Don Manolito y don Estrafalario, personajes valleinclanescos (o barojianos, o unamunianos), pasan los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera siguiendo las pistas de las piezas teatrales escritas por su admirado Ramón del Valle Inclán y prohibidas por orden gubernativa
Un día encuentran una lectura de 'La hija del Capitán', retrato de los desquiciados soldaditos que volvían de perder la Colonia. Otra vez consiguen entrar en una caseta de feria de pueblo y presencian una de las escasas representaciones teatrales de Valle-Inclán: 'Los cuernos de don Friolera', la cruel historia de la defensa de la honra cuartelera. Y hasta tienen la suerte de asistir a la filmación del primer film valleinclanesco: 'La hija del capitán', un documento jocoso sobre las relaciones entre la Intendencia militar y la defensa de la Patria. Todo ello en espera del mejor estreno soñado por todos: el de la II República Española. Drama que también -ay- duró poco tiempo en cartel. Pero fue un hermoso sueño. Como los esperpentos de don Ramón.
Basada en las obras de D. Ramón del Valle-Inclán: Las galas del difunto - Los cuernos de Don Friolera - La hija del capitán.
Sinopsis de cada trama
Las galas del difunto
Imágenes en blanco y negro. Madrid, 1928.
Se va a celebrar una lectura dramatizada de 'Las galas del difunto' en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Don Manolito y don Estrafalario acuden a la convocatoria pero se encuentran con una sala vacía. El público que debía asistir se ha ido, seguramente, a un estreno de los hermanos Alvarez Quintero.
Ante la insistencia de D. Manolito y don Estrafalario, una compañía de humildes actores acomete la lectura de la obra
La imagen se transmuta a todo color
Un pueblo de Galicia. 1897.
Don Sócrates Galindo, boticario, acude a lomos de una mula, a un acto municipal en el que se da la bienvenida a cuatro soldaditos repatriados de Cuba. Después de comer -los ricos banquete, los soldados rancho-, al sargento Juanito Ventolera le viene un "apretón sentimental" y se acerca al prostíbulo del lugar.
Cuando Juanito Ventolera llega al burdel, la daifa Ernestina, repudiada por su padre al quedarse preñada de un hombre que luego murió en la manigua, entrega a La Bruja una carta en sobre cerrado, una trotaconventos seca y andrajosa, para que se lo lleve a su progenitor.
La Daifa se interesa por aquella guerra que para el desencantado Juanito "es un negocio de los galones". Pero las medallas ganadas por Ventolera en la guerra, no sirven ni para pagar una dormida... A la Daifa le cae bien el sargento y le da cita para el día que libra...
Por esas casualidades, al repatriado lo han alojado en el hogar de Don Sócrates Galindo, padre de la Daifa, aunque el desalmado sólo está dispuesto a ofrecerle la cuadra... Esta es la gloriosa bienvenida que reciben los héroes de la guerra de Cuba.
Ya en su casa y a solas, Sócrates cae muerto mientras lee la carta de su hija, como fulminado por el rayo, a causa de una indigestión. Juanito se suma al velatorio del cadáver y se conmueve al ver el flamante traje que sirve de mortaja al boticario, lo compara con su astroso uniforme, por lo que después de cumplimentar a la viuda, se acerca al cementerio junto a sus tres soldados: el sargento se ha encaprichado con el terno del muerto...
Vestido con la ropa del difunto, bastón y bombín, hecho un brazo de mar y sintiendo en el bolsillo el crujir de los billetes que ha cogido en casa del boticario, se presenta en el prostíbulo y convoca a las pupilas. Saca del bolsillo los billetes y con ellos cae la carta, la dirigida al señor Don Sócrates Galindo, escrita por su hija repudiada. La Daifa enfadada, cree que se trata de una cruel broma, pero cuando el sargento Ventolera le explica que su padre ha fallecido, la joven aúlla su dolor físico. Mientras Ventolera va a la alcoba con la Haifa y las pupilas se maravillan ante la bien redactada misiva, los guardias, acompañados del mancebo de botica, vienen a detener a Ventolera...
Los cuernos de Don Friolera
Blanco y negro
Una verbena en la España de los años veinte: Don Manolito y Don Estrafalario esperan que les den la entrada a la representación de un modesto teatrillo en el que se anuncia: "Los Cuernos De Don Friolera, de Don Ramón María del Valle Inclán".
Se abre el telón.
Color.
