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  El lobo de Wall Street  (The wolf of Wall Street)
  Dirigida por Martin Scorsese
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Me llamo Jordan Belfort. El año que cumplí 26 gané 49 millones de dólares y me cabreé muchísimo, con tres más habría salido a un millón semanal.

Dirigida por Martin Scorsese, EL LOBO DE WALL STREET, con Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Margot Robbie, Matthew McConaughey, Kyle Chandler, Rob Reiner, Jon Favreau y Jean Dujardin. Guión de Terence Winter basado en el libro de Jordan Belfort. Producida por Martin Scorsese, Leonardo DiCaprio, Riza Aziz, Joey McFarland y Emma Tillinger Koskoff. Los productores ejecutivos son Alexandra Milchan, Rick Yorn, Irwin Winkler, Danny Dimbort, Joel Gotler y Georgia Kacandes.


La exhuberante vida de un forajido en Wall Street
"La historia me hizo pensar en Calígula en la época actual", dice Leonardo DiCaprio, que encabeza el reparto de la película, además de ser uno de los productores. El actor no duda en comparar la vida de Jordan Belfort con el emperador romano más depravado y autoindulgente, pero se quedó estupefacto al ver los deseos desaforados de Calígula trasladados a una agencia de bolsa en Wall Street dirigida por unos chicos de Queens.

Le atrajo la idea de unos forajidos del mundo de las finanzas decididos a disfrutar a tope y sin tener en cuenta las consecuencias. "A finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado, Wall Street no estaba regulado, era como el Lejano Oeste en su peor época", explica Leonardo DiCaprio. "Jordan Belfort estuvo entre los lobos que se aprovecharon de los resquicios para hacerse con una enorme fortuna. Me pareció que su historia encarnaba a la perfección esa época, cuando las instituciones financieras se descontrolaron totalmente".

También le gustó la absoluta honradez con la que Jordan Belfort reconocía haber alcanzado el éxtasis; por ejemplo, el dinero era tan abundante que se usaba de colchón para las relaciones sexuales, y lo exorbitante se convertía en habitual. "Me fascinó descubrir la total candidez de Jordan cuando hablaba de su alocada vida. Lo contaba todo, no escondía nada. Tampoco se disculpaba por su ansia de dinero y su desaforado consumismo. Me pareció que podía ser la base para un personaje fascinante. Y el hecho de que acabara pagando por lo que hizo, también daba pie a una historia genial".

Antes de que Jordan Belfort fuese acusado de fraude y blanqueo de dinero, llevaba la vida más barroca y orgiástica imaginable: pilotaba su helicóptero, conducía seis coches de lujo, surcaba los mares con un yate de 50 metros de eslora que había pertenecido a Coco Chanel, llegó a gastarse 700.000 dólares de golpe en hoteles y prostitutas, y tomaba habitualmente 20 metacualonas diarias además de cocaína y morfina.

Y lo perdió todo. Con mucho tiempo y nada que hacer, escribió una crónica exacta de su auge y caída, revelando paso a paso cómo empezó a vender acciones muy baratas desde un garaje, hasta convertir el negocio en un "pump and dump" (la perfecta estafa en la que los corredores inflan los precios de los valores, los venden e inmediatamente hacer caer el precio), antes de destrozar su vida por culpa de una voracidad desmedida. El libro, escrito con la típica irreverencia e ironía neoyorquinas, fue muy aclamado por los críticos gracias a su ritmo rápido y a su sentido del humor, y a algunos incluso les pareció el perfecto retrato del consumismo y de la locura por el dinero que se ha apoderado de Estados Unidos.

Jordan Belfort no pertenecía al hampa, pero puede tachársele de gánster financiero. Sus clientes perdieron enormes cantidades, mientras que sus amigos y él se comportaban como auténticos bandidos, deleitándose públicamente con sus ganancias, hasta el punto de que la revista Forbes le describió como "una especie de Robin Hood que roba a los pobres para dárselo a sí mismo".

"Es un gánster moderno", dice Joey McFarland, de Red Granite Pictures, que se unió a Martin Scorsese, Leonardo DiCaprio, Riza Aziz y Emma Koskoff para producir la película. "No tiene nada que ver con los mafiosos violentos que acostumbramos a ver en otras películas, pero se introdujo en Wall Street y supo manipular el sistema para impulsar su codicia y aprovecharse de los demás. Tiene mucho que ver con Uno de los nuestros, también es la historia de una banda local; la única diferencia está en el barrio, ahora es Wall Street. Y no extorsionan a los comerciantes, sino que estafan a millones de personas a las que nunca han visto".

Sigue diciendo que Martin Scorsese, un realizador con películas en su haber tan intensas como osadas que ya forman parte de la historia del cine, era el director perfecto para el material. Le gustó que el realizador decidiera abordar el tema sin prejuicios, realzando el humor negro de la historia.

