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  Tropa de élite  Dirigida por José Padilha
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Oso de Oro en la Berlinale 2008.

Crónica sobre la impunidad con que actuó en 1997 la policía brasileña para evitar cualquier acto de violencia en las favelas de Río de Janeiro días antes de la visita del Papa.


Ficha artística
Capitán Nascimento - Wagner Moura
André Matias - André Ramiro
Neto - Caio Junqueira
Capitán Fábio - Milhem Cortaz
Maria - Fernanda Machado
Rosane - Maria Ribeiro
Bahiano - Fábio Lago
Roberta - Fernanda De Freitas
Edu - Paulo Vilela
Capitán Oliveira - Marcelo Valle
Coronel Otávio - Marcello Escorel
Rodrigues - André Mauro
Paulo - Paulo Hamilton
Cabo Tião - Thogun
Xuxa - Rafael D’avila
Xaveco - Emerson Gomes
Profesor Gusmão - Bernardo Jablonski
Romerito - Allan Guilherme
Tinho - Patrick Santos
Marcinho - Erick Maximiano Oliveira
Capitán Azevedo - Bruno Delia
Teniente Renan - André Santinho
Cabo Bocão - Ricardo Sodré


José Padilha (productor, coguionista y director)
José Padilha nació el 1 de agosto de 1967 en Río de Janeiro. Tiene el título de licenciado en Economía de la Empresa por la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. También ha estudiado Economía Política, Literatura Inglesa y Política Internacional en Oxford, Inglaterra.

Desde que en 1997 fundó la productora Zazen junto a su amigo Marcos Prado, ha procurado que todos sus trabajos, mayoritariamente documentales, empezaran a ser utilizados por jueces, abogados, estudiantes y otros grupos como instrumento de discusión y de transformación social.

Tropa de élite, su primer largometraje, ha obtenido el Oso de Oro en la 58 edición del Festival de Berlín.

Filmografía

como guionista
1999 - Os Carvoeiros, de Nigel Noble (documental)
2002 - Ônibus 174, de José Padilha y Felipe Lacerda (documental)
2007 - Tropa de Élite, de José Padilha (largometraje)

como director
2002 - Ônibus 174 (documental codirigido con Felipe Lacerda)
2003 - Brazil’s Vanishing Cowboys (documental para televisión, codirigido con Marcos Prado
2007 - Tropa de Élite (largometraje)


Comentarios del director
Tropa de Élite habla de la hipocresía que se vive en Río de Janeiro, que está sometida a la violencia. Aquí, si quieres ayudar a los niños de una favela, tienes que hacerte amigo de los narcotraficantes. Para hacer una cosa justa tienes que hacer una equivocada: si quieres ser miembro del BOPE para hacer cumplir la ley, tienes que matar porque la gente está armada. Todo es gris, nada es negro o blanco, y todos conviven con este mundo gris como si fuera normal. Ésta es la crónica de nuestra cotidianidad, la guerra que vivimos.

He elegido el punto de vista de un miembro del BOPE , que es similar al de Pimentel y otros policías. Hay mucho cinismo en la Policía: ellos mismos me dicen que la película es maravillosa, pero que fingen que la Policía no es así porque ellos son policías. Mi película habla de la incompatibilidad entre los distintos grupos sociales. En TROPA DE ÉLITE, los policías convencionales creen que corromperse es lo normal, que cómo van a meterse en un tiroteo con un marginal armado hasta los dientes sólo por un salario de 500 reales al mes. Es cierto que es poco, pero eso no justifica que se corrompan. Para ellos, el policía del BOPE que sube a las favelas para enfrentarse a los narcotraficantes es un idiota. Para el BOPE, que no acepta la corrupción, los agentes convencionales son casi enemigos. El estudiante y la integrante de la ONG conviven con los traficantes. El BOPE no, los combate. Para el estudiante, fumar marihuana es una cosa normal, no se le ocurre pensar que está financiando el arma que dispara a la policía. El conflicto entre las distintas éticas de estos grupos sociales debido a la hipocresía imperante, se hace más dramático porque todos ellos se someten a la violencia. La película observa esta situación desde fuera, con la óptica de una persona inteligente que ha entendido lo que sucede y que quiere salir de ella. Pero esto no significa que haya que alinearse con el personaje de Nascimento. La película sólo quiere mostrar lo que estamos viviendo y que reflexionemos acerca de ello.

