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  Desde París con amor  (From Paris with love)
  Dirigida por Pierre Morel
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John Travolta (Charlie Wax)

P: ¿Qué te atrajo de esta película?

J.T.: Como actor, lo primero que me atrae es lo que puedo hacer con un personaje que sea distinto a lo que otra persona pueda hacer con él. Se trataba de un personaje extravagante y me daba algo que hacer como actor. Me permitía ser alguien diferente a mí. La posibilidad de trabajar con Luc Besson también me atraía, porque es un cineasta excelente y el guión era obra suya, y el trabajo de Pierre me parecía atractivo porque había demostrado con unas pocas películas que podía hacer un filme de este tipo, así que había todos esos elementos que me resultaban atractivos.


P: ¿Cómo describirías a Wax?

J.T.: Un agente de la CIA nada convencional. Es uno de esos tipos que, al ser tan bueno en lo que hace, puede permitirse no ser demasiado ético, únicamente porque ofrece un servicio de máxima calidad muy por encima del típico agente de la CIA.


P: ¿Dirías que eres un tipo de actor poco convencional?

J.T.: Supongo que depende de lo que se entienda por poco convencional. En este caso, yo personalmente no haría ni mucho menos lo que hace Wax, pero eso no significa que no tenga derecho a interpretar a alguien que actúa de manera nada convencional. Ya lo hice en Pulp Fiction, lo hice en Operación Swordfish, en Cara a cara (Face/Off) y en muchas otras películas en las que interpreto a tipos que son un tanto inmorales, pero ése es el privilegio que se tiene como artista y como actor, la posibilidad de hacer cosas distintas.


P: ¿Cómo definisteis la imagen de Wax?

J.T.: Bueno, creo que la cosa estuvo entre Pierre, Luc y yo. Acababa de terminar una película con Tony Scott y Denzel Washington, llamada Asalto al tren Pelham 123, y allí tenía un aspecto así como duro y tosco, de modo que pensé: "Bueno, eso ha funcionado pero, ¿cómo puedo ser distinto en esta película?". Así que decidimos deshacernos del pelo, dejarme una perilla y vestirme como un mercenario. Ahora esos tipos casi parecen tener estilo, por el motivo que sea. Estuvimos viendo fotos de esos tipos con armas, pañuelos, chaquetas de cuero y pantalones militares, y tenían un aspecto glamuroso, resultaba realmente extraño ver una dicotomía así, de glamour con armas.


P: ¿Te gusta tu nuevo "corte de pelo"?

J.T.: Mucho. Voy completamente pelado y eso me da total libertad para ser de lo más directo. Me recuerda a Pulp Fiction, donde el personaje, un asesino a sueldo de traficantes de heroína, tenía un extravagante corte de pelo que le daba un aire ‘euro-trash’. Se trata de algo muy importante, porque el cine es un medio visual y lo único que el espectador sabe es lo que se le muestra en la pantalla, así que necesitas tener una imagen con la que te sientas plenamente satisfecho. Ésta le va mucho al personaje.


P: Vaya por donde vaya Wax, ya sea en el aeropuerto donde lo vemos por primera vez, o en las calles, causa una fuerte impresión, directo, sin pelos en la lengua...

J.T.: Sí, se lo hace pasar mal a los de aduanas con un montón de tacos y muchos prejuicios e ideas amenazadoras, y no para un momento; si fuera vestido más normal y tuviera una actitud más normal no resultaría tan atractivo. Cuando vas vestido como yo, te divierte más de lo que te puedas sentir ofendido. Si fuera con un traje con chaleco, resultaría ofensivo, porque dirías: "¿Quién se cree que es ese tipo para hablar así?" Pero con el pelo rapado al cero, la perilla, algo tosco, por algún motivo, no resulta tan ofensivo. Solamente utiliza las palabrotas para dejar bien claras sus ideas. O sea, no es que sea algo involuntario, forma parte de cómo quiere comunicarse, tanto con traficantes de drogas, redes de prostitución o funcionarios públicos, a los que necesite engañar de algún modo. Así que lo utiliza como herramienta, más que tratarse de algo natural. Es una actitud. Adopta esa actitud callejera para poder moverse por las calles. Es la clase de persona a la que contratarían, por mucho dinero, para meterse en situaciones sumamente peligrosas, zonas de guerra y sitios así, para trabajos de tipo espionaje, operaciones encubiertas, y lo tiene dominado. No le tiene miedo a nada porque es perfectamente capaz de manejar a cualquiera, en cualquier momento y de cualquier manera, y no teme a la muerte. Tiene mentalidad bélica.


