Cinemanía > Películas > Adam > Comentario
Destacado: Pedro Martín-Calero dirige 'El llanto' con Ester Expósito
  Adam  Dirigida por Max Mayer
¿Qué te parece la película?
Gracias
Ver resultados

Dirigida y escrita por el director teatral Max Mayer, y protagonizada por Hugh Dancy, Rose Byrne, Frankie Faison y Mark Linn-Baker, junto a Amy Irving y Peter Gallagher. La película está producida por Leslie Urdang, Miranda de Pencier y Dean Vanech. Los productores ejecutivos son Dan Revers y Christina Weiss Lurie; los coproductores son Gary Giudice y Geoff Linville. El equipo de producción está compuesto por el director de fotografía Seamus Tierney, el montador Grant Myers, la diseñadora de producción Tamar Gadish, la diseñadora de vestuario Alysia Raycraft, el compositor Christopher Lennertz y la supervisora musical Robin Urdang.

¿Qué ocurre cuando uno se enamora de alguien para quien el mismo amor resulta un concepto extraño? En la insólita comedia romántica ADAM, la historia de un idilio entre una inteligente y sofisticada joven y un muchacho misterioso, no menos inteligente, que siempre ha vivido protegido, se convierte en una incursión rociada de humor en el enigma de la química romántica y las conmovedoras formas que la gente encuentra para relacionarse, incluso cuando es imposible que vean el mundo de la misma manera.

El amor entre Adam y Beth, aun siendo único en el mundo del cine, contiene elementos con los que todos podemos identificarnos aunque seamos "neurotípicos". "En realidad, lo esencial es que todas las relaciones son difíciles y están llenas de malentendidos, porque ése es exactamente el cableado que tenemos en el cerebro", afirma, riéndose, el guionista y director Max Mayer. "No es culpa nuestra, a decir verdad. Pero creo que un argumento como éste llega a la idea de que todos nosotros también tenemos una especie de inocencia muy adentro, con la que aún podemos conmovernos mutuamente".

La película supone el exitoso debut en el género del largometraje de Mayer, quien ha dirigido más de cincuenta nuevas obras teatrales en el circuito de fuera de Broadway y en todo el país, además de haber dirigido también algunos de los programas de televisión de más prestigio, incluidas las series "Alias" y "El Ala Oeste de la Casa Blanca". La inspiración para ADAM le llegó, muy adecuadamente, cuando menos lo esperaba. Un día, estaba Mayer oyendo la radio cuando, repentinamente, se quedó absorto en la historia de un hombre que padecía el Síndrome de Asperger, una forma cada vez más extendida de un autismo de alto rendimiento cuya marca distintiva es una incapacidad de interpretar lo que las demás personas piensan y sienten. Los afectados por este síndrome pueden ser muy inteligentes, incluso de una brillantez que se salga de lo común, pero a menudo están socialmente aislados porque perciben toda conducta humana normal como extraña, irracional y hasta disparatadamente incomprensible. Son, esencialmente, "ciegos mentales".

Se le vino a la mente a Mayer que todos nosotros tenemos una visión momentánea, y mareante, de esa clase de confusión en las relaciones amorosas –cuando cada uno de nosotros se convierte en un detective aficionado y torpe que trata de entender a ese ser completamente extraño que hace que nuestro corazón lata más deprisa–, y no pudo evitar preguntarse cómo sería para una persona que sufra el Síndrome de Asperger tener un idilio con alguien que no padece la enfermedad. El concepto no sólo parecía rebosante de percances con los que uno puede identificarse, sino que era una nueva y rica forma de considerar la cumbre de las emociones humanas desde el nuevo punto de vista de alguien que ve las emociones de forma diferente.

Así nació el personaje de Adam. Si las mujeres son de Venus y los hombres de Marte, Adam parece de una galaxia totalmente distinta, pero eso no le impide ir en pos de su propia versión del romance, por más que tienda al desastre, con un valor y un temple extraordinarios.

