madre, otros estudiantes y la Hermana James se han visto erosionadas por un sentimiento de compasión cada vez más intenso. Se enfrenta a una comunidad que duda, y así empieza a humanizarse y cambiar. El público tendrá que llegar a sus propias conclusiones teniendo en cuenta sus creencias y emociones. Esto era esencial para la visión de Shanley de Doubt (La Duda). Afirma: "Durante más de cien años, los realizadores se han acostumbrado a plantear una pregunta y al final de la película, a responderla. En Doubt (La Duda), no quería que el público obtuviera una respuesta sino que pensase: 'Qué buena pregunta'. De esa forma, la historia pasa a pertenecer al público.

La obra de Shanley, que se estrenó en el off-Broadway en el otoño de 2004, llegó a los teatros de Broadway gracias a la avalancha de buenas críticas. Se estrenó en el Walter Kerr Theater en 2005 y se mantuvo en cartel durante 25 preestrenos y 525 representaciones, a las que siguió una prolongada gira nacional y numerosas producciones internacionales.

En los inicios del éxito internacional de la obra, Shanley empezó a creer que Doubt (La Duda), con su capacidad para provocar y emocionar al público de todo el mundo, podría tener el mismo efecto en los espectadores de cine. Shanley llevaba dos décadas escribiendo guiones, y había ganado un Oscar® por el guión de la comedia romántica "Moonstruck (Hechizo de luna)". Pero según dice él mismo, adaptar Doubt (La Duda) iba a ser el reto más difícil de su carrera de guionista. Tendría que revisar totalmente su obra para que se convirtiera en una criatura completamente diferente en la pantalla: más visceral, dinámica y que reflejara la trepidante actividad de los barrios obreros de Nueva York en los años 60.

"Esta historia comenzó con los recuerdos de mi juventud en el Bronx, que se pasaron a convertirse en una obra teatral. Utilicé el escenario y todos los materiales que tenía por contar la historia de esa manera. Ahora, como película, la historia tiene un carácter totalmente distinto", añade Shanley. "La exactitud que exige el cine, como estar al aire libre, los edificios de verdad o todas las cosas reales que te rodean, aportan a la historia un realismo que sirve a los actores a alcanzar un nivel diferente de interpretación. El teatro es muy organizado y la vida real es desorganizada, así que parte del proceso consistía en hacer pedazos la historia anterior y hacerla más parecida a los recuerdos originales".


La adaptación del guión
Cuando la obra se representó por primera vez en Broadway, Shanley se dio cuenta de que cuanta más gente veía "Doubt (La Duda)", más intensas eran las reacciones. "Era extraño, pero las reacciones tan diferentes que el público mostraba cada noche, creaban una especie de poder común", recuerda Shanley. "Daba la impresión de que mucha gente se daba cuenta de que necesitaban hablar sobre el tema de la certeza y sus consecuencias. Fue entonces cuando me di cuenta de que quería llevar la obra al cine".

A medida que empezó a adaptar la obra, observó que al traspasar la historia a la gran pantalla tenía la posibilidad de explorar elementos que no podían abordarse en el teatro: la vida de las monjas y los niños en el colegio o el mundo fuera de él, en un barrio del Bronx a punto de vivir cambios importantes. Shanley declara: "Quería transmitir un sentimiento verdadero de comunidad porque sabía que si pasábamos tiempo con esas familias y sus hijos, empezaríamos a comprender que lo que ocurre dentro de la Iglesia tiene consecuencias fuera de ella. En el fondo, creo que las consecuencias del conflicto entre Flynn y Aloysius adquieren un mayor impacto emocional porque vemos y sabemos quien está pagando los platos rotos de su enfrentamiento. La película me permitió adentrarme en ese aspecto de la historia que no podía tratar en la obra pero que siempre había querido abordar.

Para Shanley también fue importante captar visualmente la religiosidad de las monjas, su devoción espiritual. Sus vidas eran realmente misteriosas y a menudo incomprendidas para los que están fuera de su mundo. "Gracias a la película tuve la oportunidad de dar a conocer el mundo en el que viven las monjas; la tradición y belleza de su mundo. En realidad, me serví del silencio que impregna sus vidas para darle una estructura a la película. Nos recuerda, que en nuestro ruidoso mundo el silencio y la tranquilidad tienen un profundo significado".

