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  The visitor  Dirigida por Thomas McCarthy
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"Siempre es difícil señalar la inspiración exacta para una película", dice Tom McCarthy, director y guionista de The Visitor. "Lo que hago es recoger muchas ideas y almacenarlas en un gran archivo, y luego extraigo las que me parecen más sólidas".

McCarthy dejó cautivado a Hollywood con su primer proyecto, Vías Cruzadas, una película independiente de bajo presupuesto que tuvo eco más allá del mundo del cine independiente. De hecho, el Departamento de Estado de EE.UU. invitó a McCarthy a promocionarla por Oriente Medio como parte de un programa cultural de alcance. Fue durante ese viaje cuando McCarthy pensó por primera vez en el profundo abismo que separaba a los estadounidenses de los habitantes de la mayor parte del mundo.

"Estuve en Omán y en Líbano, dos países asombrosos", dice. "Me llamó la atención lo poco que sabía de la región, de su gente y su cultura. Nuestro país está muy involucrado política y militarmente allí, pero debido a las noticias, los titulares y el dramatismo que de allí nos llegan, tendemos a olvidar que hay seres humanos a ambos lados de esta situación. ¿Cómo puedo ayudar a erradicar esta realidad? Esta pregunta siempre es mi particular llamada a las armas".

McCarthy quedó impresionado por los artistas que conoció allí y por la pasión que imprimían a su trabajo. "Pensaba: ‘Quiero inmortalizar esto’. Allí se me ocurrió la idea para el personaje de Tarek."

Al mismo tiempo, el realizador había estado desarrollando por separado el personaje de un maduro profesor universitario que había perdido la pasión por su vocación. "En algún lugar del camino, ambos se encontraron", dice McCarthy.

La productora de Vías Cruzadas Mary Jane Skalski fue una de las primeras en leer el boceto del guión. "Tenía alguna idea de lo que estaba escribiendo y había leído algunas páginas sueltas", recuerda. "Pero cuando tuve el primer boceto completo, no sabía qué esperar de él".

A Skalski le llamaron la atención la carga humana de la película y su sentido de la esperanza. "Es una historia sobre cuatro personas y cómo sus vidas se entrelazan y varían a raíz de su encuentro, sobre ir un poco más allá de ti mismo y cómo puede cambiarte la vida cuando lo haces. En efecto, se trata de otra oportunidad de entretener a la gente, pero al mismo tiempo de animarles a hacer algo más".

Las pequeñas decisiones, dice McCarthy, dan lugar a veces a las mayores diferencias en la vida. "Muchas de las elecciones que llevan nuestra vida por un camino completamente diferente son arbitrarias. Creo que ahí reside la magia de la vida, ¿no? Esto nos hace darnos cuenta de que, por mucho que pensemos que tenemos el control sobre nuestra suerte y nuestro destino, estamos equivocados".

"Es algo que ocurre en esta película", añade el director. "Walter no tiene intención de acudir a Nueva York. Hace todo lo que está en su mano para no ir. Toma la decisión repentina de ayudar a dos chicos a salir de un aprieto y, gracias a ello, descubre una nueva vida en la música. ¿Quién puede predecir estas cosas?"

Mientras McCarthy y Skalski afirman rotundamente que The Visitor es sobre todo una película de personajes, en última instancia también trata asuntos relacionados con el tema candente de la inmigración. Tras regresar de Oriente Medio a su hogar en Nueva York, McCarthy comenzó a frecuentar la vibrante comunidad árabe de la ciudad. Durante su investigación, oyó la historia de un joven que había sido encerrado en un centro de detención preventiva del gobierno acusado de inmigración. Al final, McCarthy comenzó a visitar a algunos detenidos y descubrió que muchos de ellos ni siquiera estaban representados legalmente. "No estamos en una tribuna improvisada diciendo que esto está bien y lo otro está mal, sino que más bien abordamos esta situación con empatía y comprensión", dice el director. "Se trata de seres humanos, no sólo de una causa".