"Cuando escuché a ese hombre que hablaba en la radio del Síndrome de Asperger, me di cuenta de que no sólo estaba describiendo su propia y extremadamente emocionante odisea, sino que también se refería a algo acerca de la condición humana en general", afirma Mayer. "Todos estamos atrapados en nuestras propias cabezas y sólo podemos tratar de adivinar la experiencia que otra persona tiene del mundo, incluida aquélla a la que amamos. Eso es lo que me inspiró para dar comienzo a ADAM. Cuando empecé a escribir, caí en la cuenta de que la relación entre Adam y Beth es una versión extrema de un dilema muy habitual al que todos nos enfrentamos en la vida: la necesidad de una relación íntima con algo que es forzosamente extraño: otra persona que tiene su propia idea del mundo".

Residente en Nueva York desde hace mucho, Mayer escribió ADAM como un clásico idilio de Manhattan del tipo chico-conoce-a-chica-en-un-edificio, pero con un giro singular. Después de todo, entre este chico y esta chica se alzan más obstáculos que los habituales y circunstanciales; se interpone el misterio del propio cerebro humano.

Para crear a Adam como personaje con todas las de la ley, Mayer comenzó estudiando lo poco que hoy se conoce sobre el Síndrome de Asperger. Al igual que Adam, quienes lo padecen se han señalado como personas que dicen la verdad con una franqueza increíble, y que son del todo indiferentes a las convenciones sociales. Se cree que el Síndrome haya probablemente existido durante la mayor parte de la historia humana. Se ha especulado, en efecto, con la posibilidad de que varios científicos, escritores, artistas y otros genios "difíciles de entender" puedan haber tenido el Síndrome; entre otros, Albert Einstein, Amadeus Mozart, Isaac Newton y James Joyce.

Aunque el Síndrome de Asperger puede ser causa de aislamiento y debilitación para algunos, muchas personas que tienen que vivir con él también destacan por sus logros, especialmente en nuestro mundo, cada vez más dominado por la alta tecnología. En la actualidad, existe una creciente y poderosa comunidad de personas afectadas por el Síndrome de Asperger que se llaman a sí mismos los "Aspies".

"Los Aspies no hablan de su estado como de una discapacidad; simplemente nos llaman al resto "neurotípicos" ", señala Mayer. "Cuando asistí a alguna de las reuniones de Asperger, vi a una amplia variedad de personas, todas las cuales, básicamente, comparten idéntico rasgo: la incapacidad de darse cuenta de las emociones partiendo de expresiones faciales o instintos. Esa parte del mundo resulta más misteriosa para ellos. Sin embargo, el Síndrome también está asociado a diversas personas de genialidad comprobable".

Mayer esbozó a Adam como a alguien perteneciente al extremo superior del espectro: inteligentísimo, capaz de llevar su propia vida independiente y nada convencional, aunque aislado del amor porque nunca ha sabido cómo tender la mano para salir de su mundo interior; esto es, hasta que se ve obligado a hacerlo por el interés que Beth, su nueva vecina, muestra por él. "Adam funciona bien y tiene un montón de aficiones muy en onda, como la astronomía y el teatro, pero está esencialmente aislado del mundo exterior. Se defiende muy bien, pero cuando tropieza con Beth, se da cuenta de que ésa no es la manera como hay que ser", explica Mayer.

Al crear a Beth, Mayer elaboró con esmero una volátil mezcla química a base de alguien que es el absoluto polo opuesto de Adam: una mujer muy emotiva, intuitiva y socialmente vivaz que busca una clase de amor más profundo que el que nunca ha conocido. Veterana del circuito de contactos de Nueva York, Beth cree que lo ha visto todo. Pero Adam es una experiencia por sí mismo. Físicamente atraída por Adam al principio, se queda desconcertada al descubrir que su curiosa conducta y su extraña intensidad la atraen aún más, y tiene que admitir que, por muy distinto que sea, nunca nadie había despertado en ella tales sentimientos.

"Beth conoce a Adam antes de que lo etiqueten, de modo que cuando se entera de lo del Síndrome de Asperger ya está suficientemente interesada en él como ser humano, como para que la noticia no sea más que otro dato", dice Mayer. "Naturalmente, ella piensa que es guapo, pero cuando llegan a conocerse mejor, lo que realmente le llega es su rectitud, algo por lo que siente verdadera ansia en su vida y que es inusitadamente distinto de lo que ha conocido en relaciones anteriores".

