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  Déjame entrar  (Let me in)
  Dirigida por Matt Reeves
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Déjame entrar (Let Me In) es un inquietante y provocador 'thriller' escrito y dirigido por el realizador Matt Reeves (Monstruoso (Cloverfield)), basado en la novela sueca de gran éxito de ventas Låt den Rätte Komma In (Déjame entrar) escrita por John Ajvide Lindqvist y el alabado filme sueco homónimo dirigido por Tomas Alfredson. La música de la película es obra del compositor ganador del Oscar®, el Emmy® y el Grammy® Michael Giacchino (Up, "Perdidos"). Déjame entrar (Let Me In) supone el regreso del legendario sello británico de cine de terror Hammer Films y se convierte en la primera película que produce este mítico estudio en más de 30 años.

Déjame entrar (Let Me In) está protagonizada por Chloë Grace Moretz (Kick-Ass: Listo para machacar), Kodi Smit-McPhee (La carretera (The Road)), el candidato al Oscar® Richard Jenkins (The Visitor), Elias Koteas (Shutter Island) y Cara Buono ("Los Soprano"). La película está producida por Simon Oakes (Wake Wood), Alex Brunner (The Resident), Guy East (Terminator 3: La rebelión de las máquinas), Tobin Armbrust (The Resident), Donna Gigliotti (The Reader (El lector)), John Nordling (Déjame entrar (Let the Right One In)) y Carl Molinder (Déjame entrar (Let the Right One In)). Sus productores ejecutivos son Nigel Sinclair (Terminator 3: La rebelión de las máquinas), John Ptak (El imaginario del Doctor Parnassus), Philip Elway (Querido John) y Fredrik Malmberg (Las crónicas mutantes (Mutant Chronicles)). Su coproductora es Vicki Dee Rock (Más vale sola que mal acompañada). Su director de fotografía es Greig Fraser (Bright Star). Su diseñador de producción es Ford Wheeler (Mi segunda vez). Su diseñadora de vestuario es Melissa Bruning (Love Ranch).

Incluso en el panorama actual de la cultura popular, atestado como está de "no muertos" sedientos de sangre, Déjame entrar (Let Me In) destaca como una película de vampiros completamente diferente. Es a la vez una conmovedora historia iniciática y un escalofriante filme de terror, pero también una evocadora reflexión sobre la difícil y a menudo dolorosa transición a la adolescencia.

"Todas las historias que son ahora especialmente populares abordan el mito de los vampiros de una forma diferente", observa el guionista y director, Matt Reeves. "A menudo, lo aprovechan para explorar la naturaleza sexual de la gente. Pero esta historia toma el mismo arquetipo y lo utiliza para explorar algo completamente distinto".

Déjame entrar (Let Me In) se basa en el bestseller sueco de John Ajvide Lindqvist Låt den Rätte Komma In (Déjame entrar) y el alabado filme sueco homónimo del director Tomas Alfredson. La cinta se hizo con el Premio de los Fundadores a la Mejor obra narrativa del Festival de Cine de Tribeca de 2008. Su abrumador éxito popular captó la atención tanto de Hammer Films como de Overture Films.

Simon Oakes, vicepresidente de Exclusive Media Group, además de presidente y consejero delegado de Hammer Films, asegura que a la compañía le atrajo inmediatamente la original historia, que ofrecía un punto de visto único y diferente en el género de los vampiros. La novela de Lindqvist llamó inicialmente la atención de Hammer en 2007, y tras ella llegaría la película sueca basada en la obra. "Empezamos a seguirle la pista muy pronto", comenta Oakes. "Es una historia a la que debería tener acceso un público mucho más amplio. Aunque había una dura competencia para hacerse con el material, desarrollamos una relación con los productores que, en última instancia, nos permitió hacernos con los derechos".

Poco después del estreno con gran éxito de su 'thriller' Monstruoso (Cloverfield), Overture abordó al director Matt Reeves para que adaptara el libro a un guión para una película de habla inglesa ambientada en Estados Unidos. Asegura que se enganchó sobre la marcha a esa historia que le recordaba a su propia infancia. "Me conmovió de verdad. Lindqvist y Tomas Alfredson, que dirigió la película sueca, habían creado una impactante metáfora sobre la confusión de la adolescencia".