"Esos silencios también contribuyen al dramatismo de la película. El público tiene tiempo para reflexionar sobre lo que se ha dicho, y para centrarse en las palabras que eligen los personajes para comunicarse. Por ejemplo, Flynn es plenamente consciente del impacto de sus palabras. Da sermones a su congregación cada semana y utiliza esos momentos para promover el cambio, el crecimiento y la apertura en la comunidad. La precisión de sus precisas y su medida expresividad durante los sermones están cargados de significado. Mientras los feligreses se sentaban en silencio, escuchando, yo podía mostrar al público cómo sus palabras afectan a otros personajes, además de proporcionar espacio para meditar sobre lo que está sucediendo en sus corazones y en sus mentes".

La adaptación planteaba un problema específico: tenía que transmitir un sentido de energía y urgencia y sacar a la superficie los temas que estaban más profundamente enterrados. "Flynn y Aloysius son personas dinámicas, astutas y comunicativas, y no tienen miedo a utilizar sus palabras como armas. Gran parte del dramatismo de esta historia reside en el diálogo, especialmente en el enfrentamiento entre Flynn y Aloysius. Necesitaba encontrar la forma de que eso funcionara en la pantalla", añade Shanley. "Al principio escribí la mitad del borrador y lo acabé tirando porque me parecía que no reflejaba la verdadera historia y por un momento caí en la desesperación".

Entonces ocurrió algo inesperado. Sucedió cuando Shanley se encontraba escribiendo la escena en la que el Padre Flynn da un aburrido sermón sobre una mujer a la que un sacerdote ha enseñado a recoger plumas de almohada esparcidas por un tejado. "En lugar de limitarme a hacer hablar al Padre Flynn, lo cambié por unas imágenes de la historia que estaba contando, de forma que podías ver las plumas flotando, y eso me resultó muy liberador", explica Shanley. "Empecé a escribir el resto del guión con ese tipo de amplitud mental. Me ayudó a no obsesionarme con las palabras de los personajes y a centrarme en la realidad física en la que viven. En una película puedes explorar la relación entre humanidad y mundo natural, el medio en el que nos movemos. Así, cosas como una bombilla apagándose o las persianas cerrándose, o una servilleta flotando movida por una brisa comenzaron a tener un significado para mí y los personajes en la adaptación cinematográfica. Una vez que comprendí que había otra dimensión, recuperé la esperanza".

"La otra gran revelación que tuve", continúa Shanley, "para escribir el guión y también para dirigir la película, fue que era capaz de utilizar las convenciones de un género, el misterio en este caso, para impulsar la narración." La película empieza con una sencilla pregunta: ¿Lo hizo o no lo hizo? Y aunque nunca perdí de vista esa pregunta, supe desde el momento en que empecé a escribir el guión que no la respondería al final, algo que traiciona las convenciones del género. Es cierto que resultaba muy difícil estructurar la película basándola en el misterio y el suspenso, pero sentí un inesperado alivio al asumir que no estaba obligado a hacer un final concluyente. El público debería decidir por sí mismo el final que quería. Eso me proporcionó una enorme satisfacción como cineasta".

Shanley escribió gran parte del guión con la cámara en mente, añadiendo muchos detalles visuales a la adaptación. "Una de las cosas que quería hacer en la película era construir una gran entrada visual para la Hermana Aloysius para que el público comprendiese enseguida la batalla que se estaba librando. De esa forma se puede ver a los dos rivales juntos desde los primeros momentos y comprendes inmediatamente que ella cree estar al mismo nivel que el sacerdote", comenta.

Una de las muchas escenas nuevas que Shanley añadió a la película se produce después del clímax de la historia con un tercer sermón de despedida del Padre Flynn. "En una película, buscas ese momento clave que cierra el círculo y te devuelve a donde todo empezó. Así que vuelves a estar en la catedral con el Padre Flynn que está dando su sermón, esta vez de despedida, y ves que el paisaje ha cambiado para todo el mundo", explica, "puedes sacar tus propias conclusiones sobre lo que ha sucedido a cada uno de los personajes de la historia".

Cuando terminó el guión, Shanley estaba entusiasmado con la idea de regresar al universo de su infancia para rodar, y de contar en la producción con las monjas y vecinos con los que se creció. "No sólo volvimos a los lugares", nos cuenta Shanley, "también contamos con la misma gente. Algunos niños de los que conocí cuando era joven hacen papeles de padres de la congregación en la película y fue muy especial".