P: ¿Cómo describirías la relación de Wax con Reese?

J.T.: Creo que, al principio, Wax intenta hacerse una idea de quién es ese tipo, y si le va a resultar una gran carga o, por el contrario, supondrá una gran ventaja. De ese modo, valora en todo momento cómo se encuentra con ese tipo, pero sabe que Reese le sirve de contrapunto. Cuenta en su haber con idiomas y con conocimientos de inteligencia, y tiene su propio estilo de pericia que sirve de contrapunto a mi propia pericia. Con mi instrucción, trataba de ayudarlo a convertirse en alguien más parecido a mí, así que se trata de tomar a un tipo que tiene potencial y transformarlo en alguien un poco más duro. De modo que tengo un trabajo que hacer, pero al mismo tiempo intento dilucidar de qué va.



P: ¿Y cómo resultó trabajar con Jonathan Rhys Meyers?

J.T.: Es encantador. Es un actor maravilloso, es agradable y se puede hablar de cualquier cosa con él, en lo referente a tu trabajo o tu punto de vista, y es muy divertido. Tiene un gran sentido del humor y es muy profesional, uno de los actores más profesionales con los que he trabajado jamás. Se sabe su papel, es puntual, siempre consigues escenas estupendas a su lado, puedes contar con él y te permite realizar ajustes, ya que él también se ajustará por ti si necesitas retocar algo.


P: ¿Y Pierre Morel, el director?

J.T.: Había visto Venganza (Taken), y vino muy recomendado por Luc. Cuando conocí a Pierre, pude ver que poseía una gran inteligencia, una buena lógica y un intenso deseo de hacer una estupenda película. Es un hombre muy elegante y un buen comunicador, muy discreto, que sabe lo que quiere, podías estar haciendo una escena y que dijera: “¿Te importaría probar a hacerlo así?” y la mayoría de las veces descubría que estaba de acuerdo con él. Está lleno de buenas ideas, es fácil llevarse bien con él y creo que el equipo lo respeta e intenta esforzarse al máximo por él. Siente una gran pasión por este trabajo.


P: ¿Cómo influye todavía tu formación como bailarín en tu interpretación?

J.T.: No sería capaz de hacer ni la mitad de las escenas arriesgadas que hago en la actualidad si no bailara, porque parecen bailes. Es como en una película de John Woo. John Woo crea secuencias que parecen un ballet, con cámara lenta y movimiento, y son preciosas. Violentas, pero preciosas. Creo que, si no hubiera sido bailarín, podría haberlo hecho, pero seguramente no tendría la misma fluidez ni resultaría tan interesante.


P: ¿Qué es lo que te gusta de hacer películas de acción?

J.T.: Me gusta el movimiento y me gusta el modo de pensar diferente. En una película de acción, utilizas tu cuerpo de manera distinta y, mientras esté bien escrita y bien dirigida, me encanta. No me interesa tomar parte en una que no esté bien escrita ni bien dirigida, simplemente por la acción. En esta película, no hay nada gratuito. Una secuencia de acción lleva a la siguiente, y así sucesivamente, porque estamos intentando llegar hasta una red terrorista, así que todo tiene sentido.


P: ¿Has disfrutado con la oportunidad de trabajar en Francia?

J.T.: Hace años que quería hacer una película en Francia. En 30 años, es la primera película que he hecho realmente aquí y me sorprende no haber hecho ninguna antes, pero nunca es demasiado tarde y, voilà, aquí estoy. Je suis heureux. Me encanta la atmósfera en el plató. Soy una persona muy cariñosa y me encanta que todo el mundo se abrace y se bese pero, lo que es más importante, me encanta que todo el mundo esté allí para trabajar. Agradezco de veras que aquí haya una dedicación al trabajo y se ponga un cuidado que es importante. He disfrutado enormemente con ello.


P: El guión incluye unos cuantos tópicos sobre Francia, como la comida y el sexo, por ejemplo... ¿Verdad o mito?

J.T.: Todo mito tiene una parte de verdad que se basa en experiencias que ha tenido alguien. O sea, está la imagen del norteamericano horrible. ¿Hay norteamericanos horribles? Probablemente. Pero, ¿todos? No. Los rumores se basan en pequeños detalles, a partir de los que surgen chistes y tópicos, que se utilizan para incluir ideas puntuales en el argumento, pero eso no significa que sean ciertos.


