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  La boda de Rachel  (Rachel getting married)
  Dirigida por Jonathan Demme
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Declaraciones del director
Estaba trabajando en un documental cuando Sidney Lumet me sugirió que leyera el guión de su hija Jenny sobre la familia y otras cosas. Cuando lo hice, me encantó la descarada indiferencia de Jenny hacia las fórmulas convencionales, su falta de interés en hacer que sus personajes parecieran simpáticos en el sentido convencional, por lo que consideré su audaz acercamiento a la verdad, el dolor y el humor. Vi que con este guión se podía hacer una película que reflejara mi reacción al leerlo: que, para nuestra sorpresa, cuando la historia va avanzando, aunque el guión no trate de manipular las emociones del lector, nos convertimos en parte de esta problemática familia y nos importa lo que les ocurra.

Había querido trabajar con Anne Hathaway desde que la vi en medio de la multitud en una proyección hace cinco años. Me habían gustado mucho sus interpretaciones en las películas en las que la había visto hasta ese momento. Me atreví a pedirle a Debra Winger que estuviera en este proyecto porque nos habíamos visto varias veces en un cine cerca de donde ambos vivimos. Bill Irwin es un amigo muy querido y mi vecino, y es uno de mis actores favoritos de todos los tiempos. Mis directores de casting me sugirieron a Rosemarie, y enseguida todos quisimos que ella interpretara a Rachel.

Declan Quinn y yo sentíamos que la película debería parecer "la más bella película casera jamás realizada", como si cada escena estuviera grabada con una cámara digital, o incluso por el fantasma de un personaje cuya muerte obsesiona a esta familia.

Puesto que Declan y yo habíamos tenido una gran experiencia haciendo juntos Jimmy Carter man from plains, decidimos rodar La boda de Rachel como si fuera un documental, algo coherente con nuestra idea de hacer "la más bella película casera". Así que nunca ensayamos antes de rodar, y pocas veces planeamos un plano con antelación. Preferimos dejar a los actores empezar la escena sabiendo que Declan respondería con la cámara en cada momento a lo que estuviera pasando. Así, el que no repitiéramos tomas y que no hubiera planificación ayudó a mantener lo más viva posible la espontaneidad de los actores.

Como quería mostrar que es posible una boda realmente fantástica, buscamos muy pocos extras para la película. Básicamente hicimos una lista de invitados de gente que conocía –actores y "civiles"- que parecían ir bien con la pareja, y dejamos que el fin de semana transcurriera mientras íbamos rodando, con todo el mundo conociéndose a medida que filmábamos, de la misma manera que la gente se conoce y temporalmente se convierte en una especie de comunidad en las ocasiones especiales de la "vida real".

Los primeros en la lista de invitados eran un grupo de músicos con los que sabía que podía contar para crear una evocadora música original en el momento, mientras rodábamos, que liberara a la película de la necesidad de tener una partitura compuesta durante la postproducción. Varios de los músicos, algunos de Palestina y de Irak, habían participado en la música del documental sobre Jimmy Carter, y Donald Harrison Jr. que forma parte de una familia de Nueva Orleáns que ha sido el eje de otro documental que he estado rodando allí durante los tres últimos años.

Para hacer La boda de Rachel me inspiré mucho en mi amor por las películas de Robert Altman, y por otras películas americanas cuyo enfoque parte de ideas tradicionales sobre cómo componer una historia y un estilo para conmover al público.

Jonathan Demme
21 de julio de 2008
Lovell (Maine)



A los diez minutos del comienzo de La boda de Rachel, hay un momento en el que Kym (Anne Hathaway), que ha vuelto a la casa familiar de los Buchman, deambula por una sala en el piso de arriba y entra en una soleada habitación infantil. Por las escaleras se escucha el sonido de un violín que está tocando un músico en el piso de abajo. Kym echa una mirada alrededor de la habitación durante unos segundos, y se va. No pasa nada, pero el momento tiene fuerza.

