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  Siempre a tu lado. Hachiko  (Hachiko: A dog's story)
  Dirigida por Lasse Hallström
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Una historia inmortal
Desde inicios de la década de los 30, una historia procedente de Tokio acerca de un leal perro de raza Akita, de nombre Hachiko, es parte substancial del folklore japonés. Tanto es así que se han llegado a erigir tres estatuas de bronce del perro diseminadas a lo largo del país; una de ellas ha devenido el punto de encuentro más famoso de la capital: la "salida Hachi" en la estación de tren Shibuya.

A lo largo de las siete décadas en que Hachiko lleva siendo un héroe del Japón, esta encantadora historia se ha llevado a la pantalla en un auténtico blockbuster, Hachikō Monogatari (1987), y ha sido el tema de dos libros infantiles: Hachikō: The True Story of a Loyal Dog, escrito por Pamela S. Turner, y Hachiko Waits, escrito por Lesléa Newman, ambos publicados en 2004. Este cuento inmortal de abnegación y amistad ahora se presenta a los cinéfilos norteamericanos bajo la forma de largometraje dirigido por Lasse Hallström, nominado al Oscar.

Hallström recibió el guión de Richard Gere, viejo amigo suyo además de productor de Hachiko, y al respecto comenta: "me pareció todo un regalo porque se trata de una historia maravillosa; y además, admirando como lo hago a los perros, esto ha sido fantástico".

Gere y Hallström son vecinos y viven al norte del estado de Nueva York; desde que trabajaron juntos en La gran estafa (The Hoax, 2006), habían estado esperando la oportunidad de volver a hacer otro film. A Richard le llevó algún tiempo animarse con la idea de realizar un film familiar, sin embargo, una vez que se convenció, sabía que Hallström sería el director para esta bella y misteriosa historia de perros. De Hallström, Gere comenta: "Lasse es algo así como un duende sueco. Su esposa y yo nos reímos hablando de él todo el tiempo porque está al corriente de todo cuanto pasa pero no tenemos ni la más remota idea de lo que está haciendo o cómo lo hace". Esta sencilla película, con su mensaje sublime precisaba del tipo de magia que sólo Hallström puede desarrollar.

Había acuerdo unánime entre los integrantes del reparto y del equipo técnico de Hachiko, que Hallström es de los directores que no parecen dirigir, y un gran tipo. Jason Alexander da vida a Carl, el jefe de estación que deviene testigo habitual de la vida de Hachiko. Su oficio puede parecer menor, o casi insignificante, pero Hallstrom tiene un modo muy cauto de hacer emerger cada personaje, y así alcanzar su plena importancia. Alexander comenta: "Lasse confía en sus actores. Estás ahí charlando y haciendo cosas y entonces, súbitamente, te das cuenta de que eres parte de esa imagen que está en su cabeza; así es este modo suyo tan bello que tiene de hacerse invisible. Su método de lograr que el actor vaya adonde él quiere que esté es muy discreto y suave, y casi da la impresión de que no hay nadie tirando de ti hacia alguna particular dirección, pero está allí, y lo sabes al fin y al cabo". Gere añade: "Lasse comienza una idea, y el modo en que lo hace resuena, y entonces te ves viviendo algo, sin embargo, está emanando de ti mismo, no procede de alguna parte del exterior".

A Hallström le pareció que era importante no perderse en el sentimentalismo de la historia de Hachiko: "Se trata de una historia pequeña. Sin embargo, el auténtico reto que plantea radica en no meterse demasiado en el terreno de lo sentimental, pues ya existe este peligro en la historia de manera inherente. Richard tiende a considerarla una fábula, sin embargo yo más bien la veo como algo a caballo entre el drama y la comedia. Es con eso con lo que me siento a gusto. Se me antoja el modo más honesto de describir el mundo, porque éste presenta una absoluta dimensión dramática, y luego, aparece lo cómico ¿no creen?"