P: ¿Qué escena te resultó más difícil?

J.T.: No estoy seguro, porque estoy muy activo en todo el filme. Toda la película ha resultado muy exigente y no puedo evitar reírme porque soy más viejo de lo que indica mi conducta. Han aprovechado mi capacidad para mover mi cuerpo, pero la verdad es que me río con la idea de que me permita hacer la mitad de las cosas que hago. Cada vez que hago una escena en la que me lanzo rodando, salto sobre una mesa o salto por los aires con dos armas, se me escapa la risa porque en teoría, a mi edad debería bajar de ritmo, no aumentarlo. Ésta es seguramente la película más cargada de acción en la que he participado, y eso que he hecho algunos clásicos del cine de acción, pero ésta la más movida en la que he tomado parte. Es muy buena.


Jonathan Rhys Meyers (James Reese)

P: ¿Qué te atrajo de Desde París con amor?

J.R.M.: Leí el guión y quería hacer una película de este tipo. Quería trabajar con Pierre Morel, porque había visto Venganza (Taken). Quería trabajar con John, y con Luc Besson y Virginie. Interpreto a un tipo que tiene algo un poco infantil, a pesar de tratarse de un tipo muy maduro y muy responsable, pero tiene cierta idea de lo que supone ser un espía y es sobre todo lo típico sacado de cómics y cosas así. Ese elemento lo convierte en cierto sentido en un niño, pero empieza poco a poco a darse cuenta de que no todo es como en James Bond, con sus coches, sus trajes elegantes y operaciones secretas. Es muy sucio, sangriento, turbio y asqueroso: el mundo real. Está en cierto sentido haciendo realidad su fantasía y la fantasía se convierte en una pesadilla ante sus ojos.


P: ¿Cuál es tu enfoque con un personaje como Reese?

J.R.M.: Tengo una idea en la cabeza de sus antecedentes, cómo podría haber sido este chico, al crecer, el instituto, la escuela nocturna y todo eso. No se trata de alguien que fue a Harvard. Creo que seguramente estudió en una escuela pública y aprendió mandarín en la escuela nocturna para intentar conseguir un buen trabajo. Así que es alguien que se oculta a menudo tras una fachada. Pero no es un personaje que se vea cargado de complejidades. Reese tiene corazón, es un tipo optimista. Quiere pensar lo mejor de la gente.


P: Reese se siente fascinado por Wax. ¿Te sentiste igual que él al tener ocasión de trabajar con John Travolta?

J.R.M.: Yo no diría tanto como fascinado, pero sí que me encantó. Nos lo pasamos estupendamente juntos, porque es una persona muy generosa y sumamente cariñosa. Lleva mucho tiempo trabajando en el cine, así que tiene muchísimas historias increíbles y una gran experiencia. Pero la verdad es que es muy buen tipo, un individuo muy franco y cariñoso, y es un icono de su tiempo. Cuando Reese conoce a Wax, se siente fascinado porque no es lo que esperaba. Lo que esperaba es más bien alguien pulcro y formal, trajeado y serio, y lo que se encuentra es alguien que parece sacado de un club de moteros de Florida, que lleva joyas de Chrome Hearts, con una personalidad muy intensa, una gran personalidad, muy americana. Así que Reese se queda de piedra al encontrarse con lo contrario de lo que esperaba, tenía una idea preconcebida en mente. Yo no tenía ideas preconcebidas en cuanto a John, y me lo pasé estupendamente con él. Hemos tenido suerte, porque la química funciona o no funciona, y no lo sabes hasta que llega el momento. Así que tuvimos suerte de que nos cayéramos bien y parece que la cosa salió bien.


P: ¿Dirías que desarrollan una relación de colegas?

J.R.M.: Desarrollan una cierta relación de colegas, porque es una especie de relación de colegas tipo mentor-estudiante. Paso por un montón de momentos en los que me comporto de manera muy torpe, tengo problemas éticos y Reese es mucho más ético que Wax. Así que es una ‘buddy movie’ con personas con ideales distintos, pero se te permite tener ideales distintos y aun así tener un mismo objetivo.


P: ¿Podrías hablarnos un poco sobre tu compañera en la película, Kasia Smutniak, que interpreta a Caroline?

