Cinemanía > Películas > The host > Comentario
Destacado: Julianne Moore y Tilda Swinton en 'La habitación de al lado' de Pedro Almodóvar
  The host  (La huésped)
  Dirigida por Andrew Niccol
¿Qué te parece la película?
Gracias
Ver resultados

The Host (La huésped) tiene como protagonistas a la nominada al Oscar Saoirse Ronan (Hanna, The Lovely Bones, Expiación: más allá de la pasión), Max Irons (Caperucita Roja, El retrato de Dorian Gray), Diane Kruger (Malditos bastardos, La búsqueda), Jake Abel (Percy Jackson y el ladrón del rayo, Soy el número cuatro, The Lovely Bones), Chandler Canterbury (El curioso caso de Benjamin Button), Frances Farmer (Titanic, Sin perdón) y al oscarizado William Hurt (El beso de la mujer araña, Una historia de violencia).

La película ha sido dirigida por Andrew Niccol (In Time, Gattaca), creador además del guión adaptado de la novela de Stephenie Meyer. Sus productores son Nick Wechsler (Magic Mike, Réquiem por un sueño), Paula Mae Schwartz y Steve Schwartz (El árbol de la vida, La carretera) y Stephenie Meyer. La fotografía es de Roberto Schaefer (Quantum of Solace, El chico del periódico), el montaje es de Thomas J. Nordberg (El corazón de la bestia, Philip Morris, ¡te quiero!), el diseño de producción es de Andy Nicholson (Frankenweenie, Capitán América: El primer vengador), la música original es de Antonio Pinto (Collateral, Quantum of Solace) y el diseño de vestuario es de Erin Benach (Drive, Blue Valentine).

Han participado como productores ejecutivos Ray Angelic (¡Olvídate de mí!, Noche de miedo), Claudia Bluemhuber (Hysteria, Under the Skin), Marc Butan (Buenas noches y buena suerte, Mátalos suavemente), Uwe Feuersenger (Templario, Surviving Crooked Lake), Bill Johnson (jOBS, Infierno blanco), John Brooks Klingenbeck (Movie 43, Memorias de un zombie adolescente) y Jim Seibel (jOBS, Mátalos suavemente). Coproducen Jamie Audia, Meghan Hibbett (Austenland), Roger Schwartz (Mátalos suavemente) y Lizzy Bradford (Boneyard Bash).


Acerca de la producción
Stephenie Meyer estaba conduciendo por el aparentemente infinito desierto que se extiende desde Phoenix hasta Salt Lake City cuando le sobrevino la idea de The Host (La huésped), su novela superventas. Meyer, cuya exitosísima serie Crepúsculo estaba empezando a convertirse en un fenómeno mundial, pasaba las interminables horas contándose a sí misma historias. "Se me ocurrió la idea de dos personalidades coexistiendo en un solo cuerpo", recuerda. "Están enamoradas de personas diferentes, y eso crea mucho conflicto. Me gustan las relaciones complicadas. Es divertido trabajar con ellas".

A la popular escritora también le divierte explorar la idea del amor, pero no solo del amor romántico. "Existe el amor maternal, que una parte muy importante de mi vida", explica Meyer. "También está el amor por una comunidad, por las personas con las que convives. Yo me pregunté: “¿Qué pasa si amas a alguien y eso te convierte en un traidor para los tuyos?”. El amor te obliga a hacer cosas que de otra manera no harías. Crea conflicto y trastorno".

A medida que la historia cobraba forma, se iba arraigando en el desierto por el que Meyer viajaba. "No paraba de pensar las cosas que damos por sentadas: poder ver, andar, saborear y oír".

Conforme el concepto original se iba ampliando, Meyer empezó a desarrollar una historia más seria y profunda que cualquiera de sus anteriores novelas. "Los libros de Crepúsculo hablan del amor romántico y de cómo te hace sentir cuando tienes 17 o 18 años", observa. "No hay nada más en el mundo. Harías cualquier cosa y ser cualquier persona por amor. Eso es algo divertido de explorar con la fantasía".

"The Host (La huésped) habla sobre encontrar un equilibrio en la vida", continúa diciendo. "Claro que hay amor romántico, pero es una historia más adulta y realista, si no tenemos en cuenta los elementos de ciencia ficción".

No obstante, los elementos de ciencia ficción son precisamente los que marcan el punto de partida de The Host (La huésped). "El mundo ha sido invadido al más puro estilo de los ladrones de cuerpos", explica Meyer. "Estas nuevas entidades, que se llaman a sí mismas almas, son un grupo muy pacífico, armonioso y homogéneo. Solucionan muchos de los problemas de nuestro mundo. Acaban con el hambre, las enfermedades, el miedo y la violencia. Nadie miente, engaña ni roba. La idea de que un desconocido te ataque ni siquiera existe".