La beata Doña Tadea se asoma con un catalejo para espiar en su patio de vecindad. A la puerta de la barbería, toca la guitarra Pachequín; en la reja de su casa, Doña Loreta, la señora del teniente Friolera, le da lechuga al canario. Pachequín canta, Doña Loreta lo jalea y el barbero le tira los tejos requiriéndola de amores.
El Teniente Don Pascual Astete -Don Friolera-recibe en el Cuartel de Carabineros un mensaje que le altera enormemente: Su mujer le traiciona! Si eso es verdad, su honor de militar español ha quedado manchado y tendrá que poner remedio drásticamente.
Los tenientes Rovirosa, Campero y Cardona se preocupan también por el tema. Discuten si deben expulsar al Teniente Friolera por deshonor o amonestarle y conminarle a que solicite la licencia absoluta. Se trata de condenar a un compañero de armas, pero en puntos de honor, Rovirosa se pronuncia contra todos los sentimentalismos.
Tras una gran riña, Friolera la amenaza de muerte a su esposa, quien huye pidiendo auxilio. Desde su vivienda en la trastienda de la barbería, Pachequín oye las voces y sale a la calle dispuesto a evitar la carnicería. El Teniente y el barbero se encaran pero, por fortuna, aparece lloriqueando Manolita, la hija del teniente, que abraza a su padre y los dos entran en la casa. La Tenienta está a punto de desmayarse, pero Pachequín acude en su auxilio, carga con ella y la mete en la barbería. Doña Loreta vuelve en sí en la alcoba de Pachequín y decide que debe volver al lado de su esposo.
El teniente rumia su condición de cornudo cuando Doña Loreta entra con una botella de anís: se beberán una copa juntos y lo pasado, pasado está.
Don Friolera es llamado ante el consejo de oficiales, quienes le explican que, para volver al Cuerpo de Carabineros, deberá antes lavar su honor. Aquella misma noche el teniente sorprende a los adúlteros en pleno idilio amoroso. Don Friolera,tira de pistolón y dispara.
El teniente Friolera irrumpe en el domicilio del Coronel, confesando haber matado a su señora. El Coronel felicita al Teniente: Ha procedido usted como caballero- pero la Coronela llegará con una terrible noticia...
La hija del capitán
En un Estudio de Rodaje, don Manolito y don Estrafalario asisten, curiosos al primer golpe de manivela de una película inspirada en una obra de dpon Raón del Valle Inclán. En la presentación, el director elude contestar a la pregunta clave : si aquellos es o no una caricatura del Dictador Primo de Rivera.
Cinco meses después, don Manolito y don Estrafalario asisten al estreno de la película en el cineclub de unos jóvenes amigos de Buñuel.
Color
Mientras, el General se acuesta con la Sini (la hija del Capitán), el Golfante sale de la cárcel. Sinibalda se encuentra con el expresidiario, su antiguo amor y le confiesaque, pese a su amor por él, se debe al hombre que la mantiene.
El Golfante, enamorado de la Sini, augura la muerte de su protector y prepara un plan que les permitirá escaparse juntos...
La casa del capitán alberga una timba donde juegan el General y otros compañeros. La Sini le pide el dinero al General, pero este le responde que lo ha perdido en el juego. Fuera, amparado en las sombras, El Golfante le entrega a la muchacha una nota para el General, en la que le pide que salga urgentemente. El Golfante planea limpiarle los bolsillos, pero quien sale es el Pollo de Cartagena. Se oyen gritos de auxilio y hacia la puerta se precipitan el General y el Capitán. La Sini vacila un momento, pero en lugar de seguirlos corre escaleras arriba, hace una maleta y se escapa. El General y el Capitán acuerdan no dar parte del incidente par no verse mezclados en el crimen y se deshacen del cadáver.
La Sini se reúne con el Golfante en el café convenido y le explica que en lugar de matar al General mató al Pollo. Pero al revisar la cartera encuentra algo muy valioso: dos pagarés de veinte mil pesetas firmados por el General y cartas galantes que comprometen su honorabilidad, documentos, firmados por un príncipe de la milicia, a los que bien exprimidos se les puede sacar un dineral.
Aconsejados por El Batuco, deciden entregar los documentos al diario El Constitucional para una campaña de información periodística contra el General.
El Capitán y el General discuten el tema de la publicación en el Constitucional. El Capitán, enfadado, quiere vengarse del director del Constitucional mientras el General se muestra más comedido y planea otra estrategia: Comienzan los rumores de un golpe de Estado.
Una perdida estación de ferrocarril. En la sórdida sala de espera de tercera clase El Golfante y la Sinibalda esperan el tren que los llevará a la salvación.
En el andén, una compañía de soldados con bandera y música reciben al monarca...