J.R.M.: Kasia es genial, una chica maravillosa. Es polaca, lo que me gusta, porque yo soy irlandés, y hay una cierta similitud extraña ahí. Es una actriz excepcional, lo que es raro, porque es una antigua modelo y muy pocas veces se ve una ex modelo que sepa actuar de verdad. No sé por qué, quizá porque se han pasado años centrándose en el aspecto físico, pero ella sí posee la habilidad necesaria para ser actriz. Tengo un gran concepto de ella. Fue muy divertido trabajar con ella. Creo que a los espectadores les va a gustar mucho en la película.


P: ¿Tenías ganas ya de hacer tu primera película de acción?

J.R.M.: Sí, pero es duro. Cuando estás haciendo una película de acción, lo más agradable resultan ser las escenas en las que no tienes más que interpretar. Eso se debe a que las escenas de acción quedan sensacionales en pantalla, pero son muy complicadas, son técnicamente complejas de rodar. Así que no hay fluidez, son todo pequeños trozos, pequeños momentos, que luego se montan seguidos para hacer que queden bien. Pero no son nada divertidos de rodar, solo llevan mucho tiempo.


P: ¿Cómo describirías a Pierre Morel?

J.R.M.: Me encanta Pierre. Creo que está chalado en su punto justo. Es un gran técnico, un gran operario. Es una persona de trato fácil, trabaja muchísimo, tiene mucha energía, está cargadísimo de energías. Y es listo. Me gusta muchísimo. Me siento muy cómodo con Pierre. Es un tipo genial y un director excelente.

Cuando estás rodando, ¿sueles comprobar las escenas en el monitor?

Sí, pero suelo mirar el monitor únicamente para comprobar que no estoy haciendo ninguna estupidez. Cuando era más joven, como actor, solía hacer tonterías con las manos o tics y cosas así. Recuerdo una toma en concreto, una preciosa toma en la que estaba sentado en una mesa, en la tercera temporada de Los Tudor. Estaba sentado con Jane Seymour, y es una composición preciosa, salvo que está de perfil y, con las botas altas, mi pie estaba girado y arruinaba la composición del encuadre. Es el tipo de cosas en las que me fijo.


P: ¿Qué te pareció trabajar en Francia?

J.R.M.: Cuando trabajas en el extranjero, y he trabajado en países en los que no hablaba el idioma, y este equipo técnico francés en concreto, son muy amables unos con otros y conmigo. Han sido en todo momento encantadores conmigo. Hay una gran camaradería. El equipo técnico se lleva estupendamente y se apoyan unos a otros.



John Travolta y Jonathan Rhys Meyers

P: ¿Cómo describiríais vuestro trabajo juntos?

J.R.M.: Creo que nunca se puede estar realmente seguro de si todo encajará perfectamente hasta que llegas allí y te pones a rodar. La transferencia de energía es algo real. John es una persona increíblemente cariñosa, muy franca y muy generosa, así que sabía que contaba con alguien con el que tenía posibilidades de tener mucha energía, con el que sentirme muy cómodo. Pero la verdad es que no se sabe hasta que la cámara empieza a rodar.

J.T.: Jonathan y yo tenemos un enfoque similar sobre la interpretación, los dos la abordamos de manera muy naturalista y nuestras energías son similares, en el sentido de que mantenemos el fuego encendido a lo largo de toda una escena y, si no, nos las apañamos para conseguirlo. Así que tener ese acuerdo por el que confiamos el uno en el otro y nos sentimos cómodos el uno con el otro permite que una escena cobre vida. Entonces la verdad es que no lo sabes hasta que lo ves en pantalla. Podríamos estar pasándolo como nunca pero hay que verlo en la pantalla y los espectadores tienen que decir: “¡Oh, tienen química!”. Puede que nosotros sintamos toda la química del mundo y que no sea auténtica. En este caso, después de ver un poco de metraje montado, creo que pensamos: “Vaya, eso es bastante fiel”.


P: ¿Estabais familiarizados con el trabajo del otro?

J.T.: Estaba perfectamente familiarizado con el trabajo de Jonathan, me encuentro en la maravillosa posición de que, cuando me piden hacer una película, me ofrecen unas cuantas sugerencias de con quién me gustaría trabajar, y Jonathan era una de ellas, y fue mi primera elección. Jonathan es un magnífico actor. Creo que, de todos los jóvenes actores, es probablemente el más dotado, porque puede hacer cualquier cosa. Todas sus interpretaciones lo demuestran, porque están diversificadas y resultan creíbles y son clásicas, y en mi opinión tiene un tremendo futuro. Y esto que estoy contando no es nada nuevo. Es algo empírico.

