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  Caza a la espía  (Fair game)
  Dirigida por Doug Liman
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Sección Oficial del Festival de Cannes 2010.


La espía que sintió frío
A finales de 2001, Valerie Plame hacía malabarismos entre sus dos vidas: la personal, como esposa del embajador retirado Joe Wilson y madre de dos gemelos, y la profesional, como agente secreta de la CIA. Como cabeza del Grupo de Trabajo sobre Irak de dicha organización, Valerie era la responsable de infiltrarse en los programas armamentísticos de Saddam Hussein en un momento crucial del periodo previo a la guerra de Irak.

"Desde luego era una historia fascinante desde el punto de vista político", explica Jerry Zucker, productor de Caza a la espía. "Aunque, cuanto más cosas descubríamos sobre Valerie y Joe y el efecto que esto tuvo en su matrimonio, más nos dábamos cuenta de que se trataba de un verdadero drama personal".

La historia de los Wilson tuvo una gran repercusión mediática. Tras ser enviado a Níger por el gobierno estadounidense para confirmar los informes de una gran compra de uranio por parte del gobierno iraquí, Joe concluyó que aquellos rumores eran infundados, pero sus conclusiones fueron ignoradas por el gobierno de George W. Bush.

El ex agente del Departamento de Estado no era amigo precisamente de Saddam Hussein. Joe fue el último diplomático estadounidense en reunirse con el dictador tras la invasión iraquí de Kuwait (1990), y exigió personalmente la retirada de las fuerzas iraquíes. Cuando Hussein amenazó las vidas de todos los extranjeros que residían en Irak, Joe le desafió rescatando a miles de estadounidenses antes de abandonar el país. A su regreso a Estados Unidos, el presidente Bush lo calificó de héroe por sus esfuerzos.

Pero Joe, un empedernido defensor de la verdad, estaba indignado por la decisión de la Casa Blanca de utilizar, a sabiendas de que era falsa, la venta de uranio a Irak como prueba de que el país estaba a punto de fabricar armas nucleares. Poco después de la publicación de su artículo en el New York Times refutando esta tesis, la identidad de Valerie Plame como agente secreta fue revelada. Los Wilson, su familia y muchísimos de sus colaboradores fueron puestos deliberadamente en peligro. La persona que reveló la información, cuya identidad no se dio a conocer, era claramente un alto cargo del gobierno de Bush. A medida que la polémica crecía, los Wilson iban recibiendo llamadas de todo el mundo, incluido el presentador Chris Matthews, de la cadena de televisión por cable MSNBC, que comunicó a Joe que Karl Rove había dicho que Valerie Plame era un "blanco legítimo" ("fair game", el título original de la película).

"Eso no es algo que uno pueda inventarse", dice la productora Janet Zucker.

A medida que conocían mejor la historia de los Wilson, los productores se dieron cuenta de que era mucho más profunda y llena de matices de lo que dejaban entrever los titulares de los periódicos. Joe y Valerie eran una pareja cuyas vidas habían dado un trágico vuelco desde el punto de vista personal.

Los dos cónyuges reaccionaron de forma muy distinta ante la campaña que se emprendió contra ellos. Mientras Joe contraatacaba con fiereza, alegando que la difusión de aquella información era un delito, Valerie, tras toda una vida en la sombra, era reticente a mostrarse en público. "Ella había llevado una vida secreta durante mucho tiempo", explica el productor Jerry Zucker. "Sus amigos más íntimos pensaban que era un ángel inversor. Y, de repente, fue desenmascarada como espía, lanzada a la primera línea de fuego y obligada a defenderse públicamente. Fue un tremendo revés".

Los Zucker encargaron al premiado guionista Jez Butterworth y a su hermano John-Henry Butterworth que elaboraran un guión inspirado en las experiencias del matrimonio Wilson. Los hermanos Butterworth, que son británicos, no tenían ni idea de quién era Valerie Plame cuando los llamaron. "Tampoco sabíamos nada del sistema político estadounidense, salvo lo más elemental", explica Jez. "Pero la historia era tan fascinante, que estábamos ansiosos por saber más".