Al principio, Shanley había dedicado la obra a la obra a las Hermanas de la Caridad, la orden que regía en St. Anthony's, la escuela del Bronx a la que el asistió y en la que se basa San Nicolás. Quiso que ambas fueran una parte significativa de la película. En total contradicción con el retrato estereotipado del joven católico rebelde que vive atemorizado por las monjas, Shanley conserva un gran afecto y una profunda admiración por sus profesoras del colegio. "De hecho, he tenido una experiencia formativa estupenda con las monjas que he conocido", dice, "y quería manifestar mi respeto por ellas y por su dedicación desinteresada a las personas que necesitan su ayuda, especialmente los niños".

Una monja especialmente importante en el rodaje fue la Hermana Mary Margaret McEntee, también conocida como Hermana Peggy, que fue profesora de Shanley en St. Anthony's cuando estaba en primero curso. Entonces ella era una joven de 21 años en su primer año como enseñante. La Hermana Peggy dejó una fuerte impresión en el joven Shanley más tarde se inspiraría en ella para crear a la Hermana James. Así que fue un privilegio contar con ella como asesora. "Es una persona muy culta y además tiene una enorme fuerza vital. Fue una gran aportación para el rodaje", cuenta Shanley. "Ella nos ayudó a enseñar a Meryl a rezar el Rosario, o a llevar el velo. Las Hermanas de la Caridad nos ayudaron muchísimo. Son un grupo de gente peculiar y extraordinario".

La Hermana Peggy trabajó junto a Streep, Adams y Hoffman, respondiendo a preguntas sobre el atuendo, el ritual o las tradiciones, y lo que es más importante, poniendo a disposición de los actores y miembros del equipo sus recuerdos y su espiritualidad. Fue una fuente de inspiración para todos ellos". Compartió generosamente sus experiencias como profesora en St. Anthony's con los realizadores. "Disfruté muchísimo enseñando en ese colegio", recuerda. "Todo era muy uniforme y rígido, pero también era muy tranquilo".

Sus recuerdos sobre los cambios que vivió la Iglesia a principios de los 60 ayudaron a todos a comprender mejor el ambiente explosivo del ficticio St. Nicholas. Dos generaciones peleando sobre la mejor forma de inculcar los valores y la fe en los niños en una época de gran agitación social y religiosa.

"Siempre supe que Juan XXIII había tenido una visión maravillosa", añade la Hermana Peggy. "Él quería abrir las ventanas y dejar que el aire fresco entrara en la Iglesia. Pero una vez abiertas, era muy difícil cerrarlas. Mucha gente tiene sentimientos contradictorios sobre ese tema. Algunos estaban de acuerdo con los cambios y otros querían conservar las costumbres y se negaban a cambiar. Creo que algunos de los cambios más importantes se referían a la liturgia, a nuestra forma de adorar a Dios. El sacerdote ya no tenía que estar de espaldas a la gente; se dio la vuelta y miraba de frente a los feligreses. El altar perdió importancia. Y había más participación de los seglares. Creo que el mensaje del Vaticano II fue una bella invitación a ser más acogedores, y a veces olvidamos eso".

La Hermana Peggy también recuerda a algunos jóvenes sacerdotes emergiendo con un nuevo punto de vista en los años 60. "Conocí a muchos sacerdotes jóvenes que recogieron la bandera del cambio. Se abrieron a los demás, como le ocurre al personaje del Padre Flynn", comenta.

La Hermana Peggy se niega a tomar partido por la Hermana Aloysius, aterradora y absolutista, o por la Hermana James, bondadosa y abierta de mente, a pesar de lo cercana que se pueda sentir de ésta última. "Creo que ambas son honestas consigo mismas, con la forma en que fueron educadas y con lo que les había dado la vida", observa. "La formación de la hermana James se produjo en los inicios del Vaticano II, cuando la Iglesia estaba más cerca de la gente y se mostraba menos autoritaria. La Hermana Aloysius se formó mucho antes, cuando la Iglesia era más estricta e intransigente en sus normas y reglas. Personalmente, prefiero a la hermana Aloysius. Creo que se debe a mi experiencia real como Hermana James. Es muy estricta pero también es profundamente bondadosa. Siente que su responsabilidad principal es proteger a los estudiantes y estar alerta ante cualquier amenaza que pueda suceder".

Por último, la Hermana Peggy termina reconociendo el orgullo que siente por todas lo que ha logrado John Patrick Shanley. "Yo le enseñé a leer y escribir", cuenta, "así que estoy muy contenta de ver cómo uno de mis estudiantes maneja tan bien el lenguaje".


