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  El desafío. Frost contra Nixon  (Frost / Nixon)
  Dirigida por Ron Howard
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Distribuida por Universal, EL DESAFÍO - FROST CONTRA NIXON es una colaboración creativa entre Working Title Films e Imagine Entertainment en la que TIM BEVAN y ERIC FELLNER (Expiación, más allá de la pasión, United 93), ganadores de varios BAFTA, se unen a los oscarizados BRIAN GRAZER (Una mente maravillosa, American Gangster) y Ron Howard para producir este drama.

El equipo técnico está formado por muchos colaboradores habituales de Ron Howard, entre los que destacaremos el director de fotografía SALVATORE TOTINO (Cinderella Man, el hombre que no se dejó tumbar, El código Da Vinci, Desapariciones); el director de producción MICHAEL CORENBLITH (Apolo 13, El Grinch), nominado por la Academia; el diseñador de vestuario DANIEL ORLANDI (Cinderella Man, el hombre que no se dejó tumbar, El código Da Vinci), premiado por los Emmy; el oscarizado equipo de montadores formado por MIKE HILL y DANIEL HANLEY (Apolo 13, Una mente maravillosa, Cinderella Man, el hombre que no se dejó tumbar), y el oscarizado compositor HANS ZIMMER (Llamaradas, El código Da Vinci).

La producción ejecutiva corre a cargo de PETER MORGAN, MATTHEW BYAM SHAW (la obra "Frost/Nixon" para Broadway y el West End), KAREN KEHELA SHERWOOD (Plan oculto), DAVID BERNARDI (Friday Night Lights), así como DEBRA HAYWARD y LIZA CHASIN, de Working Title (Elizabeth: la edad de oro, Orgullo y prejuicio), y TODD HALLOWELL (Una mente maravillosa).


De las entrevistas a la obra de teatro
El dramaturgo y guionista Peter Morgan entró en contacto con el mundo de David Frost y de Richard Nixon en 1992. Vio un programa biográfico del presentador y le fascinó lo que David Frost había sido capaz de conseguir del famoso y astuto personaje en las famosas "David Frost entrevista a Richard Nixon", emitidas en 1977. Tal como le dijo el guionista al periodista Richard Brooks en una entrevista publicada en el Sunday Times en julio de 2006 "me sentí empujado por la imagen de esos dos hombres. El glamuroso Frost, a 15.000 metros en el aire, yendo de un lado a otro del Atlántico en el Concorde. Y Nixon, encerrado en una cueva y para quien la vida no era nada fácil".

El dramaturgo y guionista siempre se había sentido atraído por las figuras históricas complejas, como la reina Isabel II, Idi Amin Dada y Enrique VIII. Empezó a estudiar a Richard Nixon y a su mayor, y quizá más inesperado antagonista, David Frost. El presentador, auténtico playboy de la televisión británica, apostó su credibilidad y su carrera a cambio de la oportunidad de obtener una confesión durante las entrevistas.

El contraste de la vida de ambos intrigó a Peter Morgan, que estaba convencido de que la historia podía convertirse en una obra de teatro, siempre y cuando las entrevistas se presentaran como "una pelea entre gladiadores, con las palabras y las ideas como únicas armas".

Peter Morgan empezó a documentarse: "Me di cuenta de que ambos campos se preparaban como lo hacen dos jugadores de ajedrez o dos boxeadores, había mucha estrategia. Pensé que sería posible redactar las escenas de las entrevistas con las palabras que usaron y darles un giro para obtener las subidas y bajadas de un auténtico enfrentamiento".

Al estudiar a los dos personajes, descubrió algo que le sería muy útil a la hora de escribir la obra: eran totalmente opuestos en cosas básicas. Explica: "Si se separa al Nixon ser humano del Nixon político, es imposible no sentir compasión por alguien para quien la vida en sí era difícil, la comunicación, la amistad... Al otro lado tenemos a David Frost, alguien para quien comunicar era innato, como lo era hacer amigos y caer bien. Nixon era todo lo contrario; no se fiaba de nadie, se sentía herido, es probable que no tuviera muchos amigos íntimos, no era feliz en su matrimonio, estaba solo".

El dramaturgo también cree que el presentador, conocido por su ironía, humor y capacidad de adulación, era más capaz de lo que dejaba entrever: "Frost era muy inseguro intelectualmente", dice. "No le tomaban en serio". Y refiriéndose al entrevistado, subraya: "Hay algo que no puede decirse de Nixon, y es que fuera un estúpido. Tenía un gran intelecto". Peter Morgan, con los ingredientes en la mano, empezó a entusiasmarse.

