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Diario del director (por Fausto Brizzi)
El primer día de rodaje es como el primer día de clase. Te reúnes con viejos "compañeros"; es decir, con la estrafalaria e ingobernable familia que es un equipo de rodaje, y te haces amigo de los actores que te acompañarán en la gran aventura de hacer una película.

Esta particular empresa comenzó hace un año, cuando le dije a los guionistas con los que siempre trabajo, Marco Martani y Massimiliano Bruno, que, a pesar de los sanos resultados de taquilla anteriores, no íbamos a escribir Notte prima degli esami 3 sino embarcarnos en un nuevo reto.

Massimiliano tuvo una gran idea: una película que empieza donde acaban la mayoría de las comedias románicas, con los enamorados besándose y que luego habla de lo que pasa después, cuando Cenicienta y el Príncipe empiezan a desenamorarse. No es una película de episodios, sino que está estructurada como Love Actually o Crash, con un tema central (amores perdidos) que cohesiona una serie de historias entrelazadas protagonizadas por personajes de todas las edades. Seis meses después habíamos acabado el guión. Hace que quieras reír y llorar, justo lo que yo esperaba. Estábamos listos para comenzar. Las doce semanas de rodaje se repartieron entre Roma, París y Sudáfrica, como parte de una co-producción con dos compañías francesas que fue posible tras el éxito de Notte prima degli esami en Francia.

Después de la "clase" formada por Vaporidis y sus compañeros, elegí a otro grupo de actores para estudiar el tema de las separaciones. Los nombres de la marquesina incluyen: Bisio – Brilli – Capotondi – Cassel - De Luigi – Gassman – Gerini – Insinna – Montesano - Orlando – Ricci – Salemme – Signoris – Tognazzi – Würth – Zidi. Fue como entrenar al Equipo Nacional de Estrella de Cine (con dos extranjeros en la alineación: los actores franceses Cécile Cassel y Malik Zidi, además de la italiano-suiza Giorgia Würth). Y con cada uno de ellos vivimos una pequeña historia de amor cinematográfico.

Empecé el rodaje en Roma con Claudio Bisio, un viejo conocido (escribí para él proyectos de cine y televisión); que aceptó participar en la película "con los ojos vendados", sin haber leído una sola línea del guión. Su interpretación tragicómica de un hombre que quiere vivir la vida tras un tormentoso divorcio sorprenderá al público. Era mi principal "compañero de bromas" en el rodaje, donde disputábamos interminables partidos de tenis durante los descansos, y gastábamos bromas de mal gusto. Todo iba como la seda, hasta que empezamos a rodar los interiores. Había elegido un gran loft en el centro de Roma para su personaje, pero no había tenido en cuenta en cuenta al vecino furioso que exigía que mantuviéramos despejada la entrada compartida. Se desató una guerra de fronteras digna del pato Lucas y Elmer Gruñón. Ponía el volumen de la televisión al máximo cada vez que me oía gritar "¡Acción" y lo bajaba cuando oía "corten". Durante los tres días de infierno acústico, resistió cualquier intento de engañarle o sobornarle. Aún recuerdo la cara de nuestro demoníaco "Elmer" mirándome fijamente desde su ventana cuando por fin nos fuimos.

Acompañando a Claudio estaba la bella y talentosa Giorgia Würth (a la que veréis en la nueva serie de televisión "Doctor in the House"), que interpreta a Roberta, su abnegada joven novia, y a las dos hijas ingobernables, interpretadas por Martina Pinto (que ya había trabajado con Carlo) y Rosabell Laurenti Sellers. Las tres actrices ganaron por goleada en las pruebas de cámara. Alguien que no necesitó prueba de cámara fue Elena Sofia Ricci, que interpreta a la ex mujer de Claudio. Entre toma y toma de la serie de éxito "Cesaroni", además de otro trabajo, Elena me deleitó con su actuación, retratando al tipo de madre que todos desearíamos tener. En su primer día de rodaje, saludó a varios miembros del equipo y el reparto y luego me susurró, con su típico sentido del humor florentino: "Cuando llegas a un nuevo plató y ya conoces a todo el mundo, tienes que empezar a preocuparte...".

Luego sonrió y nos pusimos a rodar.