Cuando Hammer adquirió los derechos de la película, Reeves se mostró más decidido todavía a formar parte del proyecto. "Me pareció que sería sumamente emocionante que Hammer se encargara de producir el filme, dadas sus históricas contribuciones al género", explica. "Sabía que tenía que encontrar una forma de vincularme a esta película. Además, a la gente de Overture le gustaba tanto este proyecto que también quería tomar parte en él, así que acabaron asociándose con Hammer".

El entusiasmo de Reeves lo convirtió en el principal candidato para el trabajo, según comenta Oakes. "Matt había leído la novela y visto la película original, y se mostraba muy positivo sobre la posibilidad de encontrar una manera de hacer suya la historia. Sentía una conexión muy apasionada con ella, y eso vale mucho. Estaba decidido a mantenerse fiel al espíritu de la historia de Lindqvist, a la vez de ampliarla para incluir su propio punto de vista".

Tras leer la novela, Reeves escribió a su autor, Lindqvist. "Le dije que me atraía la historia, pero no porque fuera una gran historia de género, que lo es", explica el director. "No podía soltar la novela porque me recordaba mucho a mi infancia".

Reeves se mostró sorprendido al descubrir que Lindqvist también estaba familiarizado con su obra. "Había visto Monstruoso (Cloverfield). Dijo que le pareció un giro nuevo a una historia muy vieja, y que eso es precisamente lo que había intentado lograr con 'Déjame entrar'; de modo que, cuando supo de mi interés por hacer una versión americana, se sintió verdaderamente entusiasmado".

"Pero, al enterarse de mi fuerte reacción personal a la historia, dijo que se sintió más entusiasmado todavía, porque resulta que esa era la historia de su infancia", prosigue Reeves. "Era muy personal para él y yo conecté totalmente con eso. Sabía que tenía que haber una forma de poder tomar la esencia de su historia y trasladarla al entorno americano que conocía de mi infancia".

"Déjame entrar" ya contaba con un ferviente comunidad internacional de fans, y Reeves tenía en común con ellos su veneración por el material original. Déjame entrar (Let Me In) traslada la acción a un pequeño pueblo de las montañas de Nuevo México, pero se mantiene fiel a buena parte de la acción de la novela. "En cierto momento, se llegó a sugerir incluso que se podía aumentar la edad de los niños para el público americano", recuerda Reeves. "Pero eso habría destrozado la historia. Se trata precisamente de este momento concreto de la vida. Se trata de lo difícil que resulta para un niño de 12 años con quien se meten constante e implacablemente y que no tiene amigos. Se trata de la inocencia y del descubrimiento a esa edad de la yuxtaposición de la luz y la oscuridad".

Reeves prosigue: "Me preocupaba mucho encontrar maneras de trasladar esta historia de la Suecia de los años 80 a los Estados Unidos de los años 80, que eran los de la era Reagan. Todavía estábamos en plena Guerra Fría cuando Ronald Reagan pronunció su discurso sobre 'el imperio del mal', y el presidente le estaba diciendo al país que el mal era algo que existía y era ajeno a nosotros, los soviéticos eran los malvados, mientras que nosotros, como norteamericanos, éramos esencialmente 'buenos'. Así que pensé: ¿cómo sería para un niño de 12 años como Owen, que albergaba unos sentimientos muy oscuros en su interior, crecer en ese contexto? Tenía que resultar terriblemente confuso".

Aunque el equipo de realización estaba encantado con los elementos sobrenaturales de la historia, insistieron en lograr que el aspecto emotivo fuera lo más realista posible. "En el cine de género, creo que lo más interesante es ser capaz de introducir ideas más trascendentes de lo que se ve a simple vista", asegura Reeves. "Creo que eso es lo que hace diferente a esta historia. No es la típica fantasía de vampiros; es algo con lo que espero que la gente se pueda realmente identificar".

Vicki Dee Rock, coproductora de la película, atribuye la resonancia emocional de Déjame entrar (Let Me In) al extraordinario vínculo que sentía Reeves con el material y los personajes. "Es un comentario sobre la humanidad", explica. "Se podría cometer el error de pensar que trata simplemente de vampiros, pero en realidad trata de lo alienados que nos podemos sentir y del precio que estaríamos dispuestos a pagar por ser amados".