Mientras redactaba la obra, el dramaturgo se entrevistó en repetidas ocasiones con sir David Frost y con muchas de las personas que participaron en esas entrevistas y que aparecen representadas en la obra de teatro que se estrenó en el West End de Londres. Tal como dijo a Gareth McLean en la entrevista que publicó el Guardian en agosto de 2006: "Cada uno me contaba la historia a su manera. Incluso las personas que estuvieron presentes en las entrevistas tienen versiones diferentes. No hay una sola verdad acerca de lo que pasó detrás de la cámara o entre bambalinas. No me preocupó que mi imaginación participara en la historia".


La comprensión del medio: El papel de la televisión
David Frost personificaba un tema recurrente mientras Peter Morgan escribía la obra: la creciente influencia y borrosa responsabilidad del cuarto estado a la hora de influir en la opinión pública, algo tan relevante ahora como lo era en la época posterior al caso Watergate, cuando se grabaron las entrevistas Frost/Nixon, e incluso antes en la historia estadounidense.

Desde la primera "Charla al lado del hogar" de Franklin D. Roosevelt emitida por la radio en marzo de 1933, temas que van desde las crisis bancarias y la seguridad nacional hasta la última guerra y/o conflicto han estado al alcance de un público hambriento. Hacía tiempo que los políticos se esforzaban en controlar los medios mediante mensajes perfectos, pero con la penetración de la televisión, nació un nuevo método para ganarse a la opinión pública. El concepto ofrecía un amplio margen dramático a Peter Morgan.

El escritor intentó descubrir hasta qué punto el medio televisivo había afectado a la idea que se tenía de Frost y de Nixon. Le sorprendió ver hasta qué punto les cambió la televisión y cómo sabían manejar el medio.

En numerosas ocasiones, la televisión había sido la enemiga de Nixon durante su carrera, pero también había sido su gran aliada en su ascenso al poder. En septiembre de 1952, la había usado con maestría durante el "Checkers Speech", un discurso sentimental para defenderse del escándalo ético en el que estaba metido y que casi le impidió presentarse como vicepresidente de la candidatura republicana. Se mostró austero y directo, un auténtico producto de su educación cuáquera. A petición de Eisenhower, en marzo de 1954, el entonces vicepresidente manipuló con brillantez a los medios con su poderoso discurso durante la comisión de investigación a McCarthy, haciendo tambalear a un hombre que muchos consideraban sin tacha.

Pero la televisión no siempre fue su aliada. Los debates entre Nixon y Kennedy emitidos en 1960 marcaron el principio de una nueva era en la que los políticos podían presentar un mensaje que sería analizado por los expertos. Nixon, sudoroso y con el maquillaje corrido, fue el gran perdedor ante un JFK impecable y tranquilo. A partir de ese día, no se juzgaría a los candidatos por su experiencia, sino por su atractivo televisivo.

Con el tiempo Nixon acabó ganando el sillón presidencial. Desde su reunión con el presidente Nguyen Van Thieu en Vietnam del Sur, en julio de 1969, hasta la otra histórica reunión con el presidente Mao Zedong, se esforzó en ser lo más televisivo posible. Pero entonces salió a la luz el caso Watergate.

La fuerza con que la televisión atacó a Nixon pudo con los éxitos de dos mandatos. Pasaron los años y las razones que le obligaron a dimitir empezaron a olvidarse. El 9 de agosto de 1974, el ex presidente empezó a buscar a través de su representante, el legendario hollywoodiense Irving "Swifty" Lazar, la forma de recordar sus logros a sus compatriotas. Nixon estaba dispuesto a dar otra oportunidad al poderoso medio para ayudarle o traicionarle.

Siempre y cuando él pusiera las condiciones y escogiera al que le parecía el oponente más débil.

David Frost empezó trabajando en la televisión como un joven cómico cuyo boyante entusiasmo equilibraba con sarcasmo los terribles acontecimientos del "falso" programa de noticias "That Was the Week That Was" (Así fue la semana que fue). La innovadora sátira fue víctima de los políticos con los que se metía ya que, durante la campaña electoral, la BBC canceló el programa por miedo a que fuera una "influencia nefasta". A continuación, David Frost trabajó en la versión estadounidense entre 1964 y 1965.

A finales de los años sesenta encabezó "The Frost Programme", para la ITV británica. Fue un precursor de los "juicios televisivos" que se convirtieron en un auténtico género. También representó un cambio total para el cómico. Se le empezó a considerar un entrevistador serio. Pero la atracción de la fama en Estados Unidos fue más fuerte. Entre 1969 y 1972 se convirtió en el presentador del programa "The David Frost Show", por donde pasaron invitados de la talla de Richard Burton y los Rolling Stones. El programa acabó y no pudo encontrar trabajo en otra cadena.

Presentó otro programa de celebridades en Australia, pero deseaba volver a trabajar en Estados Unidos y que le tomaran en serio. Cuando se le ocurrió la idea de entrevistar a Richard Nixon, tuvo que convencer a varias personas de que era el hombre adecuado. Irónicamente, su reputación de "peso ligero" fue la razón por la que Nixon aceptó la serie de entrevistas.

