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  La vida en rojo  Dirigida por Andrés Linares
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La vida en rojo, película
Basado libremente en el texto literario, el guión de "La vida en rojo", escrito conjuntamente por Andrés Linares y el propio autor de la novela, Isaac Rosa, pretende dar pie a un ambicioso largometraje que alcance fines similares a los de ésta; es decir, no limitarse a ofrecer un mero retrato de la represión franquista, sino recurriendo a testimonios de oprimidos y opresores, víctimas y beneficiarios del Régimen, situar la controversia sobre la memoria histórica, tan en boga en estos momentos, en un lugar poco frecuentado: la memoria no será en ningún caso respuesta a nada, sino la única pregunta válida, pues en palabras de N. Sartorius y J. Alfaya "Si se nos hurtó durante tantos años la libertad no es sensato que se nos quiera hurtar también la memoria".

Para ello se combinan en el guión una amplia gama de recursos expresivos propios del lenguaje cinematográfico, que van desde la reconstrucción de hechos realmente acaecidos, con la intervención de personajes reales, a la utilización de materiales de archivo, testimonios en primera persona, falsas entrevistas e imágenes de "tebeo".

Se parte de una situación de entrada favorable para el buen fin del proyecto: la existencia de numerosos materiales de archivo, muchos de ellos procedentes del antiguo No-Do, que servirán para ilustrar los antecedentes históricos del relato, y también de otros muchos, algunos filmados a lo largo de los años por el propio realizador, que recogen prácticamente todos aspectos posteriores, desde la represión franquista, la vida en el interior de las cárceles, los testimonios de personalidades que vivieron los sucesos narrados, como Enrique Tierno Galván o Agustín García Calvo, entre otros muchos, hasta las asambleas, manifestaciones y diferentes formas de luchas estudiantiles libradas a lo largo de los años sesenta y setenta, a los que "La vida en rojo" remite.

Para conseguir la adecuada fusión entre unos elementos y otros, que el paso entre el documento real y la ficción sea lo más fluido posible, es preciso que los personajes de ficción sean interpretados por actores y actrices con una edad y una fisonomía que se ajusten lo más posible a las de los supuestos individuos reales que deben encarnar, mientras que los restantes serán interpretados o bien por ellos mismos o bien por actores que a pesar de ser profesionales capaces y experimentados, posean unos rostros no demasiado conocidos por el gran público, por lo que será necesaria una cuidadosa labor preliminar de "casting".

Dado que algunos personajes aparecen en la película en diferentes etapas de su vida, con intervalos de hasta cuarenta años, en unos casos se contratará para encarnarlos a intérpretes distintos, aunque con un notable grado de parecido físico, mientras que en otros será necesaria una rigurosa labor de caracterización y maquillaje, para la que se contratará a profesionales de primera línea en ese apartado.

Asimismo hará falta combinar lo mejor posible los diferentes elementos visuales de la película, que incluirán documentos e imágenes de archivo en blanco y negro, a veces con una textura y una definición algo deficientes, con otros aparentemente rodados por un equipo modesto, dotado solo de una cámara digital, añadiéndose a esas dificultades las de encajar en imágenes pre-existentes acciones de intérpretes rodadas en el momento actual.

Se buscará homogeneizar esos elementos tan dispares mediante el empleo de decorados reales, vestuario y una gama de color que se adapten en la medida de lo posible al tratamiento visual que le conviene a la historia: frío y neutro, que evoque lo más posible al mundo del cine en blanco y negro.

En principio se han efectuado ya numerosas localizaciones tanto de exteriores como de interiores que sean o reproduzcan lo más fielmente posible los escenarios en los que se desarrolla "La vida en rojo".

También los distintos escenarios espacio-temporales en los que transcurre el relato plantean algunas dificultades, en especial de ambientación. Para el rodaje de las secuencias que transcurren en Francia (París, Toulouse y Colliure ) se cuenta con los servicios de Cinesur, empresa de servicios a la producción cinematográfica radicada en la capital francesa cuyo presidente es Christian de Chalonge, que aportará medios y equipos propios a las filmaciones tanto en exteriores como en interiores naturales.

Pero la complejidad y dificultad del proyecto no radican únicamente en estos aspectos, sino sobre todo en su carácter ecléctico, a caballo entre la ficción y el documental, con elementos tanto de un género como de otro, pero partiendo del principio de que deben confluir en un todo único, en una voz y un estilo propio, como ocurre en el texto literario en que se basa.


El vano ayer, novela
Desde su publicación, la novela de Isaac Rosa "El vano ayer" ha cosechado importantes premios, incluyendo los de la XV Edición de "El Ojo Crítico", otorgado por un Jurado integrado, entre otros, por Almudena Grandes, Manuel Longares, José Manuel de Prada y Juan Tébar, el Premio Andalucía de la Crítica y el XIV Premio "Rómulo Gallegos", de carácter bianual, y que han conseguido con anterioridad autores latinoamericanos como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Arturo Uslar Pietri y Roberto Bolaño, y españoles como Javier Marías y Enrique Vila Matas. En el momento actual está en proceso de traducción en varios países europeos. Concretamente en abril se publica en Francia y a finales de año en Alemania.

El relato, situado básicamente en los años sesenta, gira en torno a un profesor maduro, JULIO DENIS, que en los agitados momentos por los que atraviesa la Universidad española, ve implicado en un confuso incidente que provoca su expatriación. La reconstrucción de su peripecia saca a la luz la inexplicada desaparición de un estudiante, ANDRÉ SÁNCHEZ.

Tal como han señalado críticos literarios y especialistas, lejos de ser una novela más sobre el pasado reciente, "El vano ayer" es una original aproximación al franquismo proyectada sobre sus consecuencias aún vigentes y basada en una apuesta formal contraria a la frecuente aceptación literaria de esquemas preconcebidos. Sorprendente y movediza, supone una llamada de atención sobre las trampas de una memoria sentimental y decorativa que desemboca en formas próximas a la nostalgia y anula por igual responsabilidad y sufrimiento, contribuyendo de ese modo a desmontar el mito reflejado con ironía por Manuel Vázquez Montalbán de que "Contra Franco vivíamos mejor", pues como señalan Nicolás Sartorius y Javier Alfaya, autores de "La memoria insumisa": "Leyendo a determinados escritores, oyendo a ciertos políticos y visionado algunas películas, se diría que militar en el antifranquismo fue hasta divertido".

Mediante la fórmula de "novela en marcha", y utilizando también como arma literaria una ironía que realza los aspectos más trágicos de la narración, el autor expone los cimientos, los mecanismos de la novela, para que el lector sea consciente de ciertos espejismos, nada inocentes, y decida libremente si quiere caer en ellos.