Acerca de la película
por Alejandro González Iñárritu
Después de recorrer el mundo con Babel, pensé que ya había explorado bastantes líneas múltiples, estructuras fragmentadas e historias entrecruzadas. Cada parte se rodó en un idioma diferente, en un país diferente, con una estructura y una escala diferente. Cuando acabé Babel, estaba tan agotado que sólo se me ocurrió bromear diciendo que mi siguiente película tendría un único personaje, transcurriría en una única ciudad, con una línea narrativa directa y en mi primer idioma
y aquí estoy. BIUTIFUL es todo lo que no había hecho hasta ahora: una historia lineal basada en los personajes.
Quería capturar la expresión simple de una existencia compleja. En cierto modo, BIUTIFUL trata una vez más de un tema que siempre me ha obsesionado en mi vida y en mi trabajo. Habla de la paternidad, del miedo de perder al padre, de ser padre, y de ese momento en que uno empieza a convertirse en su propio padre, y sus hijos, en él. Habla de las pérdidas porque, al fin y al cabo, también somos lo que perdemos. Es el mismo tema, pero es diferente. En este caso, he querido destruir las ilusiones y revelar la verdad a través del impacto inequívoco de la intimidad. Sí, la intimidad como el nuevo punk.
Mis películas siempre nacen a partir de algo muy vago, retazos de una conversación, la visión fugaz de una escena por la ventanilla del coche, un rayo de luz o unas notas musicales. BIUTIFUL empezó una fría mañana de otoño de 2006 mientras preparaba el desayuno con mis hijos y puse un CD del Concierto en Sol Mayor para Piano de Ravel. Unos meses antes, había puesto el mismo concierto mientras íbamos en coche desde Los Ángeles al Festival de Cine de Telluride. Las vistas en la zona de los "Four Corners" eran espléndidas, pero cuando acabó la pieza de Ravel, los dos niños se echaron a llorar a la vez. La melancolía, la sensación de tristeza y belleza que desprende la composición les conmovió. No pudieron resistir ni explicarlo. Sólo lo sintieron. Cuando volvieron a oír las notas del concierto aquella mañana, los dos me pidieron que lo quitara. Se acordaban claramente del impacto emocional que les había producido la música. Esa misma mañana, un personaje llamó a la puerta de mi cabeza y me dijo: "Hola, me llamo Uxbal". Iba a vivir con él durante los tres años siguientes. No sabía lo que quería, quién era ni adónde iba. Era escéptico y lleno de contradicciones. Pero seré honrado y reconoceré que sabía cómo presentarle y cómo acabar con él. Sí, sólo tenía el principio y el final.
No fue hasta un año después, mientras andaba por el barrio de El Raval en Barcelona, cuando todo cobró sentido. Barcelona es la reina de Europa. Es maravillosa, pero como cualquier reina, también tiene un lado mucho más interesante que la obvia y, a veces, aburrida belleza burguesa que admiran los turistas y suele plasmarse en postales. Desde los 17 años, cuando recorrí el mundo trabajando a bordo de un barco de carga limpiando suelos, me fascinan los barrios escondidos que nadie ve. Me tocan. Me refiero al diverso, complejo, marginal y multiétnico nuevo mundo de reciente creación en Barcelona y en la mayoría de grandes ciudades de Europa. Era imposible imaginarlo cuando fui por primera vez a Barcelona a los 17 años. Pero supe de inmediato que Uxbal pertenecía a este lugar, que pertenecía a la comunidad ecléctica y vibrante que está cambiando la forma del mundo.