Los guionistas vieron un gran potencial cinematográfico en los personajes y el conflicto de la historia, y se dieron cuenta de que lo que les pasó a los Wilson después de que la identidad de Valerie fuera revelada había golpeado muy fuerte el corazón de su familia y de su matrimonio. "No estoy muy seguro de saber escribir escenas políticas, aunque me sentía inclinado a apoyar a los Wilson", dice Jez. "Pero de personajes sí que sé".

Sin embargo, cuando Jez y John-Henry Butterworth firmaron el contrato para escribir el guión de la película, se encontraron con unas restricciones que nunca habían conocido antes. No podían consultar las memorias inéditas de Valerie Plame mientras éstas no hubieran pasado por el filtro de la CIA. "Empezamos a interesarnos en hacer Caza a la espía porque vimos la oportunidad de contar la historia de dos personas extraordinarias que se encontraron en el epicentro de un momento histórico crucial", recuerda Janet Zucker. "Cuando empezamos a desarrollar el proyecto, descubrimos que iba a resultar difícil reflejar lo que les había pasado a Valerie Plame y Joe Wilson, entre otras cosas porque parte del trabajo que Valerie había realizado para la CIA seguía siendo secreto".

Así pues, a pesar de que los responsables de la película tenían los derechos del libro de Plame y de que podían contar con su colaboración como asesora, ella no podía revelar ninguna información que el gobierno siguiera considerando secreta. Así, los guionistas decidieron investigar por su cuenta para rellenar los huecos que les faltaban. "Tuvimos que investigar mucho", explica Jez. "Primero sobre el gobierno estadounidense y la CIA, y luego sobre los propios Wilson".

"El periodo que duró la investigación fue de lo más trepidante", añade John-Henry. "Nosotros mismos nos sentíamos como agentes secretos. Al principio, la gente era reacia a hablar de Valerie, sobre todo cuando se enteraban de que estábamos documentándonos para una película. De hecho, nos registramos como promotores inmobiliarios en nuestro hotel".

Debido a la gran cobertura y a las especulaciones de los medios de comunicación en relación con lo que dio en llamarse "el asunto Plame", los testimonios de primera mano eran cruciales para el proceso creativo. "La prensa cubrió el caso como si se tratara de un encuentro futbolístico", dice John-Henry. "Todos tomaban partido. Pero nosotros necesitábamos conocer la verdad".

"Ninguna de las personas con las que hablamos estaba muy dispuesta a ser entrevistada, y todas insistían en que no se citara la fuente", sigue diciendo. "Pero en las elecciones celebradas a mitad de mandato del 2006, el clima político cambió en Washington. La gente se sentía más libre que antes para hablar".

Los hermanos Butterworth entrevistaron a muchísima gente, incluidos antiguos miembros de los servicios secretos, periodistas, abogados, congresistas y amigos de la familia Wilson. Junto a Janet Zucker, asistieron al juicio del ex jefe de personal del vicepresidente Dick Cheney, Irve Lewis Libby ("Scooter"), el único agente del gobierno que fue acusado en el caso Plame. Al final, tuvieron acceso a las memorias de Valerie, pero sólo cuando se publicó una versión sometida a la estricta revisión del gabinete de publicaciones de la CIA.

Cuanto más indagaban los Butterworth, más se convencían de que se trataba de una historia en la que lo personal superaba lo político. "Cuando nos reunimos con los Wilson por aquel entonces, enseguida sentimos que estábamos ante un hombre y una mujer cuyo día a día se había vuelto del revés", dice Jez. "Estaban librando una batalla por su vida".

