BIG EYES está protagonizada por Amy Adams ("El hombre de acero", "The Master", "The Fighter") y Christoph Waltz ("Django desencadenado", "Agua para elefantes", "Malditos bastardos"). Danny Huston ("Hitchcock", "El jardinero fiel"), Krysten Ritter ("Veronica Mars", "27 vestidos"), Jason Schwartzman ("Al encuentro de Mr. Banks", "Extrañas coincidencias") y Terence Stamp ("Valkiria", "Wall Street") completan el reparto del film, cuyo estreno en España tendrá lugar el 25 de diciembre de la mano de eOne Films.
En 2003, la pareja de guionistas Scott Alexander y Larry Karaszewski descubrió una de esas historias en las que la realidad supera a la ficción, la de Margaret y Walter Keane, los pintores de mayor éxito de ventas de la década de 1960. Intrigados, empezaron a investigar una historia que tardaría diez años en rodarse al fin.
"Es un fabuloso pedazo de historia que nadie conoce", comenta Alexander. "Si no fuera cierta, no me la creería".
"Había muchas razones por las que queríamos hacer esta película", asegura Karaszewski. "Nos pareció que Margaret era un gran personaje femenino que personificaba el principio del movimiento feminista. Empieza con ella como un ama de casa de los años 50 que lo hace todo por su marido. A lo largo de la historia, aprende a valerse por sí misma". Alexander y Karaszewski tienen una trayectoria increíble en cuestión de biopics, al haber escrito guiones sobre el cómico Andy Kaufman ("Man on the Moon"), o el editor Larry Flynt ("El escándalo de Larry Flynt") y haber producido uno sobre el actor Bob Crane ("Desenfocado (Autofocus)"). "A Scott y a mí nos atraen mucho esta clase de biografías de personas que en un principio no crees que fueran importantes y que se vieron marginadas". Observa que "Ed Wood", su primera película con Tim Burton, "era sobre alguien que estaba considerado por la gente como el peor cineasta de todos los tiempos. Y hay quien opina que los Keane son los peores pintores de todos los tiempos. Nos pareció que, al hacer esta película, podíamos contar una historia personal realmente excelente, además de tratar temas como el mundo del arte y el movimiento feminista".
Los guionistas se quedaron cautivados con la historia de los Keane. "Walter inventó realmente el marketing de masas del arte", opina Karaszewski. "No lo aceptaban ni las galerías ni los críticos de arte, así que creó sus propias galerías, publicó sus propios tomos ilustrados. Descubrió cómo hacer los cuadros tan baratos que cualquier hombre corriente pudiera comprarlos y revolucionó por completo el mundo del arte. Sin duda, los que llegaron después, como Peter Max o Thomas Kinkade, copiaron bastante de su manual de estrategia, e incluso Andy Warhol reconoce haber tomado prestado un poco de la filosofía de Walter Keane. Pero lo asombroso es el secreto que se ocultaba detrás de todo: que los cuadros eran obra de su mujer y que la manipuló para que le permitiera firmarlos con su nombre y llevarse todo el reconocimiento. Nos quedamos completamente fascinados y nos pareció que era una gran historia americana que no se había contado".
Los guionistas pasaron semanas en bibliotecas, revisando gran cantidad de artículos de prensa de San Francisco en archivos de microfichas, intentando reconstruir la sensacional historia de los Keane. "No era nada fácil hacerse una idea clara", observa Alexander, así que decidieron reunirse con Margaret. "Necesitábamos ganarnos su confianza y demostrarle que éramos íntegros".
Keane aceptó reunirse con ellos, así que los guionistas volaron hasta San Francisco para entrevistarla. "Fue un almuerzo la mar de agradable", recuerda Alexander. "Le hicimos las preguntas que los artículos de los periódicos no respondía, que eran: ¿Cómo sucedió todo? ¿Cuándo fue la primera vez que Walter dijo ser el autor? ¿Qué te dijo? ¿Por qué aceptaste? Y, dado que eso siguió pasando año tras año tras año, ¿por qué seguiste dejando que lo hiciera? Psicológicamente, no tenía mucho sentido. Pero empezamos a comprender que procedía de una mentalidad de ama de casa de la década de 1950, en la que el hombre era el cabeza de familia y dictaba las normas y, para ser justos con Walter, prometió un montón de cosas que se hicieron realidad. Dijo que se harían famosos, ganarían mucho dinero y vivirían en una gran casa. Años después, Margaret sigue diciendo que, sin Walter, nadie habría descubierto el arte que ella hacía. Todavía le reconoce mucho mérito".
Margaret Keane aceptó vender a Alexander y Karaszewski los derechos de su vida, así como de su arte. "Nos llevó otro año más llegar a un acuerdo con el que Margaret se sintiera cómoda", comenta Alexander. "No queríamos hacer nada que pudiera hacer que se sintiera mal con la película. Tuvimos que ganarnos su confianza en todo momento".
En la actualidad, Margaret tiene 86 años y vive a una hora de San Francisco. Walter murió en el año 2000, varios años antes de que el guión empezara a tomar forma. Margaret observa: "Scott y Larry se mostraron muy entusiastas y querían hacer la película del mismo modo que yo, así que me sentí muy segura con ellos. Ya había recibido otras cuatro ofertas y las había rechazado todas, lo que me costó mucho, pero no podía fiarme de lo que podían hacer, así que no acepté".
"Lograron que cobrara vida", opina Margaret sobre el guión de Alexander y Karaszewski. "Le dieron su parte de humor y de tragedia. Es maravilloso. Me siento muy afortunada por contar con una película. Es todo un honor y en cierto modo una lección de humildad, porque no creo merecer todo esto. Yo solamente pinto y, de pronto, me encuentro con esto. Es como un sueño. Es surrealista".
Margaret y Tim Burton se conocían antes siquiera de que se estuviera preparando un guión. "Tim me encargó unos retratos y luego compró varios de mis cuadros. No podía evitar que me cayera bien. No puedo imaginarme a nadie mejor que Tim Burton para dirigir esta película".
Keane realiza un pequeño cameo en el filme en una escena rodada en el Palacio de las Artes de San Francisco. "Se suponía que era una ancianita sentada en un banco, disfrutando del día. Fue conmovedor. Tim se me acercó y me entregó una pequeña biblia y pensé: 'Qué amable es, sabe cuánto me gusta la biblia y me ha dado una para poder leer mientras estoy aquí sentada'. Fue un día que nunca olvidaré".