Los pocos seres humanos que no han sido dominados por las almas son, comprensiblemente, incapaces de ver la belleza de la utopía a la que la mayoría de sus seres queridos han ido a parar. "Lo han perdido todo, incluidas las personas más importantes de su vida", dice Meyer. "Pero esta historia está narrada desde el punto de vista de uno de los alienígenas, una perspectiva poco frecuente hasta ahora".

The Host (La huésped) se publicó en 2008 y estuvo 26 semanas en el número uno de la lista de The New York Times de libros más vendidos, y 36 semanas en la de Los Angeles Times.

El productor Nick Wechsler recuerda el momento en que recibió una llamada de la agencia de Meyer preguntándole si estaba interesado en hacer una película basada en la novela. "Soy un gran fan de la ciencia ficción, así que aproveché la oportunidad para leer el libro. El argumento, los personajes y el concepto del libro me llamaron mucho la atención. Lo que no entendía era cómo nadie había comprado todavía los derechos de un superventas de Stephenie".

Lo que Wechsler descubrió fue que el sentido práctico imperante en la industria del cine dictaba que sería difícil, por no decir imposible, hacer una película realista sobre dos personajes conviviendo en un mismo cuerpo. "A mí no me parecía tan complicado, ni tampoco a Nick", explica Meyer. "Simplemente pensamos que íbamos a necesitar a un actriz formidable".

Teniendo en cuenta el exitoso currículo de Wechsler como adaptador de otras novelas, como Réquiem por un sueño (Requiem for a Dream), Más allá del tiempo (The Time Traveler’s Wife) y La carretera (The Road), Meyer confiaba en que el director haría la mejor versión cinematográfica posible de su libro. "No hay más que ver su historial", comenta. "Encuentra libros que le apasionan y los traslada tan meticulosamente como puede a la pantalla. Fue una delicia trabajar con él, porque buscaba lo mismo que yo".

Wechsler contactó con Steve y Paula Mae Schwartz, de Chockstone Pictures, para que se asociaran con él y con Meyer como productores. "Cuando Steve, Paula Mae y yo hacemos un proyecto juntos, lo desarrollamos con nuestro propio dinero", afirma Wechsler. "Eso nos permite un mayor control creativo, y eso le encantó a Stephenie. Le prometimos que trataríamos su obra con el mayor respeto y que haríamos de ella una gran aventura, no solo una película entretenida".

El matrimonio Schwartz, que ya había trabajado con Wechsler en la adaptación al cine de La carretera (The Road), de Cormac McCarthy, estaba entusiasmado con el delicado equilibrio de The Host (La huésped) entre el romance y la ficción especulativa. "La historia tiene un elemento humano que nos pareció que no suele darse en la ciencia ficción", declara Paula Mae Schwartz. "La relación entre Melanie y Wanda explora temas como el amor, los celos y la dificultad que entraña un cambio. Al verse obligadas a compartir un solo cuerpo, cada una recibe algo de la otra y llega a convertirse en una versión mejorada de sí misma".

Cuando los productores iniciaron el proceso de elegir guionista y director, Wechsler preguntó a Meyer cuáles eran sus películas de ciencia ficción favoritas. "Le dije que mi favorita es Gattaca", recuerda la escritora. "Me gusta que no vaya de artilugios y láseres y robots que luchan. Trata sobre asuntos humanos, no sobre lo chulas que son naves diseñadas por ordenador. Nos transporta a un mundo diferente al nuestro, pero en el que podemos imaginarnos gracias a los actores y a la historia".

Resultó que Wechsler mantenía una prolongada relación profesional con Andrew Niccol, el guionista y director de Gattaca. "A Stephenie le gustaba el ritmo de los diálogos, y la forma en que la película estaba dirigida", explica. "Y a mí me encanta el gusto y el estilo de Andrew".

The Host (La huésped), una historia que rebosa conflicto interior, enseguida cautivó la imaginación del director. "Puedes hablar de personajes con un conflicto interior, pero en este caso no podía ser más literal", dice Niccol. "El personaje principal ha sido ocupado por un ser alienígena. Las dos personalidades entran en guerra. Es un concepto tremendo".

Niccol apunta también que la ciencia ficción permite hacer llegar un personaje a los espectadores de una forma sutil. "Es casi más fácil hablar de la actualidad cuando te trasladas a un tiempo futuro", comenta. "Es una especie de caballo de Troya. El público cree que como se está hablando del futuro, eso no les incumbe, y entonces es cuando les dejas caer la idea".

Niccol accedió a dirigir la película y a escribir un guión basado en la novela de Meyer. "Por supuesto, yo era consciente de la popularidad de Crepúsculo", reconoce. "Pero yo sólo quería hacer justicia al libro y a sus fans. La presión que sentía era más a nivel creativo que comercial. La idea de que se repitiera el milagro era demasiado optimista. Aun así, Stephenie es un caballo ganador".