"El enfoque de Marty me pareció estupendo", dice el productor. "Además del sexo, de las drogas, del dinero, del tumultuoso recorrido, hay una mezcla constante de humor y de emoción. El estilo que Marty imprime a la historia la convierte en un acontecimiento épico. Siempre que Leo y Marty hacen algo juntos es un acontecimiento, pero con un material tan atrevido, esta vez es realmente muy especial".

La productora Emma Tillinger Koskoff, presidenta del departamento de producción de Sikelia Productions, y que trabaja con Martin Scorsese en todos sus proyectos para la gran y pequeña pantalla, dice: "Marty y yo estábamos convencidos de que queríamos hacer la película cuando leímos el guión. En cuanto a dimensiones es comparable a Casino, y el ritmo de la historia es el típico staccato de Scorsese. Estaba convencida de que la atrevida realización de Marty era perfecta para el tema".

Leonardo DiCaprio está totalmente de acuerdo: "Desde el principio pensé en Marty para la película. Muy pocos cineastas serían capaces de aportar el realismo, la vitalidad y el toque cómico necesario a una historia tan oscura. Hace tiempo me dijo que Uno de los nuestros era una comedia negra, no se me olvida, y por eso le hablé del proyecto".

Sin embargo, todos se sorprendieron ante la intrepidez con que Martin Scorsese se sumía en un mundo de total depravación. "Me quedé asombrado cuando vi la película por primera vez", dice el guionista Terence Winter. "Era el reflejo exacto de lo que yo había escrito, pero me costó asumir el nivel de locura, intensidad e hilaridad. Todos los actores, especialmente Leo, llegan a unos niveles increíbles. Marty tiene un don especial para plasmar la palabra escrita en una obra maestra visual. Ha creado una locura, un maremoto".


La tradición mafiosa… enloquece
El retrato de Jordan Belfort le daba a Martin Scorsese la oportunidad de adentrarse en un terreno que desconocía como cineasta, los extremos más cómicos del comportamiento humano.

"La historia de Jordan Belfort encaja perfectamente con la fascinación que sienten los estadounidenses por el auge y la caída, la tradición mafiosa", dice el director. Pero Jordan dio la vuelta a dicha tradición. En vez de esconderse, hizo ostentación de su dinero en todas las formas imaginables… e inimaginables, como si rogara que se abatiera sobre él la cólera divina que acabó por derrumbar su pequeño imperio.

También ofrecía a Martin Scorsese la posibilidad de describir de forma entretenida el ciclo financiero, compuesto por el éxtasis, la locura y el desastre que parece repetirse eternamente en la economía estadounidense.

"Me gusta estudiar historia", dice Martin Scorsese, "y siempre me sorprende descubrir que todo se repite. Hay momentos de enorme prosperidad económica donde reina la euforia y parece que todos vamos a hacernos ricos, que la vida siempre será genial, pero de pronto todo se desmorona y nos damos cuenta de que unos pocos se han enriquecido a costa de muchos. Ocurrió durante la Época Dorada americana a finales del siglo XIX. Volvió a pasar en 1929 y de nuevo en 1987, momento en que transcurre la película. Hubo otra crisis con el cambio de siglo, cuando explotó la burbuja, y volvió a tambalearse en 2008. Y volverá a pasar pronto".

Jordan Belfort encaja con un tipo de personaje que siempre ha atraído a Martin Scorsese: hombres empujados por la ambición, que imponen sus condiciones y alcanzan el éxito, pero que están atrapados en un lodazal moral.

"La vida de Jordan no tiene nada de ejemplar, incluso puede tacharse de muy poco honrosa", explica el director. "Nunca tuvo la intención de hacer daño a nadie, pero se comportó como le había enseñado el mundo que le rodeaba. Estos personajes siempre me han atraído, tipos como Jake LaMotta o Tommy, el personaje de Joe Pesci en Uno de los nuestros. En general, intentamos apartarnos de ellos, no se nos parecen en nada. Pero si debo ser sincero, no creo que sean tan diferentes de nosotros. No sabemos si en otras circunstancias no habríamos cometido los mismos errores, escogido el mismo camino. Me interesa el lado de esos personajes que todos llevamos dentro y al que debemos enfrentarnos".

Martin Scorsese se dio cuenta de que el guión de Terence Winter contenía todo lo anterior. El guionista se hizo famoso con las series "Los Soprano", premiada por los Emmy, y "Boardwalk Empire", de la que Martin Scorsese es productor ejecutivo, acerca de la Prohibición. Antes de ser guionista, en los ochenta trabajó para la empresa Merrill Lynch, lo que le permitió mezclar sus conocimientos del mundo financiero con su tendencia a describir los atractivos y peligros de la vida fácil. Empezó a documentarse de la forma más directa entrevistándose en varias ocasiones con Jordan Belfort.