Para poder narrar esta compleja historia en una película de dos horas de duración y compensar la falta de cierta información que nunca sería revelada públicamente, los Butterworth condensaron el tiempo, convirtieron en ficción algunos acontecimientos y crearon personajes amalgamados. "El doctor Hassan y su hermano físico, por ejemplo, que en la película proporcionan información a Valerie sobre el programa de armas nucleares de Irak, son personajes ficticios", dice Jerry Zucker. "Pretendíamos que fueran un reflejo del tipo de fuentes de los servicios secretos con las que Valerie podría haber contactado durante su trabajo como agente secreta de la CIA".

A medida que las piezas iban encajando, los Zucker llevaron el proyecto a Bill Pohlad y su productora, River Road Entertainment. Esta compañía se especializa en proyectos creativos innovadores pero comercialmente viables, como la oscarizada película Brokeback Mountain, El último show (A Prairie Home Companion), Hacia rutas salvajes (Into the Wild) o la aún por estrenar The Tree of Life, de Terrence Malick.

"Leí el guión y me absorbió", dice Pohlad. "En River Road, intentamos evitar las historias demasiado coyunturales y centrarnos en aquellas que pensamos que resistirán el paso del tiempo. Al principio, y dado el tema que trataba la película, me preocupó cómo se abordarían los hechos reales. Pero, al leer el guión, me di cuenta de que los trascendía. Lo que les pasa a Valerie y a Joe a nivel personal es algo universal. Todos estábamos de acuerdo en que el aspecto político de la película era secundario".

Según Pohlad, los cineastas intentaron por todos los medios presentar una historia lo más auténtica posible. "Pero Caza a la espía no pretende ser un documento meramente histórico o una controversia política", dice. "Es un retrato emocional de dos personas extraordinariamente valientes y resueltas atrapadas en la vorágine de la historia, y de un matrimonio que sobrevivió a la prueba más difícil".

"Esperamos que, con esta película, el público no simplemente salga pensando quién tenía razón o quién no", continúa. "Ésta es una historia de dos personas que no tuvieron miedo a denunciar los abusos de poder y que se implicaron con el rumbo de nuestro país en vez de conformarse y dejar que las cosas sucedieran si más".

Pohlad confiaba en que Doug Liman aportaría las cualidades perfectas como director a aquel proyecto. "Nos atrajo la experiencia de Doug como director de thrillers de espías y su capacidad para manejar la acción", explica. "Pero también sabíamos que sería capaz de transmitir lo que estaba pasando en la vida de Joe y Valerie. Ha sabido captar el drama de la doble vida de Valerie y el trastorno que para ella supuso la revelación de su identidad y tener que tratar con todos los que pensaban que la conocían".

Liman es un admirador del trabajo de Jez y John-Henry Butterworth. "Habían trabajado para mí en Sr. y Sra. Smith", explica el director. "No exagero si digo que son mis guionistas favoritos. Había contactado con ellos varias veces para que escribieran algo para mí, pero nunca me dieron ese gusto. Cuando Janet y Jerry me trajeron su guión, dejé todo lo que tenía entre manos".

Liman dice que la película es para él como una continuación de su anteriores trabajos de ficción. "Pero eran el señor y la señora Smith reales. Lo que diferencia a esta historia es que trata básicamente sobre un matrimonio, no es una lección de política. Es una historia que podría entenderse igual hace cien años que dentro de cien. Bill Pohlad, uno de los productores, dijo que Caza a la espía era una película sobre la guerra. Pero no sobre la guerra de Irak, sino sobre la guerra en el hogar de los Wilson. Ésa es la historia que quería hacer".

Antes incluso de conocer a los Wilson, el director sintió una fuerte conexión con Valerie y Joe. "Siempre me han atraído los personajes, no la acción ni la política", explica. "Y allí tenía a dos seres humanos extraordinarios con una historia fascinante que contar. La revelación de la identidad secreta de Valerie Plame Wilson fue una situación desesperada tanto para ella como para su familia, algo que podía haber acabado con ellos. Quería encontrar el lado positivo para la gente inocente que resultó afectada".