La colisión entre Adam y Beth está destinada a provocar chispas, pero también los empuja a ambos hasta lugares a los que no sabían que pudieran llegar. "Cada uno encuentra en el otro algo liberador", explica Mayer. "Para Adam, Beth es como un curso de postgrado en Relaciones Humanas, ¡tanto es lo que aprende de ella sobre cómo enfrentarse al mundo! A Beth, Adam le enseña cómo expresarse con libertad, cómo vivir con honestidad para acabar siendo fiel a quien ella es".

Cuando Leslie Urdang, socia de Mayer en la producción teatral, leyó su guión, le emocionó la posibilidad de que ésta fuera su primera película juntos. Incorporó a su consocio de Olympus Productions, Dean Vanech, y a la productora independiente Miranda de Pencier para completar el equipo. "Lo que nos atrajo a todos del guión es que sea una historia de amor que nunca antes se había contado, pero también que trate de algo que todos experimentamos: el anhelo de establecer una relación", explica Urdang. "Hace mucho que conozco a Max y sé cuán inteligente es y cuán grande es su corazón, y que todo él lo ha puesto en la pantalla".

A lo que de Pencier añade: "Es un relato muy nuevo acerca del amor, los prejuicios y la comunicación. Trata de lo difícil que es relacionarse; de cuánto cuesta identificarse con alguien y, pese a todo, cómo, al final, todos somos humanos y seguiremos buscando alguna clase de amor. Me parece que lo que entusiasmó tanto a todos fue que hay mucha emoción y mucha diversión".


Un Extraño en Nueva York: Hugh Dancy es Adam
En su papel de misterioso joven que conserva una inocencia tan encantadora como transparente y sincera, Adam se incorpora a una breve lista de memorables personajes autistas del cine, incluidos Dustin Hoffman en EL HOMBRE DE LA LLUVIA y Peter Sellers en BIENVENIDO, MR. CHANCE. Pero Adam es también muy diferente porque es un personaje que se visto colocado en medio de un mundo –el de la comedia romántica– en el que casi nunca se ve a las personas que tienen diferencias neurológicas, en el que están casi prohibidas, porque hace lo que nadie esperaría que hiciera: enamorarse de una chica aparentemente inalcanzable a pesar de todos los inconcebibles obstáculos.

Para llegar al corazón y al humor de la inesperada odisea de Adam, Max Mayer comprendió que iba a necesitar un tipo de actor muy especial. Necesitaba a alguien que fuera atractivo a primera vista pero también capaz de adentrarse a fondo y sin restricción en una realidad diferente, en la que las complicaciones emocionales propias del amor no puedan resultar más complicadas. Al director-guionista le atrajo muy pronto Hugh Dancy, un actor inglés que es uno de los valores en alza de la escena, la televisión y la gran pantalla, a quien los norteamericanos están empezando a conocer mejor después de sus recientes interpretaciones en CONOCIENDO A JANE AUSTEN y CONFESIONES DE UNA COMPRADORA COMPULSIVA.

"Lo primero que me atrajo de Hugh para el papel de Adam fue su aguda inteligencia", explica Mayer. "Tiene una mente increíblemente activa y se le nota en la cara. El papel exige a alguien que de alguna forma sea capaz de ‘no hacer nada’ de un modo muy dinámico, y descubrí que un número relativamente corto de actores pueden lograrlo. Hugh era diferente y me parece que fue realmente capaz de abrazar al personaje de Adam porque él mismo es una persona bastante complicada, un actor profundamente serio y con enorme curiosidad por el mundo".

Dancy también mostró otra cualidad fundamental para el papel: audacia. Meyer recuerda que "cuando Hugh me llamó por primera vez, me dijo: ‘Me encanta de veras conseguir papeles que me asusten y este guión me dio un miedo de órdago’. Cuando me lo dijo, supe enseguida que este joven me respaldaría hasta el final y sin duda nos divertimos de lo lindo trabajando juntos".