"Quería algo triste flotando en el ambiente", recuerda el productor y director Jonathan Demme. "Tenía puestos los auriculares, estaba mirando al monitor, y Declan estaba rodando ese bello plano: Kym se da la vuelta, empieza a moverse desde la cámara, y esa era la indicación para Zafer Tawil en el piso de abajo para empezar a tocar. Escuché esa música evocadora y vid la respuesta en el rostro de Anne. Fui corriendo hacia Zafer y le dije: "Zafer, ¿qué era esa bella melodía?" Y él respondió: "Es lo que he compuesto para ti" Así que esa rica pieza musical se nos reveló a todos mientras estábamos rondando la película, y a Annie interpretando el papel de Kym. Todo estaba ahí, en el momento, y todo está ahí, en la pantalla".

Esa espontaneidad -capturar sin ensayos previos la esencia taciturna de las composiciones de Zafer Tawil, la cámara inquieta de Declan Quinn, y la mirada perdida de Anne Hathaway- fue el principio que guió la producción de La boda de Rachel.

"La laxitud del guión de Jenny me hizo sentir que esta no debía ser una película dirigida de forma estricta", dice Demme. "A cada paso, Jenny llegaba a un lugar inesperado, se alejaba más y más de las formulas establecidas y nunca daba marcha atrás. Me divertía y me intrigaba el hecho de que Jenny no tratara de hacer que te gustaran estos personajes. Eran inteligentes, nerviosos, irritantes y, sin embargo, cuando llevaba leída la mitad del guión, ya me había convertido en parte de la familia y me preocupaba muchísimo por todos ellos".

"Hay un drama terrible en esta familia, y sin embargo la boda es bonita. Quería que La boda de Rachel explorara los dos lados de la paradoja: la oscura batalla, y la celebración de amor, familia y amigos".


Dejando que la historia avance
Para retratar esos polos opuestos, Demme, los actores y el equipo adoptaron un enfoque poco convencional en cada uno de los aspectos de la producción del filme. Escenas largas y con escasas indicaciones que se acompañan con música en directo; la historia se cuenta mediante planos y montaje como si fuera un documental; y grandes actores se juntan en la pantalla con actores debutantes, músicos, artistas y bailarines en una creativa mezcla.

"Todos estuvimos de acuerdo en dejar que la realidad ocurriera delante de las cámaras sin tratar de manipularla demasiado entre bastidores. En consecuencia, no hicimos ningún ensayo, y nadie, ni siquiera Declan, sabía realmente qué planos se iban a utilizar hasta que la toma empezaba a adquirir forma".

Como se rodaban largas escenas sin parar, de principio a fin, el director de fotografía, Declan Quinn, y su equipo recorrieron la casa familiar con cámaras de mano, capturando al vuelo los cambios de los personajes, las palabras, los grandes gestos y las pequeñas miradas de reojo. La acción avanzaba con pocas tomas y la menor preparación posible.

"En las escenas íntimas",dice la productora Neda Armian, "sólo veías a los personajes principales en su dolorosa conversación y a Declan. Él era casi uno más de los actores, en parte miembro del equipo y en parte del reparto, dejándose llevar por su instinto, su habilidad y su confianza para saber hacia dónde enfocar la cámara. Me gusta decir que esta película tiene el latido de Jonathan y mucho de la sangre de Declan".

(O sudor - "Esa cámara pesaba", recalca Declan Quinn.)

"La forma en la que trabajamos era muy enriquecedora para los actores" –relata Quinn- "y permitía sacar las emociones a la superficie. Incluso el equipo técnico tenía que mirar las cosas de otro modo, porque todos teníamos que estar alerta y reaccionar al momento. Como Director de Fotografía no suelo operar la cámara yo mismo, pero me tomé la libertad de hacer elecciones inmediatas; intenté ver la acción como lo haría un espectador dentro de la habitación, para situar al público en el medio de todo".

Durante las largas escenas del banquete de boda, se colocaron cámaras estratégicas en las manos de los actores para aumentar el número de operadores de cámaras: A Gonzales Joseph, que interpreta al primo militar de Sydney, no se le ve nunca sin una pequeña cámara profesional; el director indie Jimmy Joe Roche es el cámara oficial de la boda, y dos de los invitados que portan cámaras digitales son el mentor de Demme, Roger Corman, y el gran director de fotografía Charlie Libin.


