Una historia familiar
En su carrera como directora, Jodie Foster se ha labrado una importante reputación por su gran capacidad para compartir temas universales sobre las relaciones y la dinámica familiar a través de las experiencias concretas de los personajes de sus películas. Cuando el productor Steve Golin emprendió su búsqueda del director perfecto para El castor, varios directores importantes de Hollywood se pusieron en contacto con él y expresaron su interés en tomar parte en el proyecto. Sin embargo, Golin sentía especial predilección por Foster, ya que sus dos trabajos anteriores como directora, El pequeño Tate y A casa por vacaciones, demostraban que su habilidad tras las cámaras era exactamente lo que esta particular historia necesitaba.
"Jodie llamó preguntando por el proyecto, nos reunimos y lo hablamos", recuerda Golin. "Resultó muy convincente, sentía auténtica pasión por el material. Demostró una asombrosa afinidad con el guión. Quedé sumamente impresionado con ella, muy interesado por su comprensión de la historia y la posibilidad de que la dirigiera".
"Leí el guión de El castor y me encantó, pero en esos momentos ya había otro director implicado", señala Foster. "Aunque el guión todavía precisaba una buena dosis de interesante trabajo, era una primera película tan cruda y hermosa para un guionista primerizo que no dejaba de repetir a todo el mundo: escuchad, si ocurre cualquier cosa, llamadme. Y eso fue precisamente lo que pasó, cuando surgió la oportunidad".
Un aspecto de la historia que resonaba especialmente con el productor era el tratamiento que daba a los asuntos familiares.
"En el fondo, a pesar de todos los extraños giros y vueltas que da El castor, se trata de un drama familiar, la historia de un padre y un hijo que estrechan lazos, y cuenta en términos muy directos cómo una familia rota descubre el modo de curarse. No sucede de la manera que suele ocurrir en el cine, sino de una forma sumamente imaginativa y original".
"Jodie posee mucha experiencia como intérprete y con personajes, y tenía una excelente idea, muy perspicaz, sobre lo que estaban pasando los personajes. Además, me contó que estaba familiarizada con personas que habían sufrido depresiones y cómo afectaba a sus vidas y a las vidas de quienes los rodeaban".
"En otras de mis producciones anteriores, los directores procedían del mundo publicitario o de los vídeos musicales, con un enfoque muy visual de las cosas. Por eso, me resultó fascinante escuchar la opinión que tenía sobre el material alguien que se centraba más en el aspecto emocional, de la interpretación y de los personajes. Tras hablar con Jodie, entendí que era el enfoque adecuado para la historia y que ella era la persona perfecta para dirigir la película".
La historia de Walter Black
La idea de Walter Black, el ejecutivo juguetero con depresión crónica que redescubre la vida al hablar a través de una marioneta de castor, cobró forma inicialmente en la imaginación del galardonado guionista Kyle Killen.
Killen, criado en Texas pero educado en la Escuela de Cine de la Universidad del Sur de California (USC), concibió originalmente la historia de Walter Black y el castor como un relato corto.
"Fue algo que se me ocurrió escribir cuando mi mujer quedó embarazada de gemelos y regresamos a Austin", comenta Killen. "Pero, en vez de limitarse a un relato corto, se fue ampliando para llenar cientos y cientos de páginas de prosa, momento en el cual me pareció más inteligente convertirlo en una novela. Al final, sin embargo, decidí convertirlo en un guión".
No cabe duda de que la historia de Walter Black encontró su expresión perfecta en forma de guión cinematográfico. Cuando Killen entregó el guión terminado a su agente, no dejó de recibir elogios generalizados de todo el que lo leía.
"Y eso, a pesar de la extravagante naturaleza de la historia", observa Killen. "Me sorprendió, pero me encantó".
El guión de El castor empezó a circular por Hollywood, y no tardó en correrse la voz sobre sus virtudes. Para cuando quedó en primer lugar en 2008 en la encuesta conocida como Black List (lista negra) de los mejores guiones sin producir del año, varias compañías había expresado su interés por él.
Pero, para entonces, el guión había llegado a manos de Steve Golin, fundador de Propaganda Films, que en la actualidad dirige Anonymous Content. Golin, conocido por correr riesgos con material poco convencional, al haber producido Cómo ser John Malkovich y Olvídate de mí, se sintió inmediatamente atraído por El castor. Y decidió producirlo.