Tras haber vivido varios procesos de adaptación, Meyer puso sobre la mesa unas ideas muy claras sobre cómo debería ser el guión final. "En cualquier adaptación hay un 95 por ciento que se puede negociar y un 5 por ciento que no se puede controlar", explica. "Cualquiera que trabaje en el lado creativo de una película desea obtener el mejor resultado posible. Queremos lo mejor porque nos importa cómo se cuente la historia, no el mercado al que va dirigida ni en qué posición quede en taquilla".

El primer gran reto consistió en convertir un libro de más de 600 páginas en un guión de 120. "Eso es complicado para cualquier cineasta, sobre todo cuando trabajas con un autor con libros tan populares", comenta Wechsler. "Pero al final fue un proceso bastante rápido, y conseguimos un guión en el que todos confiábamos".

Fue, en opinión de todos los implicados, una colaboración satisfactoria y productiva. "Stephenie tiene opiniones muy claras, pero no las impone", dice Niccol. "Es muy razonable. Se implica mucho, pero no es intransigente con sus ideas. Es capaz de aceptar cambios de bastante envergadura sin poner ninguna pega. Hubo que sacrificar algunos elementos y personajes. A mí me encanta el fútbol, pero en el libro había un partido de fútbol que yo sabía que no iba a quedar bien en la película. En una novela puedes permitirte paréntesis de ese estilo, pero no en una película".

"Trabajar con Andrew fue muy divertido", asegura Meyer. "Es mucho más visual que yo. A mí me gusta recrearme en las palabras y en la interacción entre los personajes. Andrew se centraba más en el mundo físico. Aportó elementos y los llevó a un nivel que yo no había imaginado. Algunas cosas que se le ocurrían me daban ganas de tirarme de los pelos, porque me gustaban mucho más que lo que yo había escrito".

Por ejemplo, en la novela, las almas utilizan armas terrícolas, vuelven sus pistolas y explosivos contra ellos. "Casi siempre se refleja a los seres extraterrestres como el enemigo", observa Niccol. "Pero nosotros pensamos, ¿y si los alienígenas fueran más humanos que los humanos? Con el visto bueno de Stephenie, utilicé esa idea, sustituyendo las armas por un espray futurista llamado “Paz” que inmoviliza delicadamente a su objetivo".

El guión final de The Host (La huésped) conserva una importante carga romántica, según Niccol, pero al mismo tiempo deja mucho que pensar a los espectadores. "Me gusta que siga siendo fundamentalmente una historia de amor, pero que aborde también otros temas", dice. "Hablamos de la supervivencia de la humanidad. Nos preguntamos también si habría cabida en la Tierra para una especie que fuera capaz de sanar el planeta. Son temas mucho más profundos que los que se plantean en otras obras de Stephenie. Es difícil adivinar la conclusión que sacará cada persona al ver la película, pero espero que sea entretenida y que les dé algo en lo que reflexionar".


Amor al cuadrado
Concluida la adaptación del guión, los responsables de la película centraron su atención en encontrar a una joven actriz con profundidad y destreza suficientes para interpretar a Melanie/Wanda, un personaje con un cuerpo y dos voces. "Cuando debatimos con Andrew la idea de una doble conciencia, nos agradó comprobar que estaba completamente de acuerdo con nosotros", comenta Wechsler. "Para él, era puramente una cuestión de interpretación".

Por aquellas fechas, Wechsler asistió a un pase de Hannah, protagonizada por la joven actriz irlandesa Saoirse Ronan. "A los 20 minutos de película más o menos, el vello de la nuca se me puso de punta, porque vi claro que Saoirse Ronan era nuestra actriz", recuerda. "Pensaba que no había mucha gente que pudiera interpretar a dos personajes en un solo cuerpo, pero ella podía".

Wechsler llamó a Stephenie Meyer y a los demás productores, instándoles a ver la película lo más rápido que pudieran. Al principio, Meyer no lo vio claro. Aunque no cabía duda de que Ronan tenía talento, no encajaba con su idea del personaje. "Me pareció demasiado joven", reconoce la autora. "Siempre había imaginado al personaje con una edad entre 25 y 30 años. Pero al verla en Hannah, cambié de opinión. Saoirse puede con todo, y necesitábamos una actriz que pudiera interpretar dos personajes diferentes. Melanie es dura, es pura acción, mientras que Wanda es un alma pacífica que irradia calma y bondad".

Niccol confiesa que no pensó seriamente en ninguna otra actriz para el papel. "No teníamos un plan B. En cuanto vi a Saoirse en Hannah, supe que la quería para el papel. Tiene algo inherentemente auténtico. No conozco a ninguna otra actriz que pudiera interpretar a Wanda y a Melanie con la misma empatía que Saoirse".