"Jordan fue muy comunicativo", recuerda el guionista. "El libro dice mucho, pero fue aún más sincero en persona. No escatimó detalles acerca de las orgías, las drogas, las relaciones, todo. Fue un libro abierto. También hablé con sus padres, su exmujer, los agentes del FBI que se ocuparon del caso, las personas que trabajaban con él e incluso con algunos a los que timó".

Terence Winter dibujó un retrato multidimensional de Jordan Belfort en su mente. "El genio de Jordan reside en que es extremadamente seductor; es divertido, inteligente y se quita importancia. Pasaba lo mismo con su gente. Tenían un gran encanto y era fácil olvidarse de que estaban robando a todo el mundo".

"Me interesaba saber qué nos empuja a decir: ‘Ahí voy yo, por la gracia de Dios’", sigue diciendo. "Jordan era un niño normal de Queens. Sus padres eran contables, solo deseaba tener éxito, como cualquier otro, pero cayó en una madriguera muy profunda. Era un vendedor nato y el sistema le corrompió. Es la historia de un chico amable que se convirtió en un monstruo del dinero".

El monstruo no tardó en hacerse insaciable, en querer tener todos los juguetes y probar todos los placeres de este mundo. "No se trata solo del auge y la caída de un tipo de Wall Street que robó dinero, sino de un hombre que llevó una vida plagada de locuras debido a su obsesión con el sexo y las drogas. Era adicto a casi todo lo que pueda crear una dependencia", explica el guionista. "Quería más, más, más. Más drogas. Más mujeres. El yate más grande. Casas por todas partes. No podía controlarse. Quizá lo mejor fue esforzarme en crear esta alocada montaña rusa".

En opinión de Terence Winter, la historia llega en el momento oportuno, después de una crisis financiera mundial durante la que salieron a la luz numerosos casos de corrupción y que cambió la idea que nos hacíamos de Wall Street. "Estamos en 2013. Han transcurrido cinco años desde el colapso de la economía, pero gran parte de los responsables siguen ocupando puestos de importancia", comenta el guionista. "Solo me queda preguntarme si hemos aprendido algo".

Leonardo DiCaprio se entusiasmó con el guión de Terence Winter. "El guión de Terry condensa todos los momentos más alocados de Jordan, pero en un estilo adaptado al cine de Martin Scorsese", explica. "Además, contiene algunos de los mejores diálogos de mi carrera como actor. Tuvimos mucha suerte de que se encargara de la adaptación porque supo matizar los personajes y, al mismo tiempo, añadir toques muy atrevidos. No creo que nadie hubiera sabido hacerlo tan bien como él".


Llegar hasta el final
Después de las primeras conversaciones con Leonardo DiCaprio, Martin Scorsese aceptó dirigir EL LOBO DE WALL STREET con una condición: llevar abiertamente a la gran pantalla la excesiva decadencia descrita en el guión de Terence Winter y en el libro de Jordan Belfort.

"Quería libertad total con los actores y el equipo para hacer lo que quisiera", recuerda el realizador. "Desde un principio, todos decidimos que llegaríamos hasta el final. Esta historia gira en torno a lo profano, no a lo sagrado; a lo obsceno, no a la decencia. La obscenidad y la profanidad no se esconden, son parte de una cultura. Creo que acaba siendo un estilo de vida, ‘el estilo de los ricos y famosos’, como decía un programa de televisión, que sirve para evitarse a sí mismo, por miedo a estar solo consigo mismo".

Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio habían trabajado juntos en cuatro ocasiones, Shutter Island, Infiltrados, El aviador y Gangs of New York, y el director se sentía motivado para llegar más lejos con el actor.

"He tenido la suerte durante estos pasados 14 años de coincidir con Leo y de sentirnos atraídos por los mismos personajes e historias", dice Martin Scorsese. "Nuestra relación se basa en la confianza mutua, por lo que nos atrevemos a correr riesgos; siempre le pido más como actor y espero que me pida más como director. Tiene 30 años menos que yo, y reconozco que estos últimos años me ha ‘reiniciado’, me ha aportado una nueva energía e inspiración".

La productora Emma Tillinger Koskoff ha sido testigo de cómo ha evolucionado la colaboración entre el actor y el director. "La transformación y madurez de Leo en esta película es asombrosa", dice. "Arriesga mucho en la interpretación y vuelve a demostrar que es, sin duda alguna, el mejor actor de su generación".

