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  Màscares  Dirigida por Elisabet Cabeza, Esteve Riambau
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Zabaltegi Nuevos Realizadores. Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2009.


Tras la cámara
Desde el mismo momento en que Esteve Riambau y Elisabet Cabeza llegaron a mí con la propuesta de esta película supe que éste no iba a ser un proyecto más sino "el proyecto", el reto más importante de mi carrera, el personaje más difícil, porque de lo que se trataba era de interpretarme (¿re-interpretarme?) a mí mismo.

O mejor: de ser yo mismo, tal cual, ante la cámara. O peor: de cómo dejar de ser yo para convertirme en otro. O mejor y peor a la vez: de cómo ser muchos personajes y ninguno al mismo tiempo.

Consciente de que no era una película al uso y de que precisaba de una implicación personal que fuera más allá de la mera relación contractual, me entregué al proyecto con la esperanza de un resultado final que reflejara las dificultades y contradicciones que acompañan el proceso de trabajo del actor, al tiempo que desvelara los cambios profundos que a lo largo de ese proceso se producen en la persona.

Compromiso personal y disponibilidad extrema. Y a partir de ahí lo que surgiera. Con espíritu abierto. Sin pudores. Con la mirada puesta en dos objetivos al tiempo: el de la cámara, que debía captar la verdad que se esconde hasta en el último pliegue de la piel, y el del público, que debía encontrarse con algo distinto, atractivo, inquietante, descubriendo en el actor lo que el actor ha tenido siempre de más oculto.

La confianza, la paciencia, la generosidad, la amabilidad, el talento y el buen hacer de Esteve Riambau, Elisabet Cabeza, Antonio Chavarrías y todo el equipo, compensaron con creces el pudor y timidez con que me enfrenté al proyecto.




Nota de los directores
"El espejo es una imitación de la vida. Lo curioso es que no te muestra como eres, te muestra tu contrario" Douglas Sirk

¿En qué consiste el oficio del actor? ¿Cómo se desarrolla el proceso de creación de los personajes que interpreta? ¿Hasta dónde es capaz de dejarse poseer por ellos y qué les aporta de su propia personalidad? Máscaras responde a estos interrogantes a partir de una oportunidad excepcional.

Tras dos años de éxito con La cabra, un drama de Edward Albee, José María Pou se enamoró de Su seguro servidor: Orson Welles, una obra de Richard France en la que encarna nada menos que al genial director de Ciudadano Kane. El hecho de que uno de nosotros interviniese en ella como director escénico y la generosidad de José María para abrir la puerta a las cámaras, brindaban una ocasión inmejorable para ser testigos de un complejo proceso creativo que el público nunca ve.

Durante los siete meses transcurridos entre la última representación de una obra y el estreno de la siguiente, hemos asistido al aprendizaje del texto, las rutinas de los ensayos, la construcción del decorado o la confección del vestuario. Pero también hemos transitado con Pou por las fronteras entre su personalidad y la de su personaje, nos ha deleitado con sus trucos de viejo maestro de la escena y le hemos visto disfrutar con el reto de interpretar un número de magia. Capturar esos momentos irrepetibles que se producen en la tensión de un ensayo o cuando el actor se refugia en su intimidad para componer el personaje es algo que sólo se consigue con un equipo reducido, compenetrado y rápido de reflejos. El nuestro lo ha sido y, sin su complicidad, esta película no habría sido posible.

Nuestro objetivo es que Máscaras refleje el fascinante mundo del teatro desde una mirada inequívocamente cinematográfica que se mueve en la oscuridad de las bambalinas "donde se mueven los hilos" y el rojo intenso de las butacas donde el público "va a ver el efecto pretendido". Y, al igual que hicimos en La doble vida del faquir, también hemos transitado libremente entre la realidad y la ficción con la ayuda de la magia. Nuestra anterior película partía de unos niños disfrazados para rodar un film amateur en plena Guerra Civil. Máscaras convierte los mimbres con los que se teje una representación teatral en un espectáculo cinematográfico dotado de vida propia.

Cine y teatro comparten, en este caso, el protagonismo del mismo actor, un gran actor. En las tablas, Pou interpreta a Orson Welles. En Máscaras, se presta a un juego de espejos cuyos reflejos trascienden los del camerino. Si, como decía Shakespeare, el mundo es un escenario y nosotros simples actores, hay quien de la máscara ha hecho su vida.




Nota del productor
Esteve Riambau y Elisabet Cabeza ya demostraron en La doble vida del faquir que son capaces de adentrarse de forma sutil pero profunda en los pliegues que dejan la memoria y las palabras. Como en aquella película, Máscaras también habla de la capacidad que tienen las personas para representar otras vidas diferentes de las suyas y también del cambio que sufren las personas que se prestan a este juego. En La doble vida del faquir eran unos niños huérfanos los que representaban unas vidas que no les correspondían, aquí es un actor profesional que ha hecho de la representación algo más que un oficio, lo ha convertido en una forma de vivir y de existir.

