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  Pájaros de papel  Dirigida por Emilio Aragón
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Pájaros de papel es la ópera prima como director de largometrajes de Emilio Aragón.

Con guión de Fernando Castets (El hijo de la novia, Luna de Avellaneda) y el propio Emilio Aragón, Pájaros de papel cuenta como este grupo de artistas sobrevivirá entre números musicales e intrigas, hambre de pan y sed de triunfar, los avatares de la vida cotidiana. Como dice uno de sus protagonistas: "La vida es un drama… y a veces pura comedia".

Pájaros de papel habla del amor por un hijo, por una mujer, por un amigo, por la comedia y por la vida. También, que a veces nos equivocamos si hacemos lo correcto o que es un acierto el equivocarse. Que la vida puede ser un cuento lleno de sonido y furia, un escenario en el que sólo el destino sabe el papel que nos toca.

Y que…. a veces cuando lloramos, es de risa.

Pájaros de papel tiene en la música un relator importante. Los personajes, como fogueados artistas de vodevil que son, demuestran sus habilidades musicales gracias a sus canciones e interpretaciones. Con su propio repertorio no sólo divierten y emocionan. A veces hasta consiguen que les paguen para poder comer.


Notas del director
Todavía hoy no soy capaz de valorar lo que significa "Pájaros de papel" en mi recorrido profesional y vital. Y no lo soy por varias razones; Porque las "aventuras" de una compañía de varieté en la España de los años 40 encarnan la metáfora de la propia vida, de nuestra necesidad de escapar del dolor y la tristeza, recreando cada día para el público, y para nosotros mismos, un mundo de magia, de música y de ilusión en el que no sólo merezca la pena vivir sino también amar.

Porque nuestro protagonista es un hombre roto que trata de reconstruirse en silencio. Y cuánto de esa experiencia de quiebra habita en nosotros, y porque reconocemos ese instinto que aflora cuando sentimos que ya no nos queda nada y, pese a todo, nos permite volver a intentarlo.

Y porque en cada palabra del guión encuentro una emoción escondida que necesito compartir a través de la cámara. Y porque en el mapa de relaciones que se va construyendo a medida que la historia avanza encuentro un denominador común, que es nuestra necesidad de arrancarle a la vida cuantas oportunidades necesitemos para llegar a donde hemos soñado. Y porque en cada número de música, de baile, de magia, de ventriloquia encuentro una razón para sonreír y para amar este maravilloso regalo que es la vida.

Porque cada noche al terminar una nueva jornada de rodaje, las imágenes del día se agolpan en mi cabeza, empujándose unas a otras, pidiendo ser revisadas. Y es en ese mágico momento de repaso, cuando cada parte del todo parece encajar adquiriendo un nuevo matiz, un significado en la historia que hasta ese preciso momento estaba oculto. Se trata de algo vivo, fértil que se va mostrando, poco a poco, como si de un ritual necesario se tratara, para así poder asimilarlo.

"Pájaros de papel" es una historia llena de vida, y lo es porque cada uno de sus protagonistas han experimentado antes el vacío de la propia ausencia.




Guionistas
Dos personas se encuentran por primera vez en sus vidas en una de la situaciones más incómodas que podamos imaginar. A partir de ahí hay dos caminos posibles: Que dicha primera vez se convierta también en la última, es decir debut y despedida; o que de ahí en más solo quede salir del fondo de semejante pozo para avanzar.

Conocí a Emilio en Noviembre de 2006 en una cena donde me sirvió el peor de los platos que he comido en mi vida. Y eso que he comido en mi vida… Me pidió elegantemente si era capaz de leer unas pocas páginas sobre una historia que había soñado. Y como ya estábamos a los postres y habíamos comido fantásticamente no tuve otra alternativa. Me puso a leer delante de él, su esposa y su amiga Itziar la media docena de folios que fue el origen de "Pájaros de papel”. Lo pidió como él pide las cosas, ni un favor me pareció. Sentí que debía hacerlo pero lo odié, aunque era lo menos que podía hacer luego de aquel steak tartare. Y entonces viví su historia como si fuese mía. Risas, emociones, artistas, canciones, una épica conmovedora en una época estremecedora y un comienzo y un final que le pedí que me prometiera que lo mantendríamos a toda costa, sucediese lo que sucediese y vayan por donde vayan las historias de nuestros protagonistas.

Dos años y medio más tarde desde aquella cena, con el primer día de rodaje se empezó a consumar el sueño. Mientras tanto, nos hemos emocionado, reído, asustado, atosigado o delirado. Hemos escrito sabiendo que era lo mejor que jamás se nos había ocurrido y se nos volvería a ocurrir, pero al día siguiente hemos cambiado casi todo para tramar algo nuevo. Hemos escrito y reescrito. Nos hemos hecho amigos para toda la vida mientras confirmábamos que ya éramos amigos de toda la vida. Y finalmente hemos cumplido un sueño. Emilio cree que es su sueño el que hemos cumplido y me alegra haberle engañado tan bien. En realidad no sabe que al cumplir el suyo lo que ha hecho es cumplir el sueño de cada uno de nosotros.