Durante los años sesenta, Franco apoyó la emigración a Cataluña de cientos de miles de personas procedentes de toda España, en un intento de romper la cultura catalana y reforzar la prohibición de hablar catalán. En medio de una tremenda recesión económica, personas de habla castellana, en su mayoría de Extremadura, Andalucía y Murcia, se convirtieron en emigrantes en su propio país. Se les mandó a vivir a un extrarradio de Barcelona llamado Santa Coloma y se les llamó "charnegos", una palabra despectiva para describir a los emigrantes pobres y a sus hijos. Con el bum económico de los ochenta y de los noventa, los "charnegos" empezaron a dejar Santa Coloma y fueron sustituidos por emigrantes procedentes del mundo entero. Aunque El Raval, también conocido como "Barrio Chino", es famoso por ser el barrio más diversificado de Barcelona, me enamoré de Santa Coloma y de la cercana Badalona. En esas dos zonas conviven en paz senegaleses, chinos, paquistaníes, gitanos, rumanos e indonesios; cada uno sigue hablando su idioma sin necesidad de integrarse en la cultura española.
Para ser sincero, tampoco parece que la sociedad esté muy interesada en integrarlos.
Son barrios aún sin pasteurizar. Son humanos, huelen, tienen textura y contradicciones. Son un auténtico ejemplo de convivencia, de comunidad, y tienen el ADN de una ONU perfecta. Las migraciones y mezclas raciales que antes tardaban 300 años en fraguarse se han realizado en apenas 25 años. Obviamente, el proceso no tiene lugar sin dolor o tragedia. Cada año, cientos de africanos mueren en su intento de alcanzar la costa española. Son imágenes duras de ver. Cada día se leen artículos en los periódicos acerca de emigrantes chinos explotados en toda Europa.
Sólo en el Reino Unido hay un millón de chinos, tal como indica Hsiao-Hung Pai en su libro Chinese Whispers: The True Story Behind Britains Hidden Army of Labor (Susurros chinos: la auténtica historia del escondido ejército de mano de obra británica). Al contrario de lo que ocurre en Estados Unidos, la gente no va a Europa para fundirse en una cultura. Me documenté y descubrí que la mayoría viene aquí sólo para sobrevivir y ayudar a los que han dejado atrás.
Pero más que el interesante fenómeno sociológico que está ocurriendo en Barcelona y otras ciudades europeas, el impacto que me produjo me pareció un gran contexto para BIUTIFUL. Al fin y al cabo, cuando una película no es un documento, es un sueño. Y el soñador siempre está solo, de la misma forma que el pintor está solo ante el lienzo blanco. Estar solo es hacerse preguntas (ya lo dijo Godard)
y hacer películas es contestarlas.
Escribí una biografía meticulosa de cada uno de los personajes. Incluso de los personajes chinos y africanos. Todos debían tener un pasado, una razón de ser, y no simples personajes utilitarios. Lo hice para conocerlos bien y para ayudar a los actores a entender de dónde procedían. Uxbal nació de padres "charnegos" y forma parte del 10% de castellanohablantes que se quedaron en Santa Coloma. Los emigrantes no le son extraños. Creció con ellos. Trabaja con ellos. Cruzar el barrio un domingo es una experiencia física, espiritual y emocional. Se ven grupos de gitanos cantando en la calle, mientras unos musulmanes rezan en el parque o difunden sus oraciones a través del altavoz de una pequeña mezquita, y una iglesia católica está llena de fieles chinos. Quería que la historia fuese ese tipo de viaje físico, espiritual y emocional.
Desde mi visita a Barcelona, mi subconsciente empezó a dictarme la historia de forma compulsiva. Mi hija María Eladia me contó que cuando muere una lechuza, escupe una bola de pelos. Aquella noche soñé con esa imagen. Y todo empezó de otro modo. Vi a Uxbal como alguien lleno de contradicciones: un hombre con una vida tan ocupada y complicada que ni siquiera puede morir en paz; que protege a los emigrantes de la policía, pero que los explota. Un hombre de la calle con un don espiritual que le permite comunicarse con los muertos y guiarlos hacia la luz
pero que cobra por hacerlo; un padre de familia con el corazón roto y dos hijos a los que ama, pero con los que pierde la paciencia; un hombre del que todos dependen y que depende de todos; un hombre primitivo, simple, humilde, con una profunda visión sobrenatural.
Un sol rodeado de planetas. Le veía como a un sistema físico cuyo cuerpo es la calle, el corazón es la familia, y el alma es la búsqueda del padre ausente. Antes de empezar el guión, hice un mapa. Dibujé dos espirales y una línea para definir gráficamente el viaje y el estado mental de Uxbal. Una espiral iba de dentro hacia fuera: su vida cotidiana sin control. La otra espiral iba de fuera hacia dentro: el corazón de Uxbal entrando cada vez más en un territorio profundo. Luego dibujé una línea que unía las dos espirales: el espíritu.
Mi padre decía que los trabajadores con salarios bajos y los taxistas no se deprimían. "Es un lujo reservado a los ricos", me dijo. La vida no les deja morir. Y así es Uxbal: un hombre desesperado, solo, que busca al padre que no conoció.
Después de acabar la primera versión del guión, decidí pedir a los escritores Armando Bo y Nicolás Giacobone que participaran en el proceso. La escritura no es un proceso desconocido para mí, pero sé por experiencia que al escribir el guión, que corresponde a una etapa temprana y muy técnica de la película, la colaboración puede aportar resultados magníficos. Armando Bo es un famoso director de publicidad al que conozco desde hace años. Nicolás Giacobone es su primo, un escritor sensible y de talento que ha escrito varias historias cortas y está a punto de publicar su primera novela. Ambos son jóvenes, talentosos y seguidores impenitentes de la liga argentina de fútbol. Aportaron una inocencia y frescura especial al guión. Era la primera vez que colaboraban en un guión, pero no creo que sea la última.
Desde el primer momento que empecé a escribir BIUTIFUL, siempre pensé en Javier Bardem para encarnar a Uxbal. Hace años que Javier y yo intentamos trabajar juntos. Y pensé que el personaje sería el puente que nos uniría a ambos en el plató. Mi estilo y forma de trabajar con los actores no es fácil ni ligero. Me entrego totalmente a cada proyecto y exijo que los actores hagan lo mismo. Me obsesiona la perfección, o al menos lo que considero la perfección. Es un duro recorrido físico y emocional. Pues bien, introducir a Javier en la ecuación, era como juntar el hambre con las ganas de comer
Los dos ansiábamos quedar satisfechos. Javier no sólo es un actor notable, no hay otro igual. Todo el mundo lo sabe. Se prepara de forma exhaustiva y escribe notas muy extensas sobre el personaje que va a encarnar. Es entregado, intenso y también le obsesiona la perfección. Pero lo que convierte a Javier en especial y único es un peso, una gravedad, una presencia imponente en la pantalla basada en su poderosa reflexión y en
su profunda vida interior. No es algo que se aprenda. Se nace con ello (ángel o demonio).
Al contrario de otras películas mías en las que rodé historias diferentes con actores diferentes durante varias semanas, ésta fue un "laaaargo" rodaje con Javier presente en casi todas las escenas. Literalmente, lleva la película a sus espaldas. No fue fácil mantener la precisión y la intensidad emocional requeridas en cada escena, sobre todo trabajando con varios actores no profesionales y niños. Durante el otoño e invierno de 2008-09, el Javier Bardem que conocía desapareció para dar vida a Uxbal.
Sabíamos que sería como escalar el Everest, cada día más duro que el anterior. Planificamos y discutimos la ruta. Diseñé el lenguaje visual y gramático, así como cualquier otro aspecto de la película - el orden cronológico del rodaje, el vestuario, el diseño de producción, los movimientos de la cámara e incluso los diferentes formatos en las diversas fases de la película -, para ayudarle a navegar hasta llegar al punto que ambos queríamos alcanzar: desde el hombre duro, cerrado, controlador, al hombre liberado que entiende la rendición y que ha ganado la sabiduría de ver y sentir la luz a través del dolor. Los dos dimos mucho de nosotros mismos, y la historia nos exigió adentrarnos en un territorio peligroso del que puede ser difícil regresar. Una película de este tipo vacía a cualquiera, pero el tremendo esfuerzo y sacrificio fue proporcional a la inmensa satisfacción artística que compartimos.
Uno de los papeles más difíciles de escribir y para el que más me costó encontrar la actriz fue Marambra. Es muy fácil caer en la caricatura a la hora de describir la bipolaridad, un desorden emocional muy complejo, también llamado psicosis maníaco-depresiva . Buscaba a alguien con un espíritu y vibraciones muy especiales. Realicé sesiones de casting por toda España y vi a muchas actrices de talento, pero ninguna era realmente lo que buscaba. Seguía sin encontrarla tres semanas antes de empezar el rodaje y estaba a punto de retrasarlo. Pedí que se hiciera una sesión de casting en Argentina y descubrí a Maricel Álvarez. La prueba de vídeo fue suficiente, sabía que era ella. Maricel vino a España. Después de pasarse 24 horas sin dormir, y de haber recibido el texto sólo con 24 horas de antelación, hizo la prueba más extraordinaria que he visto nunca. También le hice una prueba de cámara en las doce horas que estuvo en España antes de volver a Argentina. La coloqué delante de una cámara por primera vez en su vida y le pedí que imaginara algunas imágenes o circunstancias que yo le sugería, pero que no hiciera nada. Nadie se movía en el plató. Un minuto después se me puso la carne de gallina y se me llenaron los ojos de lágrimas. Era pura alquimia, pura magia. Maricel comunicaba el peligro y la ternura que requería el personaje de Marambra. Lleva años siendo una extraordinaria actriz de teatro con una gama y una profesionalidad difícil de encontrar en este planeta.
En cuanto al papel de Igé, vimos más a de 1.200 mujeres en España y México. Encontramos a Diaryatou Daff en una peluquería del centro de Barcelona donde cortaba el pelo. Es senegalesa, y al igual que cientos de mujeres africanas, arriesgó su vida y dejó su país en busca de trabajo para poder mantener a su familia. No ha tenido una vida fácil. La casaron a los 15 años con un hombre de 50, de acuerdo con una tradición senegalesa según la cual el tío materno escoge al marido de su sobrina. Huyó de ese hombre violento y acabó casándose con un joven con el que tiene un hijo. Su situación económica era desesperada y decidió ir a España a buscar trabajo. Cuando le di el papel, hacía más de tres años que no veía a su hijo. Trabaja día y noche para mantener no sólo a su marido e hijo, sino a otras 30 personas que dependen del poco dinero que puede mandar a Senegal. Diaryatou siempre tuvo miedo de perder su puesto en la peluquería.
Mientras ensayábamos, pude darme cuenta de la claridad con que había entendido el personaje que debía interpretar. Lo hizo con sinceridad y honestidad; con un cojín en brazos, como si fuera su hijo, podía oír su voz romperse. La historia de Igé era la suya. Nunca había trabajado con una persona cuya vida estuviera tan cercana al personaje. La realidad bailaba de la mano de la ficción delante de mis ojos. Le costó mucho hacer la película, pero su decisión de hablar en nombre de millones de mujeres pudo con su dolor. Me gusta la idea de que Igé empiece como un papel secundario, pero que, sin previo aviso, acabé como una de las piedras angulares de la historia. Es Mamá África, una madre inteligente, afectuosa y racional. Y así es Diaryatou en la vida. Sutil, con talento, sensible, preciosa y, sobre todo, real.
Siempre es difícil encontrar a los niños. Las escenas con los niños eran complicadas debido al tema de la historia; además, las características físicas de Javier Bardem y Maricel Álvarez no facilitaban la selección. Encontramos a Guillermo, que encarna a Mateo, muy al principio, pero la búsqueda de la hija de Uxbal nos traía a todos de cabeza. Dos semanas antes del inicio del rodaje, resignados a empezar sin ella, y con la esperanza de encontrarla más tarde, fui a visitar una escuela donde planeábamos rodar. De pronto, Ana, que estudia en ese colegio, me tocó el hombro y me preguntó qué hacía. Me volví y la vi: "Ruedo una película", le contesté, y ella me dijo: "Me encantaría salir en esa película". Y así fue. Un ángel llamó a la puerta de un hombre desesperado que había buscado por toda España sin saber que tenía la respuesta al alcance de la mano.
Podría pasarme horas hablando de Eduard Fernández, Rubén Ochandiano, Cheng Tai Shen, Luo Jin, Martina García y de todos los grandes actores que estuvieron con nosotros, pero prefiero que vean su trabajo. Será mejor que cualquier cosa que pueda decir.
He vuelto a tener el privilegio de trabajar en esta película con mis habituales socios, el mismo grupo de rock cuyo bajo, batería y otros instrumentos hacen la música más rica, más alegre, mientras nos alejamos de una partitura fría y técnica, desde la que parte cualquier película, hacia la tierra de los recuerdos, deseos, sueños, de la lógica, la sugestión y la realidad subjetiva de la luz y de las imágenes.
Como siempre, dedico esta película a un miembro de la familia, no por formar parte de mi familia, sino porque son la razón, la fuente, con quien quiero hablar directamente a través de la película.
Esta es para mi padre, él sabe muy bien por qué.
Javier Bardem y Maricel Álvarez hablan de Uxbal y de Marambra
Hacía tiempo que Javier Bardem quería trabajar con Alejandro González Iñárritu, y viceversa; por fin, los dos se encuentran en BIUTIFUL. El director pensó en Javier Bardem para el papel de Uxbal desde el primer momento en que el personaje surgió de su imaginación. Cuando enseñó el guión a Javier Bardem, la reacción de éste fue inmediata.
"Me impactó profundamente, desde luego", dice el actor. "Mi reacción fue muy instintiva, muy emocional. Con esta clase de material, sabes de antemano que vas a zambullirte en un mar de dudas y miedos, pero también de expectativas y alegrías. Al fin y al cabo, en esta historia lo que cuenta es el viaje, pero hay que hacerlo bien, hacerle justicia. No hay que apresurarse en llegar al punto, sino entregarse completamente. Es un recorrido hacia el amor, hacia la luz, hacia las cosas positivas dentro de algo que se ha convertido en negro, oscuro y difícil".
Uxbal encarna a un hombre totalmente contradictorio - padre entregado, amante atormentado, delincuente callejero, sensible a los espíritus -, en un momento de intenso e inesperado peligro y vulnerabilidad personal, así como de transformación. "Todas las contradicciones estaban en la página escrita", dice Javier Bardem. "Todos los aspectos de Uxbal estaban plasmados y descritos de forma maravillosa en el guión. Sólo me quedaba encontrar el punto de unión entre todos estos rasgos sin traicionar ninguno. Después de todo, Uxbal es una persona normal que debe enfrentarse a una situación muy dura, que debe enfrentarse a la realidad, y que debe superarlo todo para poder dejar un legado a su familia, un legado que no habría podido dejar al principio de la historia. Quiere dejar algo positivo para sus hijos, algo que les dé esperanza y que puedan llevar a sus vidas futuras".
Habló largo y tendido con Alejandro González Iñárritu acerca del personaje. "Los dos estábamos de acuerdo en que realizaba tres viajes diferentes", recuerda Javier Bardem. "Uno es un viaje interior totalmente a solas consigo mismo; otro es un viaje por las calles mientras intenta buscar una solución para que su familia pueda sobrevivir, y el tercero es un viaje a lo que hay por encima de nosotros, la espiritualidad, la mortalidad, lo que no se ve y no tiene explicación, pero de lo que Uxbal es consciente y tiene conocimiento. Lo interesante es que cada uno de estos viajes interfiere de algún modo con los otros. Su cuerpo, su espíritu y su mente necesitan algo de él, pero la vida en la calle y las necesidades de su familia, de sus hijos, le piden exactamente lo opuesto. Está en un conflicto constante".
Los aspectos internos, externos y trascendentales del viaje de Uxbal se envuelven alrededor de la relación con su ex mujer, la volátil y agitada Marambra, interpretada por la actriz argentina Maricel Álvarez, que nunca había trabajado en cine. Javier Bardem hizo pruebas con varias actrices antes de que llegara Maricel Álvarez. "Cualquiera de ellas habría podido hacer el papel, pero cuando llegó Maricel en el último momento, demostró tener algo que realmente formaba parte del personaje", explica el actor. "La gravedad se mezclaba con la ligereza de alguien que no tiene los pies en la tierra en una combinación perfecta. Nada más entrar en la sala, quedó claro que debía ser ella".
Sigue diciendo: "Trabajar con ella fue una experiencia maravillosa. Juntos exploramos las dos mentes sin estructuras de Uxbal y Marambra. Lo hicimos con compasión, amor y mucho trabajo".
Uxbal también tiene una relación conflictiva con su hermano Tito, encarnado por Eduard Fernández, que ya había trabajado con Javier Bardem. "Eduard es incapaz de decir algo que no sea la verdad", dice Javier Bardem. "Es de una honradez brutal. Prepara mucho sus papeles y creo que su interpretación en la película habla por sí sola".
También le conmovió trabajar con Diaryatou Daff, la actriz no profesional que da vida a Igé, la emigrante senegalesa que se convierte en el último recurso de Uxbal. "Fue muy valiente por su parte aceptar el papel porque comparte muchos aspectos de su vida con el personaje", dice. "Fue muy emotivo observarla. Al principio estaba nerviosa, pero llegó un momento en que se dejó ir y fue maravilloso verlo".
Después de protagonizar la comedia romántica de Woody Allen Vicky Cristina Barcelona, que también transcurre en Barcelona, Javier Bardem tuvo la oportunidad en BIUTIFUL de entrar en otra vertiente de la ciudad, muy alejada de la elegante arquitectura y de los cafés que seducen a las dos estadounidenses en aquella película. "Como cualquier otra ciudad, Barcelona tiene luces y sombras, pero no estaba familiarizado con el mundo de las fábricas ilegales en las zonas donde residen los emigrantes hasta que empezamos a rodar. Luego me dio la impresión de que salían constantemente en las noticias, con redadas policiales cada semana. En las áreas donde rodamos, la vida real es bastante más complicada que la ficción".
A medida que BIUTIFUL avanza, cada aspecto de Uxbal sufre una metamorfosis, su cuerpo, lo que tiene en la cabeza, lo que tiene en el corazón, las esperanzas a las que se agarra, y ese era el quid de la cuestión para Javier Bardem. En su opinión, la disolución física fue la parte más fácil: "Rodamos en orden cronológico, por lo que, físicamente, puede estar todo planeado. Se sabe cuándo hay que dejar de comer, cuándo hay que empezar a hacer el doble de ejercicio. Los días de rodaje eran muy largos y el cansancio hizo mella. Eso no es lo difícil. Lo difícil son las emociones con las que se queda uno al final del día. Cualquier personaje es un salto al vacío, pero hay muchos tipos de saltos. En este caso, las exigencias emocionales del salto eran muy elevadas, pero también muy gratificantes desde el punto de vista artístico".
Una vez acabado el rodaje, la colaboración con Alejandro González Iñárritu fue como Javier Bardem había esperado. "Ha sido un honor y un privilegio trabajar con Alejandro porque soy de los que devoran sus películas", dice. "Trabajamos muy de cerca y fue una aventura. Alejandro dijo que era como escalar una montaña, ascendiendo siempre hacia la cima. Fue muy difícil, pero también enriquecedor porque fue una experiencia muy personal, tanto para él como para mí".
Maricel Álvarez llegó al proyecto como un torbellino cuando Alejandro González Iñárritu la llamó para que hiciera una prueba. A pesar de ser una de las actrices de teatro más conocidas de Argentina, nunca había trabajado delante de una cámara. "Fue una sorpresa maravillosa que me invitaran a hacer una prueba para Alejandro González Iñárritu. De pronto, al cabo de una semana, volaba a España y hacía una prueba con Javier Bardem", recuerda. "Fue un gran honor que me escogieran para trabajar con un director y un actor tan notables; conocerlos ha sido un regalo que me ha hecho la vida. Fue el comienzo de un viaje muy especial para mí, tanto artística como personalmente. Una oportunidad para crecer, no sólo como actriz, sino también como persona".
No leyó el guión hasta después de realizar la primera prueba de vídeo. "Me pareció muy fuerte, doloroso, y también totalmente delicioso porque Marambra es un reto enorme para una actriz", dice Maricel Álvarez. "Es un papel soñado porque requiere llegar a estados emocionales extremos, desde la más absoluta euforia hasta la oscuridad más profunda. No me asustó. Tenía ganas de explotar y explorar. Estamos acostumbrados a vivir en un marco de normalidad y todo lo que está fuera nos da miedo. Pero salir del marco también puede ser muy liberador, aunque peligroso".
Dispuso de poco tiempo para preparar el papel. "Cuando no se tiene mucho tiempo para prepararse, hay que confiar en el director, ser como arcilla en sus manos", explica. "Decidí confiar plenamente en Alejandro, y también ser lo más abierta, estar lo más presente posible; mantener los ojos y los oídos bien abiertos, y confiar en mis instintos más básicos. La actitud solidaria de Alejandro y Javier hizo que me sintiera cómoda y me atreviera a ir más lejos".
Le fascinó el dolor del romance entre Uxbal y Marambra. "El eslabón que une a Uxbal y Marambra es el de un amor roto", dice. "No quieren hacerse daño, pero parecen incapaces de remediarlo. Está más allá de su control. Es una relación trágica por naturaleza. Es como un vaso que se ha roto y no puede arreglarse. Ahora sólo es agua y arena; se escapa entre los dedos".
Desarrolló una relación cercana con Javier Bardem. "Es muy abierto, muy relajado, lo que nos permitió explorar nuestra intimidad de una forma sutil. Uxbal es como un héroe trágico en la tradición griega. Debe pasar por mucho dolor y sufrimiento para entender quién es y cuál es su auténtico destino, y me parece que Javier hizo un viaje similar mientras rodaba la película", comenta la actriz. "Admiro su fuerza porque no fue fácil, y le agradezco su generosidad".
Posiblemente el mayor reto para Maricel Álvarez fue trabajar con sus dos jóvenes compañeros de reparto, Hanaa Bouchaib y Guillermo Estrella, que interpretan a los hijos de Marambra, atrapados en el drama de sus padres. "Los niños tienen cambios de humor; a veces son juguetones, otras se aburren, pero siempre son muy sensibles y frágiles. Mi preocupación era cómo cuidarles en esta difícil historia y, a la vez, hacer nuestro trabajo sin distracciones", explica.
Para Maricel Álvarez, BIUTIFUL también significó la oportunidad de conocer otra cara de Barcelona, ciudad en la que ya había estado, pero nunca en los barrios donde se rodó. "Soy una enamorada de Barcelona, pero lo interesante es que Alejandro decidiera retratar una ciudad totalmente diferente de la que ven la mayoría de turistas", dice. "Los personajes de la historia pertenecen a una Barcelona desconocida para el gran público y donde la gente lleva unas vidas muy difíciles. Es un lugar de numerosos contrastes, donde la realidad puede ser el equivalente a un puñetazo en la cara, brutal y duro, pero también muy bella".