El resto de los miembros del reparto estelar, con muchos de los cuales Martin Scorsese no había trabajado antes, también atrajo al director: "Nadie excepto Jonah Hill podía encarnar a Donnie. Cristin Milioti, que interpreta a Teresa, la primera esposa de Jordan, solo aparece en unas cuantas escenas, pero está magnífica. Kyle Chandler es el agente del FBI que se reúne con Jordan en su yate en una increíble escena. Y Margot Robbie, como Naomi, comunica fuerza, dureza, pero también es muy divertida".

Emma Tillinger Koskoff recuerda que Jonah Hill se ganó a Martin Scorsese desde el primer momento: "Cuando Jonah hizo la prueba para el papel de Donnie, Marty se quedó estupefacto. Yo le había visto en Moneyball: Rompiendo las reglas, y sabía que su potencial como actor cómico era enorme. Pero incluso así, su talento no dejó de sorprendernos".

"Siempre he sido un admirador de Rob Reiner como actor y cineasta", dice Martin Scorsese, "y por fin he tenido la ocasión de trabajar con él porque hace el papel del padre de Jordan. También me interesó mucho trabajar por primera vez con Matthew McConaughey. Le había visto en Mud, de Jeff Nichols, y me había gustado su interpretación. De hecho, no le reconocí porque parecía ser parte del mundo que describía la película. Cuando hablamos del papel, mencionó su acento. Pero ¿por qué no puede alguien hablar con acento sureño en Wall Street? Durante la escena de la comida, Leo y él están geniales. Matthew tiene una forma de hablar que aporta algo a la historia. En cierto modo, nos abrió una puerta y nos ayudó a derribar los límites de lo que nos parecía absurdo. Todo es absurdo".

"Jon Favreau es un actor maravilloso y un gran director. Era perfecto para el papel, sobre todo en las escenas con Rob Reiner y Leo DiCaprio en la granja de caballos", sigue diciendo. "Y para Saurel, el banquero suizo, el humor de Jean Dujardin trasciende la barrera del idioma. Es muy divertido y un estupendo actor".


Entre lobos: Los personajes
Jordan Belfort: Abandonó sus estudios de dentista y se hizo multimillonario al poco de cumplir 30 años sacando acciones al mercado y dirigiendo la mayor empresa de "pump and dump" de Nueva York, además de desarrollar un apetito desenfrenado por las mujeres, las drogas y el lujo.

"Jordan es un personaje complejo; dan ganas de quererle, pero lo que hace es insoportable", explica el productor Joey McFarland. "El carisma de Leo DiCaprio le permite canalizar a Jordan y añadir un toque fanfarrón que le hace único. Jordan tiene cualidades de líder, pero por desgracia usa su inteligencia y su espíritu emprendedor para manipular a la gente. Su arrogancia y estilo de vida acabarán por ser su perdición. Vive como una estrella de rock, pero nunca tiene bastante, y por eso se pierde".

Leonardo DiCaprio quiso interpretar a Jordan Belfort desde el primer momento en que descubrió al personaje en el guión de EL LOBO DE WALL STREET, pero también era consciente de que debería tirarse por el barranco. "En una película como esta, siempre queda la duda de si el público simpatizará con un personaje que hace auténticas barbaridades, aunque también creo que depende mucho de la sinceridad con que se interpreta. Eso mismo me dijo Marty muy al principio: ‘Mira, la experiencia me ha enseñado que si eres sincero con el personaje y lo que representa, si no le traicionas, el espectador te seguirá adonde sea’. Es algo que se me quedó grabado".

"Decidimos ir a por todas, no encubriríamos nada, no intentaríamos hacer que los personajes cayeran bien. Los retrataríamos tal como eran y, de paso, mostraríamos lo bien que se lo pasaron durante los pocos años en que no había reglas. Podían jugar con el dinero del país. Es apasionante verlos desintegrarse, verlos sucumbir al deseo y a la codicia".

El actor se documentó a conciencia antes del rodaje, aunque durante el periodo de ensayos reinó el espíritu de improvisación. "Teníamos puntos de referencia para saber hacia dónde queríamos llevar la escena, pero no había nada muy definido", explica. "Era un poco como una compañía de teatro tanteando. Pasábamos horas improvisando una escena que solo ocupaba una página del guión. El reparto era genial, podía ocurrir cualquier cosa, y así fue".

En numerosas escenas, Leonardo DiCaprio ahondó más allá de los límites habituales del comportamiento humano: "Todo ocurre el mismo día: Jordan se da cuenta de que el FBI ha colocado micros en su casa, Donnie pierde una transacción importante y, finalmente, los dos deciden tomarse unas metacualonas muy fuertes. Se pasan completamente porque no se dan cuenta de que son de efecto retardado. Marty creó una secuencia totalmente loca, hilarante, intensa y a veces aterradora en la que Jonah y yo estamos totalmente anulados. Recuerdo que Jonah me miró y dijo: ‘Nunca había hecho algo tan loco en todos los días de mi vida’. Reconozco que pensé lo mismo. Fue un acontecimiento demente y surrealista en la vida de dos irresponsables".