Dos semanas después, de vuelta a Roma, en un día de verano con un sol abrasador, el trío formado por Fabio de Luigi, Alessandro Gassman y Cécile Cassel entró en escena. En la historia, los dos hombres, que compiten por la actriz francesa de sangre caliente, forman un dúo cómico insólito pero a la vez explosivo. Yo ya conocía bien a Fabio (habíamos trabajado juntos en un par de películas de la saga "Natale"), pero Alessandro fue la sorpresa más agradable. Hizo gala de la inteligencia artística necesaria para entender que cuanto "más serio" interpretara su papel de aguafiestas, sin sobreactuar, más fácil resultaría para Fabio conseguir hacer reír. Y nuestro puntal cómico, como el gran Pippo Inzagui del AC Milán, nunca desaprovechaba un gag cómico. Todo iba rodado hasta que llegamos a lo que llamamos "el día del gato".

La regla no escrita del cine es evitar trabajar con niños o animales (y obviamente, nuestro proyecto incluía a ambos), aunque las bestias más temidas son los gatos con diferencia, ya que ellos van por libre. En mi caso, alquilamos el gato para una serie de gags con Fabio y temblábamos ante la idea de malgastar miles de metros de película. En vez de eso, la primera toma del gato fue válida todas las veces, y luego se deleitaba con los aplausos del equipo, como un curtido veterano. En cuanto a Fabio, diez minutos después consiguió destrozar una escena sencillísima con una retahíla de tomas falsas que dejó al equipo muerto de risa. Al final del día, el gato se negaba a tener nada que ver con él y hasta quería un camerino para él solo.

Inmediatamente después, le tocó el turno a Vincenzo Salemme, que movió cielo y tierra para poder estar con nosotros, aunque eso supusiera adelantar el rodaje de su propia película, NO PROBLEM. El papel que habíamos escrito para él es el de un padre cínico e irresponsable que, durante el proceso de divorcio de su mujer (interpretada por Nancy Brilli), se niega a aceptar la custodia de los hijos. El problema es que su mujer hace lo mismo, desatando una pelea por la custodia para ver qué padre puede endilgarle los niños al otro. Vincenzo aportó a la película su experiencia como director, trabajando las frases de su personaje y añadiendo un estímulo extra al trabajo diario con un divertido concurso: desde la primera toma, retó a los dos jóvenes actores que hacían de sus hijos a ver quién se equivocaba menos veces. Cada toma era una guerra abierta entre los niños y Vincenzo, mientras que el equipo les animaba y hacía apuestas. Al final, después de una disputada competición (e incluso una revisión de dos escenas en la sala de montaje por parte de un jurado), Vincenzo ganó por un margen escaso (sólo había cometido un fallo). Al final del rodaje, los dos niños le adoraban y no querían dejarle marchar (como ocurre en la historia de su última película).

Como he dicho, Nancy Brilli actúa junto a Vincenzo. Ya había trabajado con ella en Natale in crociera, así que no me costó mucho que aceptara el papel. Su dúo con Vincenzo le dio la oportunidad de demostrar su vena cómica que, en sus trabajos en miniseries tiene que dejar de lado a menudo, e hizo un trabajo espléndido interpretando a una madre superficial y un poco despistada.

Que Silvio Orlando trabajara en el proyecto fue una victoria personal para mí. Llevaba tiempo detrás de él y por fin pudimos trabajar juntos. Me había encantado en las películas de Nanni Moretti (Nanni es uno de los pocos directores italianos cuyas películas me interesa ver. Aprovecho para decir: ¡Nanni, por favor, haz más películas!!) y sabía que le daría al personaje del juez al borde de un ataque de nervios el toque justo de humanidad y sarcasmo. Su personaje, Luca, interviene en varias historias (es el mejor amigo del personaje de Claudio Bisio y el juez que preside el tormentoso divorcio Brilli-Salemme) mientras que su episodio se centra en la melancolía violenta del tema de la separación. Abandonar a la mujer con la que has compartido toda tu vida no te hará recuperar tu juventud perdida. En el rodaje, Silvio estuvo sencillamente perfecto. Recuerdo una toma especialmente tierna que conmovió a todo el equipo. Después de terminar la escena, Silvio gritó: "Bueno, ahí van dos millones de euros de taquilla por el desagüe".

Todo el mundo se rió, yo incluido, aunque estoy convencido de que los espectadores quieren emociones y no solo risas; es decir, puedes incluir lágrimas y sonrisas en la misma película. Los últimos días de rodaje de Silvio coincidieron con un momento muy especial para él: 24 horas antes había ganado merecidamente la Copa Volpi del Festival de Cine de Venecia, (derrotando no a cualquier actor, sino al poderoso Mickey Rourke). Todos habíamos estado animándole, y la escena que teníamos programada para ese día fue la celebración perfecta. Como John Travolta, tenía que bailar en una fiesta al ritmo palpitante de "Sex Bomb". Silvio se soltó, dándome una de las imágenes clave de "EX".