Una zona segura para emociones peligrosas
El estilo de rodaje improvisado y sin ensayos le iba bien al alto voltaje emocional de la historia.

"Había una gran atmósfera de confianza", dice Anne Hathaway, que consigue darle humanidad al carácter difícil e implacable de Kym. "Como nunca sabíamos cuándo la cámara nos enfocaba, los actores teníamos que estar escuchando cada segundo, y alcanzar un intenso nivel de concentración. Una de las lecciones que enseña la película, en especial para la gente que se está recuperando de algo, es lo importante que es mantenerse en el presente. Poder quedarte en tu sitio y escuchar y reaccionar a la música y lo que ocurre a tu alrededor es muy liberador para un actor. Para mí, esta historia trata sobre la comunicación y el amor, y tuvimos la libertad para explorar sobre ello".

"Algo ocurre cuando vas a trabajar y cada rincón de la casa parece una casa y no un plató" –dice Rosemarie DeWitt, con un gesto hacia el director artístico Ford Wheeler, que creó una evocadora, bella y creíble vivienda para la familia Buchman.


Un oud en la terraza de atrás
Al igual que el estilo libre del rodaje, la música fue un elemento integral interpretado con una libertad poco convencional.

"Durante mucho tiempo" -recuerda Demme, "deseé construir la dimensión musical de una película sin música compuesta al modo tradicional. Pensé: ‘eh, un momento. En el guión, Paul es un pez gordo de la industria musical, Sidney es productor musical, muchos de sus amigos serán músicos con talento, así que por supuesto habrá música de forma ininterrumpida en esa reunión’. Siguiendo esa lógica, hay música en directo sonando durante todo el fin de semana, pero siempre en la habitación de al lado, fuera en la terraza o en el jardín".

Entre la legión de músicos, bailarines y artistas a los que Demme metió en la lista para acudir al banquete de boda, el gran músico de jazz Donald Harrison Jr. y el virtuoso palestino Zafer Tawil, contribuyeron a los temas musicales y en los títulos de crédito aparecen como compositores (también se trajeron muchos acompañantes: el sobrino de Harrison, Christian Scout, nominado a un Grammy, aparece tocando en la entrada de la casa, y Tawil está acompañado por un conjunto de músicos que participaron en la banda sonora de Jimmy Carter: Man From Plains, entre ellos Amir El Saffar).

"Animamos a los músicos a tocar en cualquier momento en que se sintieran inspirados, cuanto más mejor, sin prestar atención a la cámara", explica la supervisora musical y montadora de sonido Suzana Períc, que ha trabajado en todos los filmes de Demme desde Algo Salvaje (Something Wild)."Anarquía musical en el plató. Felicidad para los músicos, gran dolor de cabeza para los que tenían que grabarlos".

"En un momento dado", dice Demme, "Anne Hathaway estaba intentado interpretar una escena muy intensa mientras los músicos estaban tocando justo al lado. Se estaba desconcentrando y el asistente de dirección vino hacia mí y dijo que Anne estaba teniendo problemas, así que le dije: ‘dile que haga algo para solucionarlo’. Es cuando Kym les grita que se callen. Todo improvisado y sin planearlo, pero completamente en línea con su personaje".


Buscar las joyas no escritas en el guión
El perfecto cuadro que plasma en su guión acredita que Jenny Lumet ha pasado la vida en una complicada familia de artistas. Ella dice: "sé escuchar" (y ver: Sidney Lumet participó una vez en una carrera de lavavajillas con Bob Fosse). La improvisación amplió la sorprendente autenticidad de los diálogos del guión.

Por ejemplo, Bill Irwin describe cómo se crearon sintonías entre los actores que no estaban inicialmente en el guión. "En el guión, mi personaje Paul y el personaje de Debra Winger, Abby, mi ex mujer, apenas intercambian unas palabras. Pero Debra y yo, guiándonos por nuestro instinto, ampliamos esa relación sin palabras, a través de gestos". Ese es el caso cuando Paul y Abby se besan brevemente y luego se separan al final de la boda de su hija, un momento de gran intensidad para el espectador.