Además de Mary Jane Skalski, McCarthy reunió a un buen número de sus colaboradores en Vías Cruzadas para The Visitor. "Mi cámara, Oliver Bokelberg, leyó uno de los primeros bocetos. Tom McArdle, mi editor, y John Paino, el diseñador de producción, también. Es una satisfacción poder contar con ellos desde los inicios porque compartimos una idea común del tipo de película que queremos hacer. Incluso hemos comenzado a desarrollar una fórmula para trabajar entre nosotros".

"McArdle y yo nos sentamos unas cuantas veces antes de comenzar el rodaje para hablar de todas las cosas de las que solemos tratar después de terminar una película", continúa diciendo. "Es una oportunidad estupenda poder hacerlo con un editor en el que confías. Lo que ocurre cuando empiezas a rodar, a diseñar o a montar es que tienes un pasado en común con estas personas y la propia historia también tiene, a su vez, un pasado compartido, lo que es crucial. Ellos me mantienen por el buen camino y me recuerdan las ideas que teníamos cuando comenzamos".

McCarthy y Skalski también se encontraban trabajando con dos nuevos socios, las compañías de producción Participant y Groundswell. McCarthy ya había trabajado con ambas como actor: en Syriana y Buenas Noches y Buena Suerte para Participant y en El Gurú del Sexo para Groundswell.

"Groundswell y Participant fueron dos de las primeras compañías a las que recurrimos para financiar la película debido a su interés por contar historias originales y a que tenían experiencia en llevarlas a la realidad", dice McCarthy. "Contribuyeron mucho y aportaron muchas ideas a lo largo del proceso, pero también fueron muy respetuosos con mi visión de la película. Todos teníamos muy claro el tipo de película que queríamos hacer".

La autenticidad era uno de los elementos más importantes para McCarthy durante la elaboración de esta película, nos dice Skalski. "La película se basa en unas personas que dan un salto de fe y, por tanto, los espectadores también tienen que darlo. Pero, ¿Cómo se puede conseguir esto si, por un instante, la película dejara de ser realista?"

McCarthy dice que no se propuso lanzar una proclama política, sino más bien revelar la cara humana de algo que se estaba convirtiendo a pasos agigantados en un asunto importante. "Los personajes están inmersos en una situación que se encuentra en la conciencia colectiva nacional en estos momentos: la inmigración y las detenciones. Quizás esta película no vaya a cambiar el mundo, pero al menos nos recuerda el elemento humano y las consecuencias de una cuestión muy controvertida. Creo que, de alguna manera, mi labor consiste en reflejar esta situación y decir: ‘Esto es lo que ocurre. ¿Nos gusta? ¿No nos gusta? ¿Hay lugar para el debate?’"

En lugar de proporcionar respuestas, McCarthy considera que el trabajo de los realizadores es plantear las cuestiones, pero nunca en detrimento de contar una apasionante historia. "Al final, se trata de una historia de amor y de amistad. La trama evoluciona de una manera muy simple. Hay momentos divertidos, trágicos e incluso mundanos. Pienso que es un reflejo de cómo se desenvuelve la vida".


El casting
McCarthy estaba decidido a tomar una decisión poco convencional al elegir como protagonista a Richard Jenkins, un polifacético actor más bien conocido por sus papeles secundarios, para interpretar a Walter.

"Jenkins ofreció una actuación desgarradora en En Tierra de Hombres", dice el director. "Contar con él era una cuestión esencial para establecer el tono de la película. Walter es un personaje que he tenido en mente desde hace algún tiempo: un profesor de cierta edad desorientado y carente de pasión y capacidad de acción. Tenía muchas ganas de trabajar con alguien como Richard Jenkins. Tiene una capacidad asombrosa para interpretar al hombre corriente".

Jenkins, cuya cara nos resulta mucho más familiar que su nombre, ha trabajado en montones de películas y programas de televisión con un gran elenco de directores: desde Woody Allen y Mike Nichols, a los hermanos Coen y los Farrelly. Además, es un rostro conocidísimo por los seguidores de la aclamada serie de HBO A Dos Metros Bajo Tierra, donde interpreta al sensato y sardónico fantasma de Nathaniel, el patriarca de la familia Fisher. "Es un actor de actores", dice McCarthy. "Ha participado en muchas películas, pero siempre se las arregla para crear personajes enormemente originales y logra fundirse con ellos".