Mientras trabajaban en el guión de BIG EYES, el plan era que Alexander y Karaszewski también se encargaran de dirigirlo. En 2007, con un borrador en mano, se dispusieron a hacer la película. "Parecía tener un nubarrón negro flotando sobre ella", comenta Alexander. "Estuvo a punto de rodarse varias veces, pero siempre acababa viniéndose abajo", prosigue Karaszewski. "Aunque lo más inteligente que hicimos Scott y yo fue no venderlo nunca. Versión tras versión, siempre mantuvimos el control. Y, al final, acabó saliendo bien".
Al haber trabajado con Alexander y Karaszewski en "Ed Wood" y ser aficionado a la obra de Margaret, Tim Burton se incorporó pronto al proyecto como productor. "A Tim le encantan los cuadros de Margaret", afirma Alexander. "Se identificaba con la idea del arte marginal y por qué el arte ha de verse legitimado por la opinión de la crítica. Y de eso es realmente de lo que trata la película. La idea del arte marginal, del arte primitivista, es lo que hicimos con Tim en 'Ed Wood' y se identifica mucho con eso, así que siempre fue algo cercano a él".
El productor ejecutivo Derek Frey colabora desde hace muchos años con Burton y dirige la productora del cineasta. Frey dice que una de las razones por las que los americanos se sintieron tan identificados con el arte de Keane es que "llegó en un momento en que el arte estaba en la vanguardia de la sociedad y tal vez el arte de Keane sirviera como una forma agradable con la que el gran público se sintiera cómodo a la hora de introducirse en ese mundo. No hay tema más tierno ni accesible que un niño o una mascota". Tim Burton se crió en pleno auge de los Keane y conocía su obra. "Margaret era desde luego alguien con quien Tim estaba familiarizado desde hace mucho tiempo", apunta Frey, "y le interesaba tanto su arte que le encargó crear una serie de cuadros para él, mucho antes de que se hablara siquiera de este proyecto".
Además de ser el cineasta responsable de un gran número de películas espectaculares, Tim Burton también es conocido como artista visual. Su propia obra y el particular aspecto de su estilo característico se han visto influenciados por los cuadros de Margaret Keane. "Mucha gente ha establecido paralelismos entre el arte de ella y el de él", asegura Frey, que editó la completa y galardonada publicación "El arte de Tim Burton", y colaboró estrechamente con los conservadores de MOMA para crear la reciente exposición de Tim Burton que se llevó por todo el mundo. "Muchos de sus personajes tienen grandes ojos redondos y no es por mera coincidencia. Creo que es algo que le atrajo mientras crecía. Conectaba con personajes con un aspecto determinado y el arte de Keane era sin duda la primera vez que se veía algo así en la cultura de masas, así que creo que tuvo que causarle cierto impacto".
BIG EYES era un vehículo perfecto para Burton. "La gente tiende a asociar el mundo de Tim y su obra con temas más oscuros", aduce Frey, que señala que, antes de la exposición de arte, se le veía fundamentalmente como director, pero ahora también está reconocido como artista visual. "BIG EYES explora el lado oscuro y turbulento del mundo del arte, y creo que es algo que incluso hace unos pocos años podría no haber sido un tema apropiado para Tim. Pero creo que es un buen paso delante de madurez en su carrera. Tiene sentido. Se encontró con un reto, que afrontó encantado. Después de unos cuantos proyectos de gran presupuesto en los últimos años, creo que esto es algo que estaba deseando hacer, para volver a poner los pies en la tierra y volver a sus raíces y sus comienzos. No es una película de efectos especiales, sino más bien centrada en los personajes y la historia, y creo que es una oportunidad que agradeció. No ha hecho una película de esta escala o presupuesto desde 'La gran aventura de Pee-Wee' y le entusiasmaba poder abordar un proyecto así en este momento de su carrera. Resultó refrescante para él".
"Tim siempre pensó que el papel de Walter resultaría especialmente complicado", cuenta Frey, "porque no es un personaje muy agradable. Hacía falta alguien adecuado". Burton y Christoph Waltz, el actor recientemente galardonado con sendos Óscar por sus magistrales interpretaciones en los dos últimos filmes de Quentin Tarantino, se conocieron durante la temporada de premios de principios de 2013 y fue como el destino. "Tim le pasó el guión y, nada más leerlo, Christoph llamó y dijo: 'Me encanta, lo entiendo, lo haré, pero sólo si lo diriges tú'. Prácticamente en el acto, Tim respondió: 'De acuerdo'. Fue interesante lo rápido que cuajó todo de pronto después de tantos años intentando sacarlo adelante. Fue realmente a partir de esa conexión con Christoph cuando Tim sintió que todo cobraba forma y, una vez contamos con él, a los pocos días ya teníamos también a Amy. Parecía perfecto. Nunca había visto una película salir adelante tan rápido después de conseguir al primer actor. Tim estaba entusiasmado y no podríamos habernos ni imaginado contar con semejante pareja para interpretar a estas dos personas juntas en una película. Son perfectos para esos papeles".
Alexander y Karaszewski se mostraron de acuerdo en que Burton debía tomar las riendas. Karaszewski aporta: "Tim quería hacer una película más pequeña y personal, y además es un gran aficionado a la obra de Margaret. Así que se produjo una extraña situación en la que, después de venirse abajo varias veces, de pronto parecía que los astros se alineaban". Alexander asegura que fue una decisión sencilla. "A Tim le encantaba y era la única persona a quien se lo confiaríamos. Nos habíamos pasado diez años intentando dirigir la película pero, si había una persona con la que nos sintiéramos cómodos pasándole el testigo, que sabíamos que la iba a clavar, ese era Tim". Burton y Waltz se reunieron en febrero de 2013 y, cinco meses después, en julio, empezó a rodarse BIG EYES. Aunque cinco meses puedan parecer rápido, Alexander bromea: "Sí, después de diez años, ¡rapidísimo!".
La productora Lynette Howell aporta: "Me sentí fascinada por estos dos personajes y que pudiera haber existido esa relación y por cómo Margaret pudo dejar que el engaño continuara durante tanto tiempo. Pero entonces entendí la clase de mujer que era y la clase de hombre que era Walter, y la relación entre ellos fue lo que me llevó a contar la historia. Pero, en última instancia, se basó en un guión fantástico de Scott y Larry".
Howell, que sentía una gran pasión por este proyecto, colaboró estrechamente con los guionistas durante cinco años. "Pasó por muchos vaivenes y altibajos, como les pasa a muchas películas independientes", observa. "Y siempre es una sorpresa cuando de pronto un director como Tim Burton dice que le interesa dirigir la película. Y, seis meses después, te encuentras en pleno rodaje, preguntándote cómo ha podido pasar. Trabajar con una leyenda ha sido estupendo para todos y, como productor, es fantástico. Además de estar entusiasmada de que esta película se vaya a hacer por fin y de que el guión que me ha importado tanto durante tanto tiempo vaya a cobrar al fin vida, está el hecho de que se va a encargar de hacerlo alguien que posee verdadero talento en este terreno. Es realmente maravilloso ver a tu equipo tan inspirado por tu director".