J.R.M.: Hay un montón de películas de John que me han gustado. Pulp Fiction, evidentemente, tuvo un gran efecto, pero no solo desde el punto de vista de un actor, sino también porque cambió la manera que tenía la gente de ver el cine. Fue un hito sumamente importante del cine. De niño, Grease (Brillantina) fue una película con un gran impacto, porque crecí en una época en Irlanda en la que no había vídeos ni DVDs así que, cuando se emitía una gran producción en televisión, toda la familia esperaba con ganas el momento y se sentaba a verla. Grease (Brillantina) era una de ellas. He de admitir que sentía algo de envidia porque él se quedaba con Sandy. Fiebre del sábado noche es una película extraordinaria porque me gusta la música, me gusta la ropa, me gusta el baile. Me gusta todo. Cara a cara (Face/Off) fue fenomenal y creo que hizo un trabajo excelente haciendo de Nic Cage. Era algo muy difícil de hacer, porque no tienes el físico para interpretar a la persona a la que se supone que tienes que interpretar, y creo que él lo clavó.

J.T.: Muy cierto. Los dos tenemos físicos muy distintos. Teníamos truquillos que hacíamos para engañar a la cámara, pero creo que tienes toda la razón. Y creo que difícilmente se puede superar a Jonathan en Match Point. O sea, cuando ves esa interpretación, es imposible de mejorar. Me quedé impresionado con ella, como muchas otras personas. Me siento muy orgulloso de Jonathan, y la serie de Jonathan está dejando a todo el mundo con la boca abierta.


P: ¿Podríais describir el personaje del otro?

J.T.: ¿Quieres ir tú primero?

J.R.M.: Iré primero. Charlie Wax es un tipo del que cualquier joven ingenua haría mal en enamorarse porque está un tanto loco. Le gusta disparar primero y hacer todas las preguntas después, en el depósito de cadáveres. A lo largo de esta película, acumula una cantidad de muertos realmente extraordinaria. Va dejando a su paso un auténtico río de sangre y tripas por el que yo tengo que intentar abrirme paso. Pero Charlie Wax siente algo en cierto modo paternal hacia Reese, algo muy extraño, casi inmediato, como si fuera su mentor. A veces le divierte la impresión que causa su conducta en Reese porque para él matar gente se ha convertido en su forma de funcionar. Wax se siente cómodo cuando se encuentra en una situación peligrosa, es realmente su terreno. Allí es donde se convierte en una especie de bailarín sobre el escenario. Si tuviera que hacer algo donde tuviera que sentarse, con camisa y corbata, se pondría de los nervios. Cuando está en peligro, se desprende cierta energía y se ha vuelto adicto a esa sensación. Por eso recorre el mundo, sin tener familia, ni mujer, y se enfrenta a esos conflictos tan peligrosos, porque es el escenario para el que nació.

J.T.: ¡Muy bien!

J.R.M.: ¿Te ha gustado?

J.T.: Estupendo. No sé cómo superar eso, pero lo intentaré. Vamos a ver. Reese es algo así como el polo opuesto de Wax en la mayoría de los aspectos, pero tiene potencial para ser como Wax en ciertos aspectos y es mi trabajo convertir un poco más en eso a este personaje, para el final de la película al menos.

J.R.M.: ¡Eso esperamos!