Esa cualidad convertía a Jenkins en la elección perfecta para el papel de Walter, dice el director. "Para ser honestos, mucha gente no le verá como el típico protagonista, pero es exactamente eso lo que hace que su interpretación sea tan creíble y fascinante".

En cuanto a su papel, Jenkins se mostró entusiasmado ante la oportunidad de interpretar a un personaje tan rico y gratificante. "Se lo dije a Tom y es la verdad: durante toda mi carrera he esperado tomar parte en algo como esto. Cuando leí por primera vez el guión, vi a un hombre solo, algo que siempre me ha interesado. Se trata de alguien que se encuentra de repente en una situación nueva para él y no está preparado emocionalmente para manejarla. Este personaje tiene mucho de mí mismo. Soy poco decidido a la hora de dar nuevos pasos y probar cosas nuevas, así que encontré este aspecto fascinante. También me asombró comparar cómo comienza y cómo termina".

Skalski dice que la decisión de elegir a Jenkins tuvo lugar al principio del proceso de producción. "Sabíamos que el resto del reparto no lo iban a formar caras muy reconocibles", dice la productora. "Aun así, queríamos que los espectadores se sintieran cómodos con un personaje como Walter. Richard Jenkins es un gran actor, divertido, serio y emotivo".

Para el personaje de Mouna, la viuda siria de la que Walter se enamora, McCarthy también sabía qué actriz quería desde el principio. "Cuando estaba en Beirut, vi a Hiam Abbass en una película llamada Satin Rouge y me enamoré de ella como actriz. La volví a ver en otras películas como Syrian Bride, Paradise Now y, finalmente, Munich. No podía sacármela de la cabeza".

El director descubrió que Abbass vivía en París. Mientras estaba allí trabajando en el guión, McCarthy organizó un encuentro con ella. "Dije que quería que participara en este proyecto. Tras conocerla y ver su trabajo con el personaje, el papel de Mouna me quedó muy claro. El tener la imagen de un personaje y la idea de quién va a ser el intérprete es una forma mucho más sencilla de escribir un guión".

Jenkins quedó impresionado por la curiosidad intelectual y el instinto para el diálogo de su compañera de reparto, y más en un idioma que no es su lengua nativa. "Hiam lo pregunta todo. Éste es el primer papel que ha interpretado en inglés. Cuando había alguna expresión en inglés americano, le preguntaba a Tom: ‘¿Qué es esto? ¡Yo nunca diría algo así!’ Era un continuo toma y daca. Fue fantástico".

Para encontrar al actor que diera vida a Tarek, el joven músico que enseña a Walter a tocar el tambor, los realizadores llevaron a cabo una búsqueda a gran escala desde París hasta Londres y Nueva York que les llevó finalmente hasta Haaz Sleiman, que cuenta en su haber con títulos como las series de televisión 24, Navy: Investigación Criminal y Veronica Mars, así como con las películas American East y American Dreamz (Salto a la Fama).

"La autenticidad es algo muy importante para mí", dice McCarthy. "Con el personaje de Tarek, intentaba mostrar a un joven que había llegado a EE.UU. con su madre tras la muerte de su padre en busca de un lugar seguro. Haaz es libanés, no sirio, pero se mudó a Dearborn, Michigan, que es la ciudad a la que él y su madre van en la película, y luego a Nueva York para ser actor. Su viaje es increíblemente similar al de su personaje. Y yo sabía que eso sólo podía ser positivo para su interpretación".

Sleiman estaba fascinado por la interacción entre personajes de mundos tan diferentes. "Es muy poco probable que estas personas lleguen a estar juntas", observa. "Debido a las circunstancias, se ven obligados a tener este vínculo y llegan a conocerse el uno al otro. Es bastante parecido a cómo se mezcla la gente en el mundo en el que vivimos".

Para aprender de primera mano lo que le ocurre al personaje, Sleiman pasó un tiempo visitando a algunos detenidos. "Fue algo muy profundo y necesario para el trabajo que hacía con Tarek", dice. "Muchos de ellos llevan años allí: tres, cuatro, cinco, diez años. Se te rompe el corazón".