Como Hallström subraya, puede que Gere no se mostrara enteramente de acuerdo con el aspecto cómico de la cinta; su agente le insistió acerca del guión y cuando Gere lo leyó finalmente, no le fue posible dejarlo. El actor comenta: "No es una película por la que cupiera esperar que yo me sintiera atraído, pero cuando la leí, lloré como un niño. Así que me dije ‘¡Vaya!, voy a tener que hacer esto, ¿no es así?' Leí el guión de nuevo, sólo para asegurarme y volvió a emocionarme. Creo que hay algo poderosamente icónico y misterioso en esta película y en la historia de un perro que espera. Existe algo en la composición de nuestro corazón que responde a eso. Ese sentido de lealtad, ese sentido de ‘voy a estar siempre allí por ti.' Es un material verdaderamente poderoso y profundo".

Vicki Shigekuni Wong es la inspirada productora que se haya tras el hecho de que Hachiko: A Dog's Story sea una realidad. A mediados de la década de los 80, mientras se hallaba de visita en Japón por vez primera, en medio del ajetreo de la estación de tren Shibuya, en Tokio, Wong se inspiró por la estatua de bronce en honor al perro más querido de Japón, uno de raza Akita llamado Hachiko. Wong se vio tan atraída por la belleza de la estatua y por su historia que luego llegó a bautizar su propio perro como Hachiko. Tras morir éste último, la pena que experimentó Wong la llevó a querer narrar la historia de este can tan especial. Wong convenció a su amigo, y productor veterano, Paul Mason, para que se uniera a ella en la aventura de realizar una película en torno a la historia de Hachiko. Dieron con el guionista Stephen Lindsey para que reescribiera la historia y, por último, se incorporó Inferno Distribution y Bill Johnson para financiar, producir y ayudar a que el sueño de Wong deviniera una realidad.

Wong comenta que en el primer encuentro que hubo para tratar de quienes integrarían el reparto y, particularmente, quién encarnaría al devoto amo de Hachi, Parker, "el primer nombre en mente de todos fue Richard Gere. Y además, éste no sólo se avino a protagonizar el film, sino que ¡también quiso coproducirlo! No podíamos estar más encantados pues si hay alguien en el mundo que ejemplifica la integridad y la compasión, éste es Richard".

El personaje de Gere rezuma compasión por Hachiko desde el mismísimo principio del relato, para mayor pesar de su esposa Cate, a quien da vida la actriz Joan Allen. Cate no quiere que Parker se quede con el cachorro perdido de raza Akita que cierta noche se trae a casa desde la estación de tren, pero el marido no parece que pueda librarse del can. Parker siente un lazo con el animal, siente que el perro le necesita, y aquí es donde su integridad entra en juego. Según Gere, su personaje "Parker es el ‘elegido' en esta historia. La relación que tiene con el perro se basa en un lazo que no tiene nada de racional. Eso me interesó mucho". Parker resulta tan leal con Hachiko como el perro lo es con él.

A Gere le pareció que era esencial para el film poder captar cierta dimensión de la clemencia, generosidad y aprobación. También quería que la película expusiera la esencia de una pequeña población y las relaciones de proximidad tales como –comenta- "la manera en que la gente se conoce mutuamente sin hacer comentarios al respecto, sin estar todo el día reprochándose cosas los unos a los otros, sino coexistiendo" como hacen Parker y Hachi.

Gere se refiere a un personaje del film que es el que encarna Alexander, Carl, el jefe de estación. "Carl forma parte de esta pequeña comunidad, de esta pequeña familia de gente cuyas vidas se ven profundamente conmovidas junto a la de Hachiko" —nos dice Alexander. Los otros miembros de la "familia" a los que se refiere el actor son Shabir, el vendedor del carro de perritos calientes y café, a quien da vida Erick Avari, y Mary Anne, la propietaria de la librería, interpretada por Davinia McFadden. Esos tres personajes son los testigos diarios del lazo creciente entre Parker y Hachi, y finalmente se convierten en los pseudocuidadores del perro.

