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  La última casa a la izquierda  (The last house on the left)
  Dirigida por Dennis Iliadis
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WES CRAVEN (Pesadilla en Elm Street, la trilogía Scream) y SEAN CUNNINGHAM (Viernes 13; House, una casa alucinante) vuelven a visitar La última casa a la izquierda, la película que lanzó la carrera de Wes Craven como director y marcó un hito en el género de terror, influyendo en gran parte de lo que se hizo después. Los dos productores han querido ofrecer uno de los thrillers más famosos de la historia a una nueva generación contando el relato de dos personas normales dispuestas a vengarse de los sociópatas que hicieron daño a su hija.

Dirige esta versión contemporánea el realizador DENNIS ILIADIS, cuya reciente película Hardcore ha sido muy aclamada a pesar de crear una fuerte controversia por su descripción de la prostitución adolescente en Grecia. MARIANNE MADDALENA (la trilogía Scream, Vuelo nocturno/Red Eye) se une a Wes Craven y Sean Cunningham para producir la película. Los coproductores son JONATHAN CRAVEN (Las colinas tienen ojos 2: el retorno de los malditos) y CODY ZWIEG (Las colinas tienen ojos 2: el retorno de los malditos), y RAY HABOUSH (Primal) es el productor ejecutivo.

Para crear la pesadilla de una familia que lucha por sobrevivir, el director y los productores han reunido a un escogido grupo de talentos, como los guionistas ADAM ALLECA (el futuro estreno Standoff) y CARL ELLSWORTH (Disturbia); el director de fotografía SHARONE MEIR (Río maldito/Mean Creek); el director de producción JOHNNY BREEDT (Hotel Ruanda); el montador PETER McNULTY (El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford); el supervisor de efectos visuales JAMISON GOEI (Twilight); el compositor JOHN MURPHY (28 días después), y la diseñadora de vestuario JANIE BRYANT (la serie "Mad Men").


Antes de la producción
Una película de culto: Craven y Cunningham rediseñan el miedo

Con más de tres décadas como cineasta profesional, Wes Craven se ha convertido en un fenómeno cultural para el cine y la televisión. Reinventó el género de terror en 1984 con la clásica Pesadilla en Elm Street, escrita y dirigida por él, y unos años después volvió a dar otra vuelta de tuerca a las películas de terror con la exitosa trilogía Scream. Las entregas de ambos títulos han recaudado casi mil millones de dólares y demuestran un profundo conocimiento de los miedos inconscientes que habitan la psique humana.

Pero el éxito de Wes Craven empezó en 1972 con su primera película, la sorprendente La última casa a la izquierda, un largometraje que hizo historia producido por Sean Cunningham, otro experto del género, que lanzó posteriormente otra exitosa saga, Viernes 13.

A principios de los setenta, los universitarios estadounidenses protestaban en la calle contra la guerra de Vietnam. Millones de ciudadanos se sentían profundamente desilusionados por la carnicería que se emitía en cada boletín de noticias. Pero la injusticia también se vivía en Estados Unidos. Los jóvenes exigían más derechos civiles, más derechos para la mujer y los gays. Fiel reflejo de esta actitud revolucionaria, una nueva generación de jóvenes cineastas fue más allá de las fronteras del cine convencional.

Entre estos innovadores cineastas se encontraban Wes Craven y Sean Cunningham, que empezaron a desarrollar una película que iba a cambiar el molde del thriller moderno. "La última casa… fue un proyecto muy acorde con la época", dice Wes Craven. "Durante esos años tiramos las reglas por la borda, intentábamos deshacernos de la censura. Todos estábamos contra el sistema. Se luchaba en Vietnam, y las imágenes más fuertes que veíamos procedían de documentales de la guerra. En La última casa… decidimos mostrar la violencia tal como es y destapar la parte escondida de las películas de género hollywoodienses. Dimos la vuelta a todas las convenciones aceptadas hasta entonces para el cine de serie B".