J.T.: Pero tienes a un caballero muy bien educado y también autodidacta que está muy cuidado y preparado, muy espabilado, bilingüe y tiene todas esas cualidades de las que carece Wax. Es elegante, sofisticado y considerado, pero su mayor vulnerabilidad es su corazón. Puede enamorarse de verdad, enamorarse de verdad e ir realmente en serio. Es muy sincero en su capacidad de enamorarse de una mujer, lo que es hasta cierto punto un lastre, sobre todo para el personaje de Wax. Tiene que vigilar eso. Creo que, en el fondo, a Wax le gustaría tener más corazón. Reese es el romance de la película, es el corazón de la película, y tiene que tratar con la dicotomía que es una persona como Wax. Y tratar también con sus propias dicotomías, porque tiene un asesino en su interior, solo tengo que escarbar un poco para hacerlo salir. Cuando se suelta con alguien por amor, cuando un joven le roba su anillo, te das cuenta de que, si tuviera que luchar por amor, casi como un soldado romano, sería mejor asesino que Wax. Es alguien que necesita tener las razones adecuadas para hacerlo todo, para matar, para amar, para matar por amor. Tiene que tener todo eso muy claro en su mente. Tiene muy claro que quiere saber exactamente qué está pasando en todo momento, y quiere conocer las razones por las que lo hace todo. Tiene una gran moralidad al respecto, no quiere tener que hacer algo inmoral. Yo justifico mi insólita ética con un excelente producto. Él considera que eso es sencillamente despreciable. Pero, aun así, tiene la capacidad de hacer frente al mal al que yo hago frente. A pesar de que le resulte un poco más difícil hacer frente a ese mal, puede hacerlo. Simplemente supone una sorpresa muy desagradable para él. Es toda una revelación para él porque le estoy enseñando algo que nadie le había enseñado antes.

J.R.M.: ¡Eso ha estado muy bien!

J.T.: ¿Ha estado bien?

J.R.M.: ¿Lo habías ensayado?

J.T.: No.

J.R.M.: ¡Yo sí! Yo había ensayado mi parte.



Kasia Smutniak (Caroline)


P: ¿Cómo te convertiste en actriz?

K.S.: Por casualidad, básicamente. Estaba trabajando de modelo y conseguí mi primera película en Italia. Me presenté a las pruebas y fue así como empecé. Me encantó. Me lo pasé muy bien y decidí continuar. Ya han pasado diez años.


P: ¿Cómo acabaste haciendo esta película?

K.S.: Fue la misma historia. Me eligieron en París. Me presenté a unas pruebas y conocí a Pierre, hicimos una prueba muy rápida y después no creí que llegaría a hacer la película. ¡Y ya está! Unas semanas después, me llamaron y dijeron: “Tienes el papel”.


P: ¿Qué te atrajo del guión?

K.S.: Mi papel es muy interesante. En vez de ser una simple terrorista, es mejor, porque es muy humana. Creo que se ha visto simplemente atrapada en medio. Intenté suavizar lo más posible todo el tema del terrorismo. Intenté darle más humanidad al personaje. Quería mantenerla, en la primera parte, encantadora y muy tranquila, que es lo que necesitábamos, porque así no sabes exactamente quién es. En la película ni siquiera se sabe exactamente de dónde es, por qué lo hace y únicamente en la última parte explica cómo se convirtió en terrorista.


P: ¿Entiendes su sacrificio por lo que ella considera correcto?

K.S.: Es difícil de decir, porque estamos hablando de sentimientos muy extremos y creo que, al haber crecido en Europa, en buena parte del mundo, digamos, es muy difícil de entender. Pero pensaba en cómo se puede llegar a decidir morir por algo. Eso lo puedo entender. En un momento en el que no tienes nada que perder, vas a por todas. No sabemos de dónde es Caroline, cuáles son sus antecedentes. Lo único que sabemos es que seguramente se enamoró de un hombre que le dio a conocer su fe y con amor y con la sensación de que está haciendo lo correcto por primera vez en su vida, sigue ese camino. Por supuesto, tiene que, digamos, fingir que está enamorada de Reese, pero luego se enamora de verdad, así que se ve atrapada entre dos hombres, y encima hay religión y fe de por medio.


P: ¿Resulta muy emocionante trabajar con John Travolta y Jonathan Rhys Meyers?

K.S.: Es sumamente emocionante, y además ha sido muy divertido. Trabajar con gente como John y Jonathan resulta muy útil y se puede aprender mucho y encima es divertido. Nos vemos dos veces en la película, pero teníamos una escena muy importante durante la fiesta en mi casa, cuando muere mi mejor amiga porque Wax la mata.


P: ¿Cómo te sentiste en tu primer día de trabajo con ellos?

K.S.: En mi primer día, empecé con John e hice toda la parte de acción. No había mucho que interpretar, era simplemente cuestión de correr, saltar por los tejados. Recuerdo, cuando volví, que estaba: “Esto es divertidísimo. Me lo voy a pasar de miedo. Lo sabía”. Porque me gusta todo lo de correr y esas cosas. Con Jonathan, mi papel en la película se basa en la relación de Caroline con él, así que era muy importante lograr que pareciera auténtico. Congeniamos muy bien desde el primer momento. Es muy fácil trabajar con él, desde luego.