Para Simon Oakes, la producción de este filme ha llevado a Hammer Films de vuelta al punto de partida, al permitirle ofrecer una vez más un enfoque novedoso y original de un género popular. "En cierto modo, nosotros fuimos los que pusimos el listón en las películas de vampiros", asegura. "En las películas de Drácula de finales de los años 50, Hammer transformó al vampiro, interpretado por Christopher Lee, en una figura muy sensual. Creo que nosotros marcamos la pauta de ese enfoque de los mitos vampíricos, que ha durado décadas".


Encontrar a los adecuados
Dado que todo el peso de la resonancia emocional de la película recaía sobre las estrechas espaldas de sus protagonistas preadolescentes, el equipo de realización sabía que la química entre Abby y Owen sería crucial. También sabía que encontrar actores de la edad adecuada capaces de interpretar a personajes con tantos matices sería una labor sumamente complicada.

"En la película sueca original, los dos niños son realmente maravillosos y su relación está dotada de muchísima fuerza", opina Reeves. "Sabía que, como no lográramos encontrar unos niños capaces de algo así, no debíamos hacer la película. Se trata de una historia adulta en muchos aspectos. La complejidad emocional de la relación goza de una gran madurez".

Avy Kaufman, directora de reparto de la película, había descubierto a toda una serie de actores infantiles extraordinarios para otras películas en las que había trabajado, como Haley Joel Osment en El sexto sentido, Max Pomeranc en En busca de Bobby Fischer y Adam Hahn-Bird en El pequeño Tate. "Seleccionar niños en lugar de adultos es algo distinto pero a la vez no lo es", explica. "Siempre andamos buscando algo concreto, pero hay muchas formas distintas de hacerlo. En este caso, Matt facilitó las cosas porque tenía muy claro lo que buscaba".

Se puso en marcha una búsqueda de talentos a gran escala por tres continentes y el equipo de realización probó a jóvenes actores en Nueva York, Los Ángeles, Londres, Australia y Nueva Zelanda a lo largo de ocho meses.

Reeves sabía que no resultaría nada fácil encontrar a un chico capaz de afrontar la exigencia emocional que suponía interpretar a Owen. "Cuando al fin descubre quién es Abby, le resulta absolutamente aterrador", observa. "Se queda hecho polvo y sin ningún sitio adonde ir. ¿Qué chico de 12 años podía interpretar algo así?".

Pero, cuando Kodi Smit-McPhee, de 13 años, se presentó a hacer una prueba, el director supo que había encontrado al actor adecuado. "Kodi llegó y leyó esa escena", recuerda Reeves. "La interpretó de manera totalmente real y muy sutil. Para cuando terminó de leer, yo ya estaba convencido de que era el adecuado. También estaba convencido por primera vez de que debíamos y podíamos hacer la película, así de sensacional estuvo".

"Tanto Matt como yo pensamos que Kodi era el adecuado en cuanto lo vimos", asegura Kaufman. "Resulta creíble que sea un chico con el que se metan mucho, pero es claramente cariñoso, afectuoso y atento".

Smit-McPhee lleva cinco años trabajando en cine y televisión, tanto en Estados Unidos como en su tierra natal, Australia. Al proceder de una familia de actores, ya sabe perfectamente valorar a sus compañeros de trabajo. "Matt mola mucho como director", asegura. "Le gusta experimentar con las cosas. Y quiere que los actores exploren".

El joven actor pudo valerse de la experiencia de su reciente papel protagonista en el drama pos-apocalíptico, La carretera (The Road), para su personaje. "Owen se ha visto obligado a estar solo, de forma muy similar al personaje que interpreté en La carretera (The Road)", declara Smit-McPhee. "Es hijo de una madre soltera. Ha tenido una vida muy dura. Se meten con él en el colegio, y a su madre le preocupa, pero bebe mucho".

Smit-McPhee recibió sabios consejos profesionales en casa. "Trabajé buena parte de mi personaje con mi padre", explica. "Lleva 20 años trabajando como actor. Mi padre me enseño que, en las escenas sencillas, puedes meterte y salir sin más pero, cuando esté haciendo escenas realmente intensas, tengo que meterme en el personaje y aguantar todo el día. No puedo andarme con tonterías. Es una película muy emotiva, sobre todo para Owen. Había días muy divertidos, pero otros días eran mucho más duros".