Para la productora Leslie Urdang, Dancy tenía justamente el toque necesario para hacer que la delicada historia de amor funcionase. "Es tierno, es divertido y de verdad consigue la rectitud que en Adam resulta tan reconfortante", asegura. "Se siente que su cerebro y su corazón están trabajando, y Hugh es tan guapo y tan encantador que hace que resulte muy fácil comprender por qué Beth no puede abandonar a Adam".

A lo que la productora Miranda de Pencier añade: "Para interpretar el papel era necesario que Hugh fuera completamente vulnerable y sin doblez, y lo fue".

Desde el preciso momento en que comenzó a leer el guión, Dancy quedó fascinado por Adam. "Desde el principio Adam es un misterio", reflexiona. "Hay algo muy humano en él pero tiene esas rarezas que son difíciles de definir. Es un rompecabezas y lo fantástico del guión de Max es que no convierte la historia de Adam en una especie de documental médico, sino que, en vez de ello, la transforma en el cuento, inteligentemente tejido y emotivo, de un hombre y una mujer que entablan una relación".

Con todo, Dancy sabía que su trabajo estaría hecho para él. "Yo no sabía casi nada del Síndrome de Asperger, por lo que me di cuenta de que si iba a proseguir con el papel tendría que educarme", explica. "Descubrí que la realidad es que la gente está justo empezando a comprenderlo".

Además de leer libros, visitar páginas Web y consultar a Mayer, que había realizado una amplia investigación sobre el Asperger mientras estaba escribiendo el guión, Dancy conoció a varios Aspies en persona para hacerse una idea más exacta de lo que es vivir con el síndrome. "Estas personas fueron muy generosas al hablar conmigo", asegura, "y para mi fue impagable escuchar lo que tenían que decir y observarlos. Sentí una verdadera responsabilidad de hacerlo".

Aun así, por momentos se sintió como un funambulista que realizaba su número a gran altura. Prosigue: "Gran parte de la preparación para este papel fue un proceso muy solitario porque Adam está tan metido en su propia cabeza. Para mí, el reto consistía en aprender a jugar con todo un conjunto de respuestas distintas para enfrentarme a situaciones habituales. Esto me sacó de mi zona de comodidad, porque para los actores todo gira en torno a interacciones y reacciones, ¡y Adam, de eso, nada de nada! Incluso después de prepararme a conciencia, cada día tenía la sensación de correr un riesgo".

A pesar de la inseguridad, Dancy acabó encontrando estimulante dar vida a Adam. "De verdad que me divertí mucho porque tiene algo muy simpático", confiesa. "Adam no tiene planes preconcebidos, ni deshonestidad ni doblez y constantemente dice las cosas que todos nosotros desearíamos poder decir pero que las convenciones sociales nos impiden expresar. Disfruté especialmente con la rara manera que tiene de cortejar a Beth. A veces es un personaje muy divertido pero una de las claves era no salirse nunca del personaje para gastar una broma. Max y yo opinábamos que nunca había que excederse con el humor".

Pero persistía el interrogante de si alguien como Adam –atracado como está en propia isla de percepción alterada– podría o no enamorarse realmente de Beth. Dancy afirma que ello depende por completo de la definición de amor que tenga cada uno. Quizá Adam no sepa cómo enamorarse locamente pero sin duda alguna Beth hace que se desmorone su visión del mundo.

"Considero categóricamente que ADAM es una historia de amor entre dos jóvenes de Nueva York que tratan de establecer mutuo contacto", resume Dancy. "Pero lo interesante acerca de Adam es que probablemente él no haría esa pregunta sobre el enamoramiento, porque su forma de percibir las emociones es tan diferente que, para empezar, ni siquiera tendría sentido para él".


En Busca de un Hombre decente: Rose Byrne es Beth
Cuando Adam vuelve a quedarse solo después del fallecimiento de su padre y conoce a su nueva vecina, Beth, se produce un episodio de química extraño y completamente inesperado. Se siente atraída por este hombre inhabitual, inteligente, distinto, que parece tan dulce y auténtico comparado con algunos de los hombres superficiales y manipuladores con quienes se ha citado en el pasado. Y sin embargo, está clarísimo que Adam no se parece a ningún otro hombre del mundo, lo que significa que todas las reglas modernas del idilio que ella conoce tan bien, están a punto de salir por la ventana

En muchos aspectos, Beth es el yang del yin de Adam: como profesora y aspirante a escritora, es persona despierta en la vida social, muy en sintonía con las emociones y mantiene lazos estrechos, en ocasiones tan estrechos que causan dolor, con su familia. Y sin embargo, por "normal" que podría parecer, también tiene sus puntos débiles; en especial cuando se trata de tener confianza.