Cuando se emitió el especial, la clase política se dio cuenta del terrible poder de un primer plano y de la presión aplicada a Nixon para hacerle confesar. A partir de ese día, ya no se usó la pequeña pantalla para mandar mensajes, sino para ofrecer un paquete "personalidad más físico", que a menudo sustituiría un discurso serio.

El poder del medio y su influencia en la política fascinó a Peter Morgan, que lo convertiría en el tema principal de la obra.

El dramaturgo era consciente de que se examinaría el medio televisivo. Tal como dice, los dos hombres tiraron los dados y se jugaron el todo por el todo. Nixon confiaba en sus formidables dotes de negociador y estadista. Frost contaba con el don de hacer hablar a la gente y revelar lo que quizá no hubieran querido. Esos dos ingredientes garantizaban un buen programa.

Las entrevistas Frost/Nixon, según el guionista James Reston, "siguen siendo el programa político más visto en la historia de la televisión", con más de 45 millones de telespectadores. Fue la última aparición televisiva de Richard Nixon antes de su muerte en abril de 1994.


Imagine y Working Title llevan la obra de teatro a la gran pantalla
La obra de Peter Morgan se estrenó en el Donmar Warehouse del West End londinense el 10 de agosto de 2006, dirigida por Michael Grandage. Uno de los principales críticos teatrales de Inglaterra, Benedict Nightingale, de The London Times, escribió: "Demos la bienvenida a la absorbente dirección de Michael Grandage de una obra que anoche consiguió dos cosas inesperadas. Mostró a David Frost dejando de lado su pelaje de gato callejero, sacar las uñas y convertirse en un tigre de la talla de cualquier Humphry o Paxman. Y despertó una cierta compasión por su poco simpática presa, Richard Nixon... Como ocurre a menudo con el docudrama, no se sabe hasta qué punto puede uno fiarse de ‘Frost/Nixon’, pero es imposible dudar de la autenticidad y fuerza de su final... Realidad o ficción, es un drama fascinante".

Frank Langella y Michael Sheen interpretan a Richard Nixon y a David Frost, respectivamente. Crearon sus papeles para el estreno londinense y volvieron a meterse en la piel de los personajes en Broadway. Frank Langella obtuvo un Tony por su encarnación del presidente. Los actores se habían familiarizado con los gestos y excentricidades de sus personajes y, todavía más importante, habían estudiado la relación que surgió entre los dos antagonistas durante sus breves encuentros televisivos.

Era muy importante que David Frost apoyara el proyecto. El periodista es el propietario de los derechos de las entrevistas y de cualquier interpretación creativa de las mismas, incluso en el escenario. Para asegurarse de que "Frost/Nixon" fuera una obra de teatro, y no una biografía autorizada, David Frost entendió que no debería ejercer control editorial sobre la obra. Sin embargo, se le pidió que asesorase los hechos en su contexto histórico. Reconoce que quedó bastante satisfecho con los resultados.

David Frost no deseaba que la historia fuera una repetición exacta de los hechos, sino que se contara con justicia. Recuerda la primera vez que vio a Michael Sheen interpretándole: "Durante los primeros 20 minutos me sentí bastante raro viendo a alguien haciendo de mí. Poco a poco empecé a pensar que no era yo, sino el personaje de Frost. Estaba más interesado en el contenido y en que se hubiera respetado dicho contenido".

El viaje que llevaría a la obra del escenario a la gran pantalla empezó cuando dos cineastas estadounidenses fueron al West End a verla. "Creo que todo ocurrió en el segundo ensayo general en Londres, al que asistieron un director y un productor. Me llamaron inmediatamente. Estaban realmente interesados y convencidos de que se podía filmar", recuerda Peter Morgan. Pero, en principio, no creía que "Frost/Nixon" pudiera convertirse en un guión. "Había escrito guiones antes. Pero en este caso, me había esforzado para que no fuera adaptable. Había partes muy teatrales porque quería que solo fuera una obra de teatro".

Por suerte, el autor empezó a cambiar de parecer.

Los cineastas interesados en llevar la obra al cine eran Ron Howard y Brian Grazer, de Imagine Entertainment. Al asociarse con Tim Bevan y Eric Fellner, de Working Title Films, pudieron ofrecer un acuerdo que dejó atrás propuestas de otros directores y productores. Los cuatro quedaron impresionados por "esta historia basada en personajes y en la intensidad del conflicto entre los dos hombres", dice Peter Howard.

Hablando del material, el dramaturgo dice: "Millones de personas en todo el mundo siguieron las entrevistas, pero el auténtico drama era la dinámica que surgió entre los dos hombres y que muy poca gente entendió. Fue una batalla entre dos mentes en la que cada uno luchaba por salvar su vida profesional y en la que solo podía haber un vencedor".

A Ron Howard no le preocupaba que fuera una obra de teatro; estaba convencido de que la historia podía trasladarse a otro medio. "No me preocupaba tanto abrir la historia visualmente, como hacer que sonara sincera en un mundo con el que podíamos identificarnos".