Owen demostró ser un personaje muy rico para explorar, en opinión de Smit-McPhee. Entre las peculiaridades del personaje se encuentra su fascinación por los asesinos en serie. "Es un poco siniestro, así que procura no compartirlo con nadie", señala. "Pero, entre eso y su forma de vestir y de comportarse, lo hacen parecer un pardillo, por lo que se meten mucho con él. Cuando una chica nueva se muda a su complejo de apartamentos, le parece algo rarita, pero necesita alguien con quien hablar. Y, justo cuando se hacen buenos amigos, descubre que ella es un vampiro".

Abby se entera de que tres niños del colegio le están haciendo la vida imposible a Owen. En vista de que ninguno de los adultos de la vida de Owen interviene para ayudarlo, ella lo anima a defenderse y plantarles cara. "Le hacen mucho daño", explica Smit-McPhee. "Intentan meterlo en un lago helado por un agujero en el hielo. Ella le dice que si no les planta cara, no pararán nunca. Cuando por fin se enfrenta a ellos, es una escena increíble".

Smit-McPhee cree que el equilibrio entre terror y esperanza de la historia resultará atractivo para un gran número de espectadores. "A los adolescentes les encantarán las partes más brutales, que son totalmente alucinantes, pero creo que a los adultos les gustará la historia de amor tipo Romeo y Julieta".

Una vez elegido Smit-McPhee, la cuestión pasaba a ser entonces emparejarlo con una actriz con la que pudiera desarrollar la química adecuada. "Tenían que ser capaces de trabajar juntos", explica Kaufman. "Esa dinámica era muy importante. Teníamos varias candidatas para el papel, pero Chloë era exactamente lo que andábamos buscando. Es muy madura. Es sensata y segura de sí misma".

A pesar de que, a sus 12 años de edad, Chloë Grace Moretz ya había aparecido en varias películas destacadas, como (500) Días juntos y Kick-Ass: Listo para machacar, Reeves no había tenido ocasión de ver los anteriores trabajos de Moretz antes de elegirla para el papel.

"Lo único que sabía es que tenía un carácter increíblemente interesante", comenta. "Chloë puede ser dura, como sabe todo el que la haya visto en Kick-Ass: Listo para machacar. Pero también posee una gran vulnerabilidad. Esa mezcla de resultar muy humana, pero tener a la vez un deseo irrefrenable de sobrevivir, se hace realmente patente".

"Abby tiene 12 años, pero hace quizá unos 250 años que tiene 12 años", señala Reeves. "No es una mujer de 250 años con pinta de tener 12. Abby tiene 12 años para siempre. Tiene toda la inocencia de una niña. También tiene un aspecto totalmente primordial, algo imparable. Se encuentra en una situación muy difícil".

Mientras trabajaba con Moretz para concretar su personaje, Reeves le enseñó una serie de fotos tomadas por la fotógrafa artística Mary Ellen Mark. Muestran a una familia sin techo que incluye a una niña de 12 años. "Tiene una expresión de desafío en el rostro pero, bajo ella, está muy dolida", explica. "Al igual que Abby, ha visto cosas por las que ningún niño de 12 años debería pasar. Abby es dura pero, por otro lado, esas experiencias la han marcado mucho".

El último aspecto del personaje, y quizá también el más complicado, en opinión del director, es el que permite a Abby sobrevivir, a toda costa. "En esas escenas, Chloë se dejó llevar por completo. Se lo estaba pasando bomba, pero fue increíblemente primaria. Sin estos dos chicos, no podríamos haber hecho la película. Vamos, que son realmente extraordinarios".

El papel exigía a Moretz ahondar más de lo que lo había hecho jamás. Se le pidió que no se limitara a "interpretar" a un vampiro, sino que reflejara la realidad de su vida con todas sus penalidades y la joven actriz abordó el arduo papel con entusiasmo. "Me resultó divertido descubrir a este personaje oscuro y profundo, pero sumamente dulce", asegura Moretz. "Abby parece una chica normal, pero alberga a otra persona en su interior a la que no puede controlar. Tiene la carga de ser un vampiro sin haber tenido nunca la elección".

A sugerencia de Reeves, Moretz llevaba un diario sobre su vida antes de convertirse en vampiro, para ayudarla a imaginar cómo llegó a convertirse en el personaje que es en la película. "Se me ocurrió la idea de que estaba muy unida a su madre pero, después de tantos años, se ha olvidado más o menos de ella y desearía que no fuera así", explica la actriz.

