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  Desacuerdo perfecto  (Desaccord Parfait)
  Dirigida por Antoine De Caunes
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Intenciones del Director (Antoine de Caunes)
La razón por la que quería hacer DESACCORD PARFAIT es muy simple: el deseo de volver a la comedia y hacerlo con un dúo de actores que brillaran en mi propio panteón personal: Charlotte y Jean.

Quería hacer una comedia romántica con personajes que nos hagan reír, porque nos conmueven, y nos conmueven porque nos hacen reír. También quería hacer una loca historia de amor que pasa por la vida como ligeros espacios cruzados con destellos en el aire.

Pero eso no es todo. A pesar de la forma en la que trataron a Napoleón, siempre me han gustado los ingleses y su planeta físico y mental que se mueve en un sistema solar diferente al nuestro. El hecho de que el canal que nos separa de nuestros vecinos complique más la historia de amor me encantaba puesto que añadía picante a la reunión imposible de los dos enamorados.

En resumen, una comedia de amor, Charlotte Rampling y Jean Rochefort (pero también, por supuesto, Isabelle, James, Ian, Simon y los demás), Inglaterra, y un perro pedorreo. DOS VECES EN LA VIDA es mucho mejor que una vez en la vida. (Antoine de Caunes)

Entrevista con Antoine de Caunes (director y guionista)
P: ¿Cómo presentaría la película?
R: Es una comedia sentimental, en territorio inglés. En cuanto a resumir la película en una frase, siempre es difícil. Sería sobre todo la pregunta de Trenet: ¿Qué queda de nuestros amores? La más bella de las historias es "Romeo y Julieta": "Ellos se amaban, sus padres no querían". Sobre DESACCORD PARFAIT se podría decir: "Ellos se amaban, sus hijos no estaban al corriente".

P: El fondo de la película conmueve y su forma es ligera. ¿Cómo ha creado esta mezcla?
R: Siempre parto del principio que es necesario abordar los temas serios con ligereza, y los temas ligeros con seriedad. La idea de que estos dos personajes tienen un ego poderoso, que ha vencido esta pasión amorosa, que la vida los separó y que la vida los reúne accidentalmente treinta años más tarde me conmueve y me divierte. El otro punto, y es el que me ha llevado a situar la acción en Gran Bretaña, es que adoro el humor inglés. Me reencuentro con su gusto por el "eufemismo". Nunca muestran lo que experimentan verdaderamente, siempre minimizan. Afrontar el fuego y mirar su llama, quemarse en tercer grado y simplemente hacer la observación de que hace calor. Adoro la ironía, pero cuando escribo una comedia, me apetece más bien sugerir que mostrar. Y puesto que hay en el humor inglés alguna cosa de gratuito, de absurdo, una cultura del sin sentido, me divierte.

P: ¿Cómo nace la idea de la película?
R: Todo comenzó por dos reencuentros y una observación que me hice. Como todo el mundo, yo conocía a Jean Rochefort desde hacía años, y es alguien por el que siento admiración y estimación. Hace años tuve la ocasión de verlo en el rodaje de "Blanche", la película de Bernie Bonvoisin. Hay en él una libertad y una fantasía muy comunicativas. Soy muy sensible a su humor, a su distancia, a su ironía, a su rechazo absoluto de todo espíritu de seriedad. Siempre está contento de interpretar, haciendo gala de una inventiva permanente.

Unos años más tarde, hice "Monsieur N" ("La Última Batalla"). Richard E. Grant interpretaba a Hudson Lowe, y pensé que tenía realmente un aire de familia con Jean. Richard podía pasar por su hijo y me tuve ganas de verlos actuar juntos. Un padre francés que tenía un hijo inglés pero ignoraba su existencia. En un primer momento, comencé a escribir solo sobre esta base. Después inventé el personaje de la madre de regreso a Inglaterra sin decir que estaba embarazada. Poco a poco, trabajando la idea, me di cuenta de que estaba demasiado interesado por la historia de amor entre el padre y la madre que por el descubrimiento de la paternidad. Y el hijo reencontrado pasó un poco a segundo plano. Trabajé con mi amigo Peter Stuart, el creador de "Eurotrash" en Canal Cuatro. Habíamos hecho un primer montaje de escenario bastante masculino que nos divertía, pero no seguía demasiado de cerca de Louis y Alice. En una segunda fase, con Jeanne Le Guillou, la historia se centró en la pareja.

P: ¿Implicó a los actores en la elaboración de sus personajes?
R: Para mí, la película se hacía con Charlotte y Jean o no se hacía. Sin implicarlos directamente en la escritura, evidentemente los he tenido al corriente de los desarrollos del guión. Leyeron un primer montaje y aportaron muchos comentarios que fueron tenidos en cuenta. Es evidente que escribir para dos personalidades tan originales, incluye a la fuerza en nuestro trabajo. Jean tiene una forma de pronunciar las palabras de emprender las frases, que tiñe la escritura evidentemente. Y la reserva y el misterio de Charlotte dieron directamente al personaje de Alice un relieve único.