"Había cosas en el guión que Jenny había escrito de forma muy sintética" -explica Demme. "En el guión, la boda iba avanzando mediante breves saltos en el tiempo. Estaba escrito que Sidney cantaría una canción pero las promesas de Rachel a Sydney no estaban previstas. Les dije a los actores que tenían que conducirnos a través de una boda completa, y si fuera posible, tenían que organizarla ellos mismos. Rosemarie escribió por sí sola el discurso de Rachel. Beau Sia, que ayuda a planificar el ensayo de la cena y de la ceremonia junto a Rosemarie y Anisa George (Emma), es un personaje que no estaba en el guión y que se introdujo durante el rodaje al contratar a Beau, -un actor y poeta con el que me moría por trabajar- para hacer de una especie de ‘zar’ de la boda".

"Hay momentos en los que parece que Jonathan está orquestando todo y nada a la vez" –apunta Rosemarie DeWitt, una observación que repite Bill Irwin: "A veces parece que todo lo que hace es sonreír y asegurarse de que la gente se sienta bien trabajando día a día. Pero sabe lo que busca y consigue lo que quiere".


Todos tienen su momento
Las grandes escenas en plató, como el ensayo de la cena, la ceremonia y la fiesta de recepción, están llenas de personajes que no son sino un amplio abanico de los amigos, familia y colegas de Demme, así como de otros personajes llenos de energía (ver la siguiente sección, Amigos, músicos y el sentimiento de grupo para ver una lista detallada de los participantes).

"Cada persona, cada cara en la película, está ahí por alguna razón" dice Armian. "A Jonathan le encanta la gente real, y le encanta trabajar con sus amigos, lo que crea una gran clima de camaradería y tranquilidad. Estábamos realmente asistiendo a una boda. Yo no era el productor, era el organizador de la boda. Y él invitó a sus amigos". La mayoría de los actores y del equipo vivían en Nueva York o cerca. "De hecho, muchos se iban a casa por la noche para ver a sus familias" -dice Armian.

Más allá de la buena convivencia en el plató, Demme explica: "Uno de las presunciones del guión era que, a pesar del drama, la boda resulta ser genial. Afrontémoslo, la razón por la que consigues tener una gran boda es porque reúnes a un montón de gente que congenia y que se lo pasa en grande en un acontecimiento que ocurre una vez en la vida. No podía imaginar cómo unos extras podrían "representar" eso, así que pensé que lo mejor que podía hacer era reunir a un fantástico grupo de gente que se conocen del mismo modo que en la vida real. Si nos lleva cinco días rodar la boda, la rodaremos seguido y todos acabarán conociéndose. Al final, cuando estén juntos en la fiesta, estarán realmente juntos en una fiesta".


Reuniones paralelas
"A lo largo del fin de semana", continúa Demme, "se producen dos tipos diferentes de reuniones: la gente que se reúne para divertirse en la boda, y los que se enzarzan en una lucha a brazo partido contra la adicción, que se reúnen para sacar fuerzas del grupo y recorren un camino paralelo. Queríamos mostrar el máximo respeto hacia ese coraje y honestidad".

Hathaway ve esas cualidades en Kym: "Me encanta esa necesidad casi compulsiva de ser honesta de Kym", dice Hathaway "y lo directa que es. Puede que no lo haga de forma apropiada, pero ella intenta por todos los medios cruzar el abismo de tragedia que la separa de su familia. Intenta cada día estar sobria y positiva. Lucha por su lugar en la familia, intentando dar las gracias y compensarles a su modo. Al final, quizá su hermana Rachel comprende su viaje, y esa aceptación es crucial".

La boda de Rachel se deleita en el amor y la amistad -y la gran fiesta- pero finalmente se centra en esa honestidad emocional, en la mirada profunda de Kym mientras escucha el sonido triste del violín que sube desde el piso de abajo.