Aunque sus experiencias vitales son completamente distintas, entre los dos solitarios marginados se crea rápidamente un vacilante vínculo. "Abby no ha podido tener muchos amigos como Owen", comenta Moretz. "Creo que parte de ella entiende por lo que está pasando él. Desde luego no puede hablar con nadie sobre ella misma o su vida porque, si alguna vez descubrieran quién es en realidad, saldrían huyendo. La única otra persona a la que está unida es el Padre. Él la quiere tanto que mata por ella. Owen también necesita a alguien que lo quiera por quién es".

Moretz, que era fan de Monstruoso (Cloverfield), el original 'thriller' de Reeves, estaba encantada ante la oportunidad de trabajar con un director cuyo trabajo admiraba. "Esa película mola mucho", opina. "Entonces lo conocí y era como un osito de peluche de lo más mono. Lo adoro. Se ha convertido como en mi segundo padre".

"Matt es un director muy metódico", agrega. "Ve las películas desde una perspectiva distinta a la mía. Se fija hasta en el último detalle. Si te mueves un milímetro, nota la diferencia. Ve cosas que a cualquier otro se le pasarían completamente por alto".

Asumir el papel de un vampiro que es tanto víctima como villano dio a Moretz la oportunidad de realizar lo que califica de "una nueva exploración más profunda de lo que significa ser un vampiro. Algunas personas opinan que molaría vivir para siempre, pero yo no lo creo. Sería interesante ver todas las distintas generaciones y el progreso, como los ordenadores y portátiles y toda clase de cachivaches. Pero también está la pena de que jamás podrá crecer, o tener hijos y un marido y amor".

Reeves animó a Smit-McPhee y a Moretz a pasar tiempo juntos fuera del plató para reforzar su química natural. "Kodi es muy majo", comenta Moretz. "Pasamos mucho tiempo juntos. Vino a mi casa y pasó tiempo con mi madre, mi hermano y conmigo. Es muy divertido".

Además de los diarios de los personajes que les pidió llevar a los dos, Reeves puso deberes a la pareja antes de empezar el rodaje. "En la película, Owen le da a Abby un cubo de Rubik para que lo resuelva", explica Moretz. "Así que Kodi y yo buscamos cómo resolverlo en YouTube y yo logré hacerlo. Ahora me siento como una completa empollona, pero fue muy divertido".

Abby va acompañada de un protector, un hombre mayor y cansado que parece ser su padre. Reeves sentía admiración por la interpretación de Richard Jenkins en The Visitor, por la que fue candidato a un Oscar® al Mejor actor en 2009, y se dio cuenta de que sería perfecto para el papel.

Reeves se encontró con Jenkins por casualidad mientras trabajaba en el guión de Déjame entrar (Let Me In). Para el final de la velada, ya estaba convencido de que Jenkins tenía que interpretar el papel. "Para mí era importante que el público experimentara la historia de cada personaje desde su punto de vista", explica. "El personaje de Richard hace cosas que la mayoría de la gente no concebiría hacer, pero yo sabía que él podía lograr que entendieras al personaje".

En un papel que muchos encontrarán espeluznante, Jenkins logra descubrir la humanidad básica del personaje, en palabras del coproductor Rock: "Richard convirtió al Padre en una persona de verdad. Resulta sumamente conmovedor hasta en los pequeños detalles. Aunque lo que hace el personaje es horroroso, lo hace por amor. Te sorprenderá la ambigüedad de tus sentimientos por él".

El Padre, como se refieren a él en el guión, lleva toda la vida protegiendo y manteniendo a Abby. "Es una existencia extraña", señala el actor. "No tiene interacción social alguna más que con Abby. Sale a buscarle lo que ella necesita para sobrevivir. Sus actos son increíblemente depravados, aunque no lo hace por simple depravación. Lo hace por amor. Pero lleva décadas ocupándose de ella y creo que está cansado".

"Le da un giro desagradable a vivir eternamente", prosigue. "La vida eterna es uno de los atractivos de ser un vampiro, pero parece ser más bien una maldición. Si Abby tuviera elección, seguro que no querría ser así".