"Quedé prendado de él, es un guión fantástico", afirma Golin. "Cierto que es un concepto totalmente estrafalario, realmente especial, sobre un tipo que sufre una ruptura con la realidad y acaba comunicándose con el mundo a través de una marioneta de castor. Pero es un concepto que, extrañamente, funciona".
"Walter Black, el personaje central, es alguien que ha tocado completamente fondo", explica Golin. "Ha llegado a un punto en el que no le quedan más mecanismos para afrontar la realidad y, cuando todo lo demás le falla, absolutamente todo, una marioneta con forma de castor lo salva".
Walter encuentra la marioneta de castor en un contenedor de basura, fuera de una licorería donde suele aprovisionarse de alcohol y acaba poniéndosela en la mano izquierda. Tras salir de lo que parece un estupor terminal, empieza a hablar a través de la marioneta, al principio consigo mismo, luego con todos los demás. A través del castor, Walter empieza a darle un nuevo rumbo a su vida. Vuelve a conectar con su familia y saca su compañía de juguetes de la delicada situación en la que se encontraba. Pero todo ello tiene un precio.
"Aunque el concepto central era algo completamente disparatado, por decirlo así, me sentía muy cómodo con él", asegura Golin. "he tenido experiencias anteriores con material de este tipo y estaba convencido de poder sacar una película interesante de este guión".
Contar con Foster como directora fue un importante paso para que el proyecto saliera adelante. El siguiente obstáculo era encontrar al actor adecuado para Walter Black, un personaje extraordinario, original, fuera de lo común. Golin sabía que haría falta una estrella para interpretarlo, no solo por la profundidad y complejidad del papel, que podía suponer una auténtica proeza para cualquier actor, sino también por cuestiones logísticas.
"Este tipo de películas que quedan fuera de las narraciones convencionales son sumamente difíciles de poner en marcha", señala Golin. "Son difíciles de realizar incluso con estrellas, pero casi imposible sin ellas. Necesitábamos a una estrella para el papel, pero estábamos todos bastante seguros de que podíamos conseguir una, porque el material era único, muy sólido".
"Casi inmediatamente, a Jodie se le ocurrió la idea de entregarle el guión a Mel Gibson. Tenía una relación con él que se remontaba a Maverick, la película que hicieron juntos en 1994. Son amigos desde entonces".
Foster era plenamente consciente de lo gran actor que es Gibson y sabía que posee una gran vis cómica.
"Walter Black (y su castor) tenía que ser alguien que pudiera comprender plenamente y trasmitir a un mismo tiempo comedia y tragedia", observa Foster. "Hace más de 15 años que Mel y yo somos amigos, hemos tenido muchas y largas discusiones sobre la vida, así que es natural que recurriera a él".
"Jodie me llamó y me preguntó si podía echarle una mano", recuerda Gibson. "Y, naturalmente, la adoro, quería volver a trabajar con ella, y me gustó el material, así que nos pusimos manos a la obra".
"Me pareció una gran idea, pero muy poco probable", reconoce Golin, "porque Mel no había hecho nunca una película de este tipo. Pero Jodie le envió el guión y, dos o tres días más tarde, le dijo que quería hacerlo. Al principio, pensé que no lo decía en serio, era una de esas cosas que no me parecían posibles".
Pero lo era. Y resultó, de hecho, que encajó a la perfección.
Según explica Foster: "Es un actor de enorme talento. La verdad es que siento que he tenido una suerte increíble de haber podido contar con alguien así, que asumió su personaje, le aportó tanto, sin aspavientos ni complicaciones. Llegaba y, en dos tomas, acababa. Así es Mel".
"Gibson posee la insólita capacidad de poder resultar muy gracioso en una situación seria", comenta Golin, "y posee tremendas reservas de energía como actor. Me parece algo importante porque, a pesar de sus elementos cómicos, la naturaleza del guión es oscura y dramática. Pero creo que el humor que aporta es el contrapunto perfecto".
Con su directora y su estrella ya elegidas, Golin y su socio Keith Redmon unieron fuerzas con la productora neoyorkina Ann Ruark para sacar adelante el proyecto. Golin y Ruark ya habían producido anteriormente la galardonada película de Alejandro González Iñárritu Babel.
Después, se incorporarían además Summit Entertainment, Participant Media e Imagenation Abu Dhabi para encargarse de la financiación, mientras que Summit se encargaría también de la distribución. Las cosas seguían avanzando. Aún quedaban, sin embargo, otros tres papeles importantes por asignar, los tres miembros restantes de la familia Black: Meredith, la mujer de Walter, Porter, su hijo adolescente, y el pequeño Henry, de siete años.
