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  Hula girls  (Hula gâru)
  Dirigida por Lee Sang-il
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Japón, 1965. El país está cambiando el carbón por el petróleo como fuente de energía. Una por una, las anticuadas explotaciones mineras van cerrando al ritmo del imparable progreso. Pero en Iwaki, un pequeño pueblo situado en el norte del país, la empresa minera local presenta un sorprendente proyecto para salvarse de la crisis: ¡construir el primer complejo turístico hawaiano de Japón! ¿Y qué sería de un parque temático hawaiano sin su grupo de bailarinas de hula? El único problema es que nadie sabe cómo bailar esta exótica danza o ¡ni tan siquiera la conocen! La joven Sanae (Eri Tokunaga) ve un anuncio en el que se solicitan bailarinas y anima a su amiga Kimiko (Yu Aoi) a apuntarse. Puede ser su única oportunidad para escapar de un futuro gris fijado por la tradición. En el frío pueblo de Iwaki, durante generaciones los hombres han trabajado como mineros y las mujeres han separado los minerales. Kimiko, Sanae y el resto de alumnas de la escuela de danza deben enfrentarse a la opinión mayoritaria de la población, que se opone radicalmente al parque temático. En su esfuerzo les apoyará su profesora de baile, Madoka Hirayama (Yasuko Matsuyuki), llegada expresamente desde Tokio para formarlas, que cambiará inesperadamente la vida de las chicas y el futuro del pueblo para siempre.

Basada en una historia real, Hula Girls es una entrañable comedia sobre las hijas de unos mineros del carbón que aprovechan una oportunidad excepcional para escapar de un destino gris marcado de antemano por una rígida e implacable tradición, y acaban convirtiéndose en las heroínas involuntarias de su pueblo en crisis y de todo Japón.


Argumento
Iwaki, 1965, una ciudad minera en la prefectura de Fukushima, al noreste del Japón. Sanae (Eri Tokunaga) ve un anuncio en el que se buscan bailarinas de hula e insta a Kimiko (Yu Aoi) para que la acompañe, insistiendo en que es su única oportunidad para escapar de su destino en la ciudad. Durante generaciones los hombres han trabajado como mineros y las mujeres han separado los minerales. Sin embargo, con el petróleo suplantando gradualmente al carbón como principal fuente de energía, las minas están cerrando una tras otra. Afrontando la crisis económica, los responsables de la compañía minera y los líderes locales han tenido la insólita idea de construir un complejo turístico hawaiano, el Parque Hawaiano Joban.

Chiyo (Sumiko Fuji), la madre de Kimiko, así como su hermano mayor Yojiro (Etsushi Toyokawa) trabajan en la mina; su padre murió hace años en un derrumbamiento. Chiyo se opone drásticamente al cierre, aduciendo que "nuestra mina ha permanecido durante 100 años e incluso el Emperador ha visitado esta montaña". Pero Kimiko y Sanae acuden a la convocatoria de bailarinas de hula. Otras chicas desisten rápidamente, quejándose de que "no puedo mover el trasero así" o "se me ve todo el ombligo". Sólo quedan Kimiko, Sanae y Hatsuko (Shoko Ikezu) -secretaria y madre-, antes de que una chica de gran estatura, Sayuri (la humorista Shizuyo Yamazaki), sea inscrita por su padre.

Para entrenar a las chicas, el jefe de departamento del Parque Hawaiano, Yoshimoto (Ittoku Kishibe) invita a Madoka Hirayama (Yasuko Matsuyuki), una bailarina profesional de Tokio que aprendió hula en Hawai. Condescendiente en un principio con la gente del pueblo y sin interés en enseñar a unas muchachas sin experiencia alguna, pronto el entusiasmo de Kimiko y las chicas conquistan a Madoka y hacen revivir en la profesora la ilusión y pasión por su trabajo. Ella les enseñará que no importa que vengan tiempos difíciles, nunca deben perder su sonrisa.

Con su madre completamente en contra de que baile, Kimiko se va de casa y empieza a quedarse en las instalaciones donde entrenan. Pronto más chicas se unen al equipo al ver que sus padres son despedidos de la mina. Es en ese momento cuando el padre de Sanae (Katsumi Takahashi), al quedarse sin trabajo, decide trasladarse a una mina de Yubari. Al no tener madre, Sanae debe mudarse con su familia para cuidar de sus hermanos pequeños. "Si lo dejas, yo también", dice Kimiko, pero Sanae la detiene, animándola a seguir para convertirse en una gran bailarina. "Vas a ser una estrella, y yo voy a presumir con todo el mundo de que te conozco desde que éramos pequeñas". A la mañana siguiente Sanae, entre lágrimas, le da las gracias a Madoka: "Ésta ha sido la mejor época de mi vida"; y se va.

La gira promocional empieza; las chicas bailan torpemente en un pequeño banquete y Kimiko se enzarza en una pelea con un borracho del público que las interrumpe. De camino de vuelta, en el autocar, las chicas critican los fallos de una y otra, por lo que Madoka interrumpe: "Si no lo hacéis bien, al menos, ¿podríais ayudaros o animaros las unas a las otras, no? Si no os da vergüenza, ¡abandonad! ¡Me abochorna incluso mirar!".

Antes de su última actuación durante la gira, les llega el mensaje de que uno de los padres de las chicas ha tenido un accidente. Madoka se afana en organizar a todo el grupo para volver a casa, pero la hija del accidentado insiste, "¡Déjenos bailar!".

Considerada responsable de haber continuado con la gira pese al accidente, piden a Madoka que regrese a Tokio. Kimiko y las chicas corren hacia la estación pero Madoka se esconde de sus miradas en el asiento. En el andén de enfrente, las chicas empiezan una danza hula que significa "te quiero de todo corazón." Madoka, entendiendo su significado, derrama una lágrima.

El hermano de Kimiko, Yojiro, continúa trabajando orgulloso como minero, pero anima discretamente a Kimiko y Madoka en su entusiasmo por dedicarse a la danza hula. Mientras tanto Mitsuo (Hiroki Miyake), el mejor amigo de Yojiro, ha sido designado encargado de la botánica del Parque Hawaiano. Pero el frío amenaza las palmeras traídas de Taiwán para la gran inauguración. Mitsuo se dirige a los vecinos que se han opuesto a la apertura del Parque Hawaiano y les implora de rodillas que le presten sus estufas para mantener a los árboles en una temperatura cálida. Conmovida, la propia Chiyo, madre de Kimiko, aparece con una carretilla para ayudar a transportar las estufas. "No quiero destruir los sueños de estas niñas por unos árboles muertos", dice Chiyo. "Por favor, préstennos sus estufas." Yojiro también se une al esfuerzo. A pesar del frío del invierno, los vecinos prestan sus estufas, que son de queroseno en mayor número que de carbón, otra señal del inevitable paso del tiempo.

De esta manera, el Parque Hawaiano "por y para mineros" está integrado por las personas que trabajaban en la mina que ahora ejercen no solo de bailarinas de hula sino también de recepcionistas o botánicos. La banda de música, compuesta por antiguos mineros, ensaya hasta que prácticamente les sangran los dedos y las recepcionistas, finalmente, se empiezan a sentir como en casa con una sonrisa en la boca. Por fin, el Parque Hawaiano está listo para la inauguración. Resuena una música rítmica, el público toma asiento y, finalmente, las bailarinas de hula, resplandecientes con sus sonrisas, irrumpen en el escenario