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  Tiro en la cabeza  Dirigida por Jaime Rosales
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Festival de Cine de San Sebastián 2008. Sección Oficial.


Nota del director
El 1 de diciembre de 2007 tres miembros de la banda terrorista ETA mataron a dos policías en Francia tras un encuentro fortuito. Yo estaba escribiendo otro proyecto cuando esta noticia me cogió por sorpresa. En un primer momento fue algo muy desconcertante. Desconcertante por lo evitable y lo terrible a la vez. Esa estupefacción inicial se transformó, de repente, en una película muy clara, muy rotunda. Una semana después tenía escrito el guión; un mes después estaba rodando; y tres meses después tenía la película acabada.

Esta película no ha sido una película que haya entrado en mi cabeza, poco a poco, y que, poco a poco, haya ido avanzando en su elaboración. Ha sido una película reacción. Toda la película ha sido realizada dentro de una sensación de urgencia. Tuve muy claro el estilo y la forma de trabajar desde el primer momento. La manera de rodar no ha tenido nada que ver con mis trabajos anteriores. Se parecía más a la manera de trabajar empleada en los documentales de animales. El equipo técnico -9 personas en total- teníamos que encontrar la manera de pasar inadvertidos mientras filmábamos. Teníamos que lograr que los actores –no profesionales-, así como la gente real que los rodeaba en los espacios del rodaje, se olvidaran o no percibieran nuestra presencia. Nunca, o casi nunca, los actores sabían cuando la cámara estaba rodando. La elección de lentes de larga focal nos permitía alejarnos mucho del círculo de acción y pasar bastante desapercibidos, a pesar de haber rodado en 35mm. Además, produce una imagen muy plana que me parece muy atractiva estéticamente. Desde el punto de vista del guión, esta película trabaja sobre dos estructuras dramáticas muy diferentes. Por un lado, retrata, desde la ficción, la vida cotidiana de un tipo normal. Nos muestra como vive, como se relaciona, como pasa su tiempo libre. Por otro, nos muestra el encadenamiento de una serie de sucesos, basados en unos hechos reales, que llevan a esa persona -de apariencia y vida normal- a acometer un acto de violencia extrema dentro de un contexto político concreto. No sé muy bien qué cuenta la película o de qué trata. Tal vez dentro de un tiempo, con cierta distancia, empezaré a vislumbrar lo que cuenta. Lo único que sé es que lo me mueve a realizar una película es siempre lo mismo: la necesidad por entender al ser humano; la posibilidad de explorar el lenguaje del cine buscando nuevos caminos. En este sentido, la ausencia de diálogos en la película ha revelado ser un recurso fascinante. ¿De qué hablan? ¿Qué relaciones tienen entre sí los personajes que aparecen? ¿Qué les empuja a hacer las cosas que hacen? El resultado es una película muy elíptica, con muchos huecos que rellenar. Se trata de un tipo de cine muy participativo para el espectador. Esta manera de rodar –con teleobjetivos, a gran distancia y sin diálogos- genera un tipo de percepción sobre la realidad muy distinta a la que estamos acostumbrados en el cine. Creo que es una película cuyos fundamentos nos devuelven a las bases del cine mudo y, paradójicamente, es, a la vez, muy sonora. Espero que al espectador le resulte una película estimulante.

Llegado a este punto, tengo que hablar del problema vasco. Me cuesta entender cómo la lucha por defender ideas diferentes puede desembocar en un conflicto armado. He intentado hacer una película, alejada de toda ideología, para intentar comprender algo de todo esto. Una película que mostrara de forma directa los efectos de la violencia sobre las personas involucradas en un conflicto político. De un lado, tenemos un hombre normal. Un hombre con familia y amigos, y con afectos humanos que podríamos describir como normales. Del otro lado, dos guardia civiles. Ese hombre de apariencia normal se convierte de un chispazo en un terrorista asesino. Mata a otro ser humano al encontrarse en una situación imprevista y que, por razones de ideología política, supone una amenaza para él en ese momento. Ese hombre normal se transforma. Se convierte en otra cosa. No sé si a partir de ese momento sigue siendo un hombre. Se parece más a un animal, a una bestia irracional. Al igual que un animal perseguido, acaba huyendo en el bosque. Poco a poco regresará a su condición de hombre y abandonará la bestia irracional que le llevó a cometer el crimen. Pero, desgraciadamente, ha emprendido un camino de difícil retorno y su destino no alberga mucho optimismo. Seguramente acabará apresado algún día. Se le privará la libertad de la que gozaba antes de entrar en esa espiral de locura. Los dos guardias civiles son dos chavales de veinte años. Mientras se encuentran en el ejercicio de su trabajo cotidiano, son asesinados de forma brutal y absurda en un parking de carretera. Son dos chavales como otros dos chavales cualesquiera de su misma edad. Hablan, seguramente, de las mismas cosas y desean, seguramente, las mismas cosas: vivir, disfrutar de la vida, comprarse un coche nuevo, ligar con una chica. Un encuentro fortuito acaba con todas sus ilusiones. Las consecuencias de todo esto no se ven en la película, pero no son difíciles de adivinar: familias destrozadas en ambos bandos y una sociedad enfrentada ideológicamente que no consigue vivir en paz. Todo esto no es bueno para nadie. Todos salimos perdiendo: terroristas, víctimas y ciudadanos. ¿Por qué continuar entonces con este sin sentido? Creo que es posible encontrar una salida definitiva a la violencia. Creo que es posible pensar en un País Vasco que viva en paz y en armonía. Todos podemos contribuir a encontrar una solución pacífica desde el ámbito en el que nos toca. Como ciudadano y como artista pienso que la única manera de resolver el problema es desde la razón y la moderación. Son necesarias personas moderadas con ideas moderadas. Si todos, desde la convicción absoluta de nuestra verdad, queremos imponer nuestras ideas al otro sin escuchar lo que el otro puede sentir o pensar, el conflicto seguirá atascado. Aún a riesgo de que se me tilde de ingenuo, creo que hay que pensar en positivo; hay que tener fe en el ser humano; hay que buscar nuevas ideas que nos permitan avanzar. A veces es necesario ser ingenuo para solucionar las cosas. Hay que huir del cinismo que todo lo ve imposible. Tampoco soy partidario de simplificar las cosas. Una simplificación excesiva puede ser peligrosa; hay parámetros de la realidad que no deben perderse de vista. Tampoco hay que tener miedo de llamar a las cosas por su nombre. Pero por muy compleja que pueda parecer la solución, por muy alambicada que parezca la salida, siempre hay que tener esperanza. La Humanidad está repleta de ejemplos de enfrentamientos terribles que han encontrado solución. Sin ir más lejos, Francia y Alemania, después de dos guerras mundiales en menos de cincuenta años, con millones de muertos de por medio y daños materiales incalculables, son, hoy en día, dos naciones amigas motores esenciales en la construcción de un mismo proyecto europeo.