El espectador descubrirá un Rochefort diferente y una Rampling inédita. Es por tanto evidente para Charlotte que, aparte de su participación en la película de Michel Blanc "Embrassez qui Vous Voudrez", nunca fue un personaje central de una comedia.

P: ¿Cómo fue el primer encuentro con Charlotte Rampling?
R: En un salón de té, y Charlotte hizo exactamente la toma del salón de té de la película. Me impresionó porque la admiro infinitamente. Tanto por su elegancia como por sus elecciones artísticas. Estaba por tanto, deseando volver a verla y dudaba de que ella tuviera ganas de trabajar conmigo. Ella llegó, su mirada inevitable disimulada tras unas gafas oscuras y después de diez minutos de conversación, acabó quitándoselas. Yo estaba deslumbrado, exactamente como cuando la pareja de personajes se reencuentran treinta años después.

¿Qué actriz puede, de manera creíble, fingir ser un icono de los años 70s, ser siempre una mujer increíblemente seductora y al mismo tiempo formar pareja posible con Jean? Sólo Charlotte. Sentí que entre los dos, la química sería hermosa. Jean encarna toda la nobleza del espíritu francés, en el verbo, las actitudes, y Charlotte es una quintaesencia de la feminidad inglesa, aunque domina perfectamente nuestros usos.

P: ¿Cuál fue su sentimiento frente a Jean Rochefort?
R: Uno siente inmediatamente una aptitud multiusos, a toda prueba. A menudo, le he visto hacer cosas completamente aberrantes. Estaba allí, boquiabierto. Si era necesario rehacer la forma más clásica, podía hacerlo con la misma calidad pero a menudo, cuando yo veía las pruebas de cámara, me parecía extravagante en el momento de la toma, pero repentinamente tenía una lógica. Pienso que es uno de nuestros pocos actores que puede permitírselo. A riesgo de ser mal interpretado, diría que forma parte de una especie amenazada. Los ecologistas deberían movilizarse. Técnicamente, siempre está a punto, domina su texto y trabaja dentro de las marcas. Pero, de una toma a otra, es capaz de cambiar todo, de proponer diversión.

Charlotte, como digna representante de la escuela anglosajona, dio prueba de rigor, de disciplina y de precisión. Ella es una mezcla milagrosa de sensibilidad a flor de piel, de intensidad, con un potencial de comedia en reserva. Son dos métodos de interpretación muy diferentes. La mezcla de los dos es entusiasta, sobre todo por el género de la historia donde el espectador debe creer instantáneamente en la verdad de semejante pareja.

Háblenos de sus personajes Alice d’Abanville es una actriz de cine que conoció la gloria en los años 70s. Ella ha hecho parte del camino con el mismo director de escena, Louis Ruinard, según una mezcla de Pialat de Sautet y Girod. Gran director de escena francés, institucional, con treinta y cinco películas en su haber, respetado, admirado, una referencia, pero cuyo cine ya no ha tenido el mismo éxito que en el pasado. De pronto, Louis se ve obligado a trabajar con productores jóvenes que se sirven de él como de una tarjeta de visita sin preocuparse demasiado por su obra. Alice fue su musa, su inspiración. Juntos, rodaron cinco películas brillantes. Y después su historia terminó mal, hasta el punto de que Alice desapareció de la noche al día. Y ella dejó de hacer cine para consagrarse al teatro.

P: ¿Cómo hizo el reparto inglés?
R: Trabajó con Sarah Beardsall, la misma directora de reparto que para "La Última Batalla". Fui muchas veces a Londres, sobre todo para los dos papeles importantes, Randall y Evelyn Gaylord.

Fui a ver a Ian Richardson al teatro justo antes del rodaje porque me parecía que tenía todas las cualidades que requería Evelyn. Tiene clase, elegancia, ternura, es cálido y divertido. Encontrar a Randall-Simon Kunz era evidentemente más fácil.

Busqué durante mucho tiempo al intérprete de Paul, el más complejo de los papeles secundarios, pero sin tener suerte en Inglaterra. Fue Michael Laguens, el encargado del reparto francés, el que llamó mi atención sobre James. Yo lo había visto en la película de Coline Serreau "Dix-Huit Ans Apres", pero sobre todo en escena, con su último espectáculo. James, mido mis palabras, es simplemente genial. Para el papel de Paul, está comprobado que fue una idea excelente. En la película, es utilizado un mínimo, como un actor clásico. Es un actor muy físico, muy inventivo, muy raro. Como para Jean, al pasar algunos años, mantengo las ganas de escribir para él.

P: ¿E Isabelle Nanty?
R: Para el papel de Rageaud, me hacía falta una cómica francesa, chispeante, dotada de verdadera personalidad, capaz de encarnar a la ayudante dedicada a Jean. Isabelle Nanty era realmente la que hacía falta. En el papel, ella está perfecta como un pequeño soldado siempre disponible. Ella demuestra una ternura real y mucha admiración hacia Louis.