Esteve Riambau y Elisabet Cabeza son las personas más indicadas para afrontar una película que desde la sencillez de sus planteamientos esconde una gran complejidad y ambición : la de descubrir lo que se esconde detrás de la máscara de un actor, del acto mismo de interpretar, escarbar para mostrar lo que siempre permanece oculto detrás de la representación. Para conseguirlo han contado con la imprescindible y apasionada colaboración de José María Pou, uno de nuestros mejores actores que, desde la plenitud de su oficio, se presta a que los autores transiten cámara en mano por las fronteras que separan a la persona del personaje. Han elegido un momento de cambio de piel, Pou abandona el personaje que interpreta en La cabra y se empieza a enfundar en el de Welles, otro gran histrión que convirtió su propia vida en el mejor de sus papeles.

Pero Máscaras no es una película sobre Pou, tampoco sobre Welles, es una película sobre el arte de representar, sobre la relación que se establece entre la persona y el personaje que representa, sobre la esencia del drama y, en buena medida, sobre la esencia misma de gran parte del cine.




Ficha artística
José María Pou

Y la participación de:
Calixto Bieito
Richard France
Jaume Ulled
y el equipo técnico del montaje teatral de Su seguro servidor: Orson Welles


José María Pou (Fragmentos entrevista)
"Yo salía del arquitecto de La Cabra, que siendo un personaje maravillosamente bien construído, era un personaje delgaducho. Iba por una carretera muy estrecha y, de repente, me encuentro que, al meterme en Orson Welles, esto es una autopista de veinticinco carriles".

"Todos los ensayos empiezan siempre por un período terrible, que es el de perder el miedo. Todos los actores somos muy tímidos y tenemos mucho miedo de enseñar aquello que ya hemos ido construyendo en casa. Pero llega un día que esto lo debes mostrar públicamente y es como si te quitases toda la ropa y tuvieras que pasear por la sala de ensayos en pelotas".

En el teatro, cuando el mago hace desaparecer la paloma nos preguntamos como lo ha hecho. En el cine, la pregunta es cómo lo hicieron. Esta diferencia de tiempo es la que distingue el cine del teatro, el truco de la magia. "Son palabras de Orson Welles. Esto quiere decir que el mismo Welles está identificando cine con truco, cine con trampa y teatro con magia. Fantástico. Maravilloso. El cine también tiene mucho de mágico pero el teatro tiene mucho de inaprensible, de algo que no puedes llegar a dominar".

"Me encuentro bien en la piel de personajes como este Orson Welles perdedor. Me proporcionan un estado de melancolía y me dan la posibilidad de pasar por estados emocionales que no son muy habituales en mi vida personal".

"Estoy absolutamente convencido de que el mejor actor es siempre el más viejo. La gran paradoja es que cuando conoces de verdad tu oficio, cuando llegas a dominar toda tu paleta de emociones, te encuentras que no tienes la energía de los 40 años. Hay problemas de memoria y también de dicción, porque el cuerpo se va deteriorando. Este es el gran drama del actor".

"A mí me gusta mucho mi oficio, me gusta mucho ser actor, y me gusta mucho que la gente respete el trabajo del actor. Y pensé enseguida que la gente que llegue a ver esta película, quizás llegaría a comprender un poco como es un actor por dentro, como es el proceso de creación de un personaje, y así disfrutaría más del trabajo del actor".


Esteve Riambau
Profesor titular de Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona, es autor de una treintena de libros sobre Historia del Cine. Ricardo Muñoz Suay. Una vida en sombras, uno de los más recientes, ha sido galardonado con el premio Comillas y con el de la Academia del Cine Español. Coguionista de los documentales televisivos Orson Welles en el país de Don Quijote (2000) y La passió possible. L’Escola de Barcelona (2000), ha adaptado y dirigido la obra teatral Su seguro servidor, Orson Welles (2008). Tras La doble vida del faquir (2005), Máscaras es su segundo largometraje cinematográfico, también escrito y codirigido con Elisabet Cabeza.


Elisabet Cabeza
Licenciada en Ciencias de la Comunicación ha ejercido el periodismo fundamentalmente desde las páginas del diario Avui, en la sección de Internacional, como corresponsal en París y redactora de Cultura y Espectáculos. Actualmente sigue dedicándose al periodismo como freelance y compagina la docencia en la Universidad Autónoma de Barcelona con el cine. Máscaras es su segundo largometraje documental después de La doble vida del faquir (2005), también escrito y codirigido con Esteve Riambau.