La nominada al Óscar en cuatro ocasiones Amy Adams había leído antes el guión de BIG EYES, pero al principio no estaba preparada para hacerla. "Me pareció muy interesante, pero me encontraba en un momento en que me interesaba interpretar a personajes muy seguros y no tenía muy claro cómo abordar a Margaret". Sin embargo, cuando volvió a ver el guión, las cosas habían cambiado. "Entonces ya era madre y tenía una perspectiva completamente distinta del personaje y lo entendí. No era una cuestión de falta de confianza. Me atrajo la historia desde el principio, pero al final fue Margaret lo que me realmente me llamó. Margaret es complicada, como la mayoría de las personas. Es sin duda un poco más tímida, y muy modesta. Esa es una de sus cualidades que creo que permitió que se dejara manipular".
Adams se documentó mucho en preparación para este papel. "Cuando tienes una historia con dos versiones muy distintas y gente que escribe sobre ella con perspectivas muy diferentes, cuesta mucho concretar cuál es la verdadera historia. Leí lo que dijo Walter sobre Margaret, y luego leí lo que dijeron otras personas sobre ella, pero no hay gran cosa dicho directamente por ella". Así que Adams se desplazó a San Francisco y pasó un día con Margaret Keane en la galería de la artista. "Eso fue lo que mejor me vino, poder ver a esta mujer y entender que, sí, hay una humildad, pero también fuerza y sentido del humor. No quería entrometerme, pero quería hacerme una idea de quién era ella y cómo podía haber pasado eso. Y a lo que llegué fue a su dulce naturaleza".
La actriz y la artista pasaron medio día juntas. "Me pone nerviosa que la gente me mire", reconoce Margaret Keane, "pero quería verme pintar, e hizo que resultara muy sencillo y es una persona muy práctica y centrada. Fue maravilloso". Keane estaba encantada de que la interpretara Adams, que luce una melena rubia con un corte retro por encima de los hombros en la película. "La primera vez que la vi con la peluca, fue una impresión. ¡Fue como verme a mí misma hace 50 años! Estaba absolutamente perfecta".
Aunque Walter Keane era un habitual del circuito de programas de entrevistas de la época, Margaret se mantuvo mucho más en la sombra. "Solamente hay unas pocas imágenes de ella", comenta Adams, "así que no tenía mucho en lo que basarme en cuanto a cómo era Margaret". Así que Adams basó su interpretación en la anciana a la que sí había tenido ocasión de conocer y, según observa: "Al final, sólo puedes fiarte de lo que hay escrito, porque todo lo demás, todos nuestros recuerdos, incluso de nosotros mismos, están sesgados. Así que intento ceñirme al guión, tratando de ayudar a contar la historia, pero al mismo tiempo teniendo presente quién era como persona y lo que le resulta importante ahora. Hablé con ella sobre por qué estaba dispuesta a contar la historia. Es testigo de Jehová y por eso quiere mostrar que nos pueden pasar cosas en nuestra vida, pero al final podemos encontrar la redención y la fuerza de nuestro interior, así que me pareció que con eso me daba permiso para contar su historia, con mi interpretación artística, a la vez que me permitía entenderla un poco mejor".
"Siempre había querido trabajar con Tim", afirma Christoph Waltz, "nos encontramos más o menos por casualidad y me dijo: 'sí, tengo una cosa', y no quería decirle 'no me importa lo que sea, ¡lo haré!', porque eso no se hace. Esta historia trata realmente sobre una relación, es una historia sencilla, casi convencional, pero con ingredientes nada convencionales y un cineasta nada convencional, y me atrajo mucho esa yuxtaposición".
Mientras Amy Adams se documentó exhaustivamente, se reunió con Margaret Keane y quería conocer a la persona real a la que iba a interpretar, Waltz adoptó un enfoque distinto y confió estrictamente en el guión. Explica: "Me mantuve alejado de todo lo que tuviera que ver con la vida real en lo referente a Margaret y Walter y todo el tema, porque, ¿qué se supone que iba a hacer con ello? No estoy haciendo un documental, estoy interpretando un papel y creo que el drama tiene una función diferente en nuestras vidas y en nuestra sociedad".
Alexander considera a Walter Keane un genio. "Fue el tipo que dijo, por qué no se va a poder vender arte en un supermercado, una ferretería o una gasolinera. El arte era algo misterioso para la gente y gran parte de ese misterio era que se presentaba a Walter como el pintor. Tenías a un tipo masculino, pintando a niños llorando, y una ridícula historia sobre los huérfanos tras la Segunda Guerra Mundial, los dedos delgados, los grandes ojos y las caras tristes, pero algo no encajaba. Una vez conoces la historia real, que es que Margaret se sentía triste y pintaba niños tristes, de pronto, legitima el arte. El arte se hizo tan popular que hubo todo un movimiento de plagios. Si eras niño en los 60, te encontrabas arte de ese tipo por todas partes". Recuerda que su propia introducción a ese estilo de arte fue "esos cuadros algo espeluznantes que veía en casa de mi tía".
Aunque Keane era el artista más vendido, su obra no fue aceptada por el mundo del arte convencional y estaba considerada kitsch. Los retratos sentimentales y literales de niños estilizados distaban mucho del expresionismo abstracto que dominaba el mundo del arte a finales de la década de 1950. Karaszewski explica: "Tim no se burla de esta clase de cosas. Entiende que estos cuadros tienen mucho sentimiento. Como él mismo es artista, entiende lo que conlleva y por qué es importante. Es similar a Ed Wood, un personaje del que la mayoría de la gente se reía. Quería concentrarse en su pasión y encontrar una forma de hacer que la gente entendiera que no era motivo de risa. Esta película también es más o menos así: Margaret Keane no es motivo de burla y es una historia muy importante que merece la pena contar".
La productora Howell no estaba familiarizada con el arte de Keane antes de leer el guión. "Cuando empecé a verlo, me sentí fascinada por él. Creo que sus primeras obras son muy tristes, con mucha sensibilidad y una cualidad evocadora. Resulta interesante ver cómo ha evolucionado su arte a lo largo de los años, según su humor, y sus obras posteriores son mucho más coloridas y brillantes y con mucha más alegría. No creo que su obra sea simple. Posee cierta complejidad y me encanta parte de ella. Una de las grandes preguntas que plantea la película es qué es el arte. Es muy subjetivo, ¿quién puede decir si algo es una obra maestra? ¿Quién puede juzgarlo? Creo que todas las opiniones tienen algún valor y creo que de eso trata la película. Qué se considera buen arte, qué es mal arte y quiénes somos cualquiera de nosotros para juzgarlo; si te conmueve, seguro que es arte".
