Cuando un guardián de prisiones y cabeza de familia neoyorquino, Vince Rizzo (Andy García), constata que en la lista de los nuevos reclusos hay el nombre de un familiar, se da cuenta de que se trata de un chico del que él es el padre, engendrado veinte años atrás, a quien abandonó. Ahora, casado y con una familia distinta, Vince se lleva a casa a su hijo tanto tiempo ignorado, Tony Nardella (Steven Strait), sin decir ni a la familia ni al mismo Tony su vínculo con él.
Ello no es tan extraño ya que los miembros de la familia Rizzo están llenos de secretos, una situación que está tensando la relación de Vince con su esposa, Joyce (Julianna Marguiles), quien está convencida de que su marido mantiene en secreto un affaire, cuando en realidad asiste de incógnito a clases de interpretación. Su hija, Vivian, (Dominik García-Lorido) es una universitaria, o eso es lo que su familia cree. De hecho, es una stripper de un nightclub de Nueva Jersey, al haber sido expulsada de la Universidad. Y el hijo de menor edad de Vince, Vinnie Jr. (Ezra Miller), oculta a todos su fetiche sexual, lo que da como resultado que todo el mundo cree que ha perdido la razón.
Al traer a casa a Tony, largo tiempo olvidado, y al experimentar un affaire extramarital platónico con una compañera de las clases de teatro, Molly Charlesworth (Emily Mortimer), quien también tiene secretos, Vince acaba por darse cuenta de que el único modo de crecer y entender de verdad el amor y las relaciones íntimas es plantando cara a las mentiras que ha explicado acerca de su pasado e incorporar a su familia y gente querida a su futuro.