Es Carl quien anima a Parker a que se lleve Hachiko a casa después de que Parker descubra, tras toda una jornada de trabajo, al cachorro "perdido" mirándole deliberada y fijamente desde el andén para pasajeros de la estación de tren. Cuando Parker trata de entregar el cachorro, Carl le comunica que si no se lleva el perro quedará abandonado en la estación toda la noche, sólo para ser llevado a la perrera a primera hora de la mañana. Todo parece apuntar a que este cachorro ha "elegido" a Parker y éste no puede ignorar la atracción y dejar el animal atrás.

Según Joan Allen, los valores personales de Gere no distan demasiado del personaje comprometido que encarna, y dice: "He comprobado lo mucho que se ha preocupado por el modo en que se narra esta historia, y le asiste un maravilloso y auténtico entendimiento de todos los matices en torno a lo familiar. Siempre está buscando algo que sea un poco más profundo, un poco inesperado. Es espontáneo, se muestra relajado y ¡tiene carisma!"

Allen, nominada a tres estatuillas de la Academia, entre ellas la de mejor actriz, resulta el contraste dramático en la cinta. Su personaje, Cate, es una conservadora de la historia cuya hija Andy (Sarah Roemer) está a punto de casarse; Cate parece dispuesta a disfrutar de una vida más despreocupada junto a su marido. Pero aparece un obstáculo en su plan cuando Parker inesperadamente trae a casa un cachorro de perro. Inicialmente, no es ninguna partidaria de que Hachi se quede, pero no tarda en comenzar a aceptarlo, y en respetar y valorar ese lazo algo infantil que su marido mantiene con el perro.

Gere considera que Allen era una opción lógica a la hora de decidir quién daba vida a Cate: "Necesitábamos a alguien en este papel que dentro de una historia de gran simpleza aportara una enorme profundidad y resonancia llegado el momento, un auténtico sentido de autoridad y mando, de poder" —pero el personaje de Allen y sus actos son sutiles, de tal modo que no era posible que apabullara—, "y Joan tiene esa capacidad de ser muy ligera, casi invisible. Pero es de ese modo imperceptible de la gente que mutuamente se conoce bien cómo ésta coexiste en el espacio. Y entonces, al mismo tiempo, puede manifestar muy rápidamente una auténtica profundidad que va más allá de ese tipo de simplicidad".

Hallström se muestra de acuerdo: "Trabajar con Joan es una experiencia que te deja en tu lugar. Es extraordinario ver a una actriz que resulta tan precisa en su labor".

Allen cree que ella y Gere desarrollan una química de marido y mujer muy natural y creíble: "No es algo que siempre pueda predecirse o fabricar. Sencillamente está allí o no está".

Cary-Hiroyuki Tagawa, que ha protagonizado largos como El último emperador (The Last Emperor, 1987) y Memorias de una geisha (Memoirs of a Geisha, 2005), da vida al mejor amigo de Parker y compañero de trabajo en la Universidad, el profesor Ken. Experto en cultura japonesa, Ken es el asesor de Parker en todo lo que se refiere al Japón y a la raza de perro Akita, y le explica los misterios de la naturaleza canina. Habiendo nacido y crecido parcialmente en Tokio, Tagawa opina que Gere era la elección perfecta para este papel en una adaptación norteamericana de esta historia japonesa tan especial, dado "su amor por los animales y la naturaleza, y particularmente por su vínculo con el budismo tibetano y su búsqueda de la paz; ese tipo de cosas es muy importante para la gente japonesa".