Reparto de la película
En lo que se refiere al reparto de la película, Shanley podría haber optado por alguno de los reputados actores que aparecían en la obra pero sin embargo, decidió partir de cero con actores que pudieran ofrecer una visión fresca e inesperada de los personajes. "No quise limitarme a recrear la obra de teatro y trasladarla al cine. No quería arrebatarle a Dough Hughes, el director de la obra, su magnífico trabajo", señala. "Quería hacer algo nuevo y reunir a un grupo de actores de cine creativos e inteligentes, con un instinto cinematográfico muy desarrollado".

Más tarde, comenzó a pensar en Meryl Streep para el papel de la Hermana Aloysius. Era consciente de que necesitaba una actriz con una extraordinaria calidad y delicadeza, alguien que pudiera ir más allá del papel de monja dictatorial y cruel, alguien que permitiera al público comprender poco a poco la enorme fuerza interior de la monja, y por último, sus dudas sobre la búsqueda de la justicia e incluso su fe. Pensó que la interpretación de Streep estaría a la altura de la Hermana Aloysius, una persona absorbente y compleja, incluso en sus convicciones y certezas.

"De hecho, estoy enamorado de la Hermana Aloysius", bromea Shanley. "Creo que tiene razón en muchas cosas, incluso en por las que no tiene sentido luchar como el uso de la pluma estilográfica en lugar del bolígrafo. Lucha por causas que sabemos que va a perder, porque esos cambios ya se han producido en nuestra cultura, aunque eso no lo quite valor a sus actos. Estoy de acuerdo con ella en que algo bello se pierde en ese tipo de cambios. También es importante comprender que la Hermana Aloysius se ordena monja durante la Segunda Guerra Mundial, y se ve a sí misma como parte de la batalla entre el bien y el mal que impregnaba el espíritu de aquellos tiempos, pero que los años 60 vendrían a trastocar. La posición que defiende es perfecta para 1944 pero en 1964 y especialmente ahora, puede parecer un poco dura y pasada de moda. Pero no estoy seguro de que lo sea en realidad".

Streep, dice Shanley, estaba llena de sorpresas extraordinarias en este papel e iluminó a la Hermana Aloysius de una forma que ni él mismo había previsto. "Meryl es una actriz camaleónica. Tiene tantos matices que ofrecer y sus elecciones son extraordinarias pero todas están dentro de los límites del personaje", sentencia. "No me di cuenta de lo emocionante que iba a resultar trabajar con ella. Su corazón y su alma, así como su imaginación están abiertas de par en par. Es como una autopista de seis carriles.

Y continúa diciendo: "Cuando ruedas con ella es como una descarga eléctrica y cada toma es totalmente diferente, aunque todas está justificadas y basadas en el fondo y en la realidad del personaje".

Streep se unió al proyecto con gran entusiasmo. Le interesaba muchísimo la adaptación de Shanley a la gran pantalla. "Esta historia tiene vida propia y John aprovechó la oportunidad de ampliarla y llegar hasta lo más profundo de ella. Lo más increíble es la nueva dimensión que le dio al guión. Añadió personaje, escenas e incluso niños que acabaron convirtiéndose en una parte central de todos esos acontecimientos", dice Streep. "Pensé que era estupendo y muy valiente. Al volverse más específica, la historia se hace más real y cualquiera puede entenderla. Está repleta de cosas que son familiares para ti, sobre tu propia familia, tu trabajo, o tus relaciones con el mundo".

"Sin embargo, la capacidad que tiene la historia de conmoverte en lo más profundo sigue siendo el eje central", dice la actriz. "Es una historia que la gente ve a través del prisma de sus propios prejuicios y experiencias, su propia conexión emocional con la autoridad, tanto celestial como temporal", afirma Streep. "Yo creo que la historia trata sobre la misericordia, sobre lo que significa para nosotros, y sobre su relación con los asuntos terrenales".

En las charlas sobre diversos aspectos de la historia, a Streep le impresionó la decisión de Shanley de no incluir siempre diálogos y de dejar silencios crudos y poderosos (momentos en los que reina la reflexión espiritual o el impacto emocional) en el cuerpo de la película. "En ocasiones, la elocuencia llega cuando no se dice nada, cuando el momento se llena con una posibilidad, una amenaza o incluso la gracia... y John entiende el silencio", cuenta Streep.