"Es una interpretación muy audaz, como los espectadores van a comprobar", opina Steve Schwartz. "Y no sólo la ha clavado, sino que además hace que parezca fácil".

Ronan, que tenía 17 años cuando comenzó el rodaje de The Host (La huésped), comenzó su carrera en el cine a los 9 años. En 2007, cuando tenía 13, fue candidata a un Oscar, un Globo de Oro y un BAFTA por su papel de Briony Tallis en Expiación (Atonement), película protagonizada por Keira Knightley y James McAvoy. La joven actriz, que ya conocía el trabajo de Meyer por su serie Crepúsculo, se apresuró a leer el guión que Wechsler le mandó y consultó a su padre, el actor Paul Ronan.

"Los dos estábamos entusiasmados con la idea de que interpretara a dos personajes en una misma película", recuerda ella. "Es un sueño para cualquier actor. También me interesó mucho la historia, así como la posibilidad de trabajar con Andrew Niccol. Todos los proyectos en los que ha participado parecen tener detrás un concepto alucinante. Y, por supuesto, también me hacía mucha ilusión trabajar con Stephenie. Ella estuvo casi siempre presente en el rodaje y participó en todo el proceso".

"Para Stephenie, es una historia diferente", observa la actriz. "No es exactamente un triángulo amoroso, sino más bien un cuadrado, porque hay cuatro personas implicadas, dos de ellas en el mismo cuerpo. Cada una está enamorada de una persona diferente, y eso lo complica todo".

Aunque Ronan cree que a los fans de Crepúsculo les gustará la película, piensa que no son los únicos que disfrutarán de The Host (La huésped). "No es una película específica para un público adolescente. Espero que vayan a verla espectadores de todas las edades".

Encontrar una forma de diferenciar a los dos personajes que habitan el mismo cuerpo empezó con la creación de una voz diferente para cada uno. "Saoirse es irlandesa, y tuvo que interpretar dos acentos estadounidenses, uno más sureño, de Luisiana, y el otro más neutro", dice Niccol. "Además, Wanda es ajena al idioma y al planeta. Al principio, habla con un registro bastante formal, pero luego aprende a usar la ironía y el sarcasmo, incluso a mentir, de su huésped".

Durante la mayor parte de la película, sólo oímos la voz de Melanie manteniendo un diálogo interno con Wanda, que controla su cuerpo. "Hay muchas escenas en las que básicamente estoy yo hablando conmigo misma", explica Ronan. "Yo necesitaba algo para contrastar, así que me fui al estudio con Andrew y grabé todos los diálogos de Melanie. Luego los escuché con un auricular, para poder reaccionar a lo que ella dice. Su voz tiene un poco de reverberación, suena como si realmente estuviera atrapada en algún sitio".

Ronan desarrolló también dos formas de moverse diferenciadas. "Para mí era importante la forma de andar de cada personaje. Wanda es muy delicada. Casi flota, mientras que Melanie es dura y enérgica. Intenté transmitir eso en su compostura, incluso en pequeños detalles como los gestos de las manos".

Meyer pronostica que el público se quedará atónito con el sutil equilibrio interpretativo de Ronan. "Espero que la vea toda la gente posible en este papel", dice. "Es emocionante pensar adónde la llevará su carrera en los próximos años. Estoy deseando ver cuál será su próxima película".

Cubierto el papel clave de la película, los creadores pasaron a buscar a los actores que interpretarían los hombres de la vida de la protagonista. La búsqueda de los amores de Melanie y Wanda fue muy intensa, y Ronan participó en el proceso de selección de los dos protagonistas masculinos desde el principio. "Era esencial que los tres trabajáramos bien juntos", declara la actriz. "Es la primera vez que protagonizo un romance en la pantalla, y he tenido la suerte de hacerlo con dos personas con las que me encanta estar. Andrew y yo estábamos en Londres cuando apareció Max Irons, que interpreta a Jared. Yo estaba encantada, porque ya lo conocía".

"Lo mismo sucedió cuando conocimos a Jake Abel, que se presentó para el papel de Ian", prosigue Ronan. "Habíamos trabajado juntos en The Lovely Bones. Era la primera vez que yo interpretaba escenas románticas, y el hecho de conocer a Jake y a Max hizo que fuera mucho más fácil. En los dos casos, en cuanto salieron de la habitación, Andrew y yo nos miramos y dijimos: “Tiene que ser él”".

Wechsler añade: "Hicimos todas las pruebas necesarias hasta que dimos con la química adecuada. Desde el principio estuvo claro que Max Irons y Jake Abel eran perfectos. Max está en auge. Al igual que muchos otros actores en esta película, lo pillamos justo en pleno paso a la adultez".