Gere opina lo mismo por lo que se refiere a los perros Akita que encarnan a Hachiko: "No es el tipo de perro que puedas hacértelo con atenciones, o le caes bien o no. Un perro Akita conecta o no conecta". Los Akita son unos perros muy particulares y perspicaces. Como Gere recuerda: "los adiestradores se mostraban muy aprensivos en lo tocante a mis encuentros con los perros porque estos canes toman decisiones en un instante, y si no les caes bien no hay modo de arreglarlo. Así que invertimos mucho tiempo levantando esta película, y mucho del mismo estuvo centrado en el momento en que me encontré con los perros. Casi me asustaba acariciarlos". Pero todo salió bien, y Gere resultó aceptado en la "tribu".


Los auténticos protagonistas
"Cuando la gente que está en el negocio de la interpretación dice: ‘no trabajes con perros ni niños,' no es porque sea difícil trabajar con ellos, sino porque ¡te roban la escena!" —comenta Boone Narr, un veterano entrenador de animales en Hollywood. Narr estuvo en el plató casi cada día con tres bellos Akitas que ha conseguido a lo largo del país y en los que ha invertido más de seis meses para poder recrear distintos estadios en la vida adulta de Hachiko.

Narr recuerda a Gere preguntándole qué era lo más arduo de conseguir del guión por parte de los adiestradores, a lo que le respondió: "Richard, lo más difícil de esta película va a consistir en hacer que ese perro parezca realmente tuyo y no del entrenador que está tras la cámara". Y desde aquel día, Richard hizo lo indecible con tal de lograr que aquello ocurriera.

A Narr le pareció que Hachiko era mejor que cualquier otro guión sobre perros que hubiera leído a lo largo de los años, aunque era consciente de que su éxito dependía considerablemente de la conexión emocional del público con el can. Y dado que todo el mundo le decía que iba a perder los estribos tratando de adiestrar un perro Akita, debido a que no escuchan y a su gran tozudez, pensó: "Muy bien, estamos ante un desafío. ¡Voy a conseguirlo!" A diferencia de muchas películas de perros, esta historia no recurriría a las típicas artimañas para que los animales hagan lo que se quiere, de tal modo que el auténtico desafío para el equipo de Narr estaba en lograr que los perros actuaran de manera que el público sintiera pena por ellos. Tras meses de testarudez, los adiestradores se abrieron paso y se dieron cuenta de que los Akitas se hallaban entre los perros más inteligentes con los que habían trabajado: ofrecieron el grado de emoción que la película necesitaba tan desesperadamente, y más que eso. "Son mejores que nosotros; esos perros han resultado increíbles" —comenta Gere.

La actriz Sarah Roemer, quien da vida a Andy, la hija de Parker que está a favor de su padre, comenta: "Los Akita resultan muy humanos, muy pacientes, y tremendamente serenos. No muestran tanto interés en complacer a los seres humanos como la mayoría de los perros. Se hace increíble observarlos pues son muy independientes e inteligentes, ¡y nos roban protagonismo a todos los actores!"

Alexander comenta que Layla, uno de los Akita que encarna a Hachiko, es seguramente "la Meryl Streep del mundo Akita". A Alexander le encanta trabajar con ella porque "posee un rostro tremandamente expresivo. Es maravillosa, noble, y muy elegante".

Joan Allen añade: "los Akita son perros muy majestuosos. Van a lo suyo y no les preocupa demasiado complacer a la gente. En cierto modo, se muestran distantes aunque son amables. Con todo y el imponente rango de Richard, el protagonista auténtico del film en verdad es Hachi. Esos perros son realmente muy impresionantes".

Los Akita son los únicos perros de crianza japonesa, y Cary Tagawa está de acuerdo en que son "muy japoneses por cuanto no se muestran abiertamente afectuosos ni expresivos, pero poseen gran perspicacia e intuición con las que me identifico porque soy japonés. Los Akita, a diferencia de la mayoría de perros, poseen un alma cargada de vieja sabiduría". Tagawa evoca un plano de Ken, el personaje al que encarna, quien se remite a la personalidad grave de los Akita en una escena en que explica la razón por la que Hachi no irá hacia un Parker frustrado ante tal conducta: comenta que eso es así porque un Akita no complace sin motivo; si van a responder a la llamada, será por un motivo de mayor peso que una galleta o una alabanza. Más tarde, en una escena dolorosa, Hachi acude de modo inesperado y nada propio de él: es obvio que algo va a cambiar.