Su papel en esta película exigía físicamente a Jenkins más que ningún otro que hubiera interpretado anteriormente, e incluía una transformación muy inquietante. "Siempre que oigo hablar de tres horas en la silla de maquillaje, quiero volver a revisar mi contrato", comenta. "En los últimos años, he sido la persona más vieja en el plató de todas las películas en las que he trabajado. Ya he empezado a leer guiones y preguntarme: '¿tengo físicamente fuerzas para hacer esto? ¿Puedo arrastrar gente por la nieve, tirarlos al agua y ahogarlos?'. En esta película, he caído por agujeros y rodado colinas abajo, pero he logrado sobrevivir de una pieza".

A pesar de la agotadora naturaleza del papel, Jenkins asegura que disfrutó con el proyecto, gracias sobre todo al sistema de trabajo en colaboración que seguía Reeves con sus actores. "Le interesa mucho lo que tengan que decir los actores. No siempre está de acuerdo contigo, pero le interesa, y lo cierto es que no se puede pedir más".

Elias Koteas, un veterano actor de carácter con un envidiable currículum tanto en cine como en televisión, interpreta al agente de policía sin nombre responsable de la busca y captura del Padre y Abby. "Creí que necesitaba un personaje que estuviera buscando una explicación de lo que estaba pasando en ese pueblo", comenta Reeves. "Visto desde fuera, parecen asesinatos rituales. ¿Cómo pueden estar pasando todas esas cosas tan horribles?".

"No tiene mucho diálogo", prosigue. "Elias le aporta su ternura innata. Se convierte en nuestro guía a lo largo de la historia".

Koteas conoció a Reeves años antes durante el rodaje de un piloto para televisión. Gracias a esa experiencia, estaba dispuesto a aceptar el papel sin haber leído siquiera el guión. "Matt permite a sus actores darlo todo", asegura Koteas. "Y, si estás algo perdido, te ayudará a orientarte en la dirección adecuada".

"Esta película tiene mucho corazón y mucha alma", comenta el actor. "Recuerdo cuando tenía esa edad y puedo identificarme por lo que está pasando Owen. Creo que, en cierto aspecto, todos podemos. Puedes sentirte muy aislado y muy solo".

La interpretación de Smit-McPhee dejó asombrado a Koteas. "Entendía perfectamente a Owen. En esta película, él es ese chico solitario al que hacen la vida imposible, que vive en un mudo de fantasía porque su mundo real consiste en una madre alcohólica y un padre ausente. Su existencia es absolutamente brutal y ni siquiera ha alcanzado todavía la pubertad".

Koteas está convencido de que la sinceridad de las emociones de Déjame entrar (Let Me In) entretendrá y conmoverá al espectador. "Por muy equivocadas que sean las decisiones que toman los personajes, lo hacen por amor", señala. "El amor puede llevarte a lugares bastante inesperados".

Para asegurarse de que los espectadores vieran la acción desde el punto de vista de Owen, Reeves tomó la insólita decisión de ocultar casi por completo el rostro de la actriz que interpretara a su madre, haciéndola tan invisible para el público como se ha vuelto para su hijo.

Cara Buono, que interpreta a la madre, explica: "La relación entre madre e hijo es inconexa y deshilvanada. No hay una verdadera comunicación entre los dos porque ella está completamente ausente. La decisión de Matt de rodar la película de modo que apenas se la vea ayudó a hacer hincapié en ello".

Buono agrega: "Muchos actores creen que si la cámara no te está enfocando, puedes tomártelo con calma. Todo lo contrario. Había que interpretarlo todo con la máxima intensidad. Es sin duda una forma interesante de abordar tu trabajo".

Por ignorado y abandonado que esté Owen en su casa, su vida fuera del complejo de apartamentos es más angustiosa todavía. Una pandilla de matones lo atormenta a diario en el colegio, interpretados por Dylan Minnette, Jimmy Jax Pinchak, Nicolai Dorian y Brett DelBuono. "Suelen elegirme para papeles de 'niño mono'", comenta Minnette, que interpreta a Kenny, principal némesis de Owen. "Me sentí realmente entusiasmado de interpretar a una persona verdaderamente mala. Y también tuve ocasión de hacer una escena arriesgada que moló mucho. Me preguntaron si quería un doble y respondí: 'ni hablar', porque sabía que sería algo que no olvidaría jamás".