El actor se sumió en el éxtasis autodestructivo de Jordan, pero también le fascinaron los discursos que daba a sus empleados. "Me interesaban mucho los discursos porque casi se convertían en un concierto de U2", recuerda. "Cobraban vida. Tenía una plantilla de corredores de bolsa deseosos de hacerse ricos como fuera y les animaba para la batalla. Debía sentir lo mismo que una estrella de rock al salir al escenario y animar al público. Pero él, los animaba a ser lo más codiciosos posible y a aprovecharse de los demás. Fueron escenas memorables para mí; las preparamos con todo lujo de detalles, y una vez que subía al podio, algo se apoderaba de mí y funcionaba solo".

Donnie Azoff: Conocido por sus locas ocurrencias, como casarse con su prima hermana y transportar drogas de forma habitual en el ano, Donnie se convierte en el leal socio de Jordan.

El socio de Jordan en el negocio, su compañero de fraudes y juergas es Donnie Azoff, que pasa de aparentar ser un vecino simplón, a cofundar la casi legal agencia de bolsa y a ser el perfecto mal ejemplo gracias a su desprecio por las reglas. Nominado a un Oscar por su papel en Moneyball: Rompiendo las reglas, Jonah Hill se entregó al papel y a su vertiente cómica.
"Jonah aporta un humor totalmente inesperado", dice el productor Joey McFarland. "Es un gran actor, pero también es tronchante. La forma en que interpreta a Donnie da un toque de luz a la película. Hay una química increíble entre Marty y él".

Hablando del trabajo de Jonah Hill en la película, Leonardo DiCaprio dice: "Durante todo el rodaje adoptó la actitud del copiloto. Siempre estaba dispuesto a apoyarnos, a Marty y a mí, para que pudiéramos sacar a la luz la esencia de los personajes, y del suyo en particular. Nos aportaba energía, encendía cada escena en la que estaba. Su personaje es hilarante desde el momento en que aparece hasta el amargo final".

Naomi: Una preciosa modelo que se convierte en la segunda mujer de Jordan. Este la llama "duquesa de Bay Ridge" y la rodea de lujos inimaginables hasta que su matrimonio fracasa.

La estrella australiana Margot Robbie, de 22 años, interpreta a la bella segunda mujer de Jordan, Naomi, que no tarda en cansarse de las travesuras de su marido. La actriz se adaptó perfectamente a la vida de una princesa de Queens. "Interpretar a una chica de Queens siendo australiana significa entender los manierismos, los gestos y la cultura del barrio", dice Leonardo DiCaprio. "No es tan fácil como parece. Pero Margot trabajó duro para crear el personaje y es totalmente creíble".

La actriz añade que entiende por qué Naomi se enamora de Jordan: "Conocí a Jordan antes de que empezáramos a rodar y es tremendamente simpático, a pesar de haber hecho cosas terribles. Da la impresión de ser alguien a quien le gustan los extremos, sea en el trabajo, ganando dinero o tomando drogas. Siempre va diez pasos por delante de todo el mundo y puede llegar a ser emocionante".

En cuanto a por qué una mujer se queda con un marido que la engaña, adicto a las drogas e intrigante, por muy rico que sea, dice: "Pienso que Naomi solo tiene 22 años cuando se conocen y se deja atrapar por el torbellino que rodea a Jordan. Se lo pasa bien con él, pero todo se descontrola muy rápido. Tienen hijos, y de pronto él se convierte en un adicto al sexo, a las drogas, y ella se da cuenta de que no es la vida que quería".

Interpretar a Naomi significa sumirse en las alocadas fiestas en las que participaban cuando se conocieron. "Hay muchas escenas que son una pasada, pero todo el mundo estaba decidido a que fuera la mejor película posible y siempre querían ir más lejos, dar más. El ambiente era genial", dice.

Disfrutó mucho trabajando con Leonardo DiCaprio. "Leo se entrega totalmente", comenta. "Daba igual qué dirección tomara yo, siempre estaba a mi lado. Creo que me atreví a arriesgarme porque me apoyaba".

Mark Hanna: El mentor de Jordan en una agencia de bolsa que le enseña la primera regla del juego: "Saca el dinero del bolsillo del cliente y mételo en el tuyo".

Matthew McConaughey aceptó el papel de Hanna e imprimió su sello al personaje. El actor, que ha sido muy aclamado este año por su trabajo en Mud y en Dallas Buyers Club, sabía en qué dirección debía ir el personaje.