Marisa Bellis era la representante de la seguridad de los animales de la American Humane Association (AHA) asignada a estar en el plató todo el tiempo para la supervisión del trato que se les daba a los cachorros de la raza de perro Shiba Inu, que daban vida a Hachi cuando cachorro, y de los Akita que encarnaban al Hachiko adulto. Bellis informó que la seguridad y protección de los animales no era el único motivo para la presencia de la AHA, pues la percepción del público juega un enorme papel en su propósito. "El público corriente a menudo observa una película con animales y mira una escena que hace que se dispare su alarma ante el temor por una ‘crueldad' para con ellos. La gente se preocupa y se pregunta cómo se trataron a los animales en el rodaje, lo que en definitiva puede arruinar su visionado del film. Ése es también un motivo para que la AHA esté en el plató: garantizar al público tranquilidad de espíritu". Cada escena es motivo de un informe acerca de cómo los adiestradores logran que los animales hagan cada una de las cosas encomendadas, que a renglón seguido se cuelga en el site www.americanhumane.org. Asimismo, la AHA edita un descargo de responsabilidades de cada película asegurando que “ningún animal ha sido dañado en la realización de esta película".

El plató de Hachiko: A Dog's Story desarrollaba una simpatía adicional para con los animales, con la mayoría del reparto y del equipo técnico apareciendo cada día en el trabajo acompañados de sus respectivas mascotas caninas, a menudo abrigadas con chaquetones y suéteres. La mayoría de la película se rodó durante los meses de invierno más fríos en Rhode Island, de tal modo que el tiempo y las temperaturas gélidas eran de la incumbencia de la AHA, particularmente por lo que se refiere a los cachorros. Pero Bellis informa que la AHA revisó el guión entero por adelantado y estableció determinadas pautas y previsiones para el confort de los perros, y sobre todo para los cachorros pues se casan fácilmente, resultan vulnerables al frío, y deben alternarse con regularidad. "Estas pequeñas criaturas necesitan mucho descanso, y la gente cree que exageramos, pero sencillamente procuramos por ellos, de tal modo que les cuidamos. El departamento de vestuario nos echó una mano y confeccionó una chaqueta pequeña para los cachorros con calentadores en el interior del mismo color, de tal modo que en las escenas en las que un cachorro que encarna a Hachi se halla en la cartera o brazos de Richard, el público puede creer que está helado, pero lo que no saben es que me he asegurado de que esté realmente bien calentito, dado que ¡no queremos a ningún cachorro helado en el plató!"

Sarah Roemer valida la perspectiva de Bellis por cuanto se refiere al vínculo emotivo de la gente con los animales en las películas o en historias cuando nos explica que, en cierto momento, ella y su amigo sollozaban al unísono mientras leían y discutían juntos el guión. Comenta: "Estábamos apenados porque ¡era un perro! Y los perros son tan inocentes, tan puros y leales, y profesan ese amor tan perfectamente sano, que la historia deviene tanto más triste. Mi amigo me dijo: ‘tu personaje podría estar siendo golpeado y maltratado en el guión, y no me importaría tanto, pero ¡se trata de un perro!' Yo sentía lo mismo".


El mensaje, por qué es importante, y de quién sería la espera
Inferno Distribution decidió financiar y producir la historia de Hachiko porque están interesados en la realización de películas que despierten conciencias, y vio el atractivo universal de la historia de un hombre y de su fiel perro. El productor Bill Johnson comenta: "cuando leí el guión, comprendí inmediatamente el poder del mensaje que podría proyectar sobre una ingente cantidad de personas acerca de la lealtad, el compromiso y el amor incondicional". Trabajar en un proyecto con este significado universal hizo que el reparto y el equipo técnico considerasen sus conexiones personales con la historia y cómo este ejemplo de perro tan especial afectaba sus propias vidas.

