Los mundos del cine y la literatura se han sentido fascinados durante mucho tiempo por los viajes en el tiempo y las consecuencias cómicas de arrancar a un hombre o a una mujer de su marco temporal moderno y mandarle a un pasado remoto. Uno de los ejemplos más notables es el de la obra de Mark Twain, Un yanqui en la corte del rey Arturo, en la que un joven de Nueva Inglaterra del siglo diecinueve se da un golpe en la cabeza y se despierta en el Camelot del siglo sexto.