Irons, que recientemente había protagonizado junto a Amanda Seyfried Caperucita Roja: ¿A quién tienes miedo? (Little Red Riding Hood), proviene de un largo linaje de artistas que incluye a sus padres, Jeremy Irons y Sinéad Cusack, así como a su abuelo, Cyril Cusack. En la primera entrevista, el actor estaba a punto de darse por vencido casi antes de empezar. "Hacer un casting para Andrew y Saoirse me daba pánico", recuerda Irons. "En la sala de espera, había otros tres tíos allí sentados, y parecían dioses griegos. Yo pensé: 'No sé ni para qué lo intento', y se me olvidó el diálogo como ocho veces. Pero sin duda hubo química con Saoirse, fue genial".

"Siempre está centrada y preparada", continúa diciendo. "Todavía me alucina que tuviera 17 años cuando hicimos el rodaje. Yo trabajé más estrechamente con ella y con William Hurt, dos maestros de la interpretación, y ambos eran muy humildes, pacientes y generosos".

El personaje de Irons se enfrenta a varios obstáculos casi insuperables. "En primer lugar, la humanidad tal y como la conocemos ha sido eliminada", explica. "Tiene que afrontar ese hecho tan duro, y encima descubrir que el amor de su vida, Melanie, es ahora un alma. Para él, está muerta. Pero cuando Wanda aparece de repente, es como si volviera su fantasma. A pesar de ser un alma, sigue teniendo el aspecto de la chica a la que ama. La lógica ya no sirve de nada, y actúa movido por el instinto y por la incertidumbre".

Al igual que muchas de las personas involucradas en The Host (La huésped), Irons es un entusiasta de la ciencia ficción, pero las cuestiones filosóficas que plantea la película le parecieron más interesantes que los elementos fantásticos. "¿Estaría mejor la Tierra sin las almas? Cuanto más sabemos de ellas, más evidente nos resulta que, a pesar de que son básicamente unos parásitos, sus intenciones van mucho más allá. ¿Y si nosotros somos nuestros peores enemigos? Si hay alguien que puede narrar esto de una manera convincente, esa es Stephenie. Ella sabe tocar cosas que no todo el mundo sabría transmitir bien".

Durante todo el proceso de selección de los actores, a Meyer le preocupaba que el carisma natural de Ronan eclipsara a sus compañeros de rodaje. "Pero la química entre Max y ella fue increíble", dice. "Él sabe transmitir muchísimas cosas sin necesidad de abrir la boca, por lo que siempre atrae tu atención cuando comparte escena con Saoirse".

Jake Abel, que tiene un papel de importancia en la saga de Percy Jackson, comparte esa característica con Irons, según la escritora. "Siempre me ha gustado Jake como actor. Es el centro de todas sus escenas. Te fijas en él en lugar de en las personas en las que te deberías estar fijando. Esa presencia lo convierte en un protagonista con mucha fuerza".

El actor dice que su personaje, Ian, empieza desconfiando de Wanda, a la que querría eliminar rápida y discretamente. Y, sin embargo, acaba enamorándose de su enemiga natural. "Ian no tiene miramientos con Wanda", dice Abel. "Ella sobra. Es una amenaza para nuestra seguridad y nuestra subsistencia. Pero a medida que la va conociendo, se da cuenta de que es más humana que los propios humanos. Su generosidad, su amor y su bondad hacen que se enamore de ella. Fue divertido explorar la idea de un romance interespecies".

"Jake Abel es uno de los pocos actores jóvenes que podrían convencerme de que se han enamorado de una extraterrestre", afirma Niccol. "Siempre hablamos de enamorarnos del interior de una persona, pero en este caso es literal".

Según Meyer, Abel ha sabido reflejar el cambio de peligroso enemigo a amante entregado con gran soltura. "En el libro, es un chico sensible, intelectual, justo lo opuesto al chico fornido que lo interpreta, pero la idea de Andrew era darle la vuelta al personaje, y que el tipo duro fuera el que se enamorara de la criatura alienígena que se hospeda dentro de un ser humano. Nadie esperaría algo así".

Otro personaje clave de The Host (La huésped) es la buscadora, un alma que rastrea humanos para insertarles otras almas. Esta buscadora, a la que da vida la actriz Diane Kruger (Malditos bastardos, saga La búsqueda), es un poco anómala, ya que carece de la serenidad y el desapego de sus semejantes. Atormentada y decidida, la buscadora se obsesiona con desbloquear los recuerdos de Melanie y descubrir el paradero de sus seres queridos.

"Diane Kruger nació para interpretar este papel", afirma el productor Steve Schwartz. "Su firme determinación resulta fascinante".

"La buscadora tenía que estar a la altura de Saoirse", dice Meyer. "Cuando has visto Hannah, entiendes lo difícil que esto resulta. Pero Diane y Saoirse están fantásticas juntas. Diane puede ser gélida y al mismo tiempo mantener un halo de calidez. Es capaz de proyectar una presencia amenazadora si lo desea. Me pareció genial ver a estas dos mujeres haciendo de yin y yang, la temible y la fuerte".