Mientras tanto, la obra "Frost/Nixon", después de su éxito londinense, se estrenó en el Bernard B. Jacobs Theatre de Broadway en abril de 2007. El director Michael Grandage fue nominado a un Tony y a un Drama Desk al Mejor Director. La obra fue nominada a un Tony y a un Drama Desk al Mejor Drama, y Frank Langella se llevó ambos premios por su interpretación. Michael Sheen fue nominado, entre otros, al Drama League a la Mejor Interpretación y, en Londres, fue nominado al Premio Olivier y al Premio del Evening Standard.

Imagine y Working Title encargaron el guión a Peter Morgan y este se puso a trabajar. Recuerda: "Mientras escribía la obra, viajé a Washington DC para hablar con Jim Reston y Bob Zelnick. Conocí a Kissinger, pero me limité a la Costa Este".

Para documentarse para el guión, debería viajar más lejos. "No había visto la Costa Oeste", dice. "No conocía el lugar donde se habían rodado las entrevistas en el condado de Orange, en California. No había estado en el Museo Nixon, ni en la Biblioteca Nixon, ni en la Fundación Nixon. No había visto el helicóptero, no conocía a la gente que trabajaba con él. No había estado en el republicano condado de Orange, ni en San Clemente. Fue genial verlo todo, y además me acompañó Ron después de comprometerse a dirigir la película".

El resultado fue un guión, por mucho que Peter Morgan pensara que no era posible adaptar la obra de teatro. "Estaban convencidos, tan convencidos, que acabaron por hacerme creer que quizá podía hacerse una película", explica. El guión satisfizo plenamente al director y a los productores.

"Lo que Peter Morgan nos ha dado, primero con la obra de teatro y ahora con el guión", dice el director Ron Howard, "es una historia muy rica. Es divertida, inteligente, pero sobre todo es intensa y llena de suspense".

El autor se quedó muy sorprendido al ver sus palabras plasmadas en la pantalla: "Me gusta la forma en que Ron ha conseguido hacer accesible un material muy difícil. Ha tenido el don de saber democratizar una historia que habría podido ser demasiado compleja, y convertirla en algo que apetece ver en el cine. Es lo que yo deseaba. No quería que fuera una de esas películas reservadas a unos cuantos".

La última representación de "Frost/Nixon" en Broadway tuvo lugar el 19 de agosto de 2007, unos cuatro meses después del estreno. El rodaje empezó cinco días más tarde.


Señores, a sus esquinas: el casting de la película
Los cineastas nunca dudaron de que Frank Langella y Michael Sheen debían seguir siendo Nixon y Frost en la versión cinematográfica de EL DESAFÍO - FROST CONTRA NIXON . "Dimos por hecho que Michael y Frank encarnarían a los personajes", dice el director Ron Howard. "Es imposible imaginar a otros actores tan documentados, preparados y con la química que hay entre ellos. Llevaban casi dos años siendo Frost y Nixon".

Frank Langella nunca quiso que su interpretación fuera una mímica de Nixon, sino una auténtica interpretación de un hombre y de sus faltas. Sin embargo, al contrario que el personaje de Michael Sheen, Nixon ya no está vivo. "Estaba decidido a no hacer una imitación", dice el actor. "Busqué lo mismo que para cualquier personaje que interpreto: ¿Qué lleva en su fuero interno? No se interpreta a un "político", a un "músico", a un "asesino en serie". No se interpreta una etiqueta. Todos son seres humanos, todos tienen un alma, un corazón y una mente".

Hablando del atractivo del papel, dice: "Richard Nixon debe ser uno de los hombres más fascinantes que he tenido la suerte de encarnar. Llegué a obsesionarme con él y con sus demonios interiores. Me gustaba el hecho de que no fuera un tipo común, algo que me gusta de los políticos de aquella época. Eran irascibles, difíciles, con aspectos peculiares, y revelaban sus idiosincrasias con mucha más facilidad que los de hoy en día".

Según el productor Brian Grazer, era bastante surrealista ver a Nixon volver a la vida a través de la interpretación de Frank Langella. "Desde el eterno gruñido contenido cuando hablaba, hasta esa sonrisita que Nixon sacaba de vez en cuando, era fascinante ver a Frank. De no ser por el cuidado que puso en la interpretación, habría podido convertirse en una imitación barata. Supo incorporar esos gestos emblemáticos que conocíamos, además de aportar una profunda sensibilidad. Cuando se mira a Frank, el actor desaparece y solo se ve a un hombre lleno de conflictos al que han destronado".

La crítica y el público le alabaron a menudo durante la vida de la obra, pero el mayor cumplido le llegó de la bestia negra de su personaje, David Frost, que dijo: "No se parece a Nixon, pero da la impresión de serlo. Puede que algunos de sus gestos no pertenezcan a Nixon, pero dan la impresión de serlo. Va más allá de la exactitud, es más que exacto".