Para el papel de Zainab, una valiente senegalesa fabricante de joyas y novia de Tarek, los realizadores eligieron a Danai Gurira, nacida en EE.UU. pero criada en Zimbabwe. "Danai fue la primera persona a la que vi leer el guión", dice Mary Jane Skalski. "Así que la primera vez que oí las palabras en boca de un actor fue cuando Danai leyó algunas de sus escenas en las pruebas".

Aunque The Visitor es la película de debut de Gurira, McCarthy dice que la calidad de la interpretación de la joven actriz estaba a la par de las de los actores más experimentados del reparto. "Danai es una roca", dice el director. "Es muy fuerte. No se presentó con un gran currículum a sus espaldas, así que ver los fragmentos de película original al lado de su interpretación fue realmente emocionante".

Gurira dice que sus circunstancias le ayudan a comprender mejor a su personaje. "Mi familia es de un país que no es muy bien recibido en otras partes del mundo, así que he sido testigo de esa pelea. Aprendí un montón de las mujeres senegalesas, que son muy orgullosas y majestuosas. Están muy comprometidas con su identidad y con lo que son capaces de conseguir".

Ella y Sleiman tuvieron una conexión instantánea, dice Gurira, aunque no se conocieron hasta que se completó el reparto. "La química entre Zainab y Tarek pudo notarse de inmediato", dice. "Nos sentimos muy cómodos y sueltos y pienso que eso se forjó durante los ensayos".

En parte para fomentar esa especie de familiaridad, McCarthy hizo que los actores ensayaran con él durante casi un mes antes de que comenzara el rodaje. "Me gusta sentarme literalmente con los actores y leer el guión unas cuantas veces", dice. "Esto también me da la oportunidad de revisar el guión. Es una forma de profundizar en el trabajo y descubrir nuevas cosas; además, los actores pueden ponerse en la piel de sus personajes y desarrollar sus relaciones de una forma más honda".

Aunque escéptico ante este plan en un principio, el actor Richard Jenkins dice que el tiempo que empleó con McCarthy y sus compañeros de reparto antes del rodaje resultó ser de un valor incalculable para interpretar a su personaje. "Normalmente, no me gustan los ensayos, pero tras la primera semana supe que Tom estaba interesado en acompañar a este hombre en su viaje sin intentar imprimir a la película una falsa sensación de ritmo".

Nueva York: El escenario perfecto
The Visitor se rodó en el mayor plató del mundo: Nueva York. A pesar de todos los retos y contradicciones de la ciudad, tanto Tom McCarthy como Mary Jane Skalski estaban de acuerdo en que era el único lugar posible para filmar.

"Nueva York es un personaje más de la película y es insustituible", dice Skalski. "Aunque es un gran lugar para filmar, también es duro. Cuando estábamos rodando la película había mucha gente por la ciudad. Era difícil, tratándose de una película modesta, moverse entre las de mayor presupuesto".

"Rodar en Nueva York es como vivir en Nueva York", dice McCarthy. "Hay días en los que te sientes el hombre más afortunado del mundo y otros en los que quieres irte de allí gritando. Puede acogerte y golpearte al mismo tiempo. Ésta es la razón de que todos los majaras que se mudan aquí y se establecen aquí, no sólo procedentes de nuestro país sino de todo el mundo, elijan este lugar. Saben a lo que se atienen y hay una parte de tí que tiene que superar eso".

Es esa energía y ese dinamismo lo que ejerce su magia sobre el personaje principal de The Visitor, añade McCarthy. "Creo que si eres abierto y estás dispuesto a experimentar algún tipo de cambio en tu vida, incluso alguien como Walter Vale puede salir lentamente de su caparazón a un nuevo lugar".

McCarthy cree que Nueva York es el escenario perfecto para una película sobre la inmigración. "Aquí desembarcó la gente durante décadas", dice. "Ellis Island era ese lugar. Creo que resulta irónico el poder verlo todo desde la distancia y decir: ‘Guau, ésta era la forma de invitar a la gente a venir a nuestro país’ ¿Cómo les estamos tratando ahora? ¿Cómo estamos tratando a estas masas de gente apiñada que llegan a nuestras costas? ¿Son estos centros de detención preventiva las modernas Ellis Island? ¿No es triste que la mayoría de estos inmigrantes, indocumentados o no, no tengan ni siquiera la oportunidad de ver la Estatua de la Libertad en el puerto?"

El sólo hecho de caminar por las calles de Nueva York fue una valiosa fuente de inspiración para el guionista y director. "Hay tíos tocando música en el metro, en los parques, en las calles", dice maravillado. "Nos los encontrábamos por casualidad durante los ensayos, durante el proceso de elaboración del guión e incluso durante el rodaje. Conocimos a un tío que toca el Erhu, un antiguo violín chino de dos cuerdas, en una parada de metro del Upper West Side y lo invitamos una noche a tocar para nosotros. Este instrumento tiene algo evocador e inquietante imposible de recrear de otra forma".

"Recurríamos a sonidos como el de unos niños que tocaban con cubos en la calle o los tíos que tocan los tambores en el parque", continúa diciendo. "Tarek toca en una banda y grabamos cosas en directo con algunos músicos estupendos. Mientras investigaba, leí un libro llamado The Prophet of Zongo Street, escrito por Mohammed Naseehu Ali. En la contraportada decía que Mohammed vive en Brooklyn con su mujer y sus dos hijos y toca el djembé en un grupo de jazz".

Teniendo en cuenta que el personaje de Tarek toca el djembé, McCarthy contactó con Ali y se las arregló para que le diera clases. "Es la clase de cosas que sólo suceden en Nueva York: a los dos días de leer su libro, estaba en un café hablando con él y pidiéndole que me enseñara a tocar el djembé. Pensé: ‘¿Qué mejor manera de conocerlo de primera mano?’ Ali se convirtió en un importante recurso y en un gran amigo a lo largo de este tiempo".

Sleiman pasó ocho semanas aprendiendo a tocar el djembé con Ali. "Parecía que estuviera en un campo de entrenamiento, te lo digo de verdad. Ahí estaba yo, tocando el tambor en la película. Tocaba durante tres o cuatro horas cada día. Practicaba hasta que casi se me caían las manos. Soy cantante y por tanto tengo oído musical, lo que creo que me ayudó. Teniendo sentido del ritmo, lo coges rápidamente. Sin embargo, lo que supuso un verdadero reto fue tocar con la banda. El saxofonista y el bajista son músicos profesionales". Jenkins prefirió no dar clases de percusión antes de la película. "Es algo con lo que su personaje se encuentra sin querer", dice el director. "No lo buscaba. No pretendía crecer en ningún sentido. Mantenía las distancias, pero inmediatamente encontró un vínculo con este joven desconocido por medio de la música. Creo que en varios sentidos Tarek se convierte en el motor de la historia. Su ambición en la vida es muy simple: ser feliz y hacer su música. Es algo que esperas que EE.UU. pueda proporcionar a cualquier persona honrada independientemente de dónde sea o de cómo llegue, pero pienso que la época y las circunstancias de este país han alterado esa realidad".

Sleiman comenta que la música es el lenguaje en el que se comunican Tarek y Walter. "Más que las palabras, creo. Si no hubiera sido por la música, no creo que su amistad hubiera sido tan profunda".

Al final, la evolución de Walter tiene lugar a través de la música, según McCarthy. "La película trata sobre la música y cómo ésta trasciende las fronteras y los conflictos culturales. Es algo que nos une a todos. Hay algo muy elemental y poderoso en la liberación que se puede hallar en la música. Existe una razón por la que la música nos puede emocionar tanto: porque es pura. Creo que Walter lo descubre a lo largo de la película".


Festivales y premios
- Festival Internacional de Deauville 2008
Gran Premio Especial a la Mejor Película
Gran Premio Especial al Mejor Director

- Festival Internacional de Cine de Brisbane 2008
Premio Interfaith al Mejor Director

- Independent Spirit Awards 2008
Nominada a Mejor Director
Nominada a Mejor Actor Principal (Richard Jenkins)
Nominada a Mejor Actor Secundario (Haaz Sleiman)