Junto a Silvio, durante toda la película, está Carla Signoris, que merece una mención especial. Me enamoré de ella cuando la vi actuar en "Broncoviz" y llevaba tiempo intentando que trabajáramos juntos, aunque sin éxito. Esta vez, no podía negarse: había escrito el papel pensando en ella. Y ella me lo agradeció con una actuación conmovedora y cómica a la vez. Durante los descansos del rodaje, todos nos leímos su libro "I married a Dummy", dedicado con amor a su marido, el cómico Maurizio Crozza. Todas las mujeres del rodaje dijeron lo mismo: "¡Es igual que mi marido!". En otras palabras, todos los hombres son iguales...

Mientras, la filmación se complicó. Era necesario rodar escenas que se supone que pasan en Navidad y el Día de los Enamorados durante los meses de julio a septiembre, pero fue agotador, sobre todo para el reparto y el equipo. Los escasos transeúntes en Roma a mediados de agosto veían a nuestros actores abrigadísimos, como si estuviéramos a 20 bajo cero, y los tomaban por locos. Casi todas las escenas siguientes estaban ambientadas en una iglesia preciosa en el centro de Roma, cerca de los Mercados de Trajano, pero no me podía imaginar que los focos y el sol abrasador convertirían la iglesia en una inmensa tostadora y a nosotros en las tostadas .

En esta misma iglesia también hace su aparición el trío compuesto por Claudia Gerini, Flavio Insinna y Gianmarco Tognazzi. Su trama es la más caliente de la película. Claudia y Gianmarco están a punto de casarse, pero el cura que les casará, interpretado por Flavio, es el antiguo novio de la novia, que se hizo cura después de que ella le dejara. La pasión entre el cura y la futura novia se va reavivando poco a poco …

No conocía a ninguno de los tres actores y, para hacerme una idea de lo que podían dar de sí, les hacía ensayar el episodio, que tiene bastante diálogo, como si fuera parte de una obra de teatro. Flavio, que por fin se ha desencasillado de su imagen de presentador de un concurso de televisión, era la cuarta vez que interpretaba a un cura, así que no tuvo problema en vestir la sotana. Cada día jugábamos con él al juego de "volver a contratarle". Al final de cada día de rodaje, yo evaluaba su actuación y le daba la oportunidad de volverle a contratar o despedirle al día siguiente. Naturalmente, siempre acababa por volverle a contratar. Dejadme decir que su Padre Lorenzo, atormentado y divertido, está a la altura del mítico Padre Ralph de "El pájaro espino".

El segundo lado del triángulo es Claudia, en un papel muy diferente a los que hacía para Carlo Verdone. Aquí es una cajera sencilla y afectuosa que tiene que lidiar con un futuro marido prepotente y bastante grosero. De inmediato, entre ella y Flavio surgió un sentimiento de camaradería profesional, que hizo de las riñas de los enamorados uno de los momentos más entretenidos de la película. El mismo sentimiento de camaradería ya existía entre Claudia y Gianmarco (son buenos amigos en la vida real y han trabajado juntos en el teatro), que interpreta a su futuro marido. El papel supuso el regreso de Gianmarco a la comedia después de varios años trabajando en "películas serias", pero dudo que la comedia esté dispuesta a dejarle escapar de nuevo. Su caracterización de Corrado, el novio ignorante y agarrado, es una de las mejores de la película.

Las escenas más complicadas del episodio fueron las de la despedida de soltera de la novia intercaladas con las de la fiesta del novio. En la primera, Claudia y sus amigas (entre las que se encuentran Giorgia Würth y Cécile Cassel, las protagonistas de las dos primeras historias) se regalan un striptease masculino, lo que causó conmoción en el plató. El alterado grupo de amigas pierde el control y la escena se convirtió en un happening. A eso hay que añadirle que era nuestro último día de rodaje en Roma, con un ambiente de "excursión de colegio" y el caos no hizo más que aumentar. Sólo unos días antes habíamos usado una discoteca enorme a las afueras de Roma para recrear un sex-club imaginario y exagerado: un local salido de la descripción del Infierno de Dante, donde los personajes interpretados por Gianmarco y Flavio (el cura...) no se quedan de brazos cruzados... y no diré más.