Liman averiguó que Valerie Plame era lo que se conoce como NOC (non-official covert operative), una agente encubierta no oficial. Los NOC apenas están protegidos, ya que, si se les descubre espiando, el gobierno estadounidense no los reconoce. "Aquello hacía que todo fuese mucho más emocionante", dice Liman. "Los NOC son los auténticos James Bond. Son tan secretos, que uno no podría asegurar a ciencia cierta que otra persona también lo es. Desde el punto de vista cinematográfico, los NOC son las figuras más interesantes de la CIA".

"Cuando decides convertirte en un agente secreto de operaciones de la CIA, te comprometes a llevar una vida en la que jamás debes esperar un reconocimiento por tus acciones", continúa diciendo. "Y, sin embargo, Valerie decidió casarse con una persona completamente opuesta a ella, un activista en el mejor sentido de la palabra. Ver a dos temperamentos tan distintos enfrentándose al gobierno más inflexible de la historia de Estados Unidos tenía todas las papeletas para ser un gran drama".


Buscando a Valerie y Joe
Desde el principio, Doug Liman y los productores quisieron contar con Naomi Watts para el papel de Valerie Plame. Watts, una actriz con un tremendo registro emocional y candidata a un premio Oscar por su interpretación en 21 Gramos, que protagonizó junto a Sean Penn, encarnaba a la perfección la dualidad entre la sencilla feminidad y el frío aplomo de Plame. "El papel era perfecto para Naomi", afirma Bill Pohlad. "La vida de Valerie consistía en tener una personalidad con sus amigos y otra muy distinta en su trabajo. Eso representa un enorme reto para cualquier actriz".

Sabiendo que los hermanos Butterworth conocían a Watts, Liman les pidió que le enviaran el guión. "Le pedí a Naomi que leyera las diez primeras páginas para ver qué le parecían", recuerda Jez Butterworth. "Me llamó enseguida. Dijo que se había leído el guión entero de una sentada. Le encantó".

Watts, que acababa de dar a luz a su segundo hijo, recuerda que no se encontraba en el mejor momento para leer guiones. "De todas formas, conocía la calidad del trabajo de Jez y la historia de Valerie Plame. Lo que más me gusta de esta historia es que el drama de la pareja acompaña la trama política. La desestructuración y posterior reconstrucción de su matrimonio es lo que hace la película emotiva y ofrece a los espectadores algo más que la historia con lo que conectar".

Sin más demora, se concertó una cita entre Naomi Watts y Doug Liman. "Desde nuestra primera reunión, Naomi demostró un férreo compromiso con la película", dice el director. "Me acompañó a lo largo de todo el proceso, se puso manos a la obra y dedicó jornadas interminables a trabajar en circunstancias bastante difíciles. Rodamos en cinco países diferentes, en condiciones que muchas estrellas de su talla no habrían soportado. Y, a pesar de todo, fue capaz de regalarnos la que tal vez sea la mejor interpretación que yo haya rodado nunca".

A Watts, por su parte, también le impresionó la determinación de Liman de presentar la verdad de la historia sin adornos. "La pasión de Doug es admirable", dice Watts. "Sabía que tenía el valor necesario para contar esta historia. Para hacerlo, llegó a hacer locuras como viajar a Irak y encargarse él mismo de la cámara. No aceptaba una negativa. Preferiría que lo arrestaran antes que renunciar a la película que quería hacer".

Watts se ofreció a enviar el guión a Sean Penn para ver si le interesaba interpretar a Joe Wilson. Liman y los productores se entusiasmaron con la idea. "Sabía que la película era de su estilo", dice Watts. "Él es igual de apasionado con su trabajo que Joe Wilson. Se entrega al mil por cien".

Tras reunirse con Liman, Penn accedió a protagonizar la película. "Por supuesto, era nuestra primera opción para interpretar a Joe", dice Liman. "Sean es el mejor actor que puede encontrarse. En mi opinión, es el mejor actor de su generación. Así es como lo sentía antes de empezar el rodaje, y Sean superó mis altísimas expectativas".

"Presenciar su proceso fue como la Invasión de los ultracuerpos", afirma el director. "Pasó un tiempo con Joe Wilson y acabó absorbiéndolo. Consiguió convertirse en él. Es una de las cosas más extraordinarias que he visto nunca".

Watts coincide en que la transformación de Penn fue asombrosa, pero, habiendo trabajado ya con el doblemente oscarizado actor en dos películas, no esperaba menos. "Él es así. No hay nada comparable a hacer una escena con él. Te sientes como un Toyota que de repente empieza a funcionar como un Porsche".

La verdadera Valerie Plame se quedó fascinada ante la autenticidad, tanto física como emocional, de la interpretación de Watts. Dijo que fue como encontrarse ante los dobles de ella misma y de su marido. "Joe y yo nos quedamos impresionados con el reparto y el equipo de rodaje. Le enseñé a mi hijo una foto que nos hicieron a Naomi y a mí en el plató, y dijo: “Mamá, ¿qué se siente al descubrir a los 45 años que tienes una hermana gemela?”".

En realidad, Plame y Watts no se conocieron hasta después de iniciado el rodaje, pero pasaron muchas horas hablando por teléfono y escribiéndose por correo electrónico cuando la actriz se preparaba para el papel. "Decidí centrarme en su forma de pensar por encima de todo", explica Watts. "Quería saberlo todo sobre su vida personal, cómo llevaba lo de ser madre y a la vez una profesional en un mundo de hombres. Me interesaba lo que se sentía guardando secretos a prácticamente todo el mundo. Me empleé a fondo en investigar cosas como su forma de hablar, su familia y su encanto".

Joe Wilson se sintió muy halagado de que fuera a interpretarle Sean Penn. "Que me encarne alguien como Sean es algo que jamás habría soñado", dice. "Es un actor consumado. Pasamos una semana unidos por la cadera, y realmente acabó metiéndose en mi piel".

Watts cree que la lucha personal de los Wilson conmoverá a los espectadores tanto como la ha conmovido a ella. "Espero que la historia de Valerie y Joe llegue al corazón de la gente", dice. "También dice mucho en favor de ellos que su matrimonio sobreviviera a pesar del examen al que fueron sometidos".

La película incluye también un valioso elenco de actores carismáticos, como el dramaturgo y actor Sam Shepard, en el papel del padre de Valerie, un teniente coronel retirado del ejército del aire; Bruce McGill, en el papel de Jim Pavitt, subdirector de la CIA; y David Andrews, en el papel de Libby.

"Los directores siempre dicen que no podrían haber hecho tal o cual película sin determinado reparto o equipo", dice Liman. "Pero eso no significa que no sea verdad en este caso. No podría haber hecho esta película sin este extraordinario reparto y sin mi equipo; son unos profesionales extraordinarios, entregados y llenos de talento".

"No era el mejor momento para hacer una película seria y ambiciosa producida con muy poco presupuesto, pero, aun así, todos los implicados decidieron recortar su caché. Me quedé asombrado ante su implicación y su deseo de hacer todo lo posible para que la película saliera adelante".


Buscando la historia real
La producción de Caza a la espía empezó en abril de 2009 con el rodaje en exteriores en Washington, D.C., la ciudad de Nueva York, el parque de Caumsett State en Long Island y el condado de Westchester en Nueva York. El equipo de rodaje salió al extranjero para filmar escenas en El Cairo, Ammán y Kuala Lumpur donde aparece Valerie trabajando como agente secreta, y Joe en su misión de investigación en Níger.

En Jordania, gracias a la inmensa colaboración del ejército del país, Liman pudo rodar una escena en la que se puede ver un helicóptero Black Hawk sobrevolando a muy escasa altura el bulevar principal de Ammán. En El Cairo, las escenas que se iban a rodar en la universidad de la ciudad tuvieron que ser pospuestas, ya que el rodaje coincidía con el día en que el presidente Obama daba su famoso discurso dirigido al mundo musulmán.

Pero sin duda el mayor reto para Liman fue rodar en Irak. "Éramos el primer equipo estadounidense que rodaba un largometraje no documental en Bagdad", explica Liman. "Fue muy estresante, pero trabajar en un lugar tan inestable y turbulento era fundamental para la esencia de la película".

El director y un ejecutivo de producción hicieron un viaje de 24 horas en avión a Bagdad. Allí se reunieron con el director de cine iraquí Oday Al-Rashed y con un destacamento de seguridad armado con rifles automáticos. Protegidos con chalecos antibalas, Liman y Al-Rashed rodaron en el antiguo Aeropuerto Internacional Saddam Hussein, en los puentes que cruzan en río Tigris, en una mezquita abandonada y en varios edificios que habían sido bombardeados por los misiles estadounidenses.

"Estuviéramos donde estuviéramos, no había margen de error posible", recuerda. "Tenía que rodar la escena que tocara hacer ese día concreto porque, si no lo hacía, el día siguiente sería demasiado tarde. Al día siguiente tendríamos que estar en otro país. No teníamos plan B que no supusiera rebajar la calidad de la película".

De vuelta en Estados Unidos, los creadores de la película se instalaron en un antiguo complejo de oficinas de IBM en White Plains, Nueva York, que el diseñador de producción Jess Gonchor transformó en las oficinas de la CIA.

"Decidí ir aún más lejos con el realismo de lo que lo había hecho en El caso Bourne (The Bourne Identity)", dice Liman. "En esta película, no iba a haber artilugios ni satélites ultrasecretos que permiten ver a través de las paredes ni nada de eso. Todos hemos estado alguna vez en una oficina del Estado, y sabemos que la tecnología que usan es de todo menos vanguardista. En El caso Bourne se exageraban las cosas, pero con esta película he querido que todo fuera real al cien por cien".

El director utilizó incluso uno de los criterios de recopilación de información de la CIA para garantizar la autenticidad. "Cada detalle que aparece en la película fue confirmado por al menos dos fuentes, incluso cosas tan aparentemente nimias como el plano de la oficina de Valerie", explica Liman. "Eso era especialmente importante, ya que estábamos hablando de operaciones secretas de la CIA".

La propia Valerie Plame Wilson, ciñéndose siempre al juramento que tenía con la CIA de no revelar información secreta, proporcionó datos muy útiles a los creadores y los actores, y pasó varias semanas en el estudio durante el rodaje. Valeria explica: "Casi siempre que veo una película sobre la CIA, pienso en lo poco que tiene que ver con la realidad. Pero en esta película todo es como en la vida real, hasta lo que se ve en las pantallas de los ordenadores y los mapas que cuelgan de las paredes. Doug Liman y todo su equipo estaban muy preocupados por lograr la máxima autenticidad".

Watts entrenó incluso con agentes especiales de los servicios de inteligencia y del ejército de Estados Unidos, en un ambiente que reproducía el extenuante régimen de adiestramiento al que son sometidos los agentes de la CIA en Camp Peary, las instalaciones de la CIA conocidas como "The Farm" ("La granja").

Liman, cuyo padre Arthur L. Liman fue asesor del Senado de Estados Unidos durante las sesiones del escándalo Irán-Contra, dice que durante la producción se acordó mucho de una frase que dijo el magistrado Louis Brandeis y que su padre solía repetir: "”Dicen que la luz del sol es el mejor desinfectante”. Me embarqué en esta película con la idea de la verdad siempre en mente. Sentía la presencia de mi padre en el estudio cada día, en cada aspecto del desarrollo y la creación, hasta el más pequeño detalle. Quería que todo fuese totalmente auténtico".

"Lo que me gustaría que la gente sacara de Caza a la espía es un sentimiento de esperanza", añade. "Quiero que el público ame y respete a Valerie y a Joe tanto como yo".