Reeves quería asegurarse de que pudiera apreciarse la humanidad de Kenny a través de su crueldad y trabajó con el joven actor para orientarlo en ese sentido. "Matt me explicó que no soy simplemente un imbécil en el colegio", recuerda Minnette. "Tengo problemas en casa. Hay algo detrás de esa agresividad. Kenny tiene un hermano mayor que se mete mucho con él, así que lo que ha aprendido es a comportarse como un matón".

Como suele ocurrir en la vida real, el matón atrae a un par de compañeros más débiles que hacen todo lo que él dice. "El personaje de Kenny es muy sádico y malvado", comenta Dorian, que interpreta a Donald. "Mark y Donald son como los comparsas, aunque no lo tienen tan claro, sobre todo Donald, me parece a mí".

Jimmy Jax Pinchak, que interpreta a Mark, el tercer matón que atormenta a Owen, disfrutó trabajando con Smit-McPhee y los demás chicos. "Siempre andábamos bromeando durante el rodaje", recuerda Pinchak. "Pero, en cuanto Matt gritaba acción, Kodi se metía en su personaje. Ni siquiera era el mismo chico".

Por suerte, los chicos fueron capaces de olvidarse de todo lo que pasaba ante la cámara al acabar el trabajo de cada día. "Tiene gracia, porque en la película son unos matones, pero tras las cámaras nos hicimos muy amigos", asegura. "Evidentemente, cuando había que trabajar, trabajábamos, pero después nos íbamos a casa, jugábamos con la PlayStation y pasábamos la noche unos en casa de otros".


Sangre y nieve: Tras las cámaras
En busca de un telón de fondo memorable para la película, unos exteriores con auténtica atmósfera de los años 80 y un paisaje nevado y desolado, Matt Reeves tenía previsto originalmente ambientar Déjame entrar (Let Me In) en Colorado.

Entonces descubrió Los Álamos, en Nuevo México. "Al principio, pensé: '¿el desierto de Nuevo México?'", admite. "'¿Cómo va a funcionar eso?' Entonces me enteré de que era desierto de altura, y allí sí nieva. De hecho, al tratar de trasladar la historia a un paisaje norteamericano, Nuevo México era genial. Es territorio clásico de John Ford, con míticas vistas de 'western'".

Los Álamos, un pueblecito de unos 18.000 habitantes situado a 160 kilómetros al norte de Albuquerque, es la sede del mundialmente conocido Laboratorio Nacional de Los Álamos. Parece un pueblecito corriente, pero se fundó durante la 2ª Guerra Mundial como una comunidad supersecreta que albergara a los empleados del Proyecto Manhattan mientras trabajaban en la creación de las primeras armas nucleares.

Reeves descubrió que Drew Goddard, guionista de Monstruoso (Cloverfield), se crió en Los Álamos. Goddard ayudó al director a entender mejor el particular espíritu de esa comunidad, incluida la creencia de que Los Álamos posee el mayor coeficiente de inteligencia medio del país, debido sin duda al gran número de científicos de primera fila que se han instalado allí. También posee el mayor número de iglesias per cápita, lo que Reeves cree que no es mera coincidencia.

"En esos laboratorios se dedican a idear toda clase de formas para que la gente pueda matarse unos a otros", explica. "Creo que allí la gente tiene que lidiar con la dificultad de lo que eso supone. Parece que intenten buscar algún modo de comprender cómo se puede llevar esa vida y seguir siendo una buena persona. Eso me resultó muy interesante en el contexto de esta película".

Para captar la atmósfera concreta que buscaba para el filme, Reeves recurrió al conocido director de fotografía Greig Fraser, entre cuyos trabajos más recientes figuran Bright Star, de Jane Campion, y Sólo ellos, de Scott Hicks. "Lo que más me sorprendió la primera vez que leí Déjame entrar (Let Me In), fue el tono increíblemente oscuro y de aprensión que había creado Matt", recuerda Fraser. "Entre toda esa oscuridad se hallaba una hermosa historia de amor. Nuestro reto consistía en crear imágenes que complementaran, sin abrumar nunca, esta historia. Durante el rodaje, nos esforzamos mucho para no hacer que pareciera que estábamos iluminando o encuadrando la escena como si se tratara de una obra de género. En vez de eso, usamos iluminación propia de un drama de época, con niños como eje central de la historia".

