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  Todas las canciones hablan de mí  Dirigida por Jonás Trueba
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Jonás Trueba (Madrid, 1981)
Es co-guionista de las películas "Más pena que Gloria" (2001) y "Vete de mí" (2005), ambas dirigidas por Víctor García León, y de "El baile de la Victoria" (2009) de Fernando Trueba.

Ha dirigido el cortometraje "Cero en conciencia" (2000) y una obra de teatro, "Pienso a menudo en ti" (2007). También ha sido editor de algunos libros de cine para Plot Ediciones.

Escribe en el diario elmundo.es un blog dedicado al cine que se llama "El viento sopla donde quiere".


Notas del director
"Todas las canciones hablan de mí" es una comedia romántica, con un punto melancólico y nostálgico. No cuenta el principio de un amor, sino su supuesto final. Habla de lo difícil que es sobrellevar una ruptura sentimental, sobre todo cuando la persona de la que te has separado sigue presente en tu vida.

Ramiro y Andrea no rompen su relación por ninguna razón o motivo concreto. No hay un conflicto de celos, ni de infidelidad, ni nada parecido… Ni siquiera se ha agotado el amor entre ellos. Es algo hasta cierto punto inexplicable, pero bastante común.

Para mí, el drama de ser joven reside en la incapacidad de admitir que uno no puede abarcarlo todo. La vida corre a toda velocidad y sin embargo está llena de posibilidades. Por eso la urgencia de estar en constante movimiento, sobre todo cuando aún no se han empezado a asumir todas las responsabilidades de la vida adulta. De ahí sale la fascinación por lo lejano, por lo que no se tiene, por lo inconcreto… Muchas parejas, sobre todo en la franja de edad de nuestros protagonistas, se deshacen por el propio peso de la incertidumbre, por el miedo a seguir adelante, y por eso a veces parece que ser joven y mantener una relación de pareja es algo contradictorio.

Los personajes principales de "Todas las canciones hablan de mí" están a medio camino entre los veinte y los treinta años; es decir, han empezado a asumir algunas de las responsabilidades de la madurez y al mismo tiempo siguen agarrados a muchas de las constantes vitales propias de la adolescencia y la primera juventud.

No aspiro a retratar a ninguna generación en particular; sería demasiado pretencioso por mi parte. En todo caso, y esto es algo que advertí más tarde, podría decir que se trata de la última generación que escribió cartas de amor a mano. Creo que esta generación es la mía, por eso la coincidencia de calendarios entre mis personajes y yo no es casual. Quería retratar a un tipo de gente que me resulta cercana y reconocible, con sus dilemas vitales, intelectuales y amorosos, sobre todo amorosos… Porque pienso que este tema no está ni mucho menos agotado. Al contrario. Creo que el amor a los veintitantos todavía se puede abordar desde muchos ángulos novedosos y atractivos, repensarlo, y que se puede construir un discurso nuevo en torno a él. De eso también trata la película. De alguien que se pregunta, se cuestiona, habla consigo mismo y con todos los que tiene a su alrededor, escucha canciones, lee, trata de informarse, duda, se contradice, vuelve a dudar, y finalmente llega a una serie de conclusiones, equivocadas o no, pero que le ayudan a seguir viviendo.

Porque uno no se da cuenta del valor de lo que tiene hasta que lo pierde. Por eso esta película apuesta por la vida que vivimos, no por la que supuestamente tendríamos que vivir. Me gustaría que traspasara las fronteras generacionales y funcionara como un antídoto contra la infelicidad; la infelicidad que nos produce el estar pensando constantemente que nos merecemos algo mejor, rechazando las cosas buenas que nos rodean. Creo que ahí reside, más allá de los aspectos formales y estéticos, la originalidad y la verdadera intención de "Todas las canciones hablan de mí".