Wes Craven era profesor de universidad antes de cambiar de profesión, y se inspiró en la película de Ingmar Bergman El manantial de la doncella, basada a su vez en la balada medieval sueca "Töres dotter i Wänge" (La hija de Töre de Wänge). En la época, La última casa… fue un cambio radical de las habituales películas de monstruos y científicos locos de los años sesenta y principios de los setenta.

Los dos cineastas no estaban seguros de que una película de tan bajo presupuesto y con un tema tan controvertido atrajese al público. De hecho, más que nada les interesaba hacer un largo. "Cuando Sean y yo conseguimos levantar la película", recuerda Wes Craven, "estábamos convencidos de que sería muy pequeña, que se estrenaría en un par o tres de cines. Muy poca gente la vería y menos se acordarían de ella. Por eso se nos ocurrió enseñar cosas que no se habían visto nunca en la pantalla. Decidimos saltarnos todas las reglas y hacer lo que nos diera la gana".

La primera versión de La última casa… fue, tal como dice Sean Cunningham, "una película de guerrilla". Se rodó con un equipo de 15 personas y un presupuesto que no alcanzó los cien mil dólares. Para ahorrar dinero, rodaron sobre todo en las casas de sus familias en Westport, Connecticut. "Digamos que más o menos fue así", explica Sean Cunningham. "Dije: ‘Tengo una idea, hagamos una película. Escribes el guión, yo la produzco, tú la diriges. Haré los bocatas y grabaré el sonido’. Fue un rodaje muy básico, típico de estudiantes. Como cuando se prepara una obra de teatro en el instituto y todos trabajan 24 horas al día sólo por el placer de conseguir estrenarla. Éramos unos locos yendo de un lado a otro con una cámara".

Los humildes orígenes de La última casa… no permitían vaticinar que se convertiría en un enorme éxito de taquilla y que revolucionaría el género del thriller. Wes Craven recuerda el fin de semana del estreno: "Llamé a Sean para saber qué pasaba con la película. Y me dijo: ‘¿Estás sentado? Es un éxito, es tremendo, la cola para entrar casi da la vuelta a la manzana’". Después de estar en cartel durante semanas, siguió su camino por los campus universitarios y los pases de medianoche.

El crítico de cine Roger Ebert, del Chicago Sun Times, la aplaudió y la describió como "una pequeña película dura y amarga, cuatro veces mejor de lo que esperaba… una de esas raras películas que aparecen sin promoción y que funcionan a nivel comercial, pero que ofrece mucho más".

En la industria, directores actuales pertenecientes al "splat pack" (sangre y vísceras a mogollón) reconocen que La última casa… influyó mucho en su estética. Con esta nueva versión de la obra maestra, dan la bienvenida a un nuevo miembro del exclusivo club, el joven director griego Dennis Iliadis.


Acerca de la producción
Bienvenidos a casa: El regreso a La última casa

Demos un salto en el tiempo y avancemos 30 años. Intrigados por el increíble éxito de los remakes de películas de terror como La matanza de Texas y Las colinas tienen ojos, esta última también de Wes Craven, los dos socios empezaron a pensar en una nueva versión de La última casa a la izquierda. "Al producir la película original con un presupuesto tan restringido, muchos aspectos de la historia quedaron sin explorar", explica Wes Craven. "Por suerte, la nueva versión ha contado con un presupuesto mucho mayor y hemos podido dedicar más tiempo al rodaje".

Para volver a presentar este clásico a un público actual, los productores empezaron a buscar a un joven realizador en alza para aportar una nueva perspectiva a la historia. Hacía falta alguien visualmente innovador, con una imaginación sombría y, además, un talento especial para enfrentarse a la acción, el humor macabro y el terror de la primera. Más aún, debería integrar los elementos y transformarlos en una experiencia distinta, nueva.