Dada la profunda conexión que sentía con el material, Foster se dio cuenta de que quería interpretar el papel de Meredith. No estaba, no obstante, muy segura de la reacción de Mel, así que se presentó personalmente en su casa para darle la noticia y comprobar si el actor se sentía cómodo con ella. Gibson se mostró encantado.
"Siempre es algo estupendo", asegura. "Ya he trabajado antes con ella y me encantó. Siempre está disponible, siempre habla contigo por teléfono, aunque no la llames con mucha frecuencia, siempre está ahí si necesitas una amiga. Así que me alegró mucho poder volver a colaborar estrechamente con ella".
Para el papel de Porter, el super-inteligente hijo de 17 años de los Black, Foster no tuvo que buscar muy lejos. Estaba convencida de que Anton Yelchin era perfecto para él. Porter desprecia a su padre y lucha con sus propios demonios internos mientras trama una forma de escapar de su familia. Cobra a sus compañeros del colegio menos dotados por escribirles sus trabajos de clase, con intención de ahorrar suficiente dinero para un viaje por carretera por todo el país y para la universidad. No se trata del típico papel de adolescente.
"Anton es un joven actor asombroso y creo que aporta dos aspectos a la vez: por un lado, una increíble profundidad y, por otro, una auténtica simpatía y sencillez, posee ambas cosas a la vez, algo que resulta bastante difícil de encontrar en jóvenes actores", afirma Foster.
Pero Yelchin tiene una gran capacidad como actor. En 2009, logró una excelente acogida como coprotagonista de dos grandes superproducciones: Star Trek XI, de J. J. Abrams, y Terminator Salvation. El año anterior, había cosechado entusiastas críticas por su interpretación del personaje principal de Charlie Bartlett. Así que se decidieron por Yelchin.
Costó algo más de trabajo encontrar al actor adecuado para el papel del hijo de siete años, Henry, aunque al final se optó por el californiano Riley Thomas Stewart, un pequeño de gran talento.
Cherry Jones, la extraordinaria ganadora de los premios Emmy y Tony, fue elegida para el papel de la vicepresidenta de la empresa juguetera de Walter, JerryCo, mientras que la reciente candidata al Oscar® Jennifer Lawrence interpreta a Norah, la animadora de instituto con la que Porter entabla una relación cuando ella le pide que él le escriba el discurso que tendrá que pronunciar en la ceremonia de graduación del instituto.
"Jennifer Lawrence es asombrosa", afirma Foster. "Ojalá pudiera atribuirme el mérito de haberla descubierto, pero ya había visto muchas escenas de Winters Bone antes de elegirla y ya había dicho que era una actriz increíble, con una gran profundidad y presencia en pantalla. La verdad es que cambiamos en gran medida el personaje, de cómo figuraba en el guión, después de saber que contábamos con Jennifer, conociendo lo que ella aportaba al papel".
Una vez finalizada la selección del reparto principal, Foster, Golin y Ruark se pusieron a reunir al equipo creativo de la película, y lograron juntar a un extraordinario grupo de técnicos del cine, entre los que figuraban el director de fotografía Hagen Bogdanski, el diseñador de producción Mark Friedberg, la diseñadora de vestuario Susan Lyall y la montadora Lynzee Klingman.
Bogdanski es conocido por su trabajo en la película alemana ganadora del Oscar®, La vida de los otros. Friedberg es uno de los diseñadores más destacados de la actualidad, con créditos que incluyen varias producciones independientes de vanguardia (Synecdoche, New York) así como cintas más convencionales (Novia a la fuga).
Lyall y Klingman han colaborado antes con Foster en sus dos filmes anteriores como directora, El pequeño Tate y A casa por vacaciones. No solo eso, sino que Lyall ha diseñado, además, el vestuario de muchas de las películas en las que Foster ha tenido un papel protagonista.
Los realizadores tomaron la decisión de montar la producción en Nueva York y rodar El castor en la zona, usando localizaciones reales siempre que fuera posible. Encontrar dichas localizaciones resultaba crucial. Foster quería lugares que reflejaran las identidades de los personajes y dijeran a la vez algo de cómo eran por dentro.