Jason Alexander cree que esta película se sumará a los grandes clásicos del cine con protagonistas animales. Comenta: "Los animales se sacrifican por amor, poseen cierta nobleza que con frecuencia está ausente en los humanos. La historia de Hachiko es importante porque contiene una honda lección que no necesita ningún subrayado dada su potencia. Se trata de una historia discreta y pequeña con mucha textura y por tanto se presenta sofisticada en su simpleza. Este perro no tiene una vida extraordinaria. Parker tampoco lleva una vida extraordinaria. Este hombre se lleva a casa este perro y le ofrece su corazón, y el perro lo recibe y corresponde; no es que salve su vida o saque a nadie de un coche ardiendo. No hay aquí heroicidades. No hay salpicaduras. En absoluto se produce ese ‘gran' momento. Se trata tan sólo de: ‘Te encontré, te conseguí, y me entrego a ti de un modo que es honesto pero para nada exuberante.' En este preciso momento de mi vida, justamente eso me llega de un modo muy profundo".

Tagawa, personalmente, se identifica con la dedicación de Hachi y nos comenta: "proverbialmente, estoy pendiente de la humanidad en la estación de tren. Soy del todo partidario del mundo de la conciencia". En una escena muy significativa, Ken, el personaje que encarna Tagawa, descubre el número ocho (8) grabado en el collar del cachorro Akita. Ken le informa a Parker que la palabra japonesa para el ocho es “hachi” y que, en Japón, hachi (8) posee un significado simbólico referido a la conexión entre "los planos terrenal y espiritual;" se traduce como "alcanzar el cielo y aterrizar en la tierra". Asimismo, es el símbolo para el infinito, traza una forma infinita y fluida en la que uno no ve principio ni fin; así es como resulta ser la devoción de Hachiko. Hay algo de este ejemplo de amor de perro que trae el cielo a la Tierra.

Joan Allen confiesa que leyendo el guión le embargó algo así como una inmensa emoción, le llegó a lo más hondo porque "vivimos en un mundo en que las cosas se mueven muy rápidamente, y cuantos más años sumamos, más rápidamente pasa el tiempo. Uno va de aquí para allá tratando de meterlo todo dentro y jamás hay suficiente tiempo. Siempre te ves empujado a seguir adelante para la próxima cosa. Creo que es la gran lección de esta historia: tomarse tiempo, dar un paso atrás y conectar realmente con la gente que de verdad te importa. No todo es de usar y tirar como la sociedad en que vivimos parece ser en esencia. Ésta es una historia sobre algo que es perdurable. Este hermoso perro jamás deja de esperar a lo que ama. Ésa es una lección extraordinaria que todo el mundo puede aprender y aplicar a sus propias vidas. Hachi es un discreto y cariñoso maestro de la fidelidad y la paciencia. Richard Gere lo sintetiza muy bien cuando dice que la espera de Hachiko, y lo que significa para él, está "más allá de hablar de ello". Es algo que uno siente en lo más profundo del corazón, esa sensación de que no hay principio ni final en este amor, de que el anhelo que sentimos en lo más profundo de nosotros es algo que llena todo el universo, y que hay algo en historias como ésta, y ésta en particular, que alcanzan a tocar esta universalidad de algún modo delicado que debería ser misterioso, que debería resistirse a toda descripción".


La historia real
En 1924, Hachikō fue llevado a Tokio por su dueño, Hidesamurō Ueno, un profesor del departamento de agricultura en la Universidad de Tokio. A lo largo de su vida con el amo, Hachikō le despedía desde la puerta de casa y le recibía al final de la jornada en la estación de tren Shibuya, próxima al hogar de Parker. Ambos siguieron con esta rutina diaria hasta mayo de 1925, cuando, una tarde, Ueno no regresó en el tren habitual. Aquel día, el profesor había sufrido una apoplejía en la universidad. Había fenecido, y jamás regresó a la estación de tren, donde su amigo estaba esperándole.