Pero pasar del escenario a la gran pantalla implicaba una serie de retos para Frank Langella: "Cuando se interpreta a un personaje en el escenario, hay que luchar contra un monstruo. Lo hice 360 veces. Había alcanzado un ritmo interno del que ni siquiera me daba cuenta. Me gustó abrir la ventana metafóricamente y echar, tirar la interpretación teatral ante la cámara, aunque guardando los mejores elementos y ofreciendo un acercamiento más fresco".

Al igual que para su compañero Frank Langella, la transición implicó un estudio de comportamiento para Michael Sheen. Sin embargo, a medida que avanzaba la película, se sintió cada vez más cómodo en la piel de Frost: "He vivido con el personaje durante más de un año. No me parece tan diferente en el escenario y en la pantalla. Creo que se trata del público. En un escenario, el público está en la sala. En una película, se interpreta para la cámara. La gran diferencia en un escenario es tener que fingir que se está en un avión o en la Casa Blanca. En la película, me ha bastado estar allí".

"Interpretar a un personaje que existe realmente implica dos grandes responsabilidades", dice el actor. "La responsabilidad que tiene todo actor hacia su personaje, y también la responsabilidad hacia la persona real. No cabe duda de que hay elementos de esa persona que ayudarán a la historia más que otros. Por ejemplo, si Frost pareciera muy competente, se perdería la tensión y el suspense de las entrevistas. Siempre hay que subrayar ciertos elementos que pueden llegar a molestar a la persona real".

El largo viaje, entre los escenarios y el rodaje, se hizo más fácil gracias al eterno compañero de trabajo, Frank Langella. Michael Sheen dice: "Ha sido un recorrido asombroso. Casi cada día durante 18 meses, hemos contado la historia juntos. Siempre me ha comunicado frescura y siempre, no importa que fuera en el escenario o delante de la cámara, he tenido la sensación de que había una chispa. Los dos respondemos a esa chispa. No es fácil encontrar una química semejante".

El productor Eric Fellner, de Working Title, aprecia la forma en que Michael Sheen maneja los altibajos, las inseguridades y el ego de David Frost: "Tenemos a un presentador intentando abrirse camino hacia la entrevista del siglo. Hay que reconocer que el orgullo de Frost era asombroso, y Michael lo comunica sin el menor esfuerzo. Hay momentos en que casi sucumbe a la falta de seguridad, y en otros apabulla. Pocos intérpretes son capaces de pasar de una emoción a otra con tanta facilidad. Desde el momento que le vi en el Donmar, estuve convencido de que nadie más podía ser Frost".

Para encarnar al equipo de Frost encargado de prepararle para sus cuatro entrevistas, el director y los productores escogieron a Matthew Macfadyen, Oliver Platt y Sam Rockwell.

Matthew Macfadyen es John Birt, fundador y editor de "Weekend World", de London Weekend Television, y director general de la BBC. Esta poderosa figura del mundo de la televisión británica durante más de tres décadas, fue el asesor especial del primer ministro Tony Blair desde 2001 a 2005. Produjo las entrevistas Frost/Nixon y organizó el equipo que preparó al entrevistador para la confrontación.

"John Birt era productor de LWT", dice el actor Matthew Macfadyen, que comió con el auténtico Birt antes del rodaje cuando este visitó los decorados en Los Ángeles. "Ya había trabajado de forma exitosa con David Frost, y este le convenció a pesar de que acababa de empezar a trabajar para una nueva empresa. Tenía 32 años en la época, la misma edad que yo, pero ya era un productor de mucho éxito. Creo que Birt no estaba del todo convencido de que Frost fuera capaz de llevar las entrevistas a buen puerto".

Oliver Platt encarna al experimentado periodista Bob Zelnick. Este ex jefe del departamento de la National Public Radio se encargó de documentarse sobre la política nacional e internacional de Nixon. Llegó a tener conocimientos enciclopédicos sobre Nixon y hacía el papel del ex presidente en los ensayos.

"¿Puede haber algo más interesante que una llamada de Ron Howard para decir que manda un guión de Peter Morgan?", pregunta Oliver Platt. "Sabes de antemano que participarás en una película de calidad y que trabajarás con personas geniales, dos apartados muy importantes a la hora de firmar un contrato. Y si a eso añadimos actores de la talla de Frank, Michael, Kevin, Matthew, Sam... sabes que será algo especial".

Lo que más le impresionó fue la preparación del director: "Ya ha estudiado todo lo habido y por haber, obliga a los demás a implicarse a todos los niveles. Me mandó una caja llena de recortes, libros y DVD que me ayudaron a entender el contexto histórico".

Para el papel del ensayista James Reston Jr, autor de trece libros entre los que se cuenta The Conviction of Richard Nixon: The Untold Story of the Frost/Nixon Interviews, Ron Howard escogió a Sam Rockwell.