La película no ha podido escapar de la realidad de la que habla: hemos sufrido secuestros, robos, situaciones de gran peligro, como encontrarnos en medio de un tiroteo, amenazas de censura, pero todo eso nos ha hecho más fuertes: empecé el rodaje con el segundo mejor equipo del cine brasileño y he terminado con el mejor. No digo que el cine de evasión no tenga ningún valo, pero mi motivación no es ganar dinero sino narrar una historia bien contada. Ésta es una película que refleja la realidad, y así se lo ha reconocido a Pimentel la cúpula policial. Lucho contra la hipocresía, es mi mayor motivación y no tengo ningún problema en enfrentarme a ella.

Después de Ônibus 174, en el año 2002, con tantas películas acerca de la violencia urbana, como Ciudad de Dios, de Fernando Meirelles y O Ivasor, de Beto Brant, se comentaba en los ambientes del cine y de la crítica cinematográfica que el tema ya estaba agotado. Pero nuestro cine sólo mostraba el punto de vista del traficante, no hablaba de la policía. No se puede explicar la violencia sin entender a la policía, que es uno de los elementos más importantes del problema. Así que hablé con Rodrigo Pimentel y en 2004 empezamos a escribir TROPA DE ÉLITE. Sin él esta película no existiría, porque buena parte de lo que encierra el guión procede de su experiencia como simple policía primero y luego como miembro del BOPE. Cuando traduje el guión para enviárselo a los de los efectos especiales de Hollywood, se habló de él allí y varias empresas norteamericanas me hicieron algunas ofertas: llegué a un acuerdo con Weinstein Company. Pero hacía falta el trabajo de un guionista profesional para que revisara lo que yo había hecho, así que llamé a Bráulio Mantovani, para mí, el mejor guionista brasileño y uno de los mejores del mundo. Cortó 60 de mis 187 páginas y el guión mejoró: ¡antes contábamos toda la historia de la policía desde los comienzos del BOPE!.

La aportación de los hermanos Weinstein no influyó en aspectos de la película como, por ejemplo, el número de localizaciones, porque yo no hago películas en función del presupuesto: elijo la historia que quiero contar y luego me dedico a buscar el dinero para hacerla. La venta del guión nos dio la tranquilidad y la seguridad de que podríamos hacer la película, pero no cambió ni las dimensiones del proyecto ni la finalidad del mismo.

La película montada no se corresponde con el guión, porque el trabajo de montaje tuvo una importancia decisiva: Bráulio, Daniel Rezende y yo cambiamos al narrador y reescribimos la voz en off.

Marcos Prado y yo teníamos nuestra carrera planificada. Al principio nos planteamos hacer documentales y pasar después a las películas de ficción. Y hasta ahora todo ha ido bien: mi primer largometraje es una gran producción. Pero aquí también entra otra característica de nuestra empresa: mezclar valor e inconsciencia. Además, otra característica de Zazen es la polémica, lo que supone correr un gran riesgo, ya que si lo que hacemos va mal, va muy mal. Pero nos preparamos: vemos las películas que hay en el mercado y conocemos a las personas. He logrado reunir a buenos socios: el director de fotografía Lula Carvalho, con el que he hecho otros documentales; Bráulio Mantovani y Rodrigo Pimentel. Es un equipo muy especial. A ellos hemos sumado a otras personas que han sido muy importantes para la película. De la producción se ha ocupado Lili Soárez, que fue compañera mía de la universidad y que había trabajado con Lula Carvalho en Carandiru [dirigida por Héctor Babenco, 2003]. A la única que no conocía era Fátima Toledo, pero como se trataba de mi primera película como productor, guionista y director, la necesitaba, porque yo quería a una preparadora que diera al trabajo de los actores una sensación de documental. ¡Y Fátima es el BOPE de los actores! Hicimos cuatro grupos con el reparto: los caveiras (policías) del BOPE, los agentes convencionales, los traficantes y los universitarios. Cada uno de los grupos estaba integrado por actores profesionales y otros que no lo eran. Trabajamos con cada uno de los grupos por separado: la idea era hacer pasar a los actores por dos cribas, la de Fátima y la de la realidad. Esta técnica de Fátima es controvertida pero funciona (no hay más que ver las películas que hace, como Ciudad de Dios). Fue una elección óptima para las tomas que yo quería hacer: cámara en mano y con actores que no conocían el guión.