"El arte tiende a ser pretencioso y serio", opina Alexander, "y nos encanta la idea de que en nuestra historia la gente pueda discutir sobre arte y gritarse. El crítico jefe del New York Times (Canaday, interpretado por Terence Stamp) odiaba mucho a los Keane y le ponía frenético que estuvieran ganando tanto dinero y salieran en televisión, y él quería detenerlos porque le parecía terrible".
Amy Adams aporta: "Margaret se identificaba con los ojos grandes y le permitieron expresar su dolor, su tristeza y sus dudas. Creo que por eso la gente conecta con su arte, porque posee una gran franqueza y vulnerabilidad, y es inquisitivo y tiene esa asombrosa cualidad que tienen los niños, y ella consigue realmente captar todo eso". Walter se apropió de los cuadros de sujetos abandonados de Margaret y los declaró como suyos, y acabaron conociéndose como los cuadros "Keane". A medida que Margaret se iba desarrollando como artista, siguió pintando "Keanes" atribuidos a Walter, pero también creó retratos psicológicos alargados de mujeres, a menudo autorretratos, que firmaba como MDH Keane y reclamaba públicamente como propios.
Waltz prosigue: "A finales de los 50 y principios de los 60, algo cambió y la producción en masa de arte se convirtió en lo normal". Agrega: "Hay una pequeña escena muy graciosa, más bien una línea, en la que una de las chicas dice: 'Oh, eres como Warhol' y Keane responde: 'No, él me copió a mí. Yo ya tenía una fábrica antes de que él supiera siquiera lo que era una lata de sopa'. Seguía siendo bastante sincero en cuanto a que a él lo que le interesaba era el dinero, y se valía del producto, el arte, para su propio beneficio".
"Es maravilloso trabajar con Amy", afirma Waltz, "y a Tim le interesaba hacer esta película y así es como funcionamos y por eso este triángulo, por llamarlo así, está tan perfectamente equilibrado y lleno de energía y más o menos libre de egos".
Adams comenta sobre su coprotagonista: "Christoph es fantástico. Es una persona asombrosa y un actor igualmente asombroso. Es muy difícil elegir a un actor que resulte amenazador y a la vez encantador, en cuestión de 10 segundos de diálogo, de modo que te sientas amenazado y encantado a la vez, y no estés seguro de qué acaba de pasar".
"Da gusto ver a Christoph", elogia Alexander. "Tiene una forma de hablar muy musical. Walter es el diablo, pero es sumamente encantador. Walter tenía que ser magnético y tenía que caerte bien en un primer momento, pero luego tienes que pensar, un momento, aquí hay algo que no encaja, y Christoph aporta todas esas cualidades. No teme sumirse en esa oscuridad. A Walter le encantaba pontificar", comenta Alexander. "A Walter le encantaba sentar cátedra y soltaba discursos disparatados sobre él mismo o el arte y se refería a sí mismo en tercera persona".
Karaszewski comenta: "Walter es un personaje fuera de lo común y lleno de vida, pero Christoph consigue afianzarlo en la realidad, aunque tampoco teme divertirse un poco".
Howell explica: "Walter es un personaje complejo, porque no es un simple villano sin más, y la verdad es que Christoph sabe dotarlo de una gran profundidad. Le da un encanto que es muy importante, porque tienes que entender por qué Margaret se enamoró de Walter en un primer momento".
"Walter es uno de esos grandes personajes malos", prosigue Karaszewski, "no entiende por qué es malo, lo que creo que es la clave del asunto. No consigue comprender por qué se queja ella. Están ganando mucho dinero, son todo un éxito, a la gente le encantan sus cuadros, ella puede pasarse el día pintando en su preciosa casa, ¿qué importa que la gente sepa la verdad?".
"Walter tomó un cuadro y encontró una forma de permitir que todo el mundo pudiera colgar ese cuadro en su casa", agrega Howell. "Y lo hizo a base de producir en serie carteles, tarjetas, tazas y cualquier cosa que se te pudiera ocurrir. Es una genialidad".
Alexander observa: "No hay muchos buenos papeles para mujeres en Hollywood y esta era una gran historia. La historia de Margaret es muy interesante y ha habido muchas actrices interesadas en el papel a lo largo de los años, así que es increíble pensar que, de algún modo, los astros se alinearan y, vaya, conseguimos a la actriz perfecta. Ver a Amy fue como una lección magistral de interpretación en la que encontraba momentos entre los momentos. Fue realmente mágico".
"Es muy fácil descartar a Margaret como una mujer que simplemente deja que un hombre la pisotee", opina Howell, "pero por supuesto eso no fue así en la vida real y desde luego tampoco es así la interpretación que ofrece Amy de ella. Posee una fuerza contenida, de la que me parece que también está dotada la Margaret de verdad, y creo que Amy ha sabido interpretar eso con gran delicadeza".
Cuando Walter empieza a afirmar que los cuadros de Margaret son obra suya, ella se siente espantada. Pero está tan enamorada de él, que se deja seducir por el encanto de Walter. Sin embargo, a medida que los cuadros van ganando cada vez más popularidad, el ego de Walter se infla hasta descontrolarse. Y, cuanto más grande se hace la mentira, mayor es el riesgo de que los descubran. A Walter lo va invadiendo el pánico y, mientras se codea con famosos, Margaret se siente desgraciada: prácticamente se ha convertido en una máquina de pintar, atrapada en su hogar.
Al principio, comenta Adams, "es como una especie de torbellino. Creo que tiene una imagen romántica de los dos pintando en los fines de semana y manteniendo una relación de amor y arte, y ella entiende que a él se le da estupendamente vender y promocionar, así que, mentalmente, tiene la idea de que es una estupenda relación de yin y yang. Cuando descubre que él va por ahí diciendo ser el autor de los cuadros, se siente confundida y luego se siente más o menos atrapada. No sabe muy bien qué hacer porque, de pasar a ser una madre soltera en los 60, no está segura de si podría mantener a su hija por sí misma. Y él más o menos la convence de que él es mejor como rostro de cara al público para la obra y que la naturaleza de ella no representaría tan bien el arte. Se la juega bien".
Realidad y ficción
Alexander, que ha escrito ya toda una serie de biopics, comenta sobre la responsabilidad del guionista hacia los hechos: "Es una obligación un tanto peliaguda, porque nuestro objetivo fundamental es escribir un buen guión que vaya a ser una buena película. Nos documentamos mucho. Puede llevarnos todo un año escribir un primer borrador de un biopic, y la mitad de ese tiempo lo pasamos documentándonos y entrevistando a distintas personas. Intentamos que esté todo correcto. Sin embargo, tiene que encajar en dos horas. Evitamos combinar demasiados personajes o cambiar demasiado las fechas. Es muy distinto cuando la persona real está viva y estás colaborando con ella. Queríamos colaborar con Margaret y se convirtió un poco en un tira y afloja, porque tenía ciertos requisitos y cosas que le resultaban importantes. Cuando leyó el guión, se sintió conmovida y dijo: 'Esa es mi vida'". "Es un género que realmente nos encanta", prosigue Karaszewski. "Nos gusta mantenernos tan fieles a la verdad como sea posible. Nos atraen esta clase de historias poco convencionales, porque la realidad suele superar a la ficción, y nos permite contar un montón de cosas muy interesantes y extrañas que no podríamos contar si se tratara de una obra puramente de ficción. Estas historias son casi como una historia alternativa".
El director
"Tim es perfecto para esto", asegura Alexander, "porque, como diría cualquiera, comprende a los marginados. Pero esa es un poco la respuesta fácil. La idea de los artistas y la lucha para expresar tus propios sentimientos a través de tu arte es muy importante para él. Es fabuloso con los actores y tiene un sentido excelente del tono. No pretende alegrar las cosas, tan sólo intenta contar la historia y conseguir las mejores interpretaciones posibles. Esta no es una película de gran presupuesto, y todos la estamos haciendo porque nos encanta. No disponíamos de millones para recrear San Francisco a principios de los 60, así que Tim tuvo que ser muy sensato con sus decisiones y ha quedado precioso".
Karaszewski se muestra de acuerdo: "Es sensacional cuando no hay más que un par de actores en una habitación hablando y consigue llegar a la esencia de la escena. Creo que por eso a Scott y a mí nos encanta que dirija nuestros guiones. No teme hacer algo divertido en mitad de una escena seria. La mezcla de tonos es algo que nos atrae mucho".
Howell opina: "Resulta inspirador ver a Tim llegar a una localización y saber exactamente lo que quiere hacer con ella. Esto es algo diferente para él, porque muchas de sus películas son de mayor presupuesto o envergadura, o más centradas en los efectos especiales. Esta es la película más pequeña que ha hecho Tim en mucho tiempo, pero es distinta en el sentido de que está totalmente centrada en los personajes. Pero él sabe perfectamente lo que hace y se adaptó cuanto fue necesario".
Adams aporta: "No hay superlativos suficientes en nuestro idioma para explicar mi experiencia de trabajar con Tim. Siempre había querido trabajar con él, desde 'La gran aventura de Pee-Wee'. Su trabajo me atraía incluso antes de querer convertirme en actriz. En BIG EYES, trabajamos muy rápido y con un presupuesto muy escaso. Se mantuvo muy firme y seguro. Nos lo pasamos muy bien. Nos animó mucho, se mostró muy comunicativo y paciente".
Danny Huston, que interpreta al columnista Dick Nolan, admite: "Trabajar con alguien como Tim es un sueño hecho realidad para mí. Es un gran visionario y tiene una forma de contar historias que me recuerda a los cuentos de hadas. Puede abarcar temas sean cuales sean y convertirlos en algo único y especial. Tim posee un carácter muy dulce. Te da las gracias al terminar el trabajo de cada día. Es muy atento, menciona tu trabajo del día anterior, te da cierta confianza y rienda suelta, pero también es sumamente perspicaz, se da cuenta de lo que haces y lo aprovecha. Es seguramente el director más educado y maravilloso con el que he trabajado nunca en ese aspecto. Resulta fascinante que a estas alturas de su carrera haga una película como BIG EYES. No se parece a nada que haya hecho antes pero, si rascas bajo la superficie, si vas más allá de esos ojos brillantes, hay una similitud temática".
Krysten Ritter, fanática confesa de Burton, que interpreta a Dee-Ann, confiesa: "Todavía no me lo acabo de creer. Me resulta increíble. Es muy cariñoso y siempre te está animando. Cuando idolatras a alguien, tienes ocasión de conocerlo y resulta ser genial, no hay nada mejor. Es una de las personas con más talento, más interesantes y originales que hay".
El club Hungry I
"Margaret y Walter viven en el lugar más en la onda del mundo, pero ellos no están nada en la onda", opina Alexander. "Walter es un hombre de negocios y Margaret es un ama de casa remilgada, y pasan el rato con beatniks. El hungry i era seguramente el lugar más de moda de la Costa Oeste: había jazz y comedia y música folk y nuevas ideas". Enrico Banducci, el dueño del club, interpretado por Jon Polito, está considerado como el primer empresario en hacer actuar a cómicos sobre un fondo de pared de ladrillos. En el hungry i actuaron algunos de los artistas más importantes de la época, como Jonathon Winters, the Kingston Trio y Cal Tjader, cuyo jazz latino aparece en una de las escenas ambientadas en el hungry i.
"El hungry i es alucinante", sostiene Karaszewski. "Viene a ser el prototipo de cómo acabarían siendo los clubes nocturnos. Me gusta decir de broma que Banducci inventó la pared de ladrillos, y suena tonto pero, antes de él, cuando ibas a un club, estaba más elegante. Pero Banducci tomó un sótano e hizo que los artistas actuaran delante de la pared de ladrillos que en la actualidad está presente en todos los club de comedia que existen".
Polito estaba especialmente entusiasmado con el papel, porque es una de las primeras veces que ha interpretado un personaje basado en una persona real. "Enrico Banducci hizo cosas históricas con su club", explica. "Ayudó a la carrera de los Keane al colgar sus cuadros y luego dio un golpe maestro que los hizo famosos, no necesariamente porque los tuviera colgados en las paredes, sino por todo el revuelo que se produjo por el hecho de tenerlos en las paredes".
El columnista
Otro habitual del hungry i es el columnista de cotilleo Dick Nolan, interpretado por Huston, que conoce a Walter Keane tras verlo enzarzarse en una pelea con Banducci. Huston explica: "Dick se dirige a Walter y le dice: 'Creo que podemos sacar ambos provecho de esto. Yo tendré una historia para publicar y tú adquirirás algo de mala fama'. Walter consigue la fama y Dick la historia".