El actor sabía que debería prepararse a conciencia para hacer el papel del profesor universitario que sería la mano derecha de Stewart Udall, el secretario de Interior durante el mandato de Lyndon B. Johnson. Dice: "Viaje a Washington DC y hablé en dos ocasiones con Jim Reston antes del rodaje. El tema le sigue apasionando, tanto Nixon como la época en que ocurrió todo eso. Es un papel secundario muy jugoso".

Los productores y el director de EL DESAFÍO - FROST CONTRA NIXON también dedicaron mucho tiempo al equipo que ayudaría a Nixon a prepararse. Está formado, entre otros, por Kevin Bacon y Toby Jones.

Kevin Bacon interpreta al teniente coronel retirado Jack Brennan, que se convirtió en el jefe del equipo de Nixon cuando este dimitió. Negoció las condiciones y las reglas básicas de las entrevistas con mano de hierro. El actor, refiriéndose a su personaje, dice: "La infantería de marina fascinaba a Nixon, y durante su estancia en la Casa Blanca quería tener a un marine cerca. Cuando dimitió y se retiró a San Clemente, le pidió a Jack que encabezara su equipo y fuera su mano derecha".

El actor trabajaba por segunda vez con el director: "Es mi segunda película con Ron. Han pasado muchos años desde que rodamos Apolo 13, pero fue una gran experiencia para todos nosotros. Tenía muchas ganas de volver a trabajar con él". Y añade, riendo: "Se une a la cortísima lista de directores que me han contratado dos veces".

Irving "Swifty" Lazar era el legendario representante que negoció la enorme suma requerida por Nixon para las entrevistas con Frost. Además de haber representado a algunas de las grandes estrellas de Hollywood, Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Cary Grant y Gregory Peck, entre otras, también se ocupó de algunos grandes de la literatura, como Ernest Hemingway, Truman Capote, Nabokov, Odets, Saroyan y Tennessee Williams, y de iconos de la música, desde Cole Porter e Ira Gershwin hasta Madonna. El papel le pareció muy interesante al actor Toby Jones.

"Interpretar a un personaje como Lazar intimida a cualquiera, sobre todo porque conozco a varias personas que le trataron", dice. "No se sabe mucho de él, aparte de la autobiografía que él mismo encargó. Nació en el seno de una familia rusa con poco dinero asentada en Brooklyn, y luchó hasta convertirse el mayor representante literario de su época".

La actriz británica Rebecca Hall interpreta a Caroline Cushing, miembro de la jet set, y una de las pocas mujeres capaces de domar al crápula David Frost. La ex mujer del famoso y mundano Howard Cushing, conoció a Frost antes de que este viera a Nixon para proponerle la serie de entrevistas. Su relación con Frost duró varios años. Acabó por convertirse en la exitosa editora hollywoodiense Caroline Graham.

Caroline Cushing era el tipo de mujer capaz de decirle a Frost lo que pensaba. Al poco de conocerse, le contó que había oído a un periodista referirse a él como "alguien de orígenes humildes que puede alcanzar la cumbre sin poseer ninguna cualidad aparente excepto la ambición".

La actriz, hablando de su preparación para el papel, dice: "Intenté saber lo máximo posible acerca de Caroline, incluso conocerla. Pero también hay que tener en cuenta que Peter Morgan ha escrito una ficción y debía ser fiel a su historia. No quería dejarme llevar demasiado por la realidad y perder el hilo del relato. Lo importante era saber dónde encajar y contarlo de la mejor manera posible".

El equipo de Nixon también incluye a ANDY MILDER en el papel de Frank Gannon, un historiador amigo de Nixon que le ayudó a prepararse para las entrevistas. En 1978 publicó RN: The Memoirs of Richard Nixon, y cinco años después grabó una serie de entrevistas con el presidente. Nunca se han emitido, pero se considera que son los momentos más sinceros del ex presidente que se hayan grabado.

KATE JENNINGS GRANT encarna a Diane Sawyer, del departamento de prensa durante los mandatos de Nixon. Futura estrella de televisión, fue una de las investigadoras para las entrevistas. GABRIEL JARRET es Ken Khachigian, jefe del equipo de investigadores de Nixon. Anteriormente se había encargado de supervisar los discursos de Nixon, y posteriormente los de Ronald Reagan cuando estuvo en la Casa Blanca.

JIM MESKIMEN hace el papel de Raymond Price, también del equipo de Nixon. Y finalmente, la sufrida Pat Nixon es encarnada por PATTY McCORMACK.

Era importante encontrar el tono exacto de autenticidad desde el primer día de rodaje. En el escenario se hacía referencia a los personajes históricos, pero en la película aparecerían en carne y hueso. Las personas que estuvieron presentes en las entrevistas fueron encarnadas por actores o, en algunos casos, por ellas mismas.