La actriz de origen alemán es la perfecta antagonista de Melanie/Wanda. "Creo que Diane nunca ha interpretado a una vilana", dice Niccol. "Tiene la complejidad que requería el papel. No bastaba con interpretar a una mala persona. La buscadora es verdaderamente temible, porque mata con amabilidad. Para ella, atrapar a un ser humano es casi como una intervención quirúrgica".

Kruger confiesa que fue su gusto por la ciencia ficción lo que hizo irresistible la oferta de participar en The Host (La huésped). "A mí me encanta Gattaca, por lo que trabajar con Andrew era un gran aliciente. Me encanta su estética. La película es muy elegante, fina y moderna. Y su atención por el detalle es impresionante. Es de esos directores capaces de mover un vaso un centímetro a la izquierda porque sabe que quedará mejor en pantalla".

La actriz añade que las motivaciones en conflicto de su personaje lo hicieron especialmente interesante de interpretar. "Su viaje interior es muy interesante. Estos alienígenas no son necesariamente los malos. Es cierto que han invadido el planeta y que se han apoderado de los cuerpos de los humanos, pero de un modo que sirve para mejorar nuestro mundo. Y aun así, la mente humana y el espíritu humano son tan fuertes que tiene dificultades para someterlos".

A los responsables de la película les entusiasmó conseguir a William Hurt, actor nominado al Oscar en tres ocasiones tras conseguirlo por El beso de la mujer araña (Kiss of the Spider Woman), para el papel del excéntrico líder de los rebeldes, el tío Jeb. "William Hurt pertenece a lo más granado de los actores estadounidenses", afirma Niccol. "Es un tesoro nacional, y él ancla la película. Al igual que Saoirse, es incapaz de hacer nada que no sea auténtico".

Según Wechsler, ver a Hurt interpretar un papel con fondo fue una experiencia inolvidable. "William es uno de los mejores actores de todos los tiempos. Y no se le ha visto mucho en los últimos 10 años. Tiene muchas cosas que sorprenderán al público, pero lo que nos sorprendió a nosotros fue cómo reaccionó al leer el guión".

"Nos habló de la relación del ser humano con otras especies, incluso con especies que no existen en este planeta, y sobre nuestra relación con el planeta y el universo", prosigue el productor. "William se plantea esas cosas, así que flipó con el guión, y se implicó con entusiasmo".

La reacción inicial de Hurt puede resumirse en tres palabras: "Un guión maravilloso".

"Hay muchos, muchos elementos interesantes en el guión", explica. "No dudé en participar en el proyecto, porque me encantó el guión de Andrew. Además, es un privilegio trabajar con un grupo de jóvenes actores tan entusiastas, abiertos, inteligentes, brillantes y disciplinados".

Por su parte, los actores más jóvenes se sintieron inspirados por el entusiasmo y el talento de Hurt. "Me encantó trabajar con William", dice Ronan. "Es un actor excepcional. Siempre está haciendo preguntas, porque quiere entenderlo todo bien. Eso nos ayudó a todos. A veces, William preguntaba algo que yo pensaba que ya sabía y eso hacía que la escena mejorara".

Otro miembro de la resistencia humana es Maggie, hermana de Jeb y tía de Melanie, interpretada por Frances Fisher, cuyo impresionante currículo incluye papeles como el de Ruth Dewitt Bukater, la madre de Rose en Titanic, del director James Cameron. "Frances aporta algo nuevo a cada toma", comenta Niccol. "Tiene un increíble capacidad de sorprender. En cada escena, se le ocurría alguna idea que me pillaba por sorpresa. Yo intento estar siempre abierto a los accidentes afortunados, y Frances es el tipo de actriz que te los proporciona".

"La presencia de Frances y William manda al público la señal de que ésta no es una película de entretenimiento para adolescentes", añade Wechsler. "Es una película con profundidad y una amplitud que atraerá a todos los públicos".

Maggie desconfía mucho de esa criatura que parece ser su sobrina pero que tiene la conciencia de un alma. "Frances es una mujer muy dulce, muy maternal", observa Ronan. "Pero Maggie no es la persona más amable del mundo. Resultaba difícil imaginar que alguien tan encantador pudiera interpretar el papel, pero ella lo hizo".

Una de las principales motivaciones que Melanie tiene para volver con su gente es su hermano menor, Jamie, al que protege desde que su padre se suicidó para no ser atrapado por las almas. Los productores vieron decenas de vídeos de audiciones antes de descubrir a Chandler Canterbury, que apareció en la película El curioso caso de Case of Benjamin Button (The Curious Case of Benjamin Button) interpretando a Benjamin a los 8 años de edad. Meyer reconoce que fue duro decir que no a tantos chavales con talento, pero Chandler era el favorito con diferencia. "Su audición fue increíble", recuerda la escritora. "La emoción era tan real que se te partía el corazón por él".

Niccol coincide ella: "Es un joven actor muy auténtico. Era capaz de llorar a demanda. Fue una verdadera revelación".

Tras supervisar a un elenco dividido entre veteranos del cine y estrellas en alza, Wechsler se siente cien por cien satisfecho con las elecciones de casting. "De lo que no tengo ninguna duda es de que el reparto es soberbio", dice. "Los actores se tomaron muy en serio sus interpretaciones, y eso les permitió sumergirse plenamente en todos los momentos dramáticos de la película".


¿Un mundo feliz?
Andrew Niccol, ampliamente conocido en Hollywood por su extraordinario estilo personal, ha conseguido crear otro nuevo y original mundo (dos, de hecho) para The Host (La huésped). Rodando en los estados de Luisiana y Nuevo México, Niccol y su excelente equipo creativo supieron absorber los atributos más característicos de todas las localizaciones, desde exuberantes humedales cercanos a Shreveport hasta las vertiginosas formaciones de roca de los desiertos del suroeste del país, para crear unos escenarios excepcionalmente evocadores.

"Andrew Niccol es un reputado maestro del estilo visual", afirma la productora Paula Mae Schwartz. "El enorme volumen de planificación que requirió el diseño de producción fue impresionante".

"Tenemos una geografía y unos paisajes increíbles", añade Wechsler. "Con aquellas vistas inabarcables, fue como una gran aventura".

Niccol atribuye a la novela el mérito de haber inspirado el concepto visual. "Aunque la historia está ambientada en el futuro, no quería una película dominada por la tecnología", comenta. "El diseño del mundo de las almas procede directamente de su filosofía. No pretenden cambiar el mundo; lo viven y lo perfeccionan".

El diseñador de producción Andy Nicholson, que ha trabajado con un grupo muy heterogéneo de directores que incluye a Tim Burton, Guy Ritchie, Tony Scott, Wolfgang Petersen y Paul Greengrass, valora mucho el enfoque práctico y detallista del director. "Captas enseguida lo que él busca", dice Nicholson. "La claridad que tiene es de agradecer".

Desde el comienzo, Niccol y Nicholson debatieron el efecto que causarían las almas en la civilización. "Una de las ideas con las que jugamos fue que, desde el momento en que las almas asumen el control, la cultura deja de evolucionar", recuerda Nicholson. "A efectos prácticos, el tiempo se para. Las almas tienen una medicina y una tecnología muy avanzadas, pero no hay más progresos".

"Conservan lo mejor de todo lo que encuentran", explica Niccol. "Pero su concepto del diseño es más bien discreto. La ropa, las viviendas y los coches no son nada llamativos".

Los buscadores son la excepción que confirma esta regla. "Van de blanco y utilizan vehículos plateados muy potentes, lo que los hace destacar sobre los demás", observa Niccol. "Su afinidad por lo plateado procede de su forma natural, que tiene un aspecto similar".

Los coches, helicópteros y motos de los buscadores tienen un metalizado impecable. "El coche plateado es una de las imágenes más sensacionales que me mostró Andrew al principio", comenta Nicholson. "Son vehículos de un aspecto impresionante, y en el desierto crean un reflejo fabuloso del cielo azul y del suelo. Conseguir ese efecto no era moco de pavo. Sólo hay un par de compañías con tecnología de efecto de cromado".

Niccol optó por el sinuoso y atractivo Lotus Evora como vehículo característico de los buscadores. "Las líneas evocan las cápsulas en las que las almas viajan de un mundo a otro", explica el diseñador. "Aparecen cinco en la película, y cuando están todos en la misma escena, resulta impresionante".

La distintiva ropa de color crudo de los buscadores es también producto del concepto de Niccol respecto al perfeccionismo de las almas. "La ropa de las almas refleja siempre un diseño perfeccionado", dice la diseñadora de vestuario Erin Benach. "El corte tenía que ser impecable y la paleta de colores, muy controlada. Para los buscadores, decidimos que un color crudo estaba en consonancia con la idea de pureza".

Con sus camisas a medida y sus pantalones suaves y vaporosos, Kruger es el paradigma de la elegancia. "Cuando se mete en el desierto en pos de Wanda, va montada en la moto, por lo que le dimos un look como de motorista", explica la figurinista. "Lleva una chaqueta y un pantalón estilo Jodhpur que creamos expresamente".

El mundo urbano idealizado de las almas contrasta enormemente con el rudo ambiente subterráneo de los seres humanos. "El entorno visual de ambos mundos fue idea de Andrew", comenta Stephenie Meyer. "Mientras que las ciudades se ven ultracivilizadas, el desierto es muy primitivo. Andrew ha llevado la frontera entre las almas y los humanos a un nivel mucho más visual de lo que podía haber llegado a imaginar".

Los humanos supervivientes se han refugiado en una serie de cuevas subterráneas conectadas por túneles. Los creadores de la película situaron este santuario en la zona noroeste del desierto de Nuevo México, cerca de una espectacular formación geológica conocida como Shiprock, que constituye un referente importante en la película. "Encontramos unos exteriores fantásticos", afirma Niccol. "Siempre empiezo mis proyectos con un montón de referencias visuales, y ésta es la primera vez que he encontrado una localización que supera mi mejor referencia. Shiprock es algo sobrecogedor. Es un sitio tan bello que la gente cree que es un efecto digital".

Según el director, sin embargo, una de las dificultades de rodar una película ambientada en una caverna es que es prácticamente imposible hacerlo en una caverna de verdad. Para recrear la compleja comunidad salida de la pluma de Meyer, tuvieron que construirse unos enormes decorados en un plató de unos 75 x 38 metros en los Celtic Studios de Baton Rouge, Luisiana. Las paredes de esta construcción imitan las formaciones de arenisca y piedra caliza de los exteriores de Nuevo México. El suelo y las dunas del interior se crearon con una mezcla de tres tipos de arena en consonancia con el paisaje desértico. Las paredes de la caverna tienen una altura de 6 metros, ampliados en algunas escenas con efectos visuales.

Pero ni siquiera la enorme escala de estos decorados bastó para alojar el río subterráneo (con sus rápidos, su cascada y su poza), que tuvo que construirse en un lugar separado. Para crear los rápidos que aparecen en la película, el coordinador de efectos visuales Jack Lynch y el supervisor de efectos especiales Rick Perry crearon un prodigio de la ingeniería capaz de mover unos 150.000 litros de agua en un circuito cerrado, con un flujo máximo de unos 40.000 litros por minuto.

La conversación más importante que mantuvieron Niccol y su diseñador de producción sobre el decorado de la caverna abordaba la cuestión de cómo hacerlo variado e interesante visualmente. "La idea de Andrew era crear un espacio bajo y reducido que de pronto se abría hacia una caverna inmensa como una catedral", explica Nicholson. "La clave era hacer que cada sección del sistema de cuevas tuviera una identidad propia. Lo planteé como si fuera el diseño una serie de habitaciones de decorado: la enfermería, la celda, los túneles, el campo de trigo, que debía ocupar un espacio enorme".

Crear la plantación de trigo fue una tarea especialmente ingente, según Niccol. "Tardamos cerca de un mes en crear el campo de trigo solamente. En un plató no se puede cultivar trigo. Todos los tallos (más de 100.000 en total) tenían que plantarse a mano. También quise abrir el decorado al cielo nocturno para evitar una sensación claustrofóbica. Y en el interior creé una simulación del efecto de los gusanos luminosos de Nueva Zelanda".

El esfuerzo titánico que supuso el diseño de producción no pasó desapercibido a los equipos artístico y técnico. "Los decorados son fabulosos", comenta Jake Abel (Ian). "Todos tuvimos la misma reacción la primera vez que entramos en el plató. Nos quedamos boquiabiertos: la magia del cine en estado puro".

Meyer presenció con una mezcla de admiración e ilusión cómo cobraba forma el mundo que había imaginado en el libro. "Andrew llevó la historia a otro nivel con su trabajo visual", afirma. "Es un mundo no muy diferente del nuestro, pero enseguida percibes que estás en un lugar ligeramente ajeno".

El concepto general del diseño sirvió de base al lenguaje visual del director de fotografía Roberto Schaefer. "En el mundo alienígena, todo era muy geométrico, limpio y despejado", observa Schaefer. "Ni un centímetro escapa a ese orden, mientras que en el mundo de los rebeldes, todo era informe e imperfecto".

Schaefer mantuvo varias conversaciones iniciales con Andrew Niccol acerca de la interpretación visual de los personajes dobles. "A lo largo de toda la película empleamos un plano al que llamamos “plano cerebral”", recuerda el director de fotografía. "Estaba pensado para ayudar a transmitir la idea de que un solo personaje tenía dos voces. Es un plano muy cercano y amplio: la cámara se mueve al mismo paso que Melanie/Wanda, casi como si estuviera incorporada a ella mientras camina. Dio muy buen resultado".

El productor Nick Wechsler está impaciente por ver la reacción del público. "No es una película fácil de etiquetar", afirma. "No es una película romántica más para menores de 25 años. Contiene muchos matices y complejidades, y tiene un punto provocador. Esperemos que esta película no sólo atraiga al público más joven, sino también a hombres y mujeres de más de 25, y de 35 y de 45 años".

"Queremos que los espectadores se sorprendan, que no sepan adivinar por dónde les llevará la película", añade. "Estoy seguro de que será una experiencia inigualable. Es una aventura clásica de ciencia ficción, un drama, un romance y un thriller, todo en un mismo paquete".