Durante un año, los cineastas y Rogue Pictures pensaron en más de cien directores para el proyecto. El coproductor Cody Zwieg se quedó impresionado cuando vio la película Hardcore, la controvertida historia de cuatro prostitutas adolescentes en la Atenas actual, dirigida por Dennis Iliadis. Aconsejó a Sean Cunningham, Wes Craven y la socia de este último, Marianne Maddalena, que la vieran. Los productores estuvieron de acuerdo con el coproductor.

Hardcore fue escogida por la Selección de la Crítica de Variety como una de las mejores películas de nuevos directores europeos en 2005, y también ganó el prestigioso Premio Independencia del Cine Alemán. Además, esta película de bajo presupuesto y producción independiente demostraba la creatividad de Dennis Iliadis a pesar de las restricciones presupuestarias.

"Sabíamos que el remake sólo funcionaría si encontrábamos a alguien capaz de crear personajes fuertes y controlar los momentos más extremos", explica Cody Zwieg. "Hardcore no es una película de terror, pero está poblada por personajes perfectamente creíbles en situaciones realmente horribles".

Dennis Iliadis no dejó pasar la oportunidad de trabajar con Wes Craven y hacer su debut en el cine estadounidense. "He visto todas las películas de Wes, me encantan", dice. "Esta película está basada en una historia arquetípica, primaria, es una base genial. He querido guardar la fuerza del relato de Wes y desarrollarlo a mi manera".

En Hardcore, el realizador consiguió magníficas interpretaciones de actores en su mayoría no profesionales a base de ensayos. Aportó su experiencia a La última casa a la izquierda. "Hay que descubrir a los personajes a través de los actores", dice. "Ensayamos durante mes y medio en mi primera película. Nos permitió rodar escenas difíciles con mucha rapidez porque habíamos desarrollado los personajes durante los ensayos. Fue posible rodar las escenas más extremas con mucha naturalidad".

Con el guión original de Wes Craven como plantilla, los cineastas pidieron a los guionistas Adam Alleca y Carl Ellsworth que actualizaran la historia. Carl Ellsworth ya había trabajado con Wes Craven en Vuelo nocturno/Red Eye, y se alegró de tener la oportunidad de colaborar en el remake de la primera obra del director. "Es la clásica película donde el bien triunfa sobre el mal. Al fin y al cabo, habla de personas normales en una situación de lo más anormal".

Dennis Iliadis no quería que la película se limitara a dar sustos, también deseaba construir personajes complejos. "Espero que la película agarre al espectador y no le suelte", dice. "También debe hacernos reflexionar sobre la naturaleza humana. ¿Quién es violento, quién es normal? La película nos coge por el cuello y nos habla de la naturaleza humana. Somos una especie interesante".

Víctimas y agresores: El casting
Desde que empezó a pensar en cómo rodar La última casa a la izquierda, Dennis Iliadis sabía que el casting era el elemento clave para que el público penetrase en el aterrador mundo de la familia Collingwood. Estaba convencido de que había que atraer al espectador de forma visceral, como si viese a amigos suyos atrapados en la más temible oscuridad.

Para el importante papel de la joven campeona de natación Mari Collingwood, los cineastas escogieron a Sara Paxton después de ver a docenas de jóvenes actrices, pero ninguna tenía el registro emocional requerido.

Conocida por comedias como Aquamarine, Fiesta de pijamas y Una novata en un cuento de hadas, Sara Paxton no parecía la más indicada para hacer un papel de gran intensidad emocional. El realizador dice: "Ha interpretado a personajes muy específicos en comedias adolescentes, pero es muy inteligente, muy instintiva. Me di cuenta inmediatamente. Su intensidad aporta profundidad a su papel. Es capaz de contarlo todo con la mirada".

Sara Paxton estaba encantada de hacer un trabajo física y emocionalmente agotador: "Llevo mucho tiempo trabajando en comedias e interpretando personajes superficiales. Me apetecía un papel al que hincarle el diente".

