Producida por Zeta Films, dirigida por Jesús Mora (A Tiro Limpio; Mi Dulce) y protagonizada por Pablo Rivero (TV-Cuéntame; La Noche del Hermano; El Chocolate del Loro) supone la tercera incursión en el género de ficción de un realizador que cuenta con una importante trayectoria también en el terreno documental con títulos como Arrebatos -una mirada a la movida madrileña a través del rodaje de la película de Ivan Zulueta- u Operación Algeciras -una vuelta de tuerca al conflicto de las Malvinas-.
En ambos géneros, Mora explora las vidas de personajes que no encajan en su entorno, con las intenciones claras pero el rumbo equivocado. En Villa Tranquila describe el día más apacible de un barrio marginal en el que se adentró por casualidad y del que no pudo salir sin rodar una película.
Pablo Rivero acompaña al espectador en un viaje a lo desconocido encabezando un reparto de actores no profesionales, que se adentraron en la historia, de la mano del realizador. Todo el barrio participó en el rodaje siguiendo sus instrucciones: se convirtieron en intérpretes, técnicos, eléctricos... etc.
Entre ellos, destaca la joven actriz Melina Giambastiani, una nueva cara del cine con una mirada fresca y limpia, que debuta en esta cinta dotándola de realidad.
La película ganó una Mención Especial al Guión del Jurado de la Zona Cine del pasado Festival de Málaga. Además, ha participado en otros certámenes internacionales como el de Montreal o Helsinki.
El músico africano Seydu -que ha colaborado como percusionista con Stevie Wonder, Alejandro Sanz, Raimundo Amador, Kiko Veneno o Rosario- y que ha creado una escuela para los niños víctimas de la guerra de Sierra Leona- se unió al proyecto componiendo la B.S.O. de la película, un ingrediente fundamental para dar sentido a esta aventura cinematográfica.
Acerca de Villatranquila
Al comienzo solo vemos su espalda cuando entra en el barrio. Con su pelo rubio y su despiste al andar obliga a que todas las miradas se fijen en él. Ion lleva una mochila a cuestas y pregunta por una dirección. Tardará en confesarlo: viene al encuentro de su padre, al que nunca conoció y al que nunca conocerá, porque las primeras indagaciones le traen la noticia de que acaba de morir. Final de trayecto. Pero la llegada del gallego de pocas palabras provoca acercamientos interesados y antes de que caiga la noche Ion ha perdido la mochila. Dentro está su billete de vuelta, por eso Ion aplaza cualquier decisión hasta recuperar sus pertenencias, el pretexto perfecto para entrar en las vidas de Villa Tranquila, crearse amigos y enemigos y conseguir que su familia recién descubierta acepte mirarlo de frente.
Poco sabemos de Ion, qué ha vivido hasta entonces ni qué vida le espera, pero somos testigos de que los que va encontrando en su camino libran la batalla diaria por sobrevivir. Esto no es Buenos Aires, es una barriada de autos abandonados y chabolas en remolino, de barbacoas a la intemperie y la maleza que asoma por entre las grietas del asfalto, un lugar sentenciado al olvido que la vía del tren atraviesa como una herida abierta en los callejones de tablas. Las voces y los secretos traspasan los tabiques, cada vida depende de las demás. Siguiendo a Ion conocemos a María, que patea un balón con inesperado arte; al remisero Marcelo, que recompone milagrosamente las piezas del motor de su carro; Gabi, que practica karate en la terraza y lanza al gallego una mirada escondida de deseo; a Melina, sobre todo a Melina, que planeó tener un hijo y fugarse, lejos de sus padres y de la villa y sólo consiguió cumplir la primera parte del plan, y finalmente a Raúl, con su camiseta albiceleste y las mismas guedejas rubias de Ion, al que recibe con la desconfianza del que teme perder lo que todavía no tiene.
Son sólo dos días los que Ion pasa en Villa Tranquila. Lo suficiente para alterar el rumbo de unas cuantas vidas.
En el Buenos Aires real, Raúl existe. Y María, y Marcelo, y Melina y Gabi. Jesús Mora descubrió Villa Tranquila y todo lo que conoció le parecía cine, vidas de cine, casas de película, héroes de barrio. Durante dos años se ha dedicado a tratar como ficción el argumento real del que era testigo. Los propios protagonistas de la historia incorporan a los personajes del guión, Raúl hace de Raúl, Melina es Melina, cada cual con su propio nombre porque Villa Tranquila contiene sus vidas recreadas ante una cámara que al principio trataron como a una intrusa y enseguida se convirtió en compañera. Esa cámara que a los demás nos ha permitido entrar en la villa y que a ellos, como a los personajes que en la ficción llevan su nombre, también les ha alterado el rumbo de la existencia. Donde la película termina, ellos siguieron viviendo, siguen sobreviviendo, pero ya nada parece igual.
Cine necesariamente real, Villa Tranquila no trata a sus personajes con una mirada documental, sino que los incorpora a las reglas de la ficción clásica. Una historia con argumento propio, contada al espectador que quiere ver cine. La historia de Raúl, Melina, María,
Gabi y Marcelo, que empezamos a conocer el día que Ion, con su mochila a cuestas y su despiste al andar, aterriza en la villa buscando una dirección.
Ficha artística completa
Pablo Rivero - Ión
Raul Medina - Raúl
Maria Barrios - María
Gabriela Burgos - Gabi
Melina Giambastiani - Melina
Marcelo Dansey - Marcelo
Bryan Sandoval - Bryan
David Caneiro - Chaque
Jose Luis Barrios - Pulenta
Sandoval "Camba" - Cantinero Jose
Omar Zapata - Mecánico
Orlando Olivera - El Negro
Carlin Jiménez - Pibe Arenera 1
Guillermo Valiente - Pibe Arenera 2
Antonio Barrios - Papá María
Sabrina Roldan - Novia de Chaque