PATRICK TERRALL, el dueño del famoso restaurante Ma Maison, se interpreta a sí mismo en la copia del restaurante que se convirtió en el sitio de moda en Los Ángeles. En la escena del restaurante, dos actores encarnan al cantante Neil Diamond y al compositor Sammy Kahn, cantando y tocando una canción satírica acerca del próximo duelo Frost/Nixon. Aunque pueda parecer un producto de la imaginación del guionista, Peter Morgan afirma que ocurrió realmente y que compusieron la canción "Frost Nixon" en 1977, y no 30 años después para la película.

El teniente coronel GENE BOYER encarna al piloto de helicóptero que llevó al presidente después de su discurso de despedida, y también lo hizo en la vida real el 9 de agosto de 1974.

GREGORY ALPERT, el director de localizaciones de la película, interpreta a su padre, otro participante en los hechos reales. En la película es un cámara que fue testigo de la dimisión de Nixon en el Despacho Oval. Su padre, Manny Alpert, rodó a Nixon en muchas ocasiones, aunque no el día de su dimisión.


El rodaje del mundo de El desafío - Frost contra Nixon
Las habituales dificultades a la hora de trasladar una obra de teatro a la gran pantalla se vieron multiplicadas por el hecho de que la historia transcurre en el pasado. En opinión del director Ron Howard, el paso del escenario a la pantalla significaba "llevar la obra a la calle". Añade: "Nos hemos esforzado en recrear la época con la mayor autenticidad posible. Michael Corenblith (diseño de producción) y Daniel Orlandi (diseño de vestuario) han sido muy estrictos a la hora de escoger los elementos necesarios del periodo sin caer en la parodia. De hecho, incluso moderamos un poco la moda de los años setenta. Si hubiésemos sido totalmente fieles a lo que indican las fotos de la época, ahora parecería satírico".

Diseño y fotografía
El departamento artístico tuvo que trabajar a gran y a pequeña escala para crear lo que en el escenario sólo se había sugerido. En el teatro, las entrevistas transcurrían en un escenario casi vacío, con dos sillas y un par de cámaras. Se proyectaban los primeros planos de los dos hombres en una pantalla grande. Pero lo que funciona en el teatro no suele ir tan bien en una película.

"Ya que era irremediable la comparación de la película con las auténticas entrevistas televisadas, nos esforzamos en copiar hasta el último detalle de lo que el público había visto en 1977", explica Michael Corenblith. "Los ladrillos, los decorados, las plantas en la mesa, tuvimos en cuenta absolutamente todo lo que había en aquella esquina de la sala. Sin embargo, no fui tan fiel con el resto de la casa para darle más carácter en los contraplanos",

Para seguir los pasos de esos dos símbolos de la época era necesario revivir la historia. "Muchos espectadores habrán nacido después de 1977, pero muchos otros han sido testigos de esa época", dice el diseñador de producción. "Debíamos ser fieles al recuerdo que tienen de ese momento. Se trata de un acontecimiento real y teníamos la obligación de presentarlo correctamente. Por otra parte, se han visto muchas réplicas de los setenta, por lo que tuvimos cuidado de no caer en los típicos lugares comunes. Debía tener carácter sin ser caricaturesco".

"No queríamos rebajar las emociones y el dramatismo del enfrentamiento distrayendo a los espectadores con solapas anchas, patillas largas y muchos estampados de cachemira. Se trataba de conseguir un equilibrio para que la realidad de la época no pareciera exagerada, y fue muy difícil".

El vestuario también planteaba serias dificultades. Por ejemplo, vestir a cien extras a la última moda de entonces fue todo un reto para Daniel Orlandi. "En 1977, el restaurante "Ma Maison" era el sitio de moda, al que iban todas las estrellas", dice. "Me divertí mucho con el vestuario de los extras, desde la élite del viejo Hollywood, pasando por los recién llegados, hasta un par de señoritas de compañía de alto nivel. David Frost está perfecto con un espléndido esmoquin llevando a Caroline Cushing del brazo, vestida con un traje de punto inspirado en Halston".

El director de fotografía Sal Totino rodó la mayoría de las escenas estilo cámara en mano para comunicar la sensación de documental. "Buscamos momentos intensos", explica. "Pequeños detalles que ayudan a subrayar el dramatismo de la escena, por ejemplo, gotas de agua reflejadas en los coches. Escogí objetivos más largos para dar una mayor intimidad a las escenas".

Los decorados
Los decorados también sirvieron para dar más verosimilitud a la película. Uno de ellos fue mucho más que un telón de fondo realista.

"Visitamos Casa Pacífica, la Casa Blanca del Oeste, cuando empezamos a localizar, pero nunca imaginamos que acabaríamos filmando allí", dice Ron Howard. "Es única, sobre todo la entrada y el patio. No pudimos encontrar nada que la emulara. Pensé que me pesaría no intentar rodar allí. Fue increíble, pero después de negociar con los propietarios actuales, nos dieron permiso para rodar algunas de las secuencias clave en el mismo lugar donde tuvieron lugar originariamente".