Para estudiar su personaje, Streep trabajó con las monjas de la universidad de Mount St. Vincent, lo que fue un gran placer para ella. "La disciplina, pureza e inteligencia de aquellas mujeres me resultó fascinante y de gran ayuda para mí", cuenta.

Además, también aprendió mucho sobre otra realidad que recoge Doubt (La Duda) – la jerarquía eclesiástica, la diferencia entre los pueden ejercer una autoridad absoluta en asuntos eclesiales, y las monjas cuyo poder es muy distinto y más sutil. "Además de sus aptitudes, lo que también observé fue el sentido de la jerarquía que impera en la Iglesia, y cómo eran siempre el segundo escalón en la jerarquía masculina dominada por los sacerdotes, algo con lo que algunas no estaban del todo de acuerdo", observa Streep. "Todo aquello tenía mucho valor para la Hermana Aloysius y es el hilo conductor de la narración".

Por supuesto, Streep cuenta que observó a la Hermana Aloysius desde todos los ángulos para elaborar la imagen final. "Quería ver más allá del hábito y saber quién era ella, de dónde venía, por qué se había dedicado a la vida consagrada, qué secretos tenía, qué partes de su pasado eran maravillosas y cuáles terribles. Esa era mi tarea", dice la actriz.

El método que utilizó Shanley para trabajar con los actores fue de gran ayuda. "Durante el proceso, John estaba abierto a cualquier innovación y siempre decía: 'nunca he visto algo así'. Solía decir esas palabras, que nos hacían sentir genial y libres, y eso es lo que quieres de un actor", comenta.

Contando con Streep para el papel de la Hermana Aloysius, Shanley sabía que sus opciones para el Padre Flynn quedaban reducidas a aquellos actores lo suficientemente carismáticos para dar la réplica a la actriz. Shanley dice: "Phil era el único actor que podía hacer sudar a Meryl en cada escena. Cuando tuvieron su gran escena, fue una batalla entre gladiadores. Fue espectacular y muy emocionante de presenciar. Fue una de las semanas más electrificantes que he vivido".

Shanley cree que ambos actores comparten algo que era esencial para los dos papeles. "Ambos tienen esa cualidad que te permite ver el camino que están recorriendo como intérpretes, pero no puedes ver el final. No puedes desentrañar el último nudo de la historia, ni abrir la última puerta. Esa es una cualidad que siempre resulta tentadora y atractiva", observa.

Para Streep, la elección de Hoffman fue especialmente interesante porque ya habían trabajado juntos como madre e hijo en el teatro interpretando "La gaviota". "En la historia somos rivales, pero es algo mucho más complicado que eso, y es precisamente es lo que aporta Phil, todas esas dosis de humanidad. Mucha gente quiere reducirlo a 'quién es bueno y quién es malo', pero con Phil no resulta fácil porque da mucha importancia a las contradicciones".

Shanley percibió la excelente compenetración que existía entre los actores cada vez que se encontraban en el plató. "El plató se convirtió en un ring de boxeo", observa el director. "Se sentaban cada uno en su esquina cuando no rodábamos, con la cabeza agachada, sumergidos en su universo particular en algún lugar atormentado mientras se preparaban para la siguiente toma. Cuando les llamabas para rodar, se ponían delante de la cámara y las paredes empezaban a temblar".

Hoffman había visto muchas veces la obra y la intrincada trama siempre le había atraído. "Lo que me gusta de esta historia es que no hay nada absoluto salvo la pasión de las personas. Me gusta la batalla planteada entre lo antiguo y lo nuevo. En medio de todo eso sobrevuelan los conflictos religiosos, éticos, políticos, de género o raciales", añade. "Es algo asombroso y extraño".

Cuando me ofrecieron el papel me quedé desconcertado. "Cuando me llamó John Shanley me sorprendí porque nunca me había visto interpretando ese papel", comenta. "Supe que sería un reto y un trabajo interesante y si John me estaba ofreciendo el papel seguro que tenía un buen motivo. Fue una de esas veces que dices sí porque crees que es lo correcto. Sólo después te das cuenta de lo que realmente conlleva el papel".

Una vez que Hoffman comenzó a rascar en la superficie del papel del Padre Flynn, comenzó a entusiasmarse con el personaje y con la forma en que se revela y a la vez se oculta. "Lo describiría como un pensador moderno", dice. "Tiene una forma de considerar la fe, la religión y a otros temas de la vida que desafía el status quo o la jerarquía de la Iglesia".