El equipo de localización de exteriores compuesto por Ryan Webb y Stephen Grivno se puso a buscar escenarios por los cinco distritos de la ciudad de Nueva York, y llegaron a ampliar su búsqueda hasta los suburbios, hacia el norte, en Westchester. Acabaron en el pueblo de Harrison, donde el entorno y el aspecto de las casas encajaban con la visión que tenía Foster.
Uno de los requisitos de Foster para la película era que la fachada del hogar de los Black fuera de piedra y madera, quería evitar el típico ladrillo rojo. Se eligieron dos casas de Harrison que hicieran las veces de la residencia de los Black. La primera se usaba principalmente para exteriores, sobre todo la zona del garaje, mientras que la segunda casa, situada justo en la esquina de un cruce, con un perfecto paisaje suburbano de fondo, aportaba la entrada principal, la piscina posterior y los interiores de la planta de abajo.
Se eligió una tercera residencia más modesta en la zona para que sirviera de casa de alquiler a la que Meredith y sus hijos se retiran tras abandonar a Walter, cuando se niega a desprenderse del castor.
También se encontraron otras dos localizaciones importantes en Westchester, ambas en la cercana White Plains. Una, un complejo de oficinas, antigua sede de IBM en Westchester, haría las veces de las oficinas de JerryCo, la empresa de juguetes que hereda Walter; la otra era el instituto de White Plains, donde el equipo de rodaje filmó a lo largo de dos fines de semana consecutivos las escenas de Porter, Norah y varios compañeros de clase de Porter.
Se eligió una última población de Westchester para el rodaje: Mamaroneck. Su calle mayor, Boston Post Road, sirvió de escenario de la carrera de Walter por la acera con el castor y de ubicación de una tienda de juguetes y una licorería que figuran en la historia.
Acerca de la producción
En los días previos al inicio del rodaje, se llevaron a cabo ensayos con el reparto, mientras que la filmación propiamente dicha de El castor dio comienzo el 19 de septiembre de 2009 en exteriores en el instituto de White Plains, tras lo que vendrían varias semanas de rodaje en las residencias de Harrison, y en Mamaroneck. El rodaje se trasladaría después temporalmente a Brooklyn, donde Foster filmó la velada de Meredith y Walter en un elegante restaurante del barrio de DUMBO de dicho distrito y, al día siguiente, el trayecto de Porter con Norah por la parte mala de la ciudad, en el astillero naval de Brooklyn.
En el Centro Rockefeller de Manhattan, el equipo rodó la importante secuencia de la aparición de Walter con el castor en el programa de entrevistas de la cadena NBC The Today Show, con la participación de Matt Lauer haciendo de sí mismo. La producción se trasladó entonces durante varios días al Bronx, a la residencia Andrew Friedman del Grand Concourse, una estructura clásica de cuatro plantas a imagen del Palacio de la Cancillería de Roma. Construida como residencia para la empobrecida clase media durante la Gran Depresión, en la actualidad se utiliza como centro comunitario, y sus interiores hicieron las veces de un hospital psiquiátrico en la película.
Tras regresar a Harrison, el equipo de rodaje terminó con las escenas interiores en el hogar de los Black, antes de pasar al complejo de oficinas de White Plains para las secuencias de JerryCo. Después de acabar con estas escenas, el equipo se trasladó de Westchester a un estudio en Greenpoint, Brooklyn, para filmar en platós que representaban una habitación de hotel y los dormitorios de la planta superior de los Black.
Aunque los exteriores suponen una parte importante del aspecto general de una producción, el estilo visual de una película está definido en última instancia por el director y su equipo creativo: director de fotografía, diseñador de producción y diseñador de vestuario. Foster habló largo y tendido con sus colaboradores sobre lo que buscaba.
"Jodie y yo estábamos de acuerdo en que la película debía tener una fotografía realista y natural, nada surrealista ni impresionista, sino muy sencilla", explica el director de fotografía, Hagen Bogdanski. "No teníamos intención de presentar nada como si se tratara de algo fantástico. No se trata de un cuento de hadas, sino de la emotiva historia de un hombre y su familia, y la presentamos de una forma muy directa. Todo es real. No hay efectos digitales en ninguna parte de la película".
La sensación de realismo también se reflejó en el trabajo del diseñador de producción Mark Friedberg.
"En cierto aspecto, El castor es una historia arquetípica, tiene cierto aire a fábula. No está ambientada en ninguna ciudad ni estado concreto, sino enteramente en los suburbios, en un lugar real", comenta el diseñador de producción Friedberg. "Queríamos que todo resultara real".