La primera parada en el rodaje en el extranjero fue París. Incluso antes de despegar del aeropuerto de Fiumicino, mi equipo romano, super-eficiente, se había convertido en un ejército de pueblerinos o, mejor dicho, en clones de los cómicos Totò y Peppino cuando viajan a Milán. El ambiente era de vacaciones y el exceso de equipaje hizo que el viaje pareciera un éxodo en vez de cinco días de rodaje en Francia. Mis colaboradores habituales estaban conmigo, incluyendo a Marcello Montarsi (el director de fotografía), Maria Stilde Ambruzzi (la directora artística), Monica Simeone (la diseñadora de vestuario) y muchos más. Marina Gefter, la coproductora, había previsto hasta el más mínimo detalle de nuestra llegada. Ya había trabajado con ella en el remake francés de Notte prima degli esami, pero en ese proyecto yo sólo era el guionista del guión original, mientras que esta vez era el director. Excepto por un pequeño número de "Totòs y Peppinos" italianos, tanto el equipo como el reparto eran todos franceses, con la excepción de Cristiana Capotondi.

El primer día de rodaje no pudo ser mejor: una escena multitudinaria bajo la Torre Eiffel. Ver a mi ayudante de dirección (Alessandro Pascuzzo, que también había trabajado con Castellito y Salvatores, que no está mal) gritar a un grupo de extras franceses "Pùr favòr, vulè vù levàr da davàn la Tùr Eiffel… Come on guys!!!" fue uno de los momentos antológicos del rodaje. Además, poder encender y apagar las luces de la torre cuando quisiera fue el punto álgido de mi breve carrera: ¡Click! ¡Clack! Y mil luces azules aparecían en frente de nosotros, coloreando la noche parisina. Solo el cine puede darte esa clase de emociones.

Hacía casi un año que Cristiana Capotondi no estaba en un rodaje, pero se sintió especialmente cómoda, en parte por la cercanía entre todos nosotros (para ella fue como volver a casa) y también porque llevaba un tiempo viviendo en París, por lo que en cinco minutos ya era la intérprete oficial de todo el equipo. Su personaje, Giulia, habla en una mezcla realista (e hilarante) de italiano y francés, que subtitularemos en la versión italiana de la película. Su pareja en la pantalla, Malik Zidi, es uno de los jóvenes actores favoritos de la crítica francesa. Con un César a sus espaldas (el equivalente francés del Goya), está considerado el enfant prodige de los actores. Esta fue su primera comedia (con algunas escenas en italiano incluidas) y no tuvo problemas. El verdadero problema fue el clima. En París era septiembre, pero el viento y la lluvia eran dignos de un campamento base en el Ártico. Recuerdo la última noche, en un puente parisino que pronto parecía una noche a la intemperie en el K2. El equipo sobrevivió haciendo fuegos en bidones, como hacen los mendigos, y resguardándose en tiendas de campaña con cazadoras de esquí. Mientras, Cristiana y Malik, con camisas veraniegas, se daban besos románticos en cada toma, haciendo caso omiso a los elementos.

Al amanecer, después de esa noche polar, nos esperaba un avión para llevarnos a Ciudad del Cabo, Sudáfrica, donde unos meses antes había estado buscando casas y exteriores para recrear las escenas ambientadas en Nueva Zelanda. Cristiana estaba lista para rodar una de las escenas más difíciles de la película: una espectacular escena de kite-surfing. Después de practicar unos días con los especialistas, estaba lista para enfrentarse a las olas del océano. La idea era que hiciera una serie de ejercicios y que los saltos más espectaculares los hiciera una estrella local del kite-surf que haría de su doble. Ella tenía reparos por las noticias, que las guías locales habían exagerado, de avistamientos ocasionales de tiburones.

Intenté animar a Cristiana: "Sólo se producen un par de ataques al año. ¿¡Qué probabilidad hay de que vaya a tocar a ti!? Las estadísticas están de tu lado … ¡Además, estamos aquí contigo!" Esta última frase fue lo que más pareció preocuparla, pero cuando llegó el fatídico día, se puso su traje de neopreno como una profesional y estaba lista para empezar a rodar. Entonces, cuando estamos a punto de meternos en el agua, qué veo en el horizonte sino dos aletas negras que parecen salidas de la película de Spielberg, dos tiburones que salen a dar un paseo. Cristiana no se da cuenta y yo finjo que tampoco. Pero entonces me lo pensé dos veces, cosa que no hay que hacer nunca como director y, para estar seguro, pregunté. No son tiburones de verdad sino peces grandes grises con dientes totalmente inofensivos. En esa zona no hay tiburones peligrosos. Con el corazón a mil, a pesar de todo, vi como Cristiana se metía en el agua y nos regalaba una de las escenas más emocionantes de la película "EX".