Las circunstancias actuales en relación al conflicto vasco no son ni peores ni mejores que en otras épocas. Creo, firmemente, que las circunstancias para construir la paz son siempre favorables. Porque las circunstancias las creamos nosotros con nuestra voluntad y con nuestros actos. Y siempre que haya buena voluntad las circunstancias son y serán favorables. Yo creo que hay buena voluntad. Creo que la gente quiere resolver los problemas y no crearlos. Mi deseo es que esta película aporte un poco de moderación y cordura dentro de un amplio espacio de reflexión. Y paz, sobretodo, me gustaría que desde el estímulo de la conciencia y la modestia de los medios con los que ha sido realizada, aportara algo de paz.




Biofilmografía del director
Jaime Rosales, (Barcelona, 1970), director y guionista.

Después de estudiar la carrera de ciencias empresariales, y tras varios trabajos en cine y televisión, obtiene una beca en 1996 para estudiar cine en la prestigiosa Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV) y otra en 1999 para estudiar en la Australian Film Television and Radio School (AFTRS) en Sydney. A su regreso de Sydney trabaja como guionista para televisión hasta marzo del 2001, fecha en la que arranca actividades la productora Fresdeval Films.

Tras el éxito de sus primeros largometrajes, LAS HORAS DEL DÍA y LA SOLEDAD, trabaja en este proyecto.


Nota de Ion Arretxe
Jaime Rosales me invitó a almorzar a mediados de Diciembre del 2007 para hablarme de su nueva película. A medida que describía el personaje principal mientras comíamos yo iba pensando: ¡Qué casualidad! ¡Cómo se parece a mí! ¡Qué coincidencia! Cuando me propuso interpretar el papel de Ion, no me extrañó nada. Si él no me lo hubiese propuesto se lo hubiera pedido yo. Más tarde, cuando leí el guión por primera vez, me di cuenta de lo cruda que puede resultar esta película. Es una película cruel y conflictiva, que puede dejar al espectador desasosegado e irritado, pues nos muestra algo que, en el fondo, todos sabemos pero nadie queremos ver: un terrorista es, nos guste o no, una persona normal.

A nivel personal, el principal reto de la película pasaba por lograr combinar mi labor como director de arte con mi trabajo de actor. Lo que más me costó fue mantener el mismo tono para el personaje ya que la ficción transcurría en muy pocos días mientras que nosotros esparcíamos la duración del rodaje en un periodo más largo. Una de las escenas que más me asustaba y que en el rodaje me resultó más difícil fue la escena de después de la fiesta. Fue un momento extraño en el que, curiosamente, se mezclaron la realidad con la ficción haciendo que me sintiera doblemente desnudo. La relación entre compañeros ha sido muy estrecha, de mucha colaboración. Al ser un equipo muy pequeño, en el que algunos ya nos conocíamos por haber trabajado en La soledad, todo se ha desarrollado en un ambiente muy familiar. Estoy convencido de que ha sido una película muy especial para todos y que dejará una profunda huella en cada uno de nosotros.

Me gustaría que mi personaje quedara retratado como un hombre que no hace del asesinato su vida. Un hombre que, pese a todo, tiene la posibilidad de cambiar. Pese a la rabia o la ira del momento el público tiene que salir con la esperanza de que la parte más normal del hombre podrá imponerse a su lado oscuro y algún día dejará de matar. Personalmente, estoy muy contento de haber participado en un proyecto tan especial y tan valiente. Con mi trabajo en esta película estoy convencido de contribuir a remover las conciencias de la gente y hacerles ver que las cosas pueden cambiar.


Ficha artística
Ion Arretxe - Ion
Iñigo Royo - Lara
Jaione Otxoa - Garbiñe
Ana Vila - Susana
Asun Arretxe - Asun
Nerea Cobreros - Ane
Jose Angel Lopetegi - Amigo
Mikel Tello - Abogado 1
Manza Gebara - Abogado 2
Ivan Moreno - Guardia Civil Alonso
Diego Gutierrez - Guardia Civil Maqueda
Stephanie Pecastaing - Stephanie
Monique Durin-Noury - Dueña Casa Francia
Gilles Vaxelaire - Dueño Casa Francia