Para encarnar a Beth, Max Mayer buscaba a una mujer joven que tuviera un espíritu independiente y que, sin embargo, pudiera hacer que saltaran chispas viscerales con Hugh Dancy. Ambas cualidades se manifestaron cuando Dancy leyó el guión con Rose Byrne, la talentosa actriz australiana que ha atraído la atención del público norteamericano con su papel protagonista de una joven abogada en la popular serie de televisión, "Damages".

"Rose se parece mucho a Beth; es una mujer guapa además de excéntrica y cómica", observa Mayer. "Es una actriz muy instintiva que se ve empujada a averiguar la verdad. También se paraba siempre para preguntarse: ‘¿Estoy triste? ¿Estoy ya enamorada? ¿Qué es lo que está pasando?’ Y esas respuestas siempre eran complicadas, por lo que nos deteníamos a hablar sobre el particular y llegar a un acuerdo".

Leslie Urdang añade que "Rose era verdaderamente sorprendente. Hace mucho que soy admiradora suya, pero descubrí que su humor y su extravagancia, su sensualidad y curiosidad al dar vida a una mujer que podría enamorarse de un hombre como Adam eran realmente extraordinarias".

Al igual que Dancy, Byrne respondió con fuerza al guión. "Pensé que era una historia de amor tierna y encantadora con unos personajes inusitadamente pintorescos", afirma. "Me encantan las historias románticas y el drama humano, por lo que sentí una identificación instantánea con ésta. Y me pareció que Max había hallado el justo medio entre los momentos de diversión y los de ternura".

La actriz comprendió inmediatamente cómo alguien como Beth podía sentirse atraída por un hombre tan particular y poco convencional como Adam, sin saber nada más acerca de lo que le hace tan singular. "Podría parecer algo semejante a una princesa salida de un barrio aristocrático, pero Beth tiene también una actitud muy abierta. Se reserva su opinión y eso es lo que la permite al principio dar comienzo a una relación con Adam", asegura Byrne. "Es muy espontánea y curiosa y todo ello sale a la luz en su relación mutua".

También fue una ayuda que Byrne ya hubiera conocido a alguien con el Síndrome de Asperger. "Un amigo de la familia sufre Asperger, y creo que es algo que se está extendiendo. Cada vez más gente se ve afectada por alguna forma de autismo", comenta. "Lo que me gusta de Beth es que cuando por fin se entera de la naturaleza de la enfermedad de Adam, no le juzga por ello ya que descubre en él tantas cosas reconfortantes y liberadoras. Su honradez sin censura es algo rarísimo en el mundo en que vivimos y su sinceridad con ella llega verdaderamente a emocionarla".

Una vez en el plató, trabajando en sincronización con Dancy, una química especial lo dominó todo. "Hugh hizo un trabajo tan fantástico dando vida a Adam que, después, mi sensación era ‘¡Dios mío! ¡Ésta no es la persona con la que he pasado las ultimas semanas!’ ", dice, riendo. "Se metió a fondo en el papel. Lo que resultaba interesante porque, como actor, uno está continuamente tratando de reaccionar a la mirada que ve en los ojos de alguien y a su lenguaje corporal, pero los que sufren de Asperger no tienen esas cualidades. Que Hugh lo encarnara tan bien contribuyó a crear esa química tan inhabitual que existe entre Beth y Adam".

Prosigue Rose: "Por ejemplo, me encanta la escena en la que Beth y Adam se encuentran con los padres de ella en una representación teatral y Adam habla sin parar de la historia del teatro y de un montón de datos desconocidos, algo muy propio del Síndrome de Asperger, y todo el mundo se queda absolutamente perplejo. La película está llena de esa clase de comedia de errores en la que Adam no es nada más que Adam y Beth intenta lo mejor que puede que nada se desmorone".

En cuanto a lo que Adam llega a significar para Beth, Byrne afirma que es algo casi incalculable. "Adam enciende de verdad una luz en su vida", comenta, "y ella tiene que enfrentarse consigo misma y con su familia a lo grande. Su relación amorosa es agridulce pero también una experiencia tan intensa como iluminadora para ambos".

También forman parte del elenco Peter Gallagher y la candidata al Premio de la Academia®, Amy Irving, en los papeles de los padres de Rose, Marty y Rebecca Buchwald, que mantienen su propia relación, que también es complicada. Mayer había trabajado previamente con ambos en el mundo de la escena. "Yo pensaba en Peter incluso cuando estaba escribiendo el papel de Marty; y él se presentó y consiguió el papel", dice Mayer. "Y yo acababa de ver a Amy en un espectáculo interpretado por una mujer sola que trataba de la poetisa Elizabeth Bishop; me quedé tan impresionado que la pregunté si querría interpretar el papel de Rebecca. Tuve la verdadera suerte de que el guión les resultara atrayente a ambos".

A lo que Rose Byrne añade: "Trabajar con Peter y Amy fue maravilloso. Peter tiene la personalidad exuberante que realmente se necesita para ser el padre de Beth, porque tiene en la vida de su hija una presencia dominante y autoritaria –además de ser la causa de sus complicadas relaciones con los hombres. Peter realiza un excelente trabajo aportando arrogancia y duplicidad al papel, por lo que uno no está del todo seguro de que sea completamente legal, aunque al mismo tiempo percibimos su conmovedora dificultad de transmitir su amor a su hija. Y luego, Amy es todo amabilidad y garbo. Tiene una auténtica serenidad, que me parece que es algo que Rose admira de su madre y que trata de trasladar a sus relaciones. Creo que fijándonos en las interpretaciones de Peter y Amy podemos ver cómo Beth es, efectivamente, la consecuencia de tan fascinantes personas. El reparto se ha confeccionado muy inteligentemente".


Una Burbuja en Nueva York: Diseñando el Mundo de Adam
Adam no es simplemente una historia de amor poco convencional. Tiene también mucho de historia de amor por Nueva York. Para Max Mayer, parte de la diversión consistió en crear dos visiones distintas de Nueva York: la animada ciudad de la lucha y las oportunidades en la que vive Beth; y la ciudad secreta de recovecos ocultos y jungla urbana que Adam habita. El resultado global es un Manhattan más sosegado, más verde y más elegante en el que el amor florece fuera de la vista de todos.

"Yo crecí en Nueva York y sabía que cuando se rueda aquí, ésta se convierte en un personaje más de la película porque la ciudad siempre se cuela en el argumento a su manera y jamás se consiguen condiciones perfectas", observa Mayer. "A eso hay que añadir que tenemos un personaje que intenta vivir en una burbuja de cristal en el centro de la ciudad, lo que suponía todo un reto".

Para captar todo ello, Mayer colaboró estrechamente con un equipo de producción lleno de talento, entre cuyos miembros figuran el director de fotografía Seamus Tierney y la diseñadora de producción Tamar Gadish. Tanto Tierney como Gadish trabajaron para crear el sentido de intimidad que agranda a los personajes a través del detalle –Gadish, con interiores que contrastan de forma sorprendente para Adam, Beth y los padres de Beth; y Tierney, con un estilo visual cálido y discreto que dirige el foco sobre cada personaje.

"Diría que alrededor del 75% de la realización de esta película fue simplemente trabajar con Hugh y Rose y con Seamus y Tamar, tratando de entender las relaciones y resolviendo la forma como la cámara las iba a reflejar", afirma Mayer. "Todo esto se hacía muy al momento".

A lo largo de esos momentos, la ciudad proporcionó su propia inspiración. "Rodar en Nueva York en invierno no es siempre algo encantador", dice, riéndose, Leslie Urdang, "pero la energía de la ciudad pasa a formar parte de la realización y eso es muy emocionante".

En resumen, asegura que "en última instancia, el mayor desafío planteado por ADAM tanto en la producción, como en las interpretaciones y el proceso de montaje, fue tratar de crear un mundo en el que fuera posible imaginarse que esas dos personas se unieran, y en el que se pudiera uno reír y reconocer nuestras propias relaciones. Teníamos un gran equipo que creía en Max, y que creía especialmente en Beth y Adam".


Acerca del síndrome de Asperger
Según recientes estadísticas, a 1 de cada 150 niños que se crían en los Estados Unidos se le diagnosticará un trastorno perteneciente al espectro del autismo (fuente: Autism Society of America Fact Sheet). En efecto; un nuevo caso de autismo, incluido el Síndrome de Asperger, se diagnostica cada 20 minutos (fuente: Center for Disease Control study). Aunque los expertos no están de acuerdo sobre un motivo concreto que explique esta rápida emergencia de la conducta autista -las teorías van desde mejores medios de diagnóstico hasta una causa desconocida de carácter medioambiental- sí que coinciden en que cada vez resulta más habitual que las personas encuentran a alguien con tendencias autistas dentro de la familia, o entre sus amigos y compañeros de trabajo.

El Síndrome de Asperger está considerado una forma de autismo, pero se distingue generalmente del Autismo Clásico por un dominio lingüístico y un rendimiento cognitivo superiores. Debido al mejor nivel de funcionamiento, numerosas personas víctimas del Asperger han sido tradicionalmente consideradas como simplemente excéntricas o raras. Sólo en fecha muy reciente han comenzado los médicos a diagnosticar el Síndrome. Los indicios fundamentales del Síndrome de Asperger incluyen (fuentes: National Institute of Neurological Disorders and Stroke, mayoclinic.com, DSM-IV and Asperger’s Syndrome Coalition of the United States):

·Obsesión o preocupación inhabituales por ciertos temas, con exclusión de otras actividades (los ejemplos habituales incluyen horarios de trenes, estadísticas deportivas y el tiempo atmosférico).

·Rutinas y rituales repetitivos.

·Conducta socialmente inadecuada.

·Falta de reciprocidad emocional y entablar conversaciones con uno mismo.

·Uso restringido o inadecuado de gestos y expresiones faciales, como sostener la mirada de quien está frente a ellos, y otras posturas corporales.

·Dificultad para interpretar lo que las personas piensan.

La investigación sobre las posibles y complejas causas neurológicas del Síndrome de Asperger no ha superado aún las primeras etapas, pero la explicación más común hasta la fecha ha sido la incapacidad de formar lo que se conoce como una "teoría de la mente" (fuentes: Mindblindness: An Essay on Autism de Simon Baron Cohen y Empathy, Mindblidness and Theory of Mind de Linda Soraya en Psychology Today, May 2008). La teoría de la mente es la aptitud innata de comprender que otras personas tienen sus propios sentimientos, creencias y deseos que son completamente distintos de los nuestros. Es un componente clave de la capacidad humana para establecer una relación cercana, pero también un factor importante de la tendencia humana de participar en mentiras y engaños. Sin una teoría de la mente, los que sufren de Asperger ven obstaculizada la comunicación y la intimidad, pero también son a menudo tonificantemente sinceros.

El tratamiento convencional del Síndrome de Asperger comienza habitualmente en la infancia y supone enseñar a los niños cómo relacionarse con sus iguales a través de la terapia de la conducta, el ensayo y las normas sociales. No obstante, algunos expertos en la materia sugieren que el Síndrome de Asperger debe concebirse como una diferencia de visión del mundo más que como una discapacidad, y piden tolerancia para la "neurodiversidad" (fuente: The Autism Rights Movement by Andrew Solomon in New York Magazine, May 2008). Después de todo, numerosas personas afectadas por el Síndrome de Asperger llevan exitosas vidas, tienen carreras excepcionales y se casan. Como Harvey Blume escribió en su artículo de 1998 titulado "Neurodiversity" en The Atlantic: "La neurodiversidad puede tener la misma y fundamental importancia para la especie humana que la diversidad biológica tiene para la vida en general. ¿Quién puede decir qué clase de conexión puede ser la mejor en cualquier momento dado? La cibernética y la cultura informática, por ejemplo, pueden favorecer una mentalidad un tanto autista".