Era consciente del reto que suponía encarnar a la víctima, sobre todo por la escena en la que asesinan brutalmente a Paige y violan a Mari. "Me preocupaba que la película fuera demasiado gráfica, brutal o sexual", explica la actriz. "Dennis me citó en su despacho y me tranquilizó. No habría un solo momento sexual, sería un acto violento y brutal sin más".

La actitud de Sara ante las condiciones de trabajo a veces nada cómodas sorprendió gratamente al equipo. "Sara tiene escenas muy difíciles", dice el coproductor Jonathan Craven. "Debía arrastrarse por un bosque bajo una lluvia torrencial a las cuatro de la mañana. Sólo llevaba ropa interior y una camiseta mientras reptaba por el barro y lanzábamos agua desde arriba. Todos llevábamos abrigo, y aun así estábamos helados. Acabó la escena y se puso a bailar en su caravana".

El rodaje significó mucho para el coproductor, que había trabajado en la primera: "Yo tenía seis años y sujetaba un globo que el primer Krug hacía explotar".

Para el papel de Emma, la madre de Mari, los cineastas escogieron a Monica Potter. A pesar de haber trabajado en comedias del calibre de Cómo perder la cabeza y Patch Adams, el género de terror no le es desconocido como demuestran sus papeles en Saw y La hora de la araña.

La actriz dice: "Lo que más me atrajo de la película fue la relación de los padres, sobre todo después de haber perdido a un hijo. Quieren proteger a su niña como sea. Cualquier padre haría lo que fuera para proteger a su hija, sobre todo después de perder a un hijo".

El papel del Dr. John Collingwood, el padre de Mari, recae en el veterano actor y director Tony Goldwyn. Le gustó mucho el guión, pero tenía reservas a la hora de participar en la película: "La violencia me chocó", explica. "Marianne me mandó Hardcore, la película de Dennis. Me pareció brillante, muy detallada, muy humana. Me di cuenta de que estaría en manos de un realizador competente".

Dennis Iliadis agradeció los vastos conocimientos del actor-director, que ha trabajado en películas como El último beso y La tentación. "Es fantástico contar con un actor que entiende la cámara", dice el realizador. "A veces, sugería un ajuste mínimo y todo iba más deprisa".

Paige, la amiga de Mari, está interpretada por Martha MacIsaac, de Supersalidos. La joven actriz describe a su personaje como "una alocada. Es libre, divertida, hace lo que quiere. De reírse a carcajadas y fumar un porro, pasa al terror más absoluto ante la tortura. Ha sido genial interpretarla".

Pero se quedó muy sorprendida por los esfuerzos físicos requeridos por el papel, "Nunca había hecho nada parecido", dice. "Lo hacíamos casi todo, como caer rodando por una ladera, luchar, muy pocas veces usamos un doble. Me pasé varios días corriendo por un bosque con botas y minifalda. Puede que no parezca el traje ideal para eso, pero no me fue mal".

La última casa a la izquierda es realmente la historia de dos familias cuyas vidas se mezclan con trágicas consecuencias durante 24 horas. Dennis Iliadis estaba fascinado por los paralelismos entre los dos padres a pesar de ser totalmente opuestos. "Hay una familia que sólo sabe vivir en medio del conflicto y otra que intenta hacer lo que debe", explica. "Pero hay puntos en común. Para que funcione, debe haber ciertas similitudes entre el padre perfecto y el padre sádico y criminal".

El actor Garret Dillahunt, de No es país para viejos, da vida a Krug, el malo de la película. Después de hacer pruebas a docenas de intérpretes, el realizador se quedó impresionado por el modo en que el actor vio a la encarnación del mal que es su personaje. "Durante las pruebas, todos abordaban el papel como el típico malo", dice Dennis Iliadis. "Me parecía un error. Hasta el peor sádico sabe sonreír. Garret comunica ambigüedad y sutileza al personaje".

El actor preparó el papel a conciencia y leyó varios ensayos sobre asesinos en serie. Describe a su personaje como "un preso que se escapa de la cárcel. No es un buen padre, pero quiere mucho a su hijo. Está amargado porque las cosas no le han ido bien e intenta preservar la unión de su pequeña familia. Es el líder y se aferra a su posición".

El malvado Krug está rodeado por un grupo de psicópatas que le animan a hacer cosas cada vez peores. Garret Dillahunt dice: "Son asesinos natos, les da igual dejar pruebas. Están metidos en una espiral de violencia, como si ardiesen y tuvieran que hacer el mayor daño posible antes de apagarse".

Aaron Paul, conocido por la serie "Breaking Bad", encarna a Francis, el sádico hermano de Krug. En principio rechazó el papel, pero los productores no se dieron por vencidos. "Le perseguí, fui su sombra hasta que aceptó", recuerda la productora Marianne Maddalena, riendo.

El actor no se arrepiente de haber interpretado al diabólico personaje: "Nunca había hecho nada parecido. Me ha gustado meterme en una piel totalmente diferente, en un personaje absolutamente loco. Francis es un ser malvado, muy sexual. Disfruta jugando y haciendo daño a seres inofensivos e inocentes".

La novia de Krug, la letal Sadie, está interpretada por Riki Lindhome. "Es una sociópata.", dice la actriz. "Sadie no planea ni piensa, actúa y luego se enfrenta a las consecuencias". Para meterse en el papel, la actriz imaginó a una mujer "totalmente entregada a Krug, capaz de esperarle si va a la cárcel, ayudarle a escapar, arriesgar su vida por él, lo que sea con tal de estar a su lado".

El último miembro de la temible familia es Justin, el infortunado hijo de Krug, interpretado por Spencer Treat Clark, de Gladiator. El joven actor confiesa que se enfrentó a un dilema: "Acababa de empezar mi segundo año en la universidad cuando me ofrecieron el papel", pero decidió aceptarlo.

Una vez completado el reparto, hicieron las maletas y se trasladaron a Ciudad del Cabo, Sudáfrica, para una semana de ensayos intensivos.


El diseño de producción
La construcción de La última casa a la izquierda

Al estar planeado el rodaje para la primavera de 2008, la posibilidad de mal tiempo hacía imposible regresar a Westport, Connecticut, localidad donde se rodó la primera. El equipo de localizaciones recorrió la costa oeste de Estados Unidos antes de trasladarse a Rumania y a Sudáfrica. Acabaron escogiendo Ciudad del Cabo, donde encontraron equipos con experiencia, incentivos económicos, casas aisladas a orillas de lagos y bosques que bien podían parecer estadounidenses.

Dennis Iliadis dice: "Había rodado anuncios en Sudáfrica. Cuando es invierno en Europa, muchos equipos se trasladan allí a rodar. Los decorados naturales son asombrosos".

Los productores le pidieron a Johnny Breedt que se encargara del diseño de producción. No era la primera vez que trabajaba en una película de terror ni con Wes Craven. Se había ocupado de Aullidos/The Breed hacía unos diez años, también en Ciudad del Cabo. "He trabajado en unas diez películas de terror y siempre me lo he pasado muy bien", dice. "Es un género que permite hacer muchas cosas que nunca se harían en una película de época".

Ya que gran parte de la acción transcurre en la casa aislada de los Collingwood, era básico encontrar el refugio idílico. "Fue el decorado más difícil de localizar", explica Johnny Breedt. "Recorrimos casa tras casa y empecé a pensar que nos habíamos equivocado al querer rodar allí".

Después de semanas de búsqueda, el equipo artístico localizó una reserva con bosques de pinos situada a unos 45 minutos de Ciudad del Cabo, pero había que construir la última casa a la izquierda, la casita para invitados y el garaje.

Para obtener más realismo, se decidió que tanto los exteriores como los interiores de la casa se construirían en la reserva. "Primero pensamos en rodar sólo los exteriores al lado del lago, y los interiores en un plató", dice el coproductor Jonathan Craven. "Pero Dennis, Sharone y los productores llegaron a la conclusión de que era mejor tenerlo todo en el mismo lugar para poder rodar las escenas de forma continua. Es mucho más cómodo rodar en un plató de noche, pero no es tan auténtico. Nos convertimos en pájaros nocturnos durante tres semanas".

La casa de los Collingwood es una copia de una vieja granja remodelada en Martha’s Vineyard, Massachussets. El equipo de Johnny Breedt tuvo especial cuidado en envejecer todas las superficies. Recorrieron las tiendas de segunda mano de Ciudad del Cabo para encontrar los objetos y los muebles adecuados, pero hubo que mandar gran parte desde Estados Unidos.

Ya que la mayoría de la película transcurre bajo una lluvia torrencial, fue necesario instalar "aparatos de lluvia" en unas inmensas grúas de 36 metros de alto. El realizador Dennis Iliadis dice, riendo: "Los guionistas deberían tener en cuenta que reproducir la lluvia no es nada fácil. Ya que lo rodamos todo en decorados naturales, hubo que crear las tormentas. Entre otras dificultades, las mangueras se atascaban. Pero al final lo conseguimos y valió la pena. Aporta algo muy especial a la película".


El maquillaje
Una de las razones del éxito de Las colinas tienen ojos 2: el retorno de los malditos (2006), de Wes Craven, fue la impresionante contribución del oscarizado KNB EFX Group Inc. Nadie dudó de que los diseñadores de La crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario se encargarían del maquillaje de efectos especiales de La última casa a la izquierda.

GREGORY NICOTERO, de KNB, explica: "Empezamos a trabajar con Wes y Marianne hará unos doce años. Nuestra primera colaboración fue con El sótano del miedo, y hemos participado en todas sus películas desde entonces. Wes sabe lo que quiere. Le basta con ver los dibujos para decidir si le gusta o no".

En cuanto a los orificios de bala y los cortes, CLINTON SMITH, el supervisor sudafricano de prótesis, demostró tener un ojo clínico para los detalles. "Clinton está a la altura de los mejores artistas de maquillaje de Estados Unidos", dice Marianne Maddalena. "Trabajó sin descanso para conseguir los efectos más sangrientos y realistas imaginables".

La actriz Sara Paxton recuerda: "Estaba entusiasmada con la idea de que me maquillaran con sangre falsa, me ensuciaran. Me corto en la frente cuando tengo el accidente en el bosque. Pero al cabo de cinco días, ya no estaba tan entusiasmada. Iba muy sucia, parecía que me había pasado un camión por encima".


La fotografía y los efectos visuales
Gran parte de las emociones producidas por La última casa a la izquierda se debe a la extraordinaria energía visual que desprende la película. Para el director Dennis Iliadis era prioritario conseguir que las imágenes realzaran la creciente tensión, por lo que no dudó en pedirle al director de fotografía Sharone Meir, de Río maldito/Mean Creek, que se encargara del proyecto.

El realizador reconoce, riendo, que discutieron mucho durante el rodaje: Bueno, los dos somos mediterráneos, parecemos un matrimonio extraño. Discutimos, tenemos conversaciones de lo más interesante, gritamos, pero nos queremos mucho".

Wes Craven alaba la fotografía de la versión 2009: "Sharone Meir ha sabido capturar el espíritu de la primera película y las interpretaciones de los actores. Hay un momento que me parece realmente espléndido, cuando Mari va hacia el agua después de la escena de la violación. Es una toma muy humana, muy elegante, es asombrosa".

La responsabilidad de los efectos visuales recayó en Jamison Goei y su equipo. Desde balas impactando en la tranquila superficie de un lago, a cabezas asándose en un microondas, diseñaron tomas impecables.

Jamison Goei y Dennis Iliadis tenían algo muy claro desde el principio, recurrirían lo menos posible a los insertos. "No soporto los insertos", dice el realizador. "Quería que todo ocurriese delante de la cámara, que fuera parte de la acción. Es más complicado, pero el efecto es mayor. Es más orgánico y sorprendente que un inserto, por muy conseguido que esté".