"Matthew llegó con una idea muy específica de Hanna", recuerda Leonardo DiCaprio. "Mark estaba muy bien descrito en el guión, pero Matthew se lanzó a un monólogo increíblemente rico, colorido y loco, que realmente sirve para introducir el mundo de Wall Street de entonces. Consiguió sintetizar toda la demencia en ese momento. Se apoyó en los puntos de referencia del guión, pero el color y el sabor son totalmente suyos".

También es el autor del cántico que se convirtió en el himno de Stratton Oakmont. "Empezó a golpearse el pecho como si fuera un tambor", dice Leonardo DiCaprio. "Miré a Marty como para decirle: ‘¿Tú ves lo que estoy viendo?’ Lo repito más tarde cuando arengo a mis tropas para que vuelvan a la batalla. Matthew, a pesar de estar poco tiempo en el rodaje, tuvo mucha influencia en la atmósfera y el tono de la película".

Patrick Denham: El honrado agente del FBI encargado de la vigilancia del increíble imperio que ha construido Jordan y que lo derribará por blanqueo de dinero.

El agente del FBI que sigue la pista del fanfarrón Jordan está encarnado por Kyle Chandler, al que hemos visto recientemente en La noche más oscura, Argo y The Spectacular Now.

"Mi personaje solo tiene un objetivo, y es atrapar a Jordan Belfort", dice el actor. "Denham disfruta intentando coger a Jordan porque su descaro le molesta".

Al igual que el resto del reparto, Kyle Chandler aportó algo suyo al personaje. Reconoce que para crearlo, pensó en lo que valía Denham comparado al depravado corredor de bolsa: "Es un hombre muy testarudo, un caballero convencido de que las reglas deben respetarse, y si no se hace, se acaba perdiendo. Durante la película, en medio de todo el caos, la decadencia, las preciosas mujeres, el dinero, los timos, los desfalcos y el humor, soy el hombre firme y leal. Pero no es un tipo que sobresale, tiene el coche lleno de tazas de café vacías, lleva una chaqueta barata y una corbata con una mancha de mostaza. Me ha gustado dar vida a un personaje inteligente, aunque un poco descuidado".

Un momento memorable para el actor fue la escena en que se enfrenta a Jordan en el yate de este. "Es una de las escenas más importantes de la película", explica Leonardo DiCaprio. "Mi personaje sigue pensando que no habrá consecuencias, que las reglas están hechas para saltárselas, y tiene la osadía de intentar sobornar a un agente del FBI, siguiendo su costumbre. Pero Denham le ha tendido una trampa en la que cae de cabeza. Improvisamos toda la escena".

Max Belfort: El padre de Jordan, conocido por su mal genio, que se convierte en el director de finanzas de Stratton Oakmont y que intenta impedir que su hijo use descaradamente las tarjetas de la empresa para pagar lo que sea, desde enanos a prostitutas.

Rob Reiner, el actor y realizador nominado por la Academia de Hollywood, que lleva una década sin actuar en un largometraje, interpreta a Max Belfort. El guión le atrajo inmediatamente. "Describe lo que el dinero puede llegar a hacer a la gente", dice. "En un momento en que acabamos de pasar por un periodo de excesos que nos ha llevado a un colapso económico, me parece sumamente interesante mostrar lo que algunas personas son capaces de hacer cuando no se las controla".

También estaba la oportunidad de trabajar con Martin Scorsese. "A Marty se le dan muy bien los personajes imperfectos", comenta. "Jordan es otro de estos hombres poco comunes que acaba cayendo porque es humano. Marty crea un ambiente fantástico en el plató. Le gusta que se improvise siempre que sea posible, y no hay nada mejor para un actor".

Rob Reiner estudió el personaje para entender qué siente un padre viendo a su hijo dedicarse abiertamente al desfalco. "No tuvo la intención de criar a un delincuente, pero su hijo acabó siéndolo", explica. "Se ama a los hijos hagan lo que hagan, y Max quiere a Jordan, aunque este se haya desviado del buen camino. También creo que Max se enorgullece del enorme éxito de Jordan. Posiblemente no le guste que Jordan engañe a su mujer y vaya con prostitutas, ni que gaste tanto dinero, pero en el fondo sigue estando orgulloso de él".

Jean-Jacques Saurel: El elegante banquero suizo que blanquea millones para los ejecutivos de Stratton Oakmont en su banco de Ginebra.

Cuando se unió al proyecto, Martin Scorsese pensó en Jean Dujardin, el oscarizado actor de The Artist y muy conocido en el cine francés. Se alegró de que el actor aceptara encarnar un papel pequeño, pero vital.

Leonardo DiCaprio estaba encantado de tener al actor francés a bordo. "Es otro de los actores, entre muchos, que aportó una tremenda energía a la película", reconoce. "Nos quedamos atónitos al descubrir que era capaz de improvisar en inglés. Reaccionaba inmediatamente a cualquier comentario que le hacía Marty. Fue asombroso trabajar con él. Nació para hacer cine".