El rodaje siguió en estudios y decorados naturales. El aeropuerto de Riverside, en Ontario, California, hizo las veces de aeropuerto de Heathrow. La ciudad costera de Marina del Rey, California, se convirtió en el puerto de Sídney.

"En primer lugar, recopilamos imágenes de la época del aeropuerto de Heathrow. Curiosamente, me ayudó a diseñar toda la película", explica Michael Corenblith.

"Ron recordaba pasar por Heathrow en 1977", dice Daniel Orlandi. "Quería que se viera un auténtico aeropuerto internacional con toda clase de personas. Hay gente con macutos, una banda de rock, mujeres y hombres musulmanes, hombres de negocios rusos y japoneses. Me lo pasé muy bien vistiendo a todos esos extras".

En 1977 no se negociaron las entrevistas en Casa Pacífica ni en un estudio de televisión. Una pareja de fieles votantes republicanos alquiló su casa al equipo de Frost para las negociaciones. Treinta años después, la casa había cambiado, pero por suerte se encontró otra en Westlake Village, en Conejo Valley, cuyos exteriores encajaban a la perfección. Los interiores fueron rodados en un plató.

Algunas escenas se rodaron en el Beverly Hilton, el hotel favorito de Frost cuando viajaba a Los Ángeles en los años setenta. La arquitectura básica del edificio no ha cambiado. Se filmó en la suite 817, el ático que alquilaba Frost cuando no estaba en Londres. En una de las salas del hotel también se rodó a Nixon dando una conferencia.

A continuación se cortó Sunset Boulevard esquina con Vine Street, en Los Ángeles, para filmar el segundo estreno de La zapatilla y la rosa: la historia de Cenicienta en el Cinerama Dome. (Esta película, estrenada en 1977, y de la que David Frost fue productor ejecutivo, obtuvo dos nominaciones a los Oscar por la música). En este caso, el departamento artístico solo tuvo que cambiar los carteles y la publicidad.

"Esta zona ha cambiado tan poco que solo tuvimos que llegar y rodar", dice Michael Corenblith. "Durante la filmación del estreno de la película en el Cinerama Dome, tuve la sensación de haber regresado en el tiempo, la arquitectura era idéntica. Habíamos estudiado fotos y material de archivo de la llegada de Frost, por lo que pudimos ser absolutamente fieles".

El gran momento llegó con el rodaje en Casa Pacífica, la mansión de Nixon en San Clemente, California. Situada a dos horas de Los Ángeles, y construida en la costa en 1927, Nixon la compró en 1969, el año en que ganó las elecciones. Entonces era aún mayor de lo que es ahora, ya que los actuales dueños han vendido el campo de golf de nueve hoyos y varios terrenos convertidos en zonas residenciales.

Era el lugar perfecto para rodar las entrevistas, todo el mundo estaba de acuerdo, pero durante las pruebas se descubrió que la cercana estación de guardacostas (que entonces se ocupaba de la seguridad de Nixon) usaba equipos de vigilancia que interferían con las cámaras y los equipos de grabación.

EL DESAFÍO - FROST CONTRA NIXON es la única película que ha obtenido permiso para rodar en los espléndidos jardines y patios que rodean la casa.

Después de rodar dos días en Casa Pacífica, el equipo se trasladó a la Biblioteca Nixon, en Yorba Linda, instalada en la modesta casa donde nació y creció el ex presidente. El helicóptero al que sube Nixon después de su discurso de despedida despega desde el aparcamiento de la Biblioteca. En su interior, el departamento artístico tuvo poco trabajo gracias a la réplica exacta del Salón Este de la Casa Blanca.

La primera mitad del rodaje recorrió el mundo entero sin moverse del sur de California. Las calles de Londres se rodaron en los terrenos de Universal Studios, y los decorados del programa australiano de David Frost se recrearon en los estudios Henson, en La Brea Avenue de Hollywood.

El despacho de Nixon y el ático de Frost se rodaron en un plató de Los Ángeles. El rodaje acabó el 17 de octubre de 2007, con dos días de adelanto sobre los 40 previstos.


Una vez acabado la producción, Peter Morgan, el hombre que ideó la historia hace años, acaba diciendo: "Me tomo muy en serio la responsabilidad de entretener al público. Espero que cuando los espectadores vean la película, sientan la misma sorpresa que produjo la obra, y es que también puede disfrutarse con algo sofisticado y maduro. Se puede pensar y pasarlo bien al mismo tiempo".

Acerca de este nuevo capítulo de la historia que David Frost y Richard Nixon empezaron a escribir hace 31 años, el presentador sir David Frost comenta: "Es un gran honor, sobre todo porque Ron lo ha filmado de forma muy responsable. Si Nixon saliese oliendo a rosas, sería bochornoso. Pero que se haya convertido en un hecho histórico es una lección de humildad".