Pero real no significa recargado ni atestado de cosas.
"Jodie me llevó a elegir una paleta de colores austera para la película. Así es como quería contar la historia. Me mostró fotografías de paredes sin gran cosa en ellas. No quería espacios recargados, porque emocionalmente la película ya va a lugares donde suceden muchas cosas. Los espacios que no están atestados dejan huecos para que los llene el espectador, igual que un poema".
Los espacios, sin embargo, no están ni mucho menos vacíos.
"No puse nada en los decorados sin que Jodie lo viera antes", señala Friedberg. "Es muy concreta sobre lo que entra en el plano, tiene mucho cuidado con el mundo de los personajes. Creo que todos los decorados darán la sensación de formar parte del mundo en el que vive la gente de la película. Jodie ha interpretado a muchos personajes y su forma de dirigir es a través de los personajes en el espacio".
"El cuarto de Porter es un buen ejemplo de ello. Porter es culto, lee novelas, el movimiento beatnik, y está organizando un viaje por el país. También escribe un diario. Y, en ciertos aspectos, es el típico adolescente. Hay muchos elementos a tener en cuenta. Pero no queríamos excedernos con la dirección artística de su cuarto ni de su mundo".
"A Jodie se le ocurrió la excelente idea de que Porter lo anota todo en Post-Its. Los vemos por todo el lugar, por todas partes. En última instancia, el mundo de Porter es un mundo de Post-Its".
Foster señala: "La película es seguramente todo lo contrario, visualmente, de cómo esperarías que fuera una película sobre un tipo que lleva una marioneta en la mano. Ya se sabe, rodada con lentes anamórficas, con una elegancia increíble y unas composiciones igualmente elegantes; pero es más bien normal, casi alemana. Es un retrato de una familia norteamericana y, a medida que la historia se va haciendo más oscura, hay mucho espacio negativo y vacíos, que reflejan el estado psicológico de Walter".
Las conversaciones de Foster con la diseñadora de vestuario Susan Lyall también se orientaron hacia los personajes y los lugares.
"A Jodie le interesaba que la película no mostrara los suburbios de la manera habitual, es decir, los malvados suburbios, donde la gente lleva vidas prefabricadas, aplastados por la conformidad, y todo es anodino, las casas son similares y todo el mundo se parece", explica Lyall.
Foster quería más bien que los personajes tuvieran un vestuario personal y característico de cada uno; el siguiente paso lógico fue, por tanto, que la propia naturaleza de los personajes sirviera de inspiración para definir la ropa que llevaban.
Lyall lo ilustra de la siguiente manera: "Jodie y yo nos inventamos una historia anterior de Meredith en lo referente a su ropa. Decidimos que si Walter no hubiera heredado la empresa de juguetes de su tío, estaría viviendo con su familia en Nueva York. Así que la ropa de Meredith es de buen gusto, bien hecha y con estilo. No la compra en el centro comercial".
El precioso vestido de noche azul oscuro que lleva Meredith la noche en la que sale con Walter es un ejemplo de esa clase de sofisticación, algo que podría comprarse en tiendas de la categoría de Saks de la 5ª Avenida o Bergdorf Goodman.
"Y Meredith le compra la ropa a Walter, así que lo que él lleva también es de buen gusto", prosigue Lyall. "Masculina, pero de buen gusto. Jodie no quería que Walter pareciera moderno, pero tampoco desfasado, como un inventor o un científico, sino más bien como un ejecutivo que también vestía informalmente en casa como haría cualquier ejecutivo".
"En JerryCo, Walter lleva buenos trajes, pero para las escenas en la casa me fijé en cómo vestía Mel cuando no estaba rodando y vi que se sentía más cómodo con botas de trabajo, vaqueros y camisas informales. Usamos variantes de eso para vestir a Walter".
"Porter, por otro lado, lleva vaqueros azules. Es como una página en blanco, ahonda en la psique de los demás para poder escribir como ellos. Lleva el pelo muy corto y viste de gris y beis, colores neutros, como si quisiera desaparecer. Pasa de los colores, salvo cuando tiene una cita con Norah. En esa ocasión, quizá a modo de declaración, lleva un abrigo oscuro".
También se puso mucho cuidado en el vestuario de Henry, el pequeño de siete años de la familia Black.