En los días siguientes, atravesamos Sudáfrica para terminar la filmación. El último día, llegamos al cabo de Buena Esperanza y nos subimos a un acantilado al borde del mar, en un escenario que cualquier espectador ha admirado en El señor de los anillos. Parecía que estábamos en una producción americana, con nuestra segunda unidad en un helicóptero. Fue sin duda un final grandioso.

Y luego aparecen los títulos de crédito...

Al terminar, esa noche estábamos totalmente agotados, como si viniéramos de la guerra. La película está terminada, y estoy más satisfecho que nunca. Esa noche, en la cena, hay un cierto ambiente de melancolía. Todos sabemos que el circo de la película está a punto de cerrar y que la "gran familia" que es un equipo de rodaje se separará. Nos aguardan otras películas, otras historias. Sé que a muchos me los volveré a encontrar en futuros proyectos y que a otros no los volveré a ver. Es lo que tiene este trabajo.

Después de cenar, salgo al balcón de mi habitación y observo Ciudad del Cabo mientras duerme. Mi trabajo aún no está terminado: me espera el largo proceso de edición, con mi montadora de confianza Luciana Pandolfelli, así como otras actividades promocionales de no menos importancia. Al final, todo el viaje habrá durado casi un año y medio. Respiro hondo. Me acuerdo de mis compañeros en esta aventura, desde las estrellas hasta el último de los figurantes y operarios. Nos reuniremos de nuevo el seis de febrero para el estreno de la película, con esmóquines y tacones de aguja, y será genial poder abrazarles y que puedan ver a nuestro "retoño". Es una película llena de besos, risas y, ¿por qué no?, de emoción.

Hemos puesto en esta película todo nuestro empeño, sin el menor atisbo de pereza, intentando dar lo mejor de nosotros durante cada etapa del proceso de producción. Queremos que los espectadores sientan las mismas emociones que nosotros cuando la rodamos.

Ahora os toca dar vuestro veredicto.

Que la disfrutéis.




Fausto Brizzi
Después de graduarse en dirección por el "Centro de Cine Experimental" en 1994 y ganar experiencia en teatro y obtener premios con varios cortometrajes, empezó a centrarse en escribir para cine y televisión. Escribió varias miniseries para televisión y más de una decena de películas de éxito (entre otras: Bodyguards – Guardie del Corpo, Merry Christmas, Navidad en el Nilo, Natale in India, Christmas in Love, Natale a Miami, Natale a New York y Natale in crociera, todas dirigidas por Neri Parenti).

Notte prima degli esami, su primer trabajo como director, fue premiada en más de 50 festivales italianos e internacionales. Los reconocimientos más importantes incluyen el David di Donatello, la Claqueta de Oro, el Tele-Cat, el Sky Award y el Premio del Público del Festival de Annécy. La película fue el éxito de taquilla de 2006, con más de 15 millones de euros de recaudación. En 2007, la "new-quel", es decir, la transposición a la época actual de los mismos personajes, titulada Notte prima degli esami – Oggi, tuvo aún más éxito que la original (batiendo récords como el de mayor recaudación en la primera semana de estreno de una película italiana).

En 2007 ganó un Silver Ribbon al "Personaje del año de la Industria" y escribió el debut como director de su buen amigo Marco Martani. Titulada Reinforced Concrete, la película, una "noir" metropolitana protagonizada por Giorgio Faletti y Nicolas Vaporidis, fue un éxito internacional y se distribuyó en más de 40 países.

En enero de 2008 ganó su segundo Tele-Cat consecutivo a la Mejor película del año con Notte prima degli esami – Oggi.

En el verano de 2008, se entrenó el remake francés de Notte prima degli esami con Michel Blanc en el papel del profesor, el señor Martinous (en la versión italiana Giorgio Faletti era el Sr. "Martinelli").

En diciembre de 2008, ganó el premio "Gold Admission Ticket" (por novena vez consecutiva) en el "Professional Film Days" de Dinamarca por el guión de Natale in crociera.