Y así el hungry i sirve para poner en marcha la carrera de los Keane. Walter convence a Banducci para que le alquile espacio en las paredes para sus cuadros, pero acaban peleándose a puñetazos cuando no acaban de ponerse de acuerdo en lo cerca que debían estar los cuadros de los servicios. Walter se da cuenta de que, si sale en los periódicos, la gente comprará los cuadros y ya no necesitará galerías ni críticos. "Era un tipo muy moderno, que aprovechaba la cultura del famoseo para promocionar su arte", sostiene Karaszewski. Para aumentar su propia reputación, cuando un famoso visitaba San Francisco, Walter se presentaba en su hotel y le regalaba un cuadro.
Alexander describe a Nolan como un columnista de cotilleo a la antigua usanza, como Walter Winchell. "Nuestra forma de verlo era que Walter invitaba a Dick a unas copas, y Dick seguía sacando a Walter en el periódico. Dick era una figura algo misteriosa, pero se encontraba un poco en ese mundo en el que, si le invitabas a unas copas, hablaba bien de ti".
"Walter sabía cómo manipular las cosas y salía constantemente en la columna de Dick Nolan. Le ayudó a levantar su imperio", explica Karaszewski.
Nolan era un columnista del San Francisco Examiner. "Seguramente no le interesaba mucho el arte, sino que posiblemente le interesaran más los individuos que se movían en torno al arte", prosigue Nolan. "Tiene un poco de poder, del que Walter es capaz de abusar y sacar provecho. A medida que se hacen amigos, Dick empieza a sospechar que podría haber algo más, pero también lo ve como una oportunidad de escribir otra historia más. Y eso es realmente todo lo que le interesa".
"La película posee una especie de cualidad de hiperrealismo y, cuando digo que Tim Burton hace unos cuentos de hadas maravillosos, el filme tiene algo que no es completamente realista", sugiere Huston. "Para vivir en ese mundo, tienes que saber cómo son las películas de Tim Burton". Para preparar su papel, Huston volvió a verse sus títulos favoritos del director. "Intenté descubrir cómo podía ser real y ligeramente hiperreal, sin caer en el exceso ni en la caricatura. No quería que resultara caricaturesco. Quería mantenerme real, lo que no cuesta mucho cuando te encuentras en compañía de Christoph Waltz y Amy Adams. No tenía más que dejarme llevar por lo que quiera que estuvieran haciendo y así fue como encontré mi apoyo".
La bohemia
Krysten Ritter, que interpreta a Dee-Ann, una bohemia amiga de Margaret, reconoce que para ella trabajar en la película era un sueño hecho realidad. Describe el personaje que interpreta como "una beatnik, nueva en la escena de San Francisco. Se cambia el nombre para sonar guay. Es algo menos convencional que las otras chicas. Es un poco la voz de la razón, porque es escéptica y suspicaz y sabe que a su amiga le está pasando algo muy malo. No entiende por qué se deja pisotear así, pero sabe que Walter está tramando algo. Dee-Ann es un personaje interesante, en el sentido de que es más una mujer moderna que una gafapasta".
Aunque la mayoría de los personajes de BIG EYES están basados en personas reales, Dee-Ann es una amalgama. En palabras de Alexander: "Creamos un personaje amalgama que sirviera de amiga de Margaret: Dee-Ann, interpretada maravillosamente por Krysten. Representa a la nueva mujer de los 60, que no teme decir lo que piensa". Karaszewski continúa: "Dee-Ann es esa voz que intenta llevar a Margaret por el buen camino". Howell aporta: "Es la voz del movimiento de liberación de la mujer. Es un espíritu libre, que intenta mover a Margaret a actuar, pero Margaret se cierra en banda porque su marido la tiene totalmente dominada".
El galerista
El marchante de arte Ruben, interpretado por Jason Schwartzman, rechaza los cuadros de los Keane y horroriza a Walter, que está sinceramente convencido de que Margaret posee verdadero talento. "Jason interpreta a Ruben con gran elegancia y dignidad", comenta Howell. "Es fácil llevar a algunos de estos personajes al terreno de la caricatura, pero él no lo hizo. Lo interpretó como un hombre muy real. Estuvo excelente".
Alexander observa: "Ruben representa una nueva forma de pensar, que era muy despectiva para con la antigua. No tiene muy buena opinión de Walter y su coche cargado de niños llorones". Karaszewski agrega: "Cuando los Keane intentaron formar parte del mundo del arte moderno y de la galería de Ruben, se rieron más o menos de ellos". Se acuerda de la escena de "El dormilón", de Woody Allen, en la que, en un futuro lejano, los cuadros de Keane son el único arte que sobrevive. "La gracia es que precisamente eso que nadie se toma en serio es justo lo que perdura".
Las Janes
Una de las cosas que más cuesta a Margaret es mentir a su hija sobre sus cuadros. El papel de la hija de Margaret, Jane, la niña pequeña que aparece en muchos de los primeros cuadros de Keane, está interpretado por dos jóvenes actrices que debutan ambas con este título en la gran pantalla. La pequeña de diez años Delaney Raye interpreta a una joven Jane, mientras que la joven de 16 años Madeleine Arthur encarna a una Jane mayor. Mientras que ambas chicas adoraron trabajar con Amy Adams, su madre en la pantalla se muestra igualmente encantada. "Delaney es asombrosa", opina Adams. "Es muy precoz y no deja que verse en un plató la intimide. Aporta una gran energía para Jane, porque la forma de ser de Margaret precisa que Jane sea más madura. Delaney tiene esa cualidad; te puedes creer que pueda recorrerse las calles de San Francisco y volver por su cuenta a casa". La primera escena que filmó Madeleine Arthur fue Margaret y Jane conduciendo tras escapar de Walter. "No habíamos rodado la escena anterior", recuerda Adams, "y de pronto tenemos que estar totalmente angustiadas, llorando e histéricas, y era nuestra primera escena juntas. Algo así ya es difícil para mí es difícil para cualquier actriz, verse fuera de contexto, ante un fondo verde e interpretarlo haciendo que parezca real pero ella estuvo fantástica. Es muy desenvuelta, y eso que era su primera película. Poseía una cierta cualidad y una compostura maravillosas. Era realmente capaz de captar las emociones de esta relación, que están tan exacerbadas y desquiciadas".
Howell sostiene: "Creo que Tim Burton tiene muy buen ojo para los niños. Se fijó en Delaney a partir de una cinta y tenía claro que era perfecta para el papel. Es una especie de presencia a lo largo de la película y siempre está ahí, con esos enormes ojazos". En cuanto a Madeleine Arthur, Howell dice: "Es increíble cuánto se parece a Delaney. Cuando están las dos juntas, parecen la misma persona, lo que, una vez más, es gracias al buen ojo de Tim".