Eso sí, nunca más le permitiré que me vuelva a leer algo al cabo de una comida.




Director de casting
Cuando leí el guión de "Pájaros de papel" tuve la certeza de que necesita un grupo de actores que pudieran funcionar como una familia, un grupo unido por un sueño común y por una necesidad de salir adelante en un momento de crisis.

Desde el primer momento, supe que el líder de este grupo, el actor que iba a encarnar al protagonista (Jorge del Pino) tenía que ser alguien que fuera capaz de aglutinar inteligencia, carisma, misterio y, cómo no, sentido del humor. Es por todo esto que pensé en Imanol Arias, un actor con el que no había tenido la oportunidad de trabajar y para el que, sin duda alguna, este personaje se ajustaba a la perfección. Después de estar tanto tiempo "persiguiendo” a Imanol para trabajar juntos, pensar que su vuelta a la gran pantalla haya sido con este proyecto es un orgullo para mí.

Con respecto al mejor amigo de Jorge, Enrique, un personaje de tintes ambiguos, pero con mucha luz, pensé en Lluís Homar. Ya he trabajado con Lluís en otras ocasiones y me fascina su gran talento. Para este proyecto en concreto pensé que su increíble versatilidad y su generosidad a la hora de trabajar era imprescindible para conseguir ese espíritu de "familia” que refleja la película.

Para el personaje del niño, un papel muy complicado, tenía claro que sería Roger Princep, un jovencísimo actor con el que ya he tenido la oportunidad de trabajar en "El Orfanato” o en "Los girasoles ciegos” y que, a pesar de su corta edad, tiene una formación muy completa y técnica.

Y por último, está Carmen Machi, para mí un icono de la interpretación, a la que admiro desde el primer día que la vi en el teatro La Abadía. Carmen es capaz de aportar una verdad y un sentido del humor sin igual a todos los personajes que interpreta; y, en concreto, al que afronta en esta película, se unía el aliciente de tener que cantar, algo que además hace a la perfección.

No puedo estar más satisfecho del resultado que se ha obtenido con este elenco de actores y le agradezco a Emilio la confianza que ha depositado en mí para este proyecto.




Producción
Un niño, unos actores, números musicales, un carromato. Un ventrílocuo. Una guerra. Una época.

¿Cómo se atrezza el hambre?

La puesta en marcha de un proyecto siempre lleva a hacerse preguntas. ¿Quién es capaz de cantar, bailar, hacer trucos de magia, contar chistes y al mismo tiempo ofrecer una mirada marcada por las huellas de un pasado terrible? ¿Y qué niño conseguiría algo parecido? ¿Quién puede hacer de cupletista vencida por el tiempo y provocarnos una sonrisa cada vez que aparece en pantalla? La experiencia y el oficio empieza por ofrecer respuestas. Pero no todas. Algunas sólo las da el talento.

Además de buscar el mejor reparto posible, el reto ante Pájaros de papel era recrear un tiempo de escasez, dolor y miseria en el que el arte, con mayúsculas y minúsculas, era la calefacción capaz de encender los corazones más desolados. Así que la ambientación tenía que ser muy cuidada: lo viejo tenía que ser viejo, el polvo ser polvo y los músicos, músicos. Y el espectáculo tenía que ser total. Los números musicales tenían que engrasar a la (im)perfección, el atrezzo parecerlo y todo lo contrario, y las bombas y las escenas de acción tenían que ser explosivas, dolorosas, crear ondas expansivas que fuesen más allá de los cascotes. El reto no era pequeño.

Todos los que nos embarcamos en el proyecto éramos conscientes de que estábamos ante una historia intergeneracional, el público de distintas edades iba a reconocer e identificarse con muchos de los elementos. De alguna manera la historia de la película relata dónde empezó una forma de hacer entretenimiento que ha pasado de generación en generación, y de la nosotros también formamos parte. Eso implica toneladas de responsabilidad.

¿Qué hicimos? El proyecto necesitaba –no podíamos hacerlo de otra forma- a los mejores.

La ternura irónica del guionista Fernando Castets, la intuición del director de casting Luis San Narciso y un equipo de producción encabezado por los profesionales más reconocidos del cine español fueron los mimbres con los que había que construir una canasta firme, compacta, sin fisuras. De esas "de cuando todo se hacía mejor”, de cuando todo era más "auténtico”. De "las de antes”. Y que durase para siempre.

No respondíamos sino a un impulso que ha bañado este proyecto desde la raíz. A una ilusión contagiosa de saber que estábamos preparando una de esas películas "más grandes que la vida”. La vida de quienes de alguna forma han hecho de nosotros lo que somos y que estemos aquí. Pocos regalos mejores que poder participar en algo así…. Y ha sido posible gracias a Emilio Aragón. Y también a alguien que en un día afortunado le aconsejó: "Sólo tú puedes hacer esta película. Es tu historia. Hazla”.

Ese día nació… un director de cine.