Ese enfoque moderno molesta a la Hermana Aloysius mucho antes de que tenga motivos para acusarle de nada, y les convierte en enemigos naturales. Aún así, Hoffman cree que tienen muchas cosas en común. "Creo que se parecen en muchos aspectos", comenta. "Ambos tienen una gran personalidad y ven las cosas a su manera. Ella le ve a él como una amenaza a su modo de vida, a su identidad y a su visión de la Iglesia, mientras que él la ve como una amenaza para lo que quiere transmitir a los feligreses. Y ninguno de ellos está dispuesto a renunciar a sus ideas".

Hay una diferencia fundamental entre los dos. "En realidad la Hermana Aloysius no puede vivir en un mundo de dudas o de incertidumbre. Necesita establecer la diferencia entre el bien y el mal, y establecer unos principios", señala Hoffman, "mientras que el Padre Flynn intenta adentrarse en un mundo desconocido, un lugar nada fácil".

Hoffman cuenta que llegó a sus propias conclusiones sobre la culpa que siente el Padre Flynn, pero que nunca las compartió con Streep ni con Adams y que él, al igual que Shanley, prefiere dejar que el público saque sus propias conclusiones. "Una de las mejores cosas de la película es que en un momento dado, llegas a sentir empatía por alguno de los personajes, y creo que la gente se decantará más por el Padre Flynn", dice. "Es un misterio sin resolver. No siempre es necesario dar una respuesta".

Para preparar el papel, Hoffman pasó algún tiempo en una iglesia católica aprendiendo las tareas de un párroco. "Sobre todo quería aprender la vida diaria de un párroco, sus aspectos más terrenales. También querían conocer con más profundidad la historia de la Iglesia y la transformación que atravesaba en aquellos momentos. Pero en el fondo", se apresura en añadir, "la película no trata de la Iglesia sino de los seres humanos en general. El Padre Flynn y la Hermana Aloysius podrían ser cualquier persona en cualquier otra situación".

El desencadenante de las inquietantes dudas sobre el Padre Flynn es la Hermana James, la joven e idealista profesora que en un principio comparte sus vagas preocupaciones sobre las extrañas reuniones en privado de Donald Miller con el Padre. Nunca estuvo segura que lo que lo que vio tuviese algún sentido. Así que se siente culpable de lo que pasa después. A medida que se recrudece el enfrentamiento entre el Padre Flynn y la Hermana Aloysius, la Hermana James se convierte en un espejo para el público, que intenta dilucidar a través de ella quién tiene razón.

Shanley habla sobre el personaje: "La Hermana James tiene cosas que aprender de todos los personajes de la película, y viceversa. Nadie en la película tiene toda la razón, ni está totalmente equivocado. Todos tienen que cambiar y acaban por cambiar, incluida la Hermana James".

Amy Adams interpreta a la Hermana James. La actriz cosechó una nominación de los Premios de la Academia® por su impactante papel en "Junebug", a lo que siguió su papel protagonista en el éxito Enchanted (Encantada. La historia de Giselle). Lo que convenció a Adams fue el guión de Shanley. "Conocía la obra y me encantó la forma en que la había adaptado para el cine", declara la actriz. "Además me enamoré del personaje y se convirtió en algo que realmente deseaba hacer, así que peleé por el papel":

A Adams le conmovió la decencia de la Hermana James y los cambios internos que atraviesa. "Es alguien que actúa con el corazón, el alma y la fe. Ella cree en el bien", dice Adams, "pero lo que sucede con el Padre Flynn trastoca su sentido de la realidad y de sí misma. Le plantea nuevas preguntas, y comprende que esa pequeña semilla de duda puede cambiarlo todo. No es que pierda la fe, pero el modo en que ve las cosas, la enseñanza, a sí misma o a Dios, ya nunca serán igual. Se da cuenta de que lo que para una persona es cierto, no tiene por qué serlo para otra y a partir de ahí avanza hacia un sentido renovado y profundo de su propia fe".

Durante el rodaje, Adams sintió una gran ansiedad al tener que compartir rodaje con Streep y Hoffman. Algo similar a los nervios que siente la Hermana James al encontrarse entre el Padre Flynn y la Hermana Aloysius. "Trabajar con dos actores tan grandes, de tantísimo talento y carisma era un poco intimidante y me asustaba. Así que dejé que eso se reflejara en la Hermana James", comenta. "La Hermana James quiere contentar a ambos y aprender de ellos. Yo hice lo mismo".