P: ¿Y qué hay de la dirección de Pierre Morel?

K.S.: Es increíble. Me ayudó muchísimo. Tiene mucha paciencia, la verdad. Es la persona más paciente que he conocido en mi vida. Siempre te pone de buen humor y me sentí segura. Siempre te deja mucho espacio para improvisar. Cuando el personaje está ahí, puedes hacer lo que quieras, de modo que hablamos mucho sobre mi personaje antes, para no hacerlo demasiado evidente, para que el personaje no fuera de esos que “cuando soy una terrorista soy muy mala y cuando estoy enamorada soy muy buena”. Jugamos con eso. Espero que funcione y la verdad es que me ayudó mucho.


P: ¿Cuál fue la escena que te resultó más difícil?

K.S.: La escena más difícil sin duda es aquella en la que me pongo el chaleco explosivo y pretendo hacer saltar por los aires todo el lugar. Esa fue definitivamente la escena más difícil, desde el punto de vista tanto interpretativo como técnico. La repetimos muchas veces, por lo que fue la más difícil, pero también la más divertida. Porque cuando veo algo que resulta difícil, intento hacerlo cada vez mejor, y me encontré que lo pasaba bien con cosas difíciles como ésa.


P: ¿Y rodar en París?

K.S.: Ésta ha sido mi primera película en París y me siento muy afortunada. Tengo que aprender francés, eso es lo que entiendo ahora de París. Es preciosa. París es increíble. ¡Desde París con amor!


Pierre Morel (director)

P: Después de Venganza (Taken), ¿querías hacer algo distinto?

P.M.: Venganza (Taken) era una película de un único personaje, un tipo que tenía una sola meta, así que tenía una estructura bastante sencilla. Ésta es más compleja porque, cuando lees el guión, empieza como una ‘buddy movie’ divertida y fue un acierto hacerla evolucionar, sin prisa pero sin pausa, hacia una trama más oscura. Desde ese arranque superdivertido, convertirlo poco a poco en algo más oscuro. El último giro la hace muy oscura al final.


P: ¿Resultó más complicado tener que manejar a dos actores?

P.M.: Fue un reto porque, en Venganza (Taken), nos centrábamos en un solo personaje, y nos quedábamos con Liam hasta el final. Esta vez, se trataba más de la relación entre dos tipos. Tenía dos caras y la verdad es que era divertido. Se supone que los dos tipos en cuestión no deben trabajar bien juntos, pero no tienen más remedio y eso es lo que lo hace divertido, tener que tratar con esos dos tipos, esos dos personajes y esos dos actores, que son, en realidad, muy distintos en su forma de comportarse, en su forma de trabajar.


P: ¿De dónde surgió la idea de emparejar a John Travolta y Jonathan Rhys Meyers?

P.M.: John Travolta fue idea de Luc y se lo ofrecimos a John porque, cuando te fijas en todas las películas que ha hecho a lo largo de su carrera, lo ves cambiar siempre. Le gusta jugar con su imagen, le gusta vestirse y tener un corte de pelo distinto de una película a otra. Siempre está cambiando, le gusta interpretar constantemente personajes diferentes. Nunca lo habíamos visto interpretar un personaje así, de modo que se nos ocurrió que podría ser buena idea y a él también se lo pareció. Wax es un agente de personalidad desbordante, desmesurada, de gatillo fácil, y nos lo pasamos muy bien creando el personaje con él. Jonathan es un actor mucho más clásico. Se puede sentir la diferencia en el plató. John es muy americano, muy del Actor's Studio, le gusta jugar con el personaje en el plató, pero necesita tiempo y ensayos para hacerlo evolucionar. Jonathan, por otro lado, tiene un estilo muy británico. Lo trabaja mucho de antemano y se sabe todos sus diálogos así que, cuando llega al plató, sabe exactamente dónde tiene que ir. La verdad es que se parecen bastante a sus personajes. El personaje de John, Wax, es el tipo chiflado que improvisa todo el tiempo, mientras que el personaje de Jonathan, Reese, es un tipo muy meticuloso, de los que sigue estrictamente las reglas en todo momento. Así que los son muy similares en la vida real a sus dos personajes de la película.


P: ¿Cómo fue su primer encuentro?