Emilio Aragón es –como se suele decir- un mago del entretenimiento. Así que todos confiamos en que íbamos a pisar sobre seguro. Responsable del guión, de la música y la dirección, sólo quien sabe cómo mover las teclas adecuadas del "proceso de entretener” desde dentro es capaz de ser generoso, dejarse aconsejar y crear en definitiva un clima de rodaje que, quienes hemos tenido la suerte de vivirlo, sabemos que ocurre muy pocas veces. Éramos, sí, una compañía.

Y fuimos, también desde el principio, ambiciosos. Sabemos que Pájaros de papel reúne todos los elementos que llevan a un producto a ser universal desde lo particular. Queríamos seguir el camino de ese cine europeo de gran factura que acaba por ser reconocido más allá de cualquier frontera. El proyecto nació desde el primer momento con vocación internacional. Desde Buenos Aires a Berlín, sabíamos que los paisajes de la emoción que iba a presentar la película podrían acabar llegando a todo el mundo.

Porque queríamos enternecer, emocionar, hacer reír. Esperamos haberlo logrado. Nosotros hemos puesto todo lo que estaba en nuestra mano para conseguirlo.




Música
Hay gente que cree que la música es una gran razón para vivir. Y si no tienes muchos más motivos, ni nada que echarte al estómago, hasta dicen que alimenta. Eso dicen. Hubo un tiempo en el que, como ocurre a los personajes de Pájaros de papel, la música servía para llenar, como mínimo, el espíritu: cuando para aliñar el potaje no había más que partituras.

Por eso las canciones, la música, son tan importantes en Pájaros de papel.

Y lo son también porque la película nació en la cabeza de Emilio Aragón desde la música. ¿Cómo se come eso? Digamos que con la boca del estómago, donde se mastican las emociones que no sabemos explicar. Porque la energía de la creación no sabe de ortodoxias, y su impulso, su fuerza, es muchas veces inexplicable. Y eso lo sabía muy bien el director y autor de la música quien, con una larga trayectoria como compositor, concedió a este elemento desde el primer momento una importancia crucial. Sabía que había que ir de la cabeza, a las tripas. Y vicecersa.

La música que surca la película es, así, una película en sí misma. Un carrusel de emociones. Trikitixas, bandoneones, pianos y toda suerte de tambores aparecen durante todo el metraje como instrumentos que emplean los protagonistas en forma de tablas de salvación, artistas convencidos de que gracias a las canciones dan lo mejor de sí.

Y como músico Emilio Aragón sabía que tenía que sumar al proyecto a los mejores compañeros de aventura posibles. Así, uno de los –aclamados como tal por la crítica internacional- mejores violinistas del mundo, el libanés Ara Malikian, supo reconocer el impulso que mueve a Pájaros de papel. Él también ha vivido las difíciles circunstancias de una guerra. Y sabe qué notas acompañan a la pena, a la desolación y al espíritu de supervivencia. Esto y su amistad con Emilio Aragón lo llevó a incorporar, desinteresadamente, parte de su inmenso talento a la música de la película. Los resultados son conmovedores.

Porque la música de Pájaros de papel llega y sale del pecho, el lugar donde también se apoya uno de los instrumentos más importantes de la iconografía de la película: la trikitixa. El director quería mostrar la versatilidad de los espectáculos de la época, de rigor artístico pero también de vocación popular. Y recuperar así un instrumento “del pueblo”, de la mano de quien hoy es el máximo responsable de su proyección en el mundo, el gran Kepa Junkera. Si en la película parece que los actores han nacido con una trikitixa bajo el brazo, tal impresión es producto de las horas de ensayo del propio músico junto a los actores, a quienes enseñó a utilizar sus propios instrumentos. Éstos, igual que su música, aparecen en la película enérgicos y emocionantes, aportando todo el color posible a un mundo gris.

La película pedía también otra serie de prodigios. Nuestros protagonistas se echan al camino subidos a lo que buenamente pueden, recorriendo pequeños pueblos con una mezcla de tristeza y esperanza. ¿Qué instrumento responde a ese sentir? Guitarras. Guitarras españolas. Necesitábamos hondura y alma. Así, otros clásicos de la música de aquí se sumaron al proyecto. Las piezas en las que intervienen Pepe Habichuela y JoseMi Carmona dotan a la película de ese punto de alegría y melancolía à la española que se reconoce allá por donde suene.

Y por fortuna tampoco tuvimos que ir muy lejos para que las fanfarrias, los vientos y el huracán de emociones sonoras que iba a dar vida a los personajes de la película fuesen adquiriendo forma. Emilio Aragón ya había trabajado con anterioridad con la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM), y quiso contar para Pájaros de papel con su talento.

Y no olvidemos, pequeñas pero grandes, las canciones. Canciones de juguete que se escucharán en la película. Hechas al alimón entre Emilio Aragón padre e hijo. Y en las que los espectadores podrán reconocer ese sello dulce y tierno de quien debería figurar en el libro Guiness de los récords por haber creado El Coro Más Grande del Mundo. El de millones de niños cantando desde sus casas.