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  Slumdog Millionaire  (¿Quién quiere ser millonario?)
  Dirigida por Danny Boyle
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Desarrollo del guión a partir de la novela
La génesis de Slumdog Millionaire tiene su inicio cuando la jefa de Cine y Arte Dramático del Channel 4, Tessa Ross, recibió una llamada de la ojeadora literaria de Film4, Kate Sinclair, quien le contó que acababa de leer el manuscrito de una historia extraordinaria. A pesar de que todavía no se había publicado, en cuanto Sinclair puso aquella historia en el punto de mira, Ross se la tomó inmediatamente como una opción con serias posibilidades de salir adelante.

"Entre que opcioné el libro y el momento de su publicación organicé una cena para guionistas, directores y productores, y pude conversar con Simon Beaufoy, a quien ya conocía desde hacía tiempo porque habíamos trabajado juntos. No pude evitar hablarle del ‘proyecto ganador’", recuerda Ross. "La idea le entusiasmó inmediatamente y se sumó al equipo enseguida".

Ross sugirió que, aunque era un libro difícil de convertir en guión, sintió que Beaufoy tenía las aptitudes y la experiencia para hacerlo. Beaufoy tenía la convicción de que la mayoría de espectadores occidentales no conocían el aspecto de India que explora la novela de Swarup. "Es como una ciudad que pasa a cámara rápida", comenta. "Es el Londres de Dickens en el siglo XXI. Está en constante desarrollo. Los pobres son más pobres que nunca y los ricos más ricos que nunca. Y existe una masa de población entre esos dos estratos que luchan para mantenerse a flote".

La simple premisa de la novela de Swarup permitió a Beaufoy concentrarse en dos elementos clave a la hora de adaptar la historia a la gran pantalla. En primer lugar, el obvio cuento de hadas del pobre que se enriquece de la noche a la mañana, donde el héroe supera enormes obstáculos para alcanzar una conclusión positiva. En segundo lugar, el extraordinario trasfondo sobre el que transcurre la historia. No obstante, los contratiempos técnicos que surgieron no fueron pocos. Para un guionista, la adaptación de un libro a un guión cinematográfico requiere de un enfoque muy distinto a la producción de un texto original. El reto para Beaufoy fue conservar el alma de la novela trasladando a la vez los mismos personajes al celuloide.

"El principal problema de convertir el libro en película fue que en realidad, éste se componía de una serie de historias, 12 relatos", explica Beaufoy. "Algunos de ellos no mantenían vínculo alguno entre ellos. No había ningún hilo conductor. No tomaba a un personaje y le seguía desde que nacía. Más bien carecía de articulación. Incluso algunas historias eran pequeños cuentos discretos que ni siquiera hacían referencia a los personajes principales. Es muy diferente de comenzar con una idea propia y desarrollarla. Al realizar una adaptación tienes muchas más responsabilidades con el libro original. Es como recibir en casa un paquete con un traje con unas partes que se ajustan y otras que no. Es como hacer la maleta de otro. Pero de algún modo tienes que convertirla en tu propia maleta".

Beaufoy tomó su propio camino a través de las narrativas para confeccionar una historia que llevaría al espectador de A a B. "Mi trabajo consistía en encontrar esa narrativa, trazar una historia que transcurriera seguida pero que fuera capaz de retroceder durante el interrogatorio policial y volver ‘¿Quién quiere ser millonario’. Ese era mi reto particular".

El productor Christian Colson opina que la elección de Beaufoy como guionista fue del todo acertada. "Simon tiene un estilo cálido y particular que encaja especialmente en el proyecto", comenta Colson. "Escribió un borrador del guión para Tessa en primera instancia y luego me vinieron a ver".

"Simon apareció con el nuevo título de Slumdog millionaire (Callejero millonario), que nos convenció a todos. Creo que, en términos clásicos, lo primero que transmite es un movimiento del caos a la armonía. Es una comedia, aunque también, a veces, adquiere la forma de un horrible drama, con momentos de gran sufrimiento. Es un cuento de hadas, y como los buenos cuentos, tiene instantes verdaderamente oscuros y atemorizantes. Existe una gran mezcla de elementos que verdaderamente te hacen reír, llorar e incluso tragar saliva".

Beaufoy considera que tener a Jamal en el programa de TV e ir saltando a flashbacks de su vida permite a los segmentos ofrecer una mezcla de géneros. "Puedes disparar en varios sentidos diferentes. Puedes añadir algo de romanticismo, un poco de comedia o elementos de gánsteres y encapsularlos para formar parte de un todo que sigue una única línea, lo cual me parece apasionante. Le confiere a la película una gran variedad, porque no se encasilla en un solo género".

Cuando el guión adquirió la forma lo suficientemente definitiva para hacerla llegar a un director, la primera elección del equipo de guionistas fue Danny Boyle. "Nos sentamos alrededor de una mesa y nos preguntamos cuál sería el mejor director para el material que teníamos, y todos exclamamos: ‘¡Danny Boyle!’", recuerda Colson. "Fue así de fácil".

Beaufoy quedó impresionado por el respeto que mostró Boyle hacia el guión, así como el enfoque que aportó sobre el material. A pesar de que muchos consideran al director de estilo inconfundible y particular, su actitud hacia cada una de las escenas era la de mantener los diálogos tal como estaban escritos. "Él entiende el ritmo de cada escena. Desea mantenerlo tal cual y aun así es capaz de aportar y plasmar su visión única. Es innegable que se trata de una película de Danny Boyle, y lo mejor es que prácticamente todas las palabras que escribí en el guión están ahí. Es increíblemente respetuoso con el guión y sería incapaz de modificar un diálogo sin una meticulosa consulta previa con el guionista".

De la misma forma, Boyle considera el guión de Beaufoy como una luz guía a través del proceso de realización de la película. En medio del rodaje, con todas las limitaciones de tiempo y condiciones desafiantes, Boyle explica que era coherente mantenerse todo lo fiel posible al trabajo de Beaufoy. "Simon vino a India para presenciar algunos ensayos y a partir de ahí efectuamos algunos ajustes. Pero la mayor parte del tiempo quisimos ajustarnos al guión al máximo", comenta Boyle. "Me refiero a que las cosas evolucionan y cambian inevitablemente, pero el guión es como un túnel por el que pasas y, cuanto menos te desvíes, mejor. Lo haces tan intenso como puedes, y también todo lo complejo y excitante posible, pero también tienes que estar al servicio de la narrativa".

En el mundo del desarrollo cinematográfico, donde hay que luchar duramente para llevar adelante un proyecto y someterse a reescrituras, nuevos guionistas, interminables notas y retrasos de la producción, el proceso de desarrollo de Slumdog millionaire fue realmente rápido. "Fue como una bola de nieve que baja por una ladera y va creciendo", apunta Ross. "Nada nos interfirió en el camino. La bola de nieve tenía ante sí un camino liso y directo y se aceleró todavía más gracias a Danny. Conseguimos desarrollar y financiar el filme con Celador, lo que significa que pudimos tomar todas las decisiones financieras y creativas con suma rapidez".

Pero, ¿qué puede aportar una producción occidental a una historia esencialmente india? Colson sugiere que la perspectiva del foráneo ofrece impactantes elementos visuales a la película, así como la narrativa de una historia que un guionista o un director local podrían obviar o simplemente pasar por alto. "Es la misma perspectiva extranjera que Sam Mendes puso en el retrato de la Norteamérica residencial en American Beauty o que Ang Lee aplicó en la inglesa Sentido y sensibilidad de Jane Austen. Creo que es una mirada fresca que se interesa por darle color a la historia y la hace única y vibrante de un modo que ninguno de los cineastas de nuestra cultura podría conseguir. Hay un aura en la película que llama la atención al extranjero. Creo que nos volvemos cada vez más insensibles ante los lugares en que vivimos y a veces no los miramos con la proximidad que deberíamos. Y los que vienen de fuera lo ven con otros ojos".

La llegada del equipo de la película a India no causó ningún impacto en los lugareños, aunque sí significó un choque cultural para los que hacíamos el filme, quienes todavía teníamos que experimentar la locura y la energía de Bombay. "Nunca había estado en India", explica Boyle. "Mi padre estuvo allí en la guerra y me había hablado infinitamente sobre sus vivencias, con lo que siempre había tenido ganas de ir. Creía que era un lugar extraordinario en cuanto a las situaciones extremas que allí se pueden experimentar. Pero, lo que es más importante, los retos que te encuentras cuando pisas aquella tierra van más allá de todo lo imaginable", comenta el director.

Boyle considera que la mayoría de experiencias cinematográficas se centran en el concepto de control, en la idea de que un director y su equipo pueden manipular el entorno para obtener exactamente las imágenes o el tono visual que necesitan para transmitir lo que el filme pretende. Pero en India no se pueden aplicar estas reglas. "Sencillamente, en India no se tiene tal control. Si buscas tenerlo te puedes volver loco. En una semana te habrás tirado de un acantilado. No tienes más remedio que dejarte llevar y a ver qué pasa. Algunos días piensas ‘No vamos a sacar nada bueno de esto. Nada’. Y de repente, a las cuatro de la tarde, todo empieza a salir. El lugar te compensa de forma natural si confías en él, y de repente todo cobra sentido".

Beaufoy había viajado por toda la India cuando tenía 18 años. Sin embargo notó enormes cambios al regresar, 20 años después. "India ha cambiado masivamente desde entonces, así que mi investigación se basó en pasear por allí recogiendo todo tipo de historias y de recortes de periódico. Las más tétricas y dramáticas saltaban automáticamente de la terna. Las que leía y me parecían interesantes las estudiaba más a fondo visitando los lugares en que se produjeron, me empapaba de la atmósfera y recababa todos los detalles posibles".

"Cuando te encuentras en medio de algo no siempre lo encuentras extraordinario. Solamente cuando sales de ahí y lo miras con perspectiva puedes verlo realmente extraordinario. No creo que la gente que vive en Bombay vea la ciudad como se ve desde fuera. Cuando volamos de Gran Bretaña y vemos la ciudad la encontramos absolutamente increíble y creo que eso es precisamente lo que Dany y Christian aportan como foráneos, un sobrecogimiento que deja poco menos que boquiabierto".

El equipo de producción acordó adoptar una estrategia pre-rodaje que les permitió comenzar a filmar por la ciudad antes de la fecha oficial de inicio. Mientras los distintos departamentos se preparaban para rodar, Boyle y su ejército de esqueletos comenzaron a rodar ensayos como verdaderas "tomas", a fin de maximizar el tiempo de rodaje de que dispusieron en India.

Boyle sugirió que en lugar de ensayar en un espacio abierto sin relación con la película, viajarían a las localizaciones seleccionadas y grabarían los ensayos, con la esperanza de que alguna de aquellas tomas tuviera un lugar en el montaje final. "Fue una forma genial de introducirse en la película", confiesa Colson. "Eso quiere decir que comenzamos a rodar dos semanas antes de lo previsto. Todo el mundo, incluidos los equipamientos, estaban allí. Estábamos en un lugar próximo a las localizaciones, así que comenzamos a grabar". Aquello dio a los departamentos de producción la oportunidad de solventar cualquier problema logístico o creativo en una fase muy temprana de la agenda de rodaje, lo cual no sólo consiguió que todavía se aprovechara más el tiempo durante el periodo oficial de filmación sino que además permitió disponer del tiempo para rodar todos los materiales adicionales que fueron necesarios.

"Naturalmente, esto nos ayudó a todos", comenta Colson. "Demasiado a menudo sucede que la primera semana de rodaje sirve para que todos nos acordemos de cómo se hace una película. Ha pasado mucho tiempo desde la última y todos están algo oxidados. La gran ventaja de este proceso es que, si algo no ha funcionado, no está todo perdido, y si todo ha ido bien, salimos tranquilos de haber podido hacer todo el trabajo. Fue una decisión muy inteligente de Danny".

Boyle también pensó que el protagonista, Dev Patel, se beneficiaría mucho de pasar un tiempo en Bombay antes de situarse ante las cámaras e invitó al joven actor a pasarse por varias localizaciones previas a su participación. Para Patel, la experiencia le ayudó a construirse un perfil de su personaje con más información de la que proporcionaba el guión. También le sirvió para refinar su acento.

"Yo estaba deseando interpretar una secuencia que transcurriera en las profundidades, en los barrios bajos, sumergido en aquel ambiente", admite Patel. "Estar en las localizaciones me ayudó a construir un trasfondo para mi personaje y ver dónde había crecido. En una de las localizaciones, Danny vio a unos niños tocando unos tambores por la calle. Se estaban preparando para el Festival Ganesha. Danny me dijo que me pusiera la camiseta del revés –porque llevaba un logo demasiado visible– y me dijo ‘¡Únete a ellos!’. Y yo: ‘¿Qué?’, e insistió ‘¡Que vayas y te pongas a tocar con ellos!’". El grupo me aceptó. Vino un traductor conmigo, me dieron un tambor y me puse a tocar. Y Anthony, el cámara, se acercó a mí con una pequeña DigiCam y me empezó a filmar disimuladamente, casi sin que se notara".

Cerca del lugar de producción se encontraba The Tulip Star, un hotel de cinco estrellas abandonado de Bombay –"Un sitio fantasmagórico", según Colson. Boyle sugirió que los actores podrían ir a rodar una escena allí. "El guión no decía que el hotel tenía que estar vacío. Hablaba de un hotel en pleno funcionamiento", explica. "Aquello le dio a las escenas un punto adicional de intensidad. Así pues, entramos y pudimos ahorrarnos dos días de rodaje que luego utilizamos para grabar otros materiales".

Cuando Boyle llegó por primera vez a Bombay, la mezcla de pobreza extrema y el asombroso avance tecnológico del país le fascinó. "Había estado anteriormente en barrios de chabolas en otros lugares del mundo, como Kibera (Kenia), pero aquello era como… aquel olor que notas al principio de todo… esa mezcla increíble de nuestros excrementos (de todos nosotros) y luego el aroma del azafrán. Es esa combinación de dulzura y amargura a la vez", explica. "Lo más extraordinario de India es que está entre las seis u ocho primeras potencias nucleares. Tienen armas nucleares. Pero por otro lado, no tienen lavabos públicos".

El equipo rodó en el suburbio más extenso de India (Dharavi) y también en uno de los más vibrantes (Juhu), situado al lado del aeropuerto, al oeste de la ciudad y claramente visible por cualquiera que vaya en avión a Bombay. Se calcula que aquella área sola tiene alrededor de un millón de habitantes. La población metropolitana de Bombay es de 22 millones (incluyendo las afueras) y se expande a un ritmo alarmante que hace indicar que en 2020 serán 20 millones más. El equipo de rodaje estuvo filmando por las áreas de Dharavi y cerca del arroyo de Mahim, alimentado por un gran colector que pasa por el centro de la zona de barracas.

"Pusimos a todos los habitantes reales de las chabolas que pudimos", afirma Boyle. "Es como una minimetrópolis vibrante y en constante ebullición. Ahora, de hecho lo que ha sucedido –porque India es una democracia– es que los barrios bajos se han convertido en unos lugares de enorme peso político dada la abundante población que los ocupa. Son pequeñas áreas con muchos miles de votos. Así que, paradójicamente, son unos reductos sumamente poderosos y por eso mucha gente no quiere que limpien todos esos suburbios. Tienen sospechas más que fundadas de todo lo que esos lugares les proporcionan".

"Dada la escasez de terreno en Bombay, probablemente los trasladarán contra su voluntad a lo que se ha denominado Nueva Bombay, a varios kilómetros de distancia de la urbe. Lo más importante para ellos no es conseguir una vida más sofisticada, sino la sensación de comunidad. Ellos viven juntos y se dan apoyo mutuo. Son familias extensas de primos y tíos… Así que es un verdadero reto para sus políticos tratar de encontrar una forma de actualizar sus estándares de vida conservando la demanda de los habitantes de seguir estando en comunidades cerradas".

Técnicamente, las localizaciones y la logística asociadas a cada área visitada por el equipo de producción significaban que Boyle y su departamento de cámaras, incluyendo el galardonado director de fotografía Anthony Dod Mantle, tenían que considerar diversas opciones de cámara y de rodaje. El equipo planeaba en un principio grabar varias escenas con unas cámaras digitales avanzadas SI-2K y filmar el resto en película, pero Boyle se decantó por no llevar grandes y pesadas cámaras de 35 mm a unas zonas tan concurridas como aquellas. Las cámaras digitales, más pequeñas y versátiles, les permitían grabar rápidamente estorbando mucho menos en la vida cotidiana de la comunidad.

Boyle fue encontrando el proceso correcto de rodaje a base de probar y equivocarse. "Comenzamos con cámaras clásicas de película y no me gustó. Quería verme realmente inmerso en la ciudad. No me conformaba con quedarme mirándola, examinándola. Quería sumergirme en el caos todo lo que fuera posible. Hay una franja horaria, entre las 2 y las 4 de la madrugada, en que todo se detiene y solo los perros circulan por la calle. Fuera de esas horas, el lugar es una marea de humanidad".

Las secuencias de persecución del principio de la película se rodaron de forma incremental, construidas como un montaje a lo largo de un periodo de tiempo. Siempre que era posible, el equipo de rodaje se trasladaba a la localización y filmaba otra sección de la persecución. "Anthony fue capaz de ir grabando cámara en mano [con las SI-2K]. Aunque tenía un giroscopio que le podía estabilizar las imágenes, prefería llevarlas en mano y tener más agilidad para grabar en áreas pequeñas y estrechas, que en definitiva es lo que hay en los barrios de chabolas como aquellos. Puedes capturar una parte de la vida que te rodea sin que la gente se percate. También utilizamos una ‘CanonCam’, una cámara de fotos que puede grabar a 12 fotogramas por segundo. Si la gente ve una cámara de fotos, nunca pensarán que están grabando video. Así que grabamos imágenes de este tipo, y ocasionalmente recurrimos también a la cámara tradicional. El resultado final es una película hecha con una mezcla de tecnologías".

"Quien fuera que operara la cámara llevaba un disco duro pegado a la espalda para grabar las imágenes que tomaba la cámara de mano. Anthony parecía un turista danés que paseaba por entre las barracas", bromea Boyle. "Pero en realidad lo que hacía era rodar la película".

"Allí donde podíamos rodábamos lo que figuraba en el guión en localizaciones reales, y los complejos requisitos del guión nos llevaban a menudo a un fabuloso espectro de lugares muy diversos entre ellos", comenta Colson. "La cinta es como un cuento de hadas, y como todo cuento de hadas, tiene sus luces y sus sombras. De modo que, unas veces te encontrabas en el Taj Majal, uno de los lugares más bellos que puedas imaginarte, y al cabo de unas horas podías estar en lugares de pobreza extrema. Era una verdadera odisea".

Victoria Terminus, en el centro de Bombay, es una de las huellas más visibles que dejó el Imperio Británico. Allí el equipo rodó la escena del baile que aparece en los créditos. "La red ferroviaria es como la sangre que da vida a la India", explica Boyle. "Existe un ingente número de personas que mueren a diario en las vías porque se caen de un tren abarrotado. También hay mucha gente que vive y trabaja a tocar de las vías. Además, tienen una forma muy peculiar de secar la ropa que lavan. Extienden la ropa entre las vías y la fijan con pesadas piedras. Cuando pasa el tren por encima, el aire caliente que desprende la deja seca en cinco minutos. Pero es una actividad muy peligrosa. Los trenes pasan muy cerca y a gran velocidad".

Una de las escenas más difíciles de rodar fue aquella en la que unos niños saltaban de un tren. "Aquello fue muy, muy duro. Teníamos a un especialista muy bueno que se encargó de la acción. Las vidas de esos chicos estaban en sus manos. Realmente hizo un trabajo brillante, aunque fue algo muy duro para todos".

Encontrar las localizaciones y obtener los permisos fue todo un reto para los encargados de buscar los lugares de rodaje, y el apoyo de las conexiones que teníamos en India fue vital. Una productora local, India Take One, aportó su conocimiento a la producción, lo que permitió al equipo planificar rápidamente cuáles serían sus movimientos de una a otra localización. Sin embargo, la distancia no siempre es el mayor problema en la India. Con todos los millones de automóviles, coches tirados por hombres y taxis circulando caóticamente por la ciudad, los atascos han pasado a formar parte de la vida cotidiana, casi tanto como el comer o el dormir.

"Uno de nuestros principales obstáculos, del todo imprevisto, fue que estudiábamos el mapa antes de salir y pensábamos ‘estaremos en tal hotel y rodaremos en tal localización. Sólo está a tres o cuatro kilómetros’. Y podíamos tardar hasta dos horas en recorrer esos tres o cuatro kilómetros", recuerda Colson. "La ciudad estaba tan congestionada que me recordaba a Nueva York en sus peores momentos".

En términos generales, los sistemas de soporte a la filmación en Bombay estaban mucho más avanzados de lo que la gente creía en un principio. Aunque eran caóticos hasta extremos insospechados, Colson confiesa que tuvieron a su disposición instalaciones y facilidades en todos los aspectos del proceso de producción. "Bombay es un centro mundial de producción cinematográfica. Las instalaciones son de primera. Hay equipos humanos fantásticos, estudios espaciosos, salas de telecine, etc. Allí tienen de todo y, en ese sentido, hay que admitir que desde que llegamos se pudo trabajar sin que faltara de nada".

"Creo que alguno de los obstáculos específicos que nos encontramos nos los pusimos nosotros mismos, en el aspecto en que fuimos nosotros quienes decidimos rodar la mayoría de secuencias en localizaciones reales, en las calles de una de las ciudades más caóticas y densamente pobladas del mundo. Tuvimos algunos problemas en Agra, donde unos chicos locales que venden productos a los turistas temían que diéramos mala imagen de ellos. Así que nos disculpamos y nos fuimos a otra ubicación".

Los cambiantes paisajes urbanos de Bombay también pusieron alguna que otra traba. Las localizaciones, que se habían fijado con meses de antelación, habían cambiado drásticamente en muchos casos y se tuvieron que buscar lugares de rodaje alternativos.

Las primeras visitas de Beaufoy para inspeccionar el terreno le permitieron encontrar localizaciones clave en los alrededores de la ciudad. "Yo pensaba: ‘¡Bien, ahí hay una fantástica localización!’, y a los seis meses volvía con Danny y le decía ‘Mira qué fantástica… ¡Oh, ya no está!’ Aquí en el Reino Unido no podríamos conseguir que nos repararan una escalera mecánica del metro en seis meses. Allí, en ese tiempo, construyen ciudades enteras. Nosotros quisimos capturar esa sensación de ciudad que se construye a sí misma con energía, gente, dinero, polvo y suciedad, y, por encima de todo, movimiento de gente".

Los centros de atención telefónica indios han sido objeto de una inmensa cobertura mediática a lo largo de los últimos años y se han convertido en sinónimo de sistemas de atención al cliente, la línea más frecuente de comunicación entre la marca y el consumidor. Pero en Slumdog millionaire, Beaufoy y Boyle han usado el call-center para conducir una línea argumental muy importante, la que lleva a Jamal de Chai-wallah (el chico de los cafés/té) a participante en el concurso de televisión.

Boyle explica: "Jamal va por el call center sirviendo tés y, por supuesto, como es brillante, se queda con todas las informaciones que va escuchando. Se da cuenta de que el tipo que instaló el sistema (de contestadores telefónicos) de ‘¿Quién quiere ser millonario?’ es el mismo que instaló el centro de atención telefónica donde él trabajaba. Entonces se hace amigo de él y descubre la forma de llamar y conseguir que la máquina te elija para participar en el concurso. Así consiguió llegar a concursar. En la película lo contamos de forma muy sutil".

Tuvimos mucha suerte de contar con la estrella Mia Arulpragasam (MIA), cuya canción Paper planes aparece en el filme. También accedió a grabar una canción para nosotros con el compositor A. R. Rahman. Poco después vio la película y me dijo ‘Me encanta, pero cómo llega Jamal a participar en el concurso?’ Habíamos eliminado esas secuencias, y por eso la cantante nos lo preguntó. Así que volvimos a incluirlas. A veces puedes tomar buena nota de los comentarios que hacen las personas que no han formado parte directamente del proyecto. Se les proyecta la cinta, te comentan algo y es entonces cuando piensas ‘¡Vaya, es cierto! ¡No me había dado cuenta de eso!’ o ‘Ahí he rizado demasiado el rizo’".


El reparto y los personajes
El proceso de casting llevó a Boyle y Colson por todo EEUU, Canadá, Reino Unido e India en busca de los actores idóneos que pudieran realizar una interpretación convincente en inglés y a la vez encajar en las tres capas de edad de la historia: 7, 13 y 18 años.

También les llevó hasta una directora de casting india, Loveleen Tandan. "Su participación en el proyecto no hacía más que aumentar. No sólo encontró a los niños sino que además les hacía de intérprete y les dirigía conmigo", explica Boyle, "les guiaba por las complejidades culturales de la vida en la calle y, finalmente, terminó dirigiendo la segunda unidad de rodaje que nos seguía por toda la ciudad. En ocasiones fue una verdadera codirectora. Sin ella no habría sido posible hacer la película".

La intención había sido en todo momento rodar en inglés, a pesar del hecho que los niños del barrio Juhu de Bombay sólo hablaban maratí, un dialecto local. Muchos de los actores jóvenes que sí hablaban inglés se formaron en escuelas de clase media y, de cara a la producción, no eran adecuados para el filme por dos razones importantes: su aspecto y su comportamiento en general ante la cámara, así como las dificultades que podrían encontrar rodando en los barrios bajos, dentro de unas comunidades que poco tenían que ver con sus propias vidas.

"Entrevistamos a cientos de niños que dijeron las frases en inglés y acabamos realmente desesperanzados", recuerda Colson, "Creíamos que no lo conseguiríamos. Pero de pronto alguien sugirió que los personajes más pequeños podrían aparecer hablando en su propio idioma y que de algún modo cambiarían al inglés durante el segundo acto".

"Nuestra directora de casting y codirectora, Loveleen Tandan, salió y realizó una traducción rápida. Creo que fue de la escena de la letrina que sale al principio de la película. Entonces hizo que algunos de los niños que había por aquella calle la interpretaran en hindi, y resultó de lo más graciosa. De pronto, la parte de los niños en la película cobró una nueva vida. En seguida supimos que definitivamente teníamos que seguir por ese camino".

"Aquella fue una decisión a la que llegamos por accidente pero que, pienso yo, ha aportado a la película una capa añadida de realismo y autenticidad. Tambien nos permitió encontrar a tres actores infantiles sensacionales".

Azharuddin Mohammed Ismail, quien interpreta al pequeño Salim, y Rubina Ali, quien encarna a la pequeña Latika, procedían de las chabolas, aunque el equipo de producción logró escolarizarlos. "Nos las arreglamos para conseguir que fuera a la escuela hasta los 16 años", dice Boyle. "La última vez que volví a India para verle ya chapurreaba algo de inglés. Rubina me hablaba totalmente en inglés, lo cual me sorprendió muy gratamente, y Azza tiene un talento especial con el dibujo. Le encanta dibujar y hacer sombreados".

La dificultad de Boyle para encontrar al Jamal adulto se basó principalmente en el ‘look’. Pese a que todos los castings se desarrollaron en Bombay, Calcuta, Nueva Delhi y Chennai, el equipo del filme consideró que la mayoría de candidatos eran demasiado viejos para el papel o no daban el perfil físico.

"No encontraba a ninguno que fuera lo suficientemente joven para el personaje", explica Boyle. "Y los muchachos de Bombay, dada su cultura, tienden a estar demasiado musculados. Van al gimnasio para cumplir con los cánones estéticos de la región. Y si quieren hacer algo en el cine de su país tienen que estar así. Pero yo no quería ese cuerpo. Yo quería a un chico normal, no a uno que pudiera parecer un superhéroe".

Sin embargo, no fue Boyle quien encontró a Dev Patel para el papel de Jamal, sino su hija. "Caitlin es una gran seguidora de la serie ‘Skins’. Cuando su madre estaba en proceso de casting en Gran Bretaña, ella le dijo ‘Tendrías que llevarle a ver a Dev Patel’. Francamente, no se me había ocurrido pensar en Dev", explica. "Había visto algo de ‘Skins’, y me gustó, pero… en cuanto su hija le mencionó el nombre, Boyle pensó: ¡pues claro!"

Una de las cosas más alentadoras de él fue que nos empujó a elegir un reparto de una edad muy temprana. Inicialmente habíamos pensado que los adolescentes deberían tener unos 18 años y que, al final de la historia, si quieres, cuando él ya está concursando, que tuviera veintitantos. Pero me di cuenta de que estaba equivocado. Es importante que lo que les pasa a esos chicos les pase a los 13. Eso es lo realmente extremo e inaceptable, y muy indio a la vez. Así pues, tenemos las franjas de edad de los 7, de los 13 y de los 18 años, y lo que se ve en este breve periodo de vida es suficiente para llenar una vida entera".

Patel era uno de los pocos que fueron seleccionados directamente desde Londres. La mayor parte del reparto es de Bombay. "Vimos que Dev se encontraba como un maravilloso pez fuera del agua", comenta Colson. "Es inmensamente adorable y simpático. Y además, no queríamos ningún musculitos. Hay una gran inocencia en el personaje de Jamal, un gran optimismo, si quieres. Es un muchacho que nunca pierde su bondad, aunque le hagan las mil perrerías. Y además es un personaje que nunca pierde la inocencia, en serio, a pesar de todo lo que lo pasa".

"Fui a cuatro castings… bueno, de hecho fueron cinco. Y al final de cada uno, pensaba: ‘¡Vaya, no me darán el papel!’", recuerda Patel acerca del proceso de selección. "Regresé a casa casi llorando. Entonces recordé que mi madre estaba en el banco y que había quedado con ella para ir de compras. Cuando llegué, ella también tenía lágrimas en los ojos. ‘¿Qué pasa, mamá?’, le pregunté. ‘No te lo creerás’, respondió. ‘¿A que no sabes quién acaba de llamar?’ Me dio la noticia y me sobrevino un ataque de euforia. Estaba literalmente extasiado. Para ser franco, no me lo podía creer, y lo primero que quise hacer era contactar con Danny para comprobar si todo aquello era cierto o si se trataba de una broma".

Al tratarse de su primer papel en una película, y al haberse criado en Harrow, al noroeste de Londres, Patel estaba muy nervioso por tener que interpretar a un personaje supuestamente nacido y crecido en los bajos fondos de Bombay. Sintió una enorme presión por conseguir el acento adecuado, así que llegó a la ciudad india muchos días antes de comenzar el rodaje para sumergirse en la atmósfera de las localizaciones y asimilar las gesticulaciones y las entonaciones locales.

"Tuve que interpretar algunas escenas con gran carga emocional, y lo hice con unas emociones que realmente salieron de mi interior", confiesa. "Danny consigue siempre encontrar la forma de sacarte las emociones al rodar una escena".

A modo de ilustración, Patel habla de la escena de la consecución del premio en el decorado del ‘Millonario’. "Acababa de ganar una fortuna y yo tenía que pensar únicamente en Latika, la chica que amo. Y lo que hicieron fue pegar fotos de ella y de los niños que interpretan nuestros personajes de pequeños en una pantalla que tenía delante, de modo que me fue muy fácil recordarla y obtener una sonrisa auténtica.

"A Danny le gusta mucho improvisar en el mismo plató. Siempre te anima, en cada toma, a probar nuevas cosas. Primero se rueda la toma, y una vez queda satisfecho, te da una nueva idea, como ‘ahora imagina que sientes esto’ o ‘ahora te pasa aquello’, de modo que actúas con una perspectiva totalmente distinta y la historia se despliega de otra forma. Encontré que el producto final es mucho más tridimensional".

"Cuando asistí al primer casting sólo tenía un pequeño fragmento del guión. Era una de las escenas más intensas. Me peleaba con mi hermano y él me decía: ‘¡Estás loco! ¡Nunca conseguirás a la chica!’", y yo replicaba: ‘La quiero. Ella es mi destino’. Y yo pensé: ‘Esto sí que es intenso’. Yo me crié en Londres. Soy un tipo más urbano y pragmático, y nunca había experimentado nada por el estilo"
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La inmersión en la cultura india y la responsabilidad del papel protagonista ha sido una experiencia intensamente emocional para Patel. Unos años antes había visitado el país para ir a una boda familiar y le acribillaron los mosquitos, así que podía prepararse de nuevo para lo peor. "Yo decía ‘No pienso volver ahí jamás en mi vida’. Y cuando finalmente volví fui preparado con todo tipo de repelentes. Pero resulta que al final fue una experiencia increíble. Es como encontrar una pieza nueva de mí mismo. Para un niño londinense, un británico asiático, crecer en Londres y viajar a la India, solamente entrar en contacto con tus raíces es algo maravilloso. En Inglaterra tenemos festivales y en casa celebramos el Diwali, ¡pero verlo en la India es algo totalmente distinto!"

Al preguntársele sobre su momento favorito del rodaje, Patel sonríe. "Aprendí mucho de Irrfan Khan [el inspector de policía] y Saurabh Shukla [el sargento] cuando hice las escenas con ellos, porque son unos actores totalmente diferentes. Al principio me sentí algo cohibido por la grandeza de tales estrellas. Acababa de ver El buen nombre [de Mira Nair] justo antes de que Irrfan entrara en el plató y me quedé deslumbrado con su asombrosa interpretación. Saurabh no paró de hacerme reír durante el rodaje. Hay una escena en la que me está interrogando mientras me abofetea y me pega, y todavía conseguía hacerme reír improvisando frases. En realidad gritaba de dolor, pero en mi interior me tronchaba de risa".

Aunque son hermanos, los personajes de Jamal y de Salim estaban deliberadamente llevados a extremos opuestos para ofrecer a Boyle la oportunidad de mostrar al espectador cómo las elecciones que se toman en la vida llevan a la persona por uno u otro camino. Ambos hermanos están expuestos a la violencia desde muy pequeños e incluso a esa edad cada uno responde individualmente al trauma de la muerte de su madre –Jamal permanece con su bondad inherente, mientras que su hermano Salim se adentra en un camino de violencia y brutalidad.

Cuando Boyle descubrió a Madhur Mittal y le probó para el papel de Salim hubo un cambio en la consideración de las franjas de edad. Inicialmente estaba previsto que Mittal interpretara a Salim en la franja media. Sin embargo, Boyle consideró que tenía la madurez y la personalidad para encarnar al Salim mayor. Después de una docena de castings, Mittal fue elegido para ser Salim. Pero tras sufrir un serio accidente de tráfico, se temió que no estuviera preparado para asumir su papel.

Un accidente con un cochecito tirado por un hombre mientras Mittal iba en bici le dejó una importante cicatriz en la barbilla. "Se me tiro encima y aterricé en el suelo. Me pusieron 12 puntos. Aquello me ayudó a entrar en el personaje", bromea. "Se supone que Salim es un tipo duro, así que el accidente me ayudó".

La atracción de Mittal por el personaje fue principalmente la idea de que Salim tenía una personalidad agresiva y egoísta a la vez, pero con un rasgo compasivo oculto que sólo sale a relucir en el desenlace. "Sinceramente, este personaje es un sueño para cualquier actor", admite Mittal. "Es un chico que cualquiera odiaría, aunque también tiene una faceta más amable, aunque no quiere que nadie la descubra, porque no quiere que nadie sepa que es un chico tierno".

"Su relación con su hermano pequeño Jamal es intrigante. Son caracteres radicalmente opuestos, aunque sigue habiendo algo que les conecta. Al fin y al cabo son hermanos; son hijos de la misma madre y les corre la misma sangre por las venas. En realidad se aman pero no se soportan mutuamente, porque Jamal es demasiado bueno para Salim y Salim es demasiado malo para Jamal. Se odian, y a la vez se quieren. Así que en el fondo es una relación fraternal bastante típica".

Al ser Latika la enamorada de Jamal, y además por el poco tiempo de pantalla que comparten, el equipo necesitaba encontrar a alguien que Beaufoy describió como "una chica por la que cruzarías el mundo a rastras".

Beaufoy afirma que la actriz que Danny eligió para el papel de Latika, Freida Pinto, "posee esa extraordinaria belleza a la vez que transmite una intensa sensación de tristeza y compasión por ella, que es lo que necesitábamos en gran parte de la película".

Durante su investigación para preparar el guión, Beaufoy encontró que un considerable número de mujeres, especialmente de las barracas, tendían a quedarse en segundo plano por detrás del hombre de la casa en lo que a toma de decisiones se refería. Tener a Latika como un personaje pasivo originó sus dificultades. "En términos dramáticos, no beneficia en nada tenerla en un plano tan pasivo, así que intenté darle a Latika un carácter más activo. Pero en honor a la verdad, fue la cultura india quien ganó y ella tuvo que resignarse a ser un capricho de aquellos hombres tan poderosos. De hecho, así es la vida en la India".

La directora de casting y codirectora india Loveleen Tandan contactó con el agente de la modelo Freida Pinto y le dijo que había un casting para seleccionar un papel protagonista femenino. Pinto lo recuerda bien: "Mi agente me dijo: ‘Dado tu interés por la interpretación, creo que deberías ir’. Así que fui a conocerla a su oficina, y lo primero que vi en ella fue su enorme calidez y simpatía. Lo primero que dijo fue que era una película de Danny Boyle. Y yo salté: ¡El de Trainspotting! Conocía muy bien Trainspotting porque en la universidad me la proyectaron como parte de un curso de apreciación cinematográfica. Me encantó", dijo sonriente.

Mientras se hacían pruebas a muchas otras chicas, Pinto tuvo que esperar seis meses hasta que supo que le habían dado el papel. "Sinceramente, fue como una montaña rusa, porque el primer mes después de encontrarme con Loveleen, Danny vino a hacerme el casting. Yo estaba muy nerviosa porque nunca había hablado personalmente con un director de cine. Hacia el cuarto mes, creía que la prueba no habría ido bien, y que me llamaban para darme otra oportunidad. Era el quinto casting que pasaba, y aún habría un sexto. Fue para echarme a llorar de la desesperación. Pero al sexto mes, cuando mi agente me llamó y me dijo ‘¡El papel es tuyo, nena!’, me volví loca de alegría, no me lo acabé de creer hasta que firmé el contrato".

La asimilación del personaje de Latika fue un proceso que Pinto encontró tonificante. Con Boyle guiándola en todas las escenas, dándole consejos y libertad para intentar distintos enfoques del guión, la actriz desarrolló rápidamente un sólido concepto de la fuerza y la personalidad del personaje. "Danny quería que yo explorara el personaje todo lo que pudiera. Las expresiones faciales ruidosas no son de mucha ayuda para un actor. Lo que Danny me enseñó fue a internalizar el personaje".

Las escenas en las que participaba Pinto eran tan intensas y transmitían tanto dolor y desesperanza que una vez, un hombre que pasaba por allí creyó realmente que estaba en una situación crítica. Y lo explica sonriendo: "Era en la estación central de Bombay y unos matones me arrastraban hasta un coche, mientras yo gritaba ‘¡Jamal, Jamal!’. Yo le pedía ayuda a la gente y nadie me socorría, y los gorilas me metían en el coche. Y ahí volvíamos al principio y repetíamos la toma. Entonces aquel hombre se acercó a mí y me dijo ‘¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?’ Yo simplemente le miré y le dije que estábamos rodando una película. A lo que él respondió: ‘¡Pues me has dado un susto de muerte!’. Aquello me puso muy contenta porque aquello quería decir que mi actuación era convincente".

Los gestos y las formas de ser de cada personaje tenían que ser iguales en todas las franjas de edad para que Boyle pudiera convencer al espectador de que los personajes jóvenes y los mayores eran la misma persona. Boyle recomendó a los actores que se observaran entre ellos durante los ensayos, e incluso se intercambiaron los papeles para que se interpretaran a distintas edades, cruzando referencias entre ellos todo lo que podían.

"Tienes que lograr que cada actor pueda interpretar todos los papeles para dar la sensación de que son la misma persona", comenta. "No quisimos abusar del maquillaje ni de las prótesis, ni nada por el estilo. Quisimos que dieran la sensación que uno era la continuación del otro de forma completamente natural. En cuanto tuvimos a los actores que encarnaban a los chicos de 18 años, comenzamos a revisar a todos los actores que habíamos probado, para ver cuáles eran los que más se les parecían".

"Pero, por supuesto, hagas lo que hagas, siempre dependerá de la predisposición del público y momento álgido de la historia", afirma. "Realmente tienes que hacerlo con estilo, pero también con confianza. Los actores tienen que meterse en la piel del personaje en la medida de lo posible, y yo creo firmemente que los espectadores entrarán en el juego". La suerte estuvo del lado de Boyle con el personaje de Jamal. "Descubrimos entusiasmados que dos de los ‘Jamals’ tenían unas orejas grandes y separadas. Así que, como podrán comprobar, hay muchos planos que se toman desde detrás de sus cabezas para que el espectador piense ‘Mira, es el mismo chico. Tiene las mismas orejas de soplillo’".

"Es muy difícil tener a niños, adolescentes y adultos interpretando al mismo personaje", explica Beaufoy. "Los departamentos de peluquería y maquillaje trabajaron mucho los detalles, con las orejas y con los estilos de peinado. Hay una secuencia concreta en la que se ve el cogote de Jamal que se transforma suavemente en la cabeza del mismo Jamal, cinco años más tarde. Y ahí sigue teniendo esas orejas salidas que inconscientemente ayudan a perfilar los personajes de de pequeño a adulto. Es un efecto muy difícil de lograr, pero nadie ha dicho hasta el momento que no resultara creíble, así que imagino que nos ha salido bien, a pesar de la dificultad".

Tanay Chheda (Jamal a los 13 años) recuerda su primera transformación en Jamal en el plató. "Fuimos todos a la oficina y todo el equipo de maquillaje estaba allí para vernos. Yo tenía un pelo muy rizado, mientras que los otros dos Jamals lo tenían liso. Yo me preguntaba cómo podría llegar a parecerme a ellos. Entonces comenzaron a estirarme el pelo. A los cinco minutos levanté la cabeza y vi por el espejo mi cabeza humeante. Estuve una hora en la butaca de maquillaje, pero valió la pena. Chiragg, el ayudante de producción siempre me veía maquillado, y la primera vez que me vio sin maquillarme ni peinarme no me reconoció y me preguntó ‘¿Eres el hermano de Tanay?’".

‘¿Quién quiere ser millonario’ mantiene una sólida presencia a lo largo de todo el filme. El concurso de la vida real, estrenado en la India en mayo de 2000, es una auténtica sensación y su primer presentador fue el legendario actor de Bollywood Amitabh Bachcha. Recientemente le tomó el relevo la estrella India del celuloide Shah Rukh Khan. El premio máximo en el concurso que se emite en la India es de 20 millones de rupias. Anil Kapoor, quien interpreta a Prem Kumar en la versión ficticia del programa, es también un reconocido actor de Bollywood que suele hacer de malo en grandes éxitos de aquella industria. Kapoor explica cómo acabó haciendo el papel de presentador.

"Recibí un SMS de un amigo mencionando la película y comencé a enviarme E-mails con Danny Boyle. Para ser sincero, la verdad es que no me lo tomé muy en serio. Y una vez mencioné casualmente el nombre de Danny Boyle delante de mis hijos y se pusieron de pie de un salto para decirme: ‘¡Papá, que es Danny Boyle!’ Y yo: ‘Ah, ¿sí?’ E insistieron: ‘Es el director de Trainspotting y La playa. Es un gran director, un fantástico director. Al menos tienes que ir y verle. Ve y entérate de qué va todo esto’".

Kapoor pudo encontrar un vínculo personal con algunos de los rasgos del personaje de Kumar, en que su propia carrera comenzó con pequeños papeles, apariciones breves, antes de que le confiaran el protagonismo de algunos de los mayores éxitos de Bollywood. "Este presentador, Prem Kumar, también se ha criado en los barrios más pobres y consigue abrirse un camino hasta convertirse en una gran estrella. Su programa es el número uno. Y además del presentador, también es el productor, así que lo controla todo. Honestamente, como actor he trabajado en el cine indio durante muchos, muchos años y mis inicios fueron modestos y duros. Así pues, como puede apreciarse, hay muchas cosas con las que me podría identificar, excepto con la parte moral. Él carece de cualquier principio moral, quiere mantener su posición poderosa".

"Me enviaron el guión y como en la India nadie se lee los guiones, me pregunté ‘¿Y quién se va a leer todo esto?’. Se lo di a mi hijo y al poco me vino y me dijo ‘Si no haces este papel, si no haces la película me voy de casa’".

Como actor indio, Kapoor estaba intrigado por cómo Boyle y su equipo trasladarían su visión de la India a la pantalla y los resultados le impresionaron. "La forma en que Anthony y Danny ven la India… te hacen imaginar que estás pisando aquel suelo. En Slumdog millionaire casi puede olerse la India, y no creo que ningún otro realizador extranjero haya conseguido capturar esas sensaciones. Y todos los lugares que Danny ha rodado para la película… No creo que ni siquiera los filmes indios hayan grabado en localizaciones de esa calaña".

Kapoor considera que ha aprendido mucho de la experiencia de trabajar con Danny Boyle y de un proyecto que se sale de las fronteras del cine indio. "En ningún momento tuve la sensación de que estaba rodando con un extranjero. También he aprendido a mandar, a mantener a todo un equipo unido para que dé lo máximo de sí, a partir de observarle cómo lo hacía con nosotros".

"Si en algún momento me equivocaba, él me decía ‘Mantente seco’, porque los indios tenemos la manía de sobreactuar. Había momentos en que nos daba cierta libertad, y a pesar de que seguía controlándonos, él se mostraba totalmente abierto a mis instintos, a mis sugerencias, a cualquier cosa que se me ocurriera, lo cual es muy, muy sorprendente. Es muy raro que un director de la India esté de acuerdo con la forma de interpretar de un actor".


La banda sonora
Accede a la información sobre la banda sonora Slumdog millonaire BSO.