Tras la muerte de su amo, Hachiko fue regalado, sin embargo, se escapaba sistemáticamente para presentarse una vez y otra en su antiguo hogar. Pasado un tiempo, Hachi aparentemente dio muestras de comprender que el profesor Ueno ya no vivía en la casa. De tal modo que comenzó a buscarle en la estación de tren, a donde le había acompañado en tantas ocasiones. Cada día, Hachiko estuvo esperando el regreso de Ueno. Y cada día no veía a su amigo entre los pasajeros de la estación que regresaban de sus trabajos.

La permanente imagen de Hachiko en la estación de tren atrajo la atención de los pasajeros. Muchas de las personas que frecuentaban la estación de tren Shibuya habían visto juntos cada día a Hachi y al profesor Ueno. Dándose cuenta de que Hachiko permanecía en vigilia por su difunto amo, sintieron conmoverse. En su espera, Hachi era obsequiado con detalles diversos y comida para nutrirlo durante su espera.

Así estuvo durante 10 años, en los que Hachikō sólo aparecía al atardecer, precisamente cuando el tren estaba previsto llegara a la estación.

Aquel mismo año, uno de los antiguos alumnos de Ueno que se había convertido en algo así como un experto en Akitas vio al perro en la estación, y le siguió a la casa, donde se enteró de la historia acerca de la vida de Hachikō. Poco tiempo después de este encuentro, aquel antiguo alumno publicó un documentado censo de los Akitas de Japón. Su investigación le llevó al dato de la existencia de tan sólo 30 Akitas de pura raza, entre ellos, Hachikō en la estación de Shibuya.

Aquel antiguo alumno de Ueno regresó con frecuencia a la casa del profesor para visitar al perro, y con los años, publicó varios artículos acerca de la increíble fidelidad de Hachikō. En 1932, uno de esos artículos, publicado en el más importante periódico de Tokio, hizo que aquel perro atrajera la atención internacional. Hachikō se convirtió en una celebridad nacional. La fidelidad a la memoria de su amo impresionó a la gente de Japón, que la entendió dentro de un espíritu de lealtad a la familia que todos debieran esforzarse por lograr. Profesores y padres usaron la vigilia de Hachikō como ejemplo que todos los hijos debieran imitar. Un artista japonés de renombre hizo una escultura del perro, y a través de todo el país se generó una nueva conciencia en torno a la crianza de los Akita.

En abril de 1934, una estatua de bronce de gran parecido se erigió en la estación Shibuya, y el mismísimo Hachikō estuvo presente en la inauguración. Hachikō murió el 8 de marzo de 1935. La estatua se recicló como contribución para la guerra durante la Segunda Guerra mundial. Tras la conflagración, Hachikō no fue olvidado. En 1948, la Sociedad para la recreación de la estatua de Hachikō encargó a Takeshi Ando, hijo del primer artista, quien había ya fenecido, que creara una segunda estatua. La nueva obra, erigida en agosto de 1948, todavía permanece y es un punto de encuentro extremadamente famoso. La entrada a la estación, próxima a la ubicación de la estatua, recibió el nombre de "Hachikō-guchi", que significa "Acceso Hachikō", y es uno de las cinco puertas de la estación Shibuya Station.

Una estatua de características similares está en la ciudad natal de Hachikō, delante de la estación Odate Station. En 2004, ante el Museo del perro Akita de Odate, se levantó una nueva estatua de Hachikō sobre el pedestal de piedra original que estaba en la estación de Shibuya.

El largometraje de 1987, Hachikō Monogatari, narraba la historia de la vida de este perro desde su nacimiento hasta su muerte, e imagina un reencuentro espiritual con su amo, el profesor. Considerado un éxito atronador, el film resultó el último gran triunfo del estudio de cine japonés Shochiku Kinema Kenkyû-jo.