Reeves también colaboró estrechamente con el diseñador de producción Ford Wheeler para incluir en la película elementos visuales inspirados en el espíritu científico del pueblo. Por ejemplo, Owen se evade a su propio mundo secreto con un gran mural de la luna que cubre una de sus paredes y otros cachivaches de la exploración espacial que tiene a su alrededor.

"Una de las cosas que mejor recuerdo de esa época es que el transbordador espacial era algo gordo", recuerda el director. "Cuando Ford y yo hablamos del aspecto que debía tener la habitación de Owen, tratamos el tema y acabamos por decidir incluir ese mural en su pared. Cuando ves allí sentado a Kodi, es como una figura solitaria contrapuesta con la luna. La idea de él como un pequeño astronauta en la cara de la luna era una metáfora tanto de lo solo que se sentía como de lo mucho que deseaba escapar".

Owen se aferra a su chaqueta plateada acolchada, que le recuerda a los trajes que llevan los astronautas. La chaqueta plateada era una referencia específica a la infancia de Reeves, según la diseñadora de vestuario Melissa Bruning. "La describe con detalle en el guión. Era un recuerdo de algo que tuvo de niño. La chaqueta se convirtió en la armadura de Owen en la película. Lo protege de los horrores a los que se enfrenta en su vida diaria".

Para crear el vestuario genuino de los años 80 de la película, Bruning recurrió a su anuario del colegio. "Es siempre genial hacer una película de época ambientada en unos años que recuerdas", opina. "Me ayuda a que los diseños que creo sean fieles al carácter de estas personas, en lugar de servir de simple escaparate de la época".

Smit-McPhee, que llegó al rodaje con el pelo de punta y un pendiente fosforescente, tuvo que pasar por un cambio de imagen radical. "Lo vestimos con pantalones chinos y jerséis", recuerda Bruning. "La idea era que la madre de Owen lo viste como si fuera un hombrecito pero, por desgracia, es el chico al que van a pegar en el colegio por ir con esa pinta. Owen dijo que se sentía 'hecho un friqui'".

Reeves compartió también con Bruning la foto de Mary Ellen Mark que enseñó a Moretz. "Matt quería una imagen casi de nómada", explica. "La niña de la foto no tiene hogar. Es una trotamundos que lleva un chaquetón de esquiar demasiado grande, falda y botas".

"Nos sirvió como base para el vestuario de Abby", prosigue Bruning. "Aunque Abby no siente frío, sabe que, sin abrigo, llamaría la atención. Lleva botas por la misma razón: la necesidad de pasar desapercibida".

En lugar de recurrir a los tópicos visuales tradicionales de las películas de vampiros, Reeves pidió al supervisor de efectos especiales Andrew Clement que creara una imagen original que se inspirara en los problemas que afrontan los adolescentes de verdad. "Quería conectar con todo lo que te sucede en ese momento de tu vida", explica Clement. "Todo tu cuerpo empieza a hacer cosas raras y te hace sentir incómodo. Saqué imágenes de Internet de problemas reales dermatológicos y dentales, y lo juntamos todo en un proceso de mucha colaboración".

"Matt lo llamaba 'adolescencia malograda'", recuerda el supervisor de efectos visuales Brad Parker. "Cuando Abby tiene hambre, le sale un acné terrible, la piel se le pone pálida y grasienta y se le queda un aspecto enfermizo. Es como si se resistiera a la transformación".

La degeneración del aspecto de Abby llevó a su coprotagonista a decir que está convencido de tener pesadillas con ella durante años. "Sus ojos y sus dientes son sencillamente horribles", asegura Smit-McPhee. "Owen es mucho más duro de lo que yo sería si tuviera que vérmelas con Abby. Seguramente me echaría a llorar".

La preparación de Moretz para las escenas arriesgadas de su papel de aprendiz de superhéroe en Kick-Ass: Listo para machacar le vino también muy bien para esta película. "Recibí mucha preparación de artes marciales para Kick-Ass: Listo para machacar. Siempre que Matt me preguntaba si podía hacer algo, yo decía: 'sí, no será gran cosa'".

Aunque a Moretz no le parecieran especialmente complicadas las escenas arriesgadas, su actitud tan lanzada impresionó a sus compañeros de trabajo. "Chloë es muy ágil y rápida", señala el coordinador de especialistas John Robotham. "Fue capaz de hacer muchas de sus propias escenas. Está llena de energía y se mