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Destacado: En cines comerciales 'Anora' Palma de Oro en Cannes
  Man on wire  Dirigida por James Marsh
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Premios y festivales
Premio del público - Festival de Sundance 2008

Premio del jurado - Festival de Sundance 2008

Premio del público - Festival de Edimburgo 2008

Premio del público - Festival de cine de L.A. 2008

Mejor narración en un documental - Festival de cine de Natucket 2008

En competición - Festival de cine de Tribecca' 08

En competición Mejor documental británico - Britdoc 2008

Mejor Película británica - Bafta

Mejor documental - Oscar


El cerebro
PHILIPPE PETIT, el soñador, el visionario. Siempre contra la autoridad, expulsado de todas las escuelas a las que asistió, fue "legalmente emancipado" de sus padres y abandonó su hogar para perseguir sus pasiones. Como malabarista callejero y carterista, viajó alrededor del mundo y fue arrestado más de 500 veces. Autodidacta, estudió magia, dibujo, esgrima, equitación, toreo, dominó cinco idiomas y finalmente, también el arte de caminar sobre la cuerda floja. A la tierna edad de17 años, estaba preparado para el desafío de su vida...


Los cómplices
JEAN-LOUIS, fotógrafo y amigo de Petit desde la adolescencia, hacía fotos mientras Philippe practicaba caminando por un cable entre dos cedros en el patio de un albergue para jóvenes en la Francia rural. Fue colaborador de Philippe en el primer paseo ilegal en Notre Dame y en el del WTC. Jean-Louis fue quien tuvo la idea de usar un arco y una flecha para conseguir pasar el cable entre las dos torres. La noche del "golpe", disparó la flecha con éxito de un tejado al otro, facilitando el paso del cable entre ambas. Jean-Louis trabajó toda la noche en la instalación del cable en la torre norte. El éxito y la supervivencia de Philippe dependían en gran medida del compromiso y el pragmatismo de Jean-Louis. Hubo constante tensión entre ellos, pero sobre todo porque Jean-Louis no quería que su amigo muriera, ni que fracasara el plan.

ANNE ALLIX, la novia francesa de Philippe, fue a Nueva York desde París como apoyo emocional. Fiel a la causa, se preocupaba en todo momento por la seguridad de Philippe, aunque a veces tuvo dudas de la visión de Philippe sobre el paseo por el cable.

JIM MOORE fue su primer camarada en Nueva York. Se convirtió en cómplice durante los intensos preparativos en Manhattan. Cuando Philippe alquiló un helicóptero para una "investigación" aérea de 15 minutos sobre las dos torres, Jim tomó las fotografías. Sin embargo, finalmente Jim se negó a ser uno de sus ayudantes la noche del golpe.

MARK LEWIS ayudó a Philippe con su segundo paseo ilegal en Sydney y después se unió al plan de las Torres Gemelas. Pero, temiendo por la vida de su amigo y no queriendo ser cómplice de su muerte, Mark decidió abandonar.

JEAN-FRANÇOIS HECKEL fue captado por Jean-Louis, y fue parte del equipo original de Petit en Notre Dame. Llegado a NYC, dos días antes del paseo, fue alistado por Jean Louis para elevar la moral del equipo. Se convierte en uno de sus cómplices más leales, y su ayuda es inestimable en la torre sur.

BARRY GREENHOUSE, es "un hombre alto con traje, pelo largo moreno, y un llamativo bigote por encima de una larga barba", con quien Philippe se tropezó en el lobby del WTC. La casualidad quiso que Barry le hubiera visto en París haciendo malabares en la calle el año anterior, y como además trabajaba en la planta 82, Philippe pensó que podría ser una de las claves del golpe y le convenció para ser su hombre "dentro".

DAVID "DONALD" FOREMAN, un rockero sin éxito, se unió al equipo después de un primer intento fallido, y fue expulsado por Philippe la noche del golpe.

ALAN "ALBERT" WELNER, nunca fue de la confianza de Philippe y Jean-Louis. Pero con la creciente presión del tiempo, Philippe pensaba que no tenía elección y que debía mantener a Alan en el plan. Al final fue Alan quien casi lo arruina abandonando durante el tendido del cable, y dejando a Jean-Louis la imposible tarea de tirar el solo del pesado material.


UNas palabras del director, James Marsh

"Tengo la mente de un criminal"

Eso fue lo primero que Philippe Petit me dijo cuando le conocí. Después me enseñó como matar a una persona con una copia de la revista People y, antes de irse, me robó la cartera. Tenía ante mí a un individuo extraordinario, con una visión del mundo única. Nada menos que una visión desde las alturas que ningún otro hombre había tenido.

Es adecuado, por tanto, que su historia sea la más antigua que existe. Es el héroe de un viaje, o una búsqueda, para ponerse a sí mismo a prueba y conseguir un objetivo aparentemente imposible. Como funambulista adolescente en Francia, antes de que el World Trade Center se hubiera construido, Philippe ya soñaba con un plan para introducirse en esas torres aún sin construir, lanzar un cable de una a la otra, y bailar en ese cable a 411 metros de altura, para delicia de los transeúntes. Cada una de estas tareas parecía imposible y la última, un deseo de suicidarse. Y sin embargo, era más bien lo contrario como Annie, su novia, señala:

"No podía seguir viviendo si no intentaba conquistar esas torres, era como si las hubieran construido para él".

Me dispuse a hacer una película que fuera el relato definitivo de esa búsqueda legendaria, no me había planteado que se convertiría fundamentalmente en un drama humano que, entre otras cosas, acabaría también en una comedia de los errores, una historia de amor, una historia sobre la amistad y sus límites, y una sátira sobre la autoridad y las reglas arbitrarias.

La riqueza de la narrativa proviene del mismo Philippe, y de su incapacidad para sentarse a contar su propia historia, pues su necesidad por relatarla en pie mientras la recrea hace que fluya con más naturalidad. Los recuerdos de su más viejo amigo y su antigua novia son dramáticos y sorprendentemente cándidos sobre el conflicto y los antagonismos que su aventura generaron. Otros colaboradores tienen también en su haber una considerable cantidad de actos ilegales y cuentan más dolorosamente su temor por la vida de Philippe y su pérdida de fe en la empresa. Pero para aquellos que llegaron hasta el final, en palabras de Jean-François:

"Todos sabíamos que podía caer, podíamos haberlo pensado, pero simplemente no lo creíamos".

Inevitablemente, la película retrata también el Nueva York y la América de una era ya pasada. La crisis del Watergate alcanzó su clímax esa misma semana, y Nixon dimitió al día siguiente de la hazaña de Philippe. En 1974, Nueva York era claramente más sucia, sin tanta ley, y más peligrosa de lo que es ahora. Era un tiempo de prostitución callejera, de cines porno, robos, corrupción. En la actual era de tolerancia cero, es difícil imaginar a la policía, jueces y políticos de la manera en que actuaron entonces. Entonces aplaudieron a Philippe.

Más difícil aún de imaginar ahora es a un joven francés paseándose por el aeropuerto JFK con maletas llenas de cables, cuerdas, cuchillos, un arco y una flecha, paseándose por uno de los mayores monumentos de Nueva York con un grupo de bohemios franceses con carnés de identidad falsos esperando su oportunidad para colarse dentro, y saliéndose con la suya. Pero en palabras de Jean-François:

"Era ilegal, pero no era malvado"

Es una distinción que merece la pena recordar.