"Jodie y yo tenemos hijos", comenta Lyall. "Sabemos lo rápido que se les queda pequeña la ropa a los niños. De pronto, no les entran los pantalones o las perneras se han quedado demasiado cortas. Así que, con todo lo que lleva Henry, hay un elemento del conjunto que le está un poco pequeño".
El castor y la dinámica de la familia Black
El aspecto realista de El castor también quedó establecido y posteriormente mantenido en la forma de trabajar de Foster con los actores. Se hacía hincapié en el realismo, el naturalismo, la espontaneidad y las emociones auténticas. Lo que conduce, naturalmente, a una reflexión sobre quién y qué es exactamente el castor y cómo encaja con la estructura realista de la película.
"A título personal, me identifico mucho con el castor en cuanto a la vida cotidiana", comenta el productor Golin. "Hay momentos, por ejemplo, en los que estás en la ducha y estás nervioso por algo y te pones a darte ánimos a ti mismo, diciéndote: Sabes que tienes que ponerte las pilas. Tienes que esforzarte más".
"Creo que la gente tiende a hacer eso, crear una especie de alter ego, y lo que ocurre en la película es una versión corregida y aumentada de ese fenómeno, ese instinto de la gente, que se manifiesta físicamente en la marioneta del castor".
Foster concuerda con él: "Creo que hay muchos ejemplos auténticos en nuestra cultura, que se repiten una y otra vez, de gente que asume una personalidad distinta, se dividen, a fin de hacer frente a una situación que los supera. Lo vemos en la vida diaria, hay cosas que sabes que simplemente no puedes afrontar, así que encuentras un modo de sobrellevarlas".
Killen, a quien el concepto de la marioneta del castor fue lo que lo impulsó a escribir el guión, no sabría decir exactamente de dónde provino la inspiración. Inicialmente, creyó que había llegado inconscientemente de algún lugar de lo más profundo de su imaginación. Al menos, hasta que le dejó el guión a su madre.
"Su reacción fue decir: Supongo que esto viene de cuando estabas en el octavo curso [13-14 años], y te dio por adoptar la voz de la rana Gustavo", recuerda Killen. "Te tiraste meses y meses hablando así, esa voz se convirtió en algo instintivo para ti. Hasta que paraste".
"Me sirvió para explicar un poco por qué escribí un guión en el que un padre se convierte en un castor. Me resulta familiar, a pesar de que, cuando lo piensas, es una locura".
Locura o no, Golin quedó especialmente impresionado con Gibson y cómo adoptó completamente la idea de Killen durante el rodaje.
"Al crear el personaje de Walter y la voz del castor, creo que Mel estuvo muy creativo. En lo que respecta a la voz y el lenguaje, eleva su trabajo a un plano muy superior".
"En el guión de Kyle, cuando Walter habla como el castor, lo hace con un acento inglés, pero Mel utiliza un acento cockney dinámico, casi musical, que resulta en cierto modo emocionante. Mel nunca improvisa, pero consigue que el castor suene irreverente y algo más sarcástico de cómo está escrito, sin dejar de ser visionario. Sirve para reforzar lo que hace el guión: conseguir que la gente se trague el concepto del castor. Por lo que respecta a la película, es algo que interesa a todos".
"Siempre vimos al castor como alguien de clase obrera", agrega Foster. "Es encantador porque es algo brusco y posee un carácter masculino. Es todo lo que no es Walter. Walter era un niño rico que creció en los suburbios y posee una fragilidad de la que el castor carece. Así que, naturalmente, elige un personaje que es diametralmente opuesto a él... para no tener que ser esa persona que se está defraudando a sí misma una y otra vez".
Golin amplía: "Meredith, el personaje de Jodie, aguanta a Walter como el castor por lo mucho que quiere a su hijo pequeño, Henry, y lo preocupada que está por él. Henry está encerrado en sí mismo, retraído socialmente. Cuando aparece el castor, se anima y suplica a su madre que permita al castor seguir formando parte de sus vidas. Resulta creíble que una madre esté dispuesta a cualquier cosa por ver salir del cascarón y progresar a su hijo".
"En cuanto a la gente de la compañía juguetera, les interesa económica y profesionalmente seguir la corriente al castor y sus planes".