El crítico
A lo largo de la década de 1960, una de las voces más influyentes del mundo del arte estadounidense era la de John Canaday, crítico de arte del New York Times. El actor nominado al Óscar Terence Stamp interpreta a Canaday, uno de los mayores detractores de los Keane. "Terence Stamp dota de cierto empaque al personaje", afirma Howell. "No tuvo más que un par de días de rodaje, pero aporta cierto peso a su papel. Incluso a día de hoy, la crítica del New York Times es la que más te interesa y esa es la que Walter nunca consiguió".
El diseñador de producción Rick Heinrichs recuerda leer los libros de Canaday sobre el arte moderno mientras estudiaba en la escuela de arte. "Ver a Terence Stamp interpretando a ese personaje, emitiendo sus dictámenes sobre la obra de Walter, que era en realidad de Margaret, me causó una gran impresión y me pareció muy apropiado e increíblemente maravilloso para nuestra película", recuerda. "Fue estupendo poder conectar con elementos de mi propio pasado, así como de toda la documentación histórica que reunimos".
El estilo
"Tim es, evidentemente, un director muy artístico, pero confía mucho en su equipo y es muy fiel a la gente con la que trabaja", aporta Frey. Tanto Rick Heinrichs como Colleen Atwood, colaboradores habituales del cineasta, han ganado sendos Óscar por su labor en títulos de Burton. "El círculo de personas con las que trabaja continuamente, película tras película, tienen un lenguaje no escrito con el que se entienden", prosigue Frey. "En una película como esta, sin tantos recursos como los habituales, la gente con la que trabajas se vuelve aún más importante. Necesitas realmente ese lenguaje no escrito pero sobreentendido para poder sacarlo todo adelante con las limitaciones que un proyecto así impone. Fue muy importante poder contar con Rick, Bruno y Colleen, ya que era algo clave para mantener intacta esa cierta estética que la gente espera de una película de Tim Burton. Sea cual sea el tema, los espectadores esperan cierto nivel en el vestuario, el diseño de producción y la fotografía. Queda muy claro que todos esos elementos están presentes en esta película".
Heinrichs ganó el Óscar por su diseño de producción para Burton en "Sleepy Hollow", pero también ha trabajado con el director en "Frankenweenie", "Sombras tenebrosas (Dark Shadows)", "El planeta de los simios", "Pesadilla antes de Navidad", "Batman vuelve", "Eduardo Manostijeras", "Bitelchús" y "La gran aventura de Pee-Wee".
El director de fotografía Bruno Delbonnel, nominado al Óscar en tres ocasiones, también había trabajado anteriormente con Burton en "Sombras tenebrosas (Dark Shadows)". "Su iluminación es exquisita, sus encuadres preciosos y su composición genial", afirma Howell. "Es otro artista estelar con el que hemos tenido mucha suerte de poder contar en este proyecto".
Heinrichs explica: "Teníamos mucho interés por plasmar el ambiente y el estilo de los 50 y principios de los 60, que tienen un aire muy acre, que casi se puede tocar. Nos interesaba jugar con cómo la cámara presenta al personaje. Creo que dice mucho, de una forma muy sutil, en especial sobre Walter. Walter es alguien con algo que ocultar y creo que Tim y Bruno jugaron mucho con la forma de esconderlo y mostrarlo y cómo apoyar visualmente la narración. Jugaron con la idea de la necesidad de ocultarse de Walter. Uno de los grandes aspectos de trabajar con Bruno es su ojo para las transparencias y elementos a través de los cuales se puede ver, pero no del todo. Es un gran artesano con la imagen y la iluminación, y resulta divertido simplemente observar cómo juega con elementos de la época que pueden reforzar su idea de ocultar y mostrar lo que intentamos presentar".
Para Heinrichs, como diseñador de producción del proyecto, BIG EYES resultó especialmente interesante por varios motivos. "Trata sobre la escena del arte y sobre el acto de la creación. Hay una serie de elementos y estilos artísticos diferentes que tenemos que mostrar. Los 50 fueron una época de expresionismo abstracto y la clase de arte que creaban Walter y Margaret estaba muy pasada de moda, literal y figuradamente. Fue interesante tratar con personajes que son marginados, que crean arte marginal. Lo que defienden es la cultura popular: en cierta manera, no es arte de verdad, en el sentido en que están considerados otros artistas. Todo el conflicto entre lo que está considerado arte del bueno y lo que no lo está fue toda una aventura".
Los cuadros
"Es la primera vez que trabajo en una película con una historia tan precisa y bien documentada", comenta Heinrichs. Evidentemente, se necesitaba un gran número de cuadros para el filme. Heinrichs y su equipo realizaron una inmensa labor de documentación, con especial atención a la trayectoria de Margaret. Necesitaban concretar los puntos en los que iba descubriendo su inspiración inicial para los niños desamparados de grandes ojos y reflejar cómo su obra se fue desarrollando a la par que la duplicidad de Walter. Para producir los cuadros que aparecían en pantalla, se imprimieron copias de muchos de ellos en lienzo, pero, a los que tenían que aparecer en primer plano, se les aplicó pintura de verdad y pinceladas para dotarlos de textura. "Contar con el visto bueno del artista para recrear su obra es una situación excepcional que no suele darse a menudo", observa Heinrichs.
Los productores colaboraron con Margaret Keane y su galería para conseguir copias de sus cuadros y permiso para reproducirlos. Dado que las películas no se ruedan siempre en orden cronológico, algunos cuadros que pueden verse en la misma necesitaron hasta diez versiones distintas para mostrar la obra en sus distintas etapas a medida que se iba trabajando en ella. "No creo que nadie estuviera psicológicamente preparado para la monumental tarea que acabó siendo eso", afirma Karaszewski.
"Siempre había un cuadro en alguna parte", recuerda Howell, "y eso fue muy divertido. Estaban por todas partes".
"Tuvimos que seguirle la pista a más de 200 cuadros a lo largo de nuestra historia, mirando que este aparecía aquí, estos aparecieron en esta exposición, esa exposición se agotó, así que ya no podemos usar esos cuadros", explica Heinrichs. La película recoge varias exposiciones en galerías, y Margaret acaba pintando como loca, produciendo cuadros en serie, en varios estudios distintos. Está el estilo inicial de niños desamparados y el estilo MDH Keane posterior, y todos esos elementos aparecen en su orden correspondiente en la versión final del filme. "Tuvimos que analizarlo todo en detalle y averiguar dónde iba cada cosa. Era como un puzle". También había innumerables dibujos, ya que Margaret Keane utilizaba bocetos para crear sus cuadros.