La tensión creada entre los tres acaba por explotar en la "escena del té", en la que la Hermana Aloysius se enfrenta en primer lugar al Padre Flynn con sus acusaciones, mientras que la Hermana James se debate entre la preocupación y la culpa, en una escena que Adams recuerda muy bien: "Tengo que reconocer que la situación era incómoda y extraña, sentía nauseas por culpa de la tensión, y espero que la escena provoque la misma sensación de incomodidad en el público".

Streep, que protagonizará Julie & Julia de Nora Ephron al acabar el rodaje de Doubt (La Duda), también se sorprendió con el talento de Adams. "Hay pocas personas que puedan transmitir auténtica inocencia, que tengan la pureza de la nieve virgen", destaca. "Consigue transmitir los sentimientos de una niña que cree de verdad, y por eso ha llegado hasta donde está. Amy es tremendamente auténtica".

Otra importante influencia en Adams fue la presencia de la Hermana Peggy, en quien se inspiraba originalmente su personaje. Adams afirma que no quería convertirse en la Hermana Peggy sino comprender su verdadera naturaleza. "No estaba interesada en sus peculiaridades ni en imitarla"; dice Adams, "fue su espíritu lo que me llamó la atención. Está tan llena de vida, tiene tal brillo en sus ojos... se puede ver a la niña que hay en ella. Esa era la esencia que quería captar".

También se dio cuenta de que el simple hecho de vestir el hábito le hacía cambiar. Adams dice: "Cuando te pones la toca entras en un universo muy interesante. No tienes visión periférica así que hace que te centres más. Elimina cualquier atisbo de vanidad, y la Hermana James no tiene vanidad. En su alma todo es verdadero, y eso era muy refrescante". "También fue un desafío", admite Adams. "Interpretar a alguien con dudas puede parecer sencillo, pero cuando lo tienes que hacer te das cuenta de lo complejo que es".

Adams admite que Shanley fue de inestimable ayuda para ella y para el resto del reparto gracias a su mente abierta y a su método de aprendizaje. "John no aportó ninguna idea preconcebida", explica. "Nos dejó muy claro que no quería nada de nosotros que ya hubiera visto antes. Estaba abierto a todo lo que fuera descubrir algo nuevo sobre la obra a través de lo que aportáramos. No me forzó a pensar de forma analítica, quería que todo transcurriera en un plano emocional que fue muy sincero".

La parte más inesperada del puzzle de Doubt (La Duda) es la señora Miller, la madre de Donald, que llega a St. Nicholas a instancias de la Hermana Aloysius y sorprende a la Hermana con su insistencia en lo que cree que es necesario para la supervivencia de su hijo. "La señora Miller muestra las enormes dificultades que tiene para sobrevivir tanto ella como sus hijos", dice Shanley.

Cuando hubo que elegir la actriz que interpretase a la Señora Miller, al director le impresionó la audición de Viola Davis, la actriz ganadora de un premio Tony, que también fue nominada para un premio Independent Spirit por Antwone Fisher. "Es una de las actrices con más talento que conozco", declara Shanley.

A pesar de que la señora Miller sólo tiene una gran escena, su enfrentamiento con la Hermana Aloysius es crucial para la historia y crea una red de complejidades y dudas, que hará cambiar a la Hermana más de lo que espera. "Es un momento muy humano que trasciende cualquier época concreta", destaca Davis de su encuentro. "La señora Miller es ante todo una madre defendiendo a su hijo. Ella no va a darle la espalda y decir: 'bueno, es homosexual, no tengo ningún interés en entenderlo así que no me voy a involucrar'. No, ella decide que va a amarle y aceptarle tal y como es, aunque no comprenda lo que está pasando. Creo que en muchos sentidos es el personaje más valiente de la película".

La actriz continúa: "Su vida es un infierno: ve cómo su hijo es maltratado por su padre mientras se mata a trabajar para pagarle el colegio católico. Su única fuente de felicidad es el amor que siente por su hijo. Cuando recibe la llamada de la Hermana Aloysius, teme que pueda desaparecer esa poca felicidad que le queda".

Davis cree que los impulsos del personaje son atemporales, y también que la señora Miller está desorientada por la realidad cultural de 1964. "Sabe que un joven negro y homosexual como su hijo no tiene demasiadas oportunidades. ¿Cuántas podría tener un joven de color en 1964, sobre todo teniendo dudas sobre su sexualidad? Ella supera enormes obstáculos: el odio que siente el padre por el hijo, que ninguna otra escuela lo acepte o que sea acosado y golpeado en el colegio", explica Davis. "Ella ve a la hermana Aloysius como una amenaza. Todo lo que escucha de su boca es: Voy a destruir a tu hijo. La ve como alguien que sólo quiere destrozar sus vidas".