"Porter, el hijo adolescente, es el único personaje que no está dispuesto a tragar con el castor, hasta llegar al punto de decirle a su hermano pequeño que el castor no es real. Porter está básicamente espantado por la conducta de su padre, como lo estaría casi cualquier chico de 17 años. Tiene un miedo horrible a acabar como su padre, locura incluida, por lo que no siente la más mínima compasión por él".
En palabras de Gibson: "Como la mayoría de los adolescentes, Porter es rebelde y no quiere conocer a sus padres. Anton Yelchin hace un trabajo excelente. Es un gran actor. Lo interpretó perfectamente. La agonía de ser adolescente con un padre al que considera un completo fracasado".
"El objetivo principal de Porter es evitar acabar como Walter y, en general, evitar tener ningún tipo de personalidad, por miedo a que acabe pareciéndose a él, al fin y al cabo", explica Anton Yelchin. "En cierto modo, intenta desconectarse por completo. Pero, naturalmente, su padre y él se parecen en aspectos que le duele mucho a Porter reconocer".
"Creo que los tres miembros varones de la familia Black tienen mucho en común. Y, cada uno a su modo, poseen ciertos elementos del castor, reprimiendo ciertas partes de sí mismos y construyendo muros que los separan del exterior, por lo que el castor como identidad para Walter cobra cierto sentido".
Foster agrega: "Es fácil ver El castor como una historia sobre un tipo que se pone una marioneta en la mano, pero es igualmente la historia de un hijo que se parece mucho a su padre, aunque desearía no hacerlo".
El castor como fenómeno
Uno de los aspectos más fascinantes de El castor es la propia marioneta, y cómo afecta, no solo a los personajes, sino a los propios actores. En especial a Mel Gibson. Gibson se esforzó al máximo al preparar este aspecto del papel. Para cuando empezó el rodaje, se había convertido en un auténtico experto en manipular físicamente el castor, capaz de dotar a la criatura de una voz cautivadora y una personalidad electrizante. Fue algo asombroso.
Gibson observa: "La dinámica de ponerte una marioneta de peluche en la mano y hacer que hable ella por ti te da una cierta libertad y posee una extraña magia que resulta natural. Al estar lo suficientemente relajado como para no preocuparte gran cosa por nada, la marioneta puede llegar a resultar brillante a través de ti o tú puedes llegar a resultar brillante gracias a la marioneta".
Además, Gibson demostró ser todo un maestro coordinando los movimientos de su mano con las palabras, sentimientos y actitud del castor. El castor llegó a hacerse cada vez más real.
"Mel se metió en serio en el arte del titiritero", recuerda Foster. "Yo no dejaba de repetirle: Oh, no te preocupes por manipular la marioneta, ya sabes que no tiene que ser perfecto. Pero, al final, Mel tenía toda la razón porque, con el tiempo, Mel fue mejorando cada vez más la sincronización de la marioneta con sus palabras, lo que supuso una gran diferencia, porque empiezas a olvidar que el castor no es una persona real".
Pero, en la historia, es en Walter (Gibson), naturalmente, donde la magia del castor surte efecto con más fuerza. En palabras de Kyle Killen, una vez que Walter reinicia su personalidad como el castor, afronta la vida en sus propios términos y es capaz de sacarle provecho, transformándose de un fracasado deprimido a un hombre de negocios y de familia creativo y dinámico.
"El castor le proporciona el eslabón que le faltaba", explica Gibson. "Pasa a tener un portavoz, un intermediario para lo que está claro que va mal desde hace mucho tiempo, y dicho intermediario puede ser encantador y expresar cosas que quizá él no sea capaz de hacer".
Walter avanza a toda máquina. La frenética energía del castor cautiva a su hijo pequeño, Henry, y lo convierte en un carpintero de primera. También afecta a la mujer de Walter, Meredith, que recibe de buen grado a su revitalizado pero chiflado marido nuevamente en su vida, dado que ahora se parece más al hombre que conociera.
(Al hijo mayor, Porter, le deja no obstante indiferente el cambio obrado en su padre y quiere, más que nunca, distanciarse de él, incluso repudiarlo.)
El castor también ejerce una influencia positiva en el trabajo. Consigue invertir el declive de JerryCo al retirar varias líneas trasnochadas de juguetes e inicia la producción de "El kit del Castor", cuyas ventas se convierten en un fenómeno mundial. La producción y los beneficios de JerryCo alcanzan nuevas cotas.