Disfrutando del lujo: El diseño de producción
El diseño de EL LOBO DE WALL STREET es tan colorido, excesivo e insolente como sus personajes. Es la segunda película en la que Martin Scorsese se inclina por el digital, y aquí sirve para subrayar el contraste entre la realidad y un efímero y estrafalario mundo basado en la fantasía.

Para crear el estilo de la película, el realizador recurrió al director de fotografía Rodrigo Prieto, que no hace mucho rodó Argo y es conocido por su trabajo con Alejandro González Iñárritu. "Rodrigo es un director de fotografía genial y ha sido una gran experiencia trabajar con él", dice Martin Scorsese. "Es muy libre con la imagen, pero a la vez tiene un toque poético. Ha sido capaz de incluir personajes en los encuadres aunque pareciera una tarea imposible".

El director pidió al galardonado Bob Shaw ("Los Soprano", "Boardwalk Empire") que se ocupara del diseño de producción. Bob Shaw se encargó de crear el mundo en que se movería un nuevo rico procedente de la clase media de Queens si pudiera acceder a una vida de lujo sin límite en los años noventa.

"Jordan Belfort era de las pocas personas que no solo tenía acceso a la fábrica de chocolate, podía comprar la fábrica de chocolate. Y no se cortó en absoluto en cuanto la hizo suya", dice Bob Shaw. "El diseño tenía que ser algo fuera de lo común".

De hecho, fue una época en la que Estados Unidos parecía ser más grande y más opulento a todos los niveles del diseño. "Fue un periodo de gran prosperidad y se podían comprar cosas que antes no estaban disponibles; empezaron a aparecer seudomansiones que apenas dejaban sitio para el césped", explica el diseñador. "El tamaño medio de las casas se duplicó en muy poco tiempo, nada parecía ser bastante grande. Jordan simboliza ese momento".

Bob Shaw recuerda que Martin Scorsese y él buscaron una casa enorme para el hogar escogido por Jordan para vivir con Naomi, su segunda esposa. "La casa que escogimos finalmente era aún más ostentosa que la que imaginábamos. En un momento dado, mientras buscábamos la salida, le dije a Marty: ‘Si nos hemos perdido en esta casa debe ser porque es la que buscamos’".

En cuanto a la decoración en el interior de la casa, el diseñador se centró en los toques que le habría dado Naomi. "Es una mujer del momento, sabe lo que está de moda. Al casarse, creo que Jordan empezó a tener el mismo gusto que ella. Su estética es muy al estilo Ralph Lauren, quiere dar la impresión de tener dinero desde hace generaciones, de pertenecer a una buena familia, y todo debe ser elegante, pero no parecer recién comprado".

En cuanto a Stratton Oakmont, el diseñador hizo pasar la empresa por varios cambios muy definidos, desde sus comienzos en un garaje, hasta llegar a la oficina soñada. "Empieza como una oficina precaria, dedicada a la venta de acciones muy baratas, antes de pasar a la típica oficina de los años ochenta cuando no se había abandonado aún la decoración con teca, colores pastel y cromo. Y por fin llega a lo que Jordan siempre había deseado: un lugar que refleja el privilegiado nivel que ha alcanzado, casi una sátira de las oficinas de L.F. Rothschild, donde empezó a trabajar", explica Bob Shaw.

El vestuario de los personajes también cambia a medida que avanza la historia. La oscarizada diseñadora Sandy Powell, que ha colaborado con el director en películas como Gangs of New York, El aviador, Infiltrados, Shutter Island y La invención de Hugo, cuenta que empezó leyendo el libro que escribió Jordan Belfort. "Conocía la historia a grandes rasgos, pero me quedé estupefacta", recuerda. "Luego, cuando leí el guión, me costó imaginar los excesos y que todo fuera tan absurdo".

Sabía desde el principio que el vestuario sería un auténtico reto. "No suelo aceptar este tipo de película", reconoce, "pero he trabajado con Marty en cinco ocasiones y sabía que, pasase lo que pasase, sería interesante. Fue algo totalmente diferente porque los personajes son muy exagerados. El problema residía en conseguir que los personajes expresasen su comportamiento excesivo a través de la ropa".

Habló mucho con Martin Scorsese: "Marty siempre tiene ideas muy claras acerca de lo que quiere, y sabe mucho de ropa. Estudiamos cada personaje uno por uno. Luego, a medida que diseñaba el vestuario, le enseñaba los bocetos para saber su opinión".

A continuación dividió el vestuario en tres estilos: "Empezamos en los ochenta con enormes hombreras, peinados llamativos y ropa ancha. Ya en los noventa, la ropa se hace más estilizada, hay menos color, hasta llegar a finales de esa década, antes de la caída de Jordan, cuando priman los grises oscuros y los negros".

Sandy Powell explica que Jordan Belfort y sus compañeros no se preocupaban tanto por ir a la moda como por vestirse con lo más caro: "Los hombres intentaban copiar el estilo clásico de Savile Row en Londres, y la mayoría de los trajes eran muy conservadores. Me lo pasé mejor con las mujeres".

Disfrutó sobre todo con el vestuario de Margot Robbie para el papel de Naomi. "Dios mío, tiene el cuerpo ideal para cualquier tipo de ropa", explica la diseñadora. "Es muy joven, y desconocía totalmente la moda de los ochenta y de los noventa. Me decía: ‘No puede ser, ¿de verdad se vestían así entonces?’ Le contestaba que sí. Es más, lleva un par de cosas que recuperé de mi armario".

La diseñadora sigue diciendo: "Uno de mis trajes favoritos en esta película es el que lleva Margot cuando va vestida de Versace de pies a cabeza, con botas doradas y una chaqueta con trocitos dorados. En ese momento, la bauticé como ‘la superwoman de Versace’".

Otro colaborador habitual de Martin Scorsese, el supervisor de efectos visuales Rob Legato, cuyos conocimientos fueron necesarios en la escena en que Jordan aterriza en su jardín con un helicóptero o decide zarpar con su gigantesco yate durante una tormenta, dice que la película comunica una sensación diferente.

"Tiene una exuberancia explosiva, es una pasada. La narración no es tradicional, y los efectos visuales debían adaptarse al tono que Marty impuso", explica. "Los movimientos de cámara son muy rápidos, y los efectos visuales, por ejemplo el accidente de coche, debe ser un poco acelerado, un poco extraño. Creo que la realización refleja la arrogancia de Jordan, su convencimiento de que podía hacer lo que quisiera y que nadie le pillaría nunca".

Una vez acabado el rodaje, Martin Scorsese se encerró en la sala de montaje una vez más con la montadora Thelma Schoonmaker, ganadora de tres Oscar, y con la que lleva 40 años trabajando. El compositor Howard Shore se ocupó de la partitura original, y los supervisores musicales Robbie Robertson y Randall Poster, de la banda sonora, que incluye desde música de Prokofiev, hasta temas de Muddy Waters y de los Ramones.

Cuando vio la película, el actor y productor Leonardo DiCaprio estaba tan entusiasmado como cuando descubrió el auge y caída de Jordan Belfort. "Creo que el público actual es insensible a muchas de las cosas que ve en la gran pantalla, pero lo que Marty ha conseguido con los actores y la historia es tan intenso que dejará indiferente a poca gente", acaba diciendo.


El vocabulario del lobo
Blue chip: Acciones de empresas seguras, saneadas, conocidas por su rentabilidad tanto en buenos como en malos momentos. Stratton Oakmont empieza vendiendo este tipo de acciones para abrirse camino hacia los inversores más importantes.

IPO: Literalmente "Oferta pública inicial". En otras palabras, los primeros valores que salen a la venta procedentes de una compañía joven con necesidad de expansión, y la perfecta oportunidad para engañar a los inversores acerca de las finanzas y potencial de la empresa.

Lemmon: La forma más potente de metacualona, un narcótico muy de moda en los ochenta conocido por su efecto relajante, afrodisíaco e hipnótico. Tomado en exceso, podía causar delirios y convulsiones. Fabricado por Lemmon Pharmaceuticals (de ahí su nombre entre los entendidos), la compañía dejó de comercializarlo en los ochenta y el suministro acabó por agotarse.

Blanqueo de dinero: El proceso por el que grandes sumas de dinero procedentes de actividades ilegales se convierten en dinero legal.

Penny stocks: Acciones especulativas, baratas, de elevado riesgo, muy poco reguladas. Uno de los primeros objetivos de la estrategia "pump and dump".

Pump and dump: Una forma muy común de estafa financiera en la que una agencia eleva el precio de unas acciones mediante un gran bombo publicitario hasta que la demanda sube y a continuación se deshace de golpe de todas sus acciones haciendo caer el precio en picado. Una especialidad de Jordan Belfort.

Pink sheets: Literalmente las "hojas rosas", en las que se publicaban a diario los precios de las acciones especulativas legales. La expresión también puede hacer referencia a una prostituta.

Rathole: La traducción literal es "ratonera", pero aquí se refiere al hombre de paja que usan los inversores dudosos, a quien se prohíbe realizar transacciones legales.

Cuenta bancaria suiza: Conocidos por su seriedad, los bancos suizos han sido un buen lugar para esconder dinero conseguido de forma dudosa. Recientemente, algunos bancos han sido el blanco de escándalos financieros.