P.M.: La primera vez que se ven en pantalla es en realidad la primera vez que se vieron en el plató. Lo planeamos así, para que su primera escena juntos estuviera en sintonía con la situación en la que se encuentran sus personajes. Quería probar eso porque nunca habían actuado juntos antes, no sabían qué esperar el uno del otro, así que, cuando sus personajes se conocen en esa oficina de aduanas francesa, se estaban conociendo a la vez como actores, y eso resultó muy útil para la escena.


P: ¿Cómo lograste mantener un equilibrio entre la acción y la comedia?

P.M.: El reto estaba en lograr esa acción vertiginosa que a mí me gusta, pero dándole un giro divertido. Tuvimos que coreografiar escenas para que no resultaran tan oscuras como mis trabajos anteriores. Todavía tenían que mantener el mismo ritmo, pero ahora tenían también un toque cómico. Dado que la mayor parte de la acción tiene que ver con Wax, el personaje de John Travolta, pensamos que sería divertido usar la capacidad de John como bailarín. De modo que coreografiamos todas sus peleas, sus movimientos y demás de una manera muy rítmica, como un baile. La verdad es que es más una coreografía en el sentido de la danza que una coreografía de lucha.


P: París vuelve a encontrarse en el centro de la película, pero alterna entre el París turístico y el París de verdad...

P.M.: Vivo en París y soy de París. Siempre te debates entre hacerlo como una postal o hacerlo como es realmente París. En Venganza (Taken), por ejemplo, mostré París como realmente es cuando vives en ella; vivas donde vivas, ya no ves la belleza de las cosas, así que es una situación oscura y no precisamente divertida. En esta película, teniendo en cuenta que se llama Desde París con amor, teníamos que hacerla un poco más propia de una postal, aunque, una vez más, va evolucionando con la trama. Al principio, vamos a la torre Eiffel y a las partes más bonitas de París y luego, poquito a poco, nos vamos yendo hacia el extrarradio, las zonas de París que la gente no quiere ver.


P: ¿Cómo elegiste a Kasia Smutniak, la protagonista femenina?

P.M.: ¡Kasia, una chica preciosa! Su personaje, Caroline, vive en París y se supone que es francesa. Hay muchas actrices francesas estupendas, pero casi ninguna habla inglés lo suficientemente bien para interpretar el papel, así que empezamos buscando fuera de Francia. Kasia es polaca, pero lleva años viviendo y trabajando en Italia. Vi películas en las que había trabajado y me quedé: “Vaya, es buenísima. Muy atractiva, pero muy buena”. Además, pudo hacer buena parte de las escenas de acción. Tenía algo de acción en la película y fue capaz de ser divertida, ligera y agradable, y al instante siguiente mostrarse muy emotiva o muy oscura. Le hicimos una prueba y la clavó sobre la marcha.


P: La entrada en escena de John Travolta en la película es un gran momento. ¿Cómo ideasteis su personaje?

P.M.: Lo que intenté hacer, que es algo de lo que hablé largo y tendido con John, fue que John interpretara la escena de una manera muy sencilla y lógica, y luego hacer que la interpretara de forma divertida, casi sobreactuada, y luego de otra manera mucho más oscura, de modo que tuviera multitud de opciones para hacer que su personaje evolucionara dentro de la escena. Resultó muy divertido, podía ofrecer la versión superseria, luego pasar a la alocada y luego pasar a la más oscura. Al tomar un poco de aquí y otro de allá, de una toma y otra, se podía crear su personaje, que es un tipo del que nunca se sabe muy bien qué pensar, ¿es alguien en quien se puede confiar o no? Nunca se sabe, y lo realzamos al usar un humor distinto en cada toma para ir dando forma al personaje. En contraposición, Reese, el personaje de Jonathan, siempre se comporta de la misma manera, no es para nada tan impredecible como Wax. La relación entre los dos quedó muy interesante en el montaje, porque pudimos hacerla evolucionar de una forma seguramente más creativa de lo que pudimos llegar a hacerlo en el rodaje.


P: ¿Cuál fue la escena más difícil de rodar?

P.M.: Hay un montón de escenas complicadas. Un par de acción resultaron especialmente duras. La persecución final por la autopista fue dura porque siempre resulta raro tener a un tipo colgando de un coche a 160 km/h, pero forma parte del trabajo y fue divertido. El tiroteo en el taller ilegal, donde están trabajando los chinos, fue muy duro. Había poco tiempo y mucha pirotecnia, disparos y explosiones por todas partes. Esa escena fue difícil.