Pero, para cuando Walter y el castor aparecen en el programa de entrevistas de Matt Lauer, The Today Show, la marioneta se ha transformado en un alter ego menos benévolo y más manipulador, con resultados desastrosos. Mientras, en casa, Meredith decide separar a la familia del castor y sus descabellados planes, antes de que alguno de ellos sufra algún daño irreparable. La moda de los kits lanzados por el castor no tarda en desvanecerse, como suele ocurrir con todas las modas, y la suerte de JerryCo empieza a decaer.
La temperatura dramática de la historia aumenta significativamente en este punto, lo que se refleja en el estilo visual de la película, así como en la acción. Según el director de fotografía, Hagen Bogdanski, la aparición del castor en el programa matutino supone la primera vez que vemos al castor como una imagen aislada en el filme.
"Antes, siempre vemos al castor en la mano de Walter, como parte de Walter. Nunca lo vemos solo, sino que siempre está conectado a la familia. Ahora que el fenómeno es menos positivo, pasamos a verlo de manera distinta, menos conectada".
Gibson agrega: "El truco, en mi opinión, y que Jodie logró plasmar a la perfección, era mantener un delicado equilibrio estilísticamente entre no limitarse a convertirlo en una payasada sobre un individuo con una marioneta en la mano, sino que tuviera algún tipo de sustancia y enfocarlo de una manera tan real como fuera posible".
El reparto y el rodaje
La atmósfera en el plató de El castor a lo largo de todo el rodaje fue de intensa creatividad, con ideas muy claras, un profundo entusiasmo y una buena dosis de alegría y buen humor.
Cherry Jones recuerda: "Fue un placer trabajar en El castor, gracias a que contábamos con una magnífica directora. Jodie se ha criado en esta industria y siente el mayor de los respetos por todos y cada uno de los integrantes del equipo técnico y del reparto, y lo demuestra".
"También me pareció que estaba haciendo un trabajo maravilloso en la dirección, al buscar la profundidad, sin recurrir nunca al guiño fácil".
Golin agrega: "Mel es uno de los actores más sencillos con los que he trabajado nunca. También es un gran cineasta y ha brindado todo su apoyo y toda su colaboración a Jodie".
"Estaba completamente fascinado con Mel y Jodie, ha sido una experiencia de aprendizaje fantástica para mí, estar cerca de ellos, observarlos y escucharlos", asegura Anton Yelchin. "Empezó inmediatamente, durante los mismos ensayos. Mel tenía muchas ideas interesantes sobre el personaje, comprendía muy bien a Walter, lo que me resultaba muy importante, porque Porter y Walter están estrechamente relacionados. Están básicamente debatiéndose con los mismos problemas, así que podía sentir que mi personaje crecía con solo observarlo y escuchar lo que tenía que decir".
"Y escuchar a Jodie resulta sumamente instructivo. Sabía perfectamente cómo mantener un equilibrio entre los aspectos trágico y cómico de la historia, y comprendía muy bien a Porter. Además, como ella misma es una actriz extraordinaria, conoce muy bien lo que necesitas en cada situación. Sabe cómo apoyarte mientras rebuscas en tu interior hasta que lo encuentras tú mismo".
Jennifer Lawrence, que interpreta a Norah, se hace eco de las palabras de Yelchin. Dice haberse quedado pasmada con su directora.
"No me canso de repetirlo: no creo haber conocido a una persona a la que respete más que a Jodie. Para empezar, seguramente sea la persona más inteligente con la que me he cruzado pero, lo que es aún más importante para la película, sabe hablar con los actores, cómo ayudarlos".
"Y técnicamente imagino que es un genio. Sabe exactamente lo que quiere con la cámara, cómo se montará y cómo explicarlo claramente al reparto y al equipo. Es asombrosa".
Un aspecto del rodaje que resultó un placer para todos fue ver a Foster desempeñar dos funciones a la vez, como directora y estrella, y cómo era capaz de manejarlas ambas cuando era necesario.
"Es asombroso cuánto aportó Jodie al papel de Meredith", afirma Golin. "Sobre el papel, Meredith puede no parecer más que la esposa. Pero Jodie la ha dotado de mucho más peso y sustancia. Es interesante verla trabajar a la vez como actriz y directora. Tiene tanto talento que hace que parezca sencillo. Pero sé que no puede serlo. Aunque esa es la impresión que deja Jodie".
Tras nueve semanas de trabajo, el rodaje de El castor concluyó finalmente el 20 de noviembre de 2009 en los Estudios Cinema World de Brooklyn, Nueva York.