Fran, un abogado de éxito, vuelve a casa por la noche cansado y sin ganas de oír, como siempre, las pequeñas miserias domésticas. Sin embargo esta noche hay una novedad: CARLOTA, 15-16 años, no ha vuelto a casa. La madre, claro, anda preocupada. Totó, 14 años, el otro hijo del matrimonio, informa a su padre de que había quedado con su novio. "¿Carlota tiene novio?".
Fran consume el tiempo en un bar mientras hace creer a su mujer que está buscando por las calles a su hija. Pero cuando llama a casa y le dicen que todavía no ha vuelto empieza él también a preocuparse por Carlota. Siguiendo la información de una amiga y después de pelearse con un gorila da con su hija en una discoteca dudosa. El padre cree estar descubriendo cosas de su hija que no sabía y la da furioso un tortazo. Una y otro se dicen de todo. Y se niega Carlota a volver a casa si antes no encuentra a su novio.
Fran inicia con su hija la búsqueda del novio y los indicios que va viendo le hacen pensar que es un camello, con lo que deduce que su hija si no está ya perdida va por el camino. Pero la vida reserva sorpresas a cada esquina y en un bar muy cutre se topa Fran con una antigua amante que para colmo saca a relucir los negocios sucios en los que anda metido. Ahora es CARLOTA la que cree descubrir las podredumbres de su padre y se hunde moralmente.
La peregrinación por la noche madrileña tras las huellas del novio de Carlota les llevan a un espacio nauseabundo dónde queda a la vista el lado más oscuro de los negocios en los que participa Fran: blanqueo de dinero y defensa de traficantes. Es un punto sin retorno. Fran decide que por medio de su sacrificio puede redimirse o por lo menos redimirse ante su hija y salvarla por lo menos a ella. Padre e hija descubren sus propias vidas y encuentran un afecto mutuo larvado durante muchos años. Ahora padre e hija se sienten más cerca que nunca. Pero puede que sea ya algo tarde para Fran...