Davis se da cuenta que un enfrentamiento entre un profesor y el padre de un alumno sería muy diferente en 2008, pero la señora Miller no tiene muy pocas opciones aparte de intentar expresar la magnitud y la profundidad de su sufrimiento personal. "Hoy en día, se quejaría abiertamente de la Hermana Aloysius, pero reproduje lo que ocurría en aquella época. Ya que la Hermana no es sólo una monja, sino una mujer blanca. la Sra. Miller sabe que debe intentar otra forma de llegar a su corazón y hacerle saber su punto de vista. Al final, lo que hace es rogar por la vida de su hijo de la mejor forma que cree que puede hacerlo".

Como la Hermana Aloysius se acerca a la Sra. Miller con tanta convicción, observa Davis, la Sra. Miller se convierte en la personificación de sus propias y dolorosas dudas. "Hay muchas dudas en la Sra. Miller que espero vean los espectadores. Duda de si lo que está haciendo es lo mejor para su hijo o si por el contrario le perjudicará de una forma que ella no alcanza a comprender. La Hermana Aloysius le coloca en una posición muy complicada. La Sra. Miller sólo quiere que su hijo termine el año escolar para tener una oportunidad de vivir la vida que se merece. ¿Pero cómo responderá ante las sospechas de la Hermana Aloysius a pesar de que no haya ninguna prueba de que esté haciendo algo malo?"

Davis no está enfadada con la Hermana Aloysius. Más bien es todo lo contrario, se siente fascinada por el viaje que realiza. "La Hermana Aloysius ha estado toda su vida creyendo que las cosas se pueden hacer bien o mal. No conoce ninguna otra forma de vivir y se aferra a eso porque sin ello, cree que moriría. Creo que por eso acaba derrumbándose. Es muy duro para ella. Pero no es malo tener dudas, no es malo sumergirse en lo desconocido. Así es como crecen las personas".

Para Davis, la clave fue dar vida a las palabras de Shanley con toda la confusión, desesperación y vulnerabilidad de una madre que sufre por la durísima situación que vive su hijo. "No quería convertirla en una reivindicación social", afirma. "Quería que fuese una mujer totalmente definida y descubrirla realmente". Para alcanzar ese objetivo, Davis comenta que habló con mucha gente sobre el dilema al que se enfrentaba la Sra. Miller, buscando reacciones auténticas. "Pregunté a varias madres qué harían para salvar a sus hijos si se viesen en circunstancias similares y aprendí muchas cosas de sus revelaciones".

Rodar en exteriores también aportó nuevos matices a la interpretación de Davis. "Cuando estábamos rodando hacía tanto frío que incluso estaba un poco encogida", observa. "También hubo un momento muy privado que rodamos en público, en un complejo de viviendas con muchas personas alrededor, y eso hizo que la escena se viese desde una perspectiva muy diferente. Me ayudó a interpretar la desesperación de la Sra. Miller y sus deseos de hablar de forma privada con la Hermana Aloysius".

Trabajar por primera vez con Meryl Streep fue muy emocionante para Davis. "Me daba mucho miedo, estaba demasiado impresionada", señala, "pero Meryl se portó muy bien conmigo. Es una actriz fantástica y tenía muchas ganas de conocerla. Le daba tanta humanidad a la Hermana Aloysius que me impresionaba. No era sólo una persona dura e implacable, se podía vislumbrar su vulnerabilidad".

Streep dice que fue Davis quien la impresionó a ella: "La Sra. Miller desafía todas y cada una de las expectativas de la Hermana y Viola me pareció perfecta para el papel. Su trabajo fue tan completo y revelador que me resultó duro, porque vi lo expuesta y desesperada que estaba esta madre, y lo sentí mucho por ella".

Sin embargo, de todas las cosas en las que se inspiró, Viola Davis afirma que su mayor inspiración fue lo que Shanley le explicó sobre la Sra. Miller y sobre todos los personajes. "Toda la fuerza y el impacto de esta película estaban en su cabeza", comenta. "Sólo pudo darle vida porque conocía a la perfección a todos y cada uno de los personajes. El ya conocía a la Sra. Miller, y por eso yo pude imaginarla".