"Contamos con nuestra propia Margaret Keane", comenta Adams, refiriéndose a Lisa Godwin, la artista presente durante el rodaje, que se encargó de crear y recrear muchos de los cuadros de Keane para la película. La hija de Margaret, Jane, sirvió con frecuencia de modelo, de modo que el aspecto de la pequeña influyó en los cuadros de la artista. Pese a ser encantadora, Delaney Raye, la actriz que hacía de la joven Jane, no tenía el mismo aspecto que la auténtica Jane, por lo que el departamento artístico tuvo que transponer el estilo de Margaret, pero utilizando los rasgos de Delaney, creando a efectos prácticos nuevos Keanes originales. El equipo de rodaje tuvo mucha suerte al encontrar a Godwin que, en palabras de Heinrich, "tiene una capacidad asombrosa para asimilar el estilo y meterse en la piel de Margaret. Llevó un rato, pero, al final, fue capaz de producir unos bocetos estilo Keane fabulosos". Simplemente para decorar el estudio de Margaret de su casa de Woodside hicieron falta unos 65 cuadros y el doble de dibujos. En total, el filme necesitó unos 300 cuadros, cientos de bocetos, y no hubo más que dos meses para prepararlo todo antes de empezar a rodar.
Los cuadros "estilo Walter", que crea al principio del filme, se hicieron expresamente para la película, y no son representativos de la obra de ningún artista concreto. Heinrich explica: "No fue difícil idear el concepto de lo que pintaría un estudiante de arte en París. La dificultad estribaba en que no podía parecer malo. Tenía que tener algo, porque tenías que creer que Margaret vio algo en Walter y creyó que era el artista, así que, aunque su obra tenía que resultar algo manida, no podía estar mal hecha".
El vestuario
Colleen Atwood, una de las diseñadoras de vestuario más famosas de la actualidad, ha ganado tres Óscar ("Alicia en el País de las Maravillas", "Chicago", "Memorias de una geisha") y ha sido nominada a otros siete. Ha trabajado en numerosas ocasiones con Tim Burton y BIG EYES supone su décima colaboración. Atwood comenta: "Tim es un artista asombroso por derecho propio y es una colaboración llena de respeto que funciona con imágenes y conversaciones. Simplemente nos ponemos en marcha y no le damos demasiadas vueltas".
Aunque BIG EYES tenía un presupuesto mucho más modesto que muchos de sus filmes anteriores, Atwood señala que no por eso se trataba de una película pequeña, había una serie de escenas en las que intervenía mucha gente y el departamento de vestuario tuvo que vestir a unas 2000 personas con ropa de época. "BIG EYES no es una película con 'el' vestido, sino más bien una en la que reflejas el ambiente de una época y sus personajes, en lugar de tener un momento especialmente significativo", opina la diseñadora. "Lo importante son esas personas, en ese momento y lugar, y encajar en su mundo sin duplicar las imágenes de los propios Keane". Atwood comenta que, aunque vivían en la zona de la bahía de San Francisco al límite de lo bohemio, los Keane eran "más bien convencionales en su propio estilo personal. Mi labor de documentación se basó en material real y en revistas de San Francisco de la época, en lugar de darle una perspectiva más de moda".
"Colleen es una maravilla", afirma Amy Adams. Antes de empezar el rodaje, Atwood fue a ver a Adams a su casa, cargada con varios vestidos. "La siguiente vez que vino, tenía cinco vestidos más que me quedaban perfectos. Todo está en los detalles. Creó prendas que eran absolutamente preciosas. Cuenta la historia con la ropa, con los colores".
Atwood hizo el 90% del vestuario principal de los actores protagonistas, mientras que gran parte de la ropa de época para los extras de fondo y las multitudes se alquiló. Comenta al respecto: "Amy se estaba convirtiendo en su versión de Margaret Keane, y el estilo personal de Margaret poseía una cierta dulzura que era sencilla, real y sencilla, así que tiramos por ahí. Creamos el vestuario de Margaret para Amy con una sensación de gama de colores controlada. Queríamos que parecieran algo cómodo y real".
Krysten Ritter recuerda que, en su primera prueba de vestuario con Atwood, "me sentía como un niño en una tienda de chucherías. Me puso un vestido, retrocedió para observarme y luego se puso a cortar para cambiar el aspecto. De un solo vistazo sabía qué escote me quedaría mejor y rediseñó todo un vestido mientras lo llevaba yo puesto. Yo estaba, 'haz conmigo lo que quieras, seré tu muñeca Barbie'. Resultó divertido y emocionante tener un aspecto diferente. Cuando te mueves en una determinada época, la ropa te orienta sobre tu postura y a mí me ayudó a ser más formal y correcta".
Lynette Howell declara: "Trabajar con Colleen ha sido un verdadero gusto. Consiguió clavar la época, pero a la vez sabe darle a la ropa un aspecto único. Sabe perfectamente cómo vestir a todo el mundo para que cada uno quede lo mejor posible. Pero al mismo tiempo me daba la sensación de no haber visto nada de eso antes. Su trabajo es muy original y cada vez que me pasaba por el rodaje y veía lo que llevaban los actores, me quedaba impresionada. Era muy específico y permitía a los actores sentir que eran esos personajes".
Las localizaciones
En el verano de 2013, BIG EYES se rodó en exteriores de Vancouver, Canadá, así como en San Francisco y Hawái, donde se ambienta la película.
Entre las localizaciones utilizadas en Vancouver figuran el histórico Stanley Park y el distrito de Gastown. El club hungry i se recreó en el club nocturno Penthouse. Las escenas de los tribunales se filmaron en la Galería de Arte de Vancouver. El hogar magníficamente "moderno" de los Keane en Woodside se recreó en una casa del barrio de Southlands.
"Las localizaciones resultaron clave", asegura Derek Frey. BIG EYES está ambientada en San Francisco y Hawái a finales de los 50 y principios de los 60. "Son exteriores muy específicos. La ciudad de San Francisco tiene algo que no se puede recrear y Hawái también tiene un aspecto y una luz que no se pueden duplicar, por mucho que lo intentes. Tuvimos que ser muy concretos en cuanto a lo que se rodó en esas ciudades. Por suerte, el tiempo ayudó. Usamos exteriores en San Francisco que, relativamente hablando, tenían prácticamente el mismo aspecto que hace 50 años". Entre las localizaciones usadas en San Francisco se encuentran el majestuoso Palacio de las Artes y el barrio de North Beach.
Entre las localizaciones empleadas en Hawái se encuentran el Tribunal Federal de Honolulu y el famoso hotel Royal Hawaiian de Waikiki. Aunque el panorama en torno al hotel ha cambiado a lo largo de las últimas décadas, Frey recuerda: "Una vez entrabas en el propio Royal Hawaiian, te sentías realmente en el pasado. Pudimos elegir ángulos específicos que ayudaban a dar esa impresión en la película, de modo que te crees realmente que te encuentras en ese lugar hace 50 años".