P: ¿Qué sintió el primer día de rodaje?
R: Estaba muerto de nervios, antes, durante y después. Trabajé mucho antes del rodaje y cuando llegué al plató, dije exactamente lo que iba a hacer. Pero toda la película dependía de la intensidad que había entre Jean y Charlotte.

Creo que los dos también estaban inquietos como yo. Jean disimulaba pero a menudo bajo sus rasgos se capta su fragilidad y sensibilidad. Charlotte no lo admitirá nunca pero desde el primer plan de rodaje, en el que ella va al encuentro en el hotel treinta años después, ella temblaba completamente cuando la vi entre dos tomas, -persuadido de que ella interpretaba-, para felicitarla por llegar a interpretar así la situación. Y ella me respondió que estaba muerta de nervios. Lo encuentro muy conmovedor y muy tranquilizador que dos actores de esta dimensión, con toda una carrera, conserven una frescura total en el plató.

P: ¿Qué es lo que más le gustó en el plató?
R: El rodaje es un momento de concentración, de invención, un ejercicio mental y físico del que no me canso nunca. Es el nacimiento de algo que uno imaginaba. Las imágenes que uno ve en su cabeza durante meses se concretan de pronto, los personajes se encarnan. Es un periodo que realmente me encanta.
Soy fiel a aquellos con los que trabajo después de la primera vez. El cine es definitivamente un trabajo de equipo. Yo necesito colaborar con gente que lo comprende y me ayudan. Entre nosotros existe una verdadera complicidad que nos permite trabajar en un buen ambiente.

P: ¿Por qué eligió Inglaterra?
R: Simplemente porque me encanta ese país. Voy allí desde que tenía diez años. He crecido con la cultura pop de la posguerra con una clara predilección por Inglaterra más que por los Estados Unidos, porque soy muy sensible a su humor, su literatura y su música evidentemente. Adoro trabajar con los ingleses. Ya tuve la confirmación con "La Última Batalla", mi película anterior. Trabajé mucho tiempo en la televisión inglesa. La mezcla francesa e inglesa es muy rica y puede desembocar en cosas apasionantes. Francia y Gran Bretaña son dos universos diferentes, que, estando también tan cerca, están a años luz la una de la otra. Los ingleses están en otra parte. Como dice Louis: "Los hombre vienen de Marte, las mujeres de Venus, y los ingleses vienen de Inglaterra".

P: ¿Cómo ha utilizado este choque cultural?
R: Louis está perdido en Inglaterra. No habla el idioma y no comprende su forma de funcionar. No entiende nada y no le entienden a él, hasta que quiere hacer una película allí. Está totalmente fuera de lugar. Es una situación que mantiene toda la intriga y las relaciones con aquellos que se encuentran.

P: ¿Hay alguna escena que prefiera?
R: Me regalé la escritura de la escena de la cena. Fue comprimida en el montaje porque llegó al final de la película. Es para saber si los dos personajes van a reencontrarse o no.

Me falta perspectiva pero hoy creo que mi escena preferida en la película es donde Louis se imagina condenado, su película paralizada, y que Charlotte viene a la vez a ser parte de su compasión y a decirle adiós.

P: La música tiene un papel importante en la película ¿Me puede hablar de ello?
R: Al principio tenía en mente una melodía de Burt Bacharach, el género de música que Alice y Louis hubieran podido escuchar en la época. Pensé mucho tiempo en la canción "This Guy is in Love", como indicación de humor porque tenía ganas. El pianista de Elvis Costello se unió y escribió una partitura magnífica. La grabación tuvo lugar en los estudios míticos de Abbey Road. Me encanta trabajar con músicos poco habituados a la música de cine, aportan a menudo mucha frescura. Steve ha logrado conjugar el espíritu de la música pop británica y una verdadera partitura de música de cine orquestada.

También tuvimos a Boy George que hizo de baladista de una ceremonia que sin recordar a la de los Oscars o Cesar, es sobre todo un guiño a la de los Premios BAFTA, el equivalente inglés, que durante un período reciente s desenvolvía en un music-hall de forma extremadamente bonachona. Boy George sale de escena por Jean, cuando él mismo, toma el micrófono para interpretar una versión bastante kitch de "Boum" de Trenet.

Uno de los otros elementos "pasado de moda" de la película son los títulos de crédito...

El objetivo era explicar la historia de amor entre Louis y Alice. Para recrear estos negativos de los años 70s, habíamos trabajado a partir de elementos que habíamos recompuesto. Este montaje se remata sobre el legendario negativo de Charlotte de Helmut Newton.

P: Y Vd. ¿Qué hacía en 1975?
R: Creo que escribía un libro sobre Magma. Era ayudante de realización de Michel Parbot en el departamento de televisión que acababa de abrirse en la agencia Sigma. Antes, desarrollaba los negativos y clasificaba las diapositivas, esperando convertirme un día en fotógrafo reportero. Además lo fui un tiempo, justo para darme cuenta de que no era verdaderamente lo que necesitaba.