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  Eskalofrío  (Shiver)
  Dirigida por Isidro Ortiz
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Sección Oficial Panorama, Festival de Berlín 2008.

En palabras del director, "Eskalofrío es un thriller de terror donde los monstruos son los héroes y donde hay que huir de la luz para refugiarse en las sombras. Un cuento al revés".


Notas de dirección
Siempre me han gustado los cuentos de miedo, como aquellos que me contaban a oscuras mis hermanos mayores cuando querían asustarme.

Contados siempre como hechos reales, eran una mezcla fascinante de leyenda urbana y crónica negra.

La habilidad del narrador para administrar los tiempos y marcar los giros era fundamental para ir incrementando la tensión hasta el clímax final, que en realidad para mi no era tal, ya que la historia siempre quedaba abierta dando vueltas en mi mente en busca de posibles finales alternativos o encontrando cabos sueltos que añadían nuevos misterios.

Quería que la historia de la película tuviera dos tipos de monstruos, aquellos que lo son solo por ser “diferentes” y por no adaptarse a lo que la sociedad define como “normal” y los monstruos reales, los que esconden su parte oscura mientras por fuera son un ejemplo social.

Y por último pretendía indagar sobre los mecanismos del miedo, ese estado en que el cuerpo comienza a generar adrenalina, el corazón se acelera y empezamos a sudar. El que la amenaza sea real o no importa poco, la imaginación de lo que nos puede suceder nos paraliza y anula las facultades de decisión y raciocinio.

Esto es lo que he intentado con ESKALOFRÍO, crear una historia de terror donde los monstruos son los héroes y donde hay que huir de la luz para refugiarse en la oscuridad. Un cuento al revés.

Empezamos a trabajar sobre una idea original de Antonio Trashorras y David Muñoz (El Espinazo del Diablo) llamada "SANGRE" donde un joven con alergia a la luz solar cree ser vampiro y acaba conociendo a vampiros auténticos (tipo los jóvenes ocultos).

Construimos un thriller gótico de acción que solo un presupuesto americano podría soportar por lo que nos quedamos solo con el chaval protagonista, que era un personaje que cada vez nos gustaba más, y decidimos olvidarnos de los vampiros de Hollywood.

Hernán Migoya (¡Soy un Pelele!) aceptó el reto de rodear a Santi de monstruos de carne y hueso. El creó “Alba” donde aparecía por primera vez la niña salvaje y el pueblo sin luz.

Alejandro Hernández (Malas temporadas) le dio el espíritu aventurero y creó la pandilla.

José Gamo lo acabó de estructurar y dio los retoques finales.


Notas de producción
"Existen pueblos ocultos en desfiladeros perdidos con muy pocas horas de luz"…se afirmaba en el guión con rotundidad, pero a la hora de encontrarlo no fue tan sencillo.

Localizamos pueblos de montaña perdidos entre desfiladeros y caminos intransitables desde Galicia hasta Aragón, lugares donde la luz raramente aparece y la humedad se te mete en los huesos.

Sin cobertura para el móvil y con muy poca infraestructura hotelera, es la pesadilla de cualquier productor.

Mas de la mitad del rodaje en exteriores, de noche y en un bosque perdido con niños y animales ¿Queríamos más? Pues lo teníamos: Especialistas, tirolinas, grúas para los efectos especiales, lluvia y barro hasta las rodillas para facilitarnos los desplazamientos…

Rodamos los paisajes en Somiedo y San Juan de Beleño en Ponga (Asturias) en lo más profundo de los Picos de Europa.

La casa y los bosques los encontramos en el valle del Baztán (Navarra).

La casa del siglo XVIII se encontraba aislada en el interior del señorío de Bertiz, rodeada de un inmenso bosque. El interior era muy pequeño por lo que tuvimos que reconstruir otro interior en Errazu, en la posada comunal, construida en el XIX por los propios vecinos.

Y para terminar, una frenética semana de rodaje en la Barcelona más contemporánea, rodeados de cemento, vidrio, acero, centros comerciales y autopistas.

En fin que el making off de la película es una larga "road-movie".

Estaba claro que la elección del actor que encarnara el papel de nuestro protagonista Santi, seria la pieza central del casting. Necesitábamos un joven de edad muy concreta, esa en la que se sienten las necesidades de un adulto pero que no se han dejado todavía atrás los temores de la adolescencia. Cuando hicimos la primera prueba a Junio Valverde supimos que era él. Ha trabajado en cine desde muy pequeño (Guillermo del Toro lo descubrió para "el espinazo del Diablo"), ya ha sido protagonista (Vida y Color) y creo que le ha llegado el momento de consolidarse como una estrella. Es muy atractivo y tiene una gran intuición interpretativa.

Para Ángela buscábamos una actriz que pudiera mezclar la inocencia con la determinación del personaje y nuestro director de casting, Pep Armengol, nos presento a una completa desconocida: Blanca Suárez y creo que es el descubrimiento de la película. Tiene una presencia en cámara brutal y su inexperiencia queda oculta por su instinto y determinación.

Jimy Barnatan era el único actor que teníamos claro durante la escritura del guión y pretendíamos darle una vuelta al personaje que suele interpretar, "El-colega-gracioso-que-va-de-listo pero-en-el-fondo-es-muy-buen-tío", pues en nuestra película lo queríamos igual pero bocazas y cobarde.

Julia, la madre de Santi, debía poseer un aire muy urbano y cosmopolita para marcar más el contraste, la sensación de encontrarse en un mundo ajeno y desconocido. Mar Sodupe (Atomik Circus, Ausentes) ha desarrollado casi toda su carrera en Francia y combina con acierto su imagen mundana con el peso dramático de una madre que lucha por su hijo.

Mención aparte merece Francesc Orella por su creación del personaje, pero esto no me sorprende ya que no esperaba menos de este gran actor.

Para crear la sensación onírica y de cuento, la película necesitaba una dirección artística que pudiera dotar a las localizaciones y a los personajes de una iconografía propia que huya de los tópicos, Pilar Revuelta (Oscar por El laberinto del Fauno) superó mis expectativas creando un mundo rural inquietante y ecléctico con muchos matices, pero huyendo del patetismo.

La luz y la oscuridad son elementos centrales en esta historia y los retos que se nos plantearon (rodar de noche en un bosque solo con linternas o la luz que vence cada día a la oscuridad…) añadían dificultades a la búsqueda de una plástica fotográfica coherente.

Contamos con José Maria Civit (Ausentes, Guerreros, Asfalto) para la dirección de fotografía, por ser un investigador infatigable de los secretos de la luz y del color, mezclando los conocimientos tradicionales con las últimas herramientas digitales y así crear una textura de imagen con una piel propia y personal.

Para envolver todo lo anterior necesitábamos una música que primero nos transportara al mundo interior de Santi, para luego arrastrarnos con él en su viaje a los infiernos. Fernando Velázquez (El Orfanato) demostró ser el más indicado para hipnotizarnos con unas hermosísimas melodías que se transforman en terroríficos ambientes, angustiosas notas sostenidas que realzan la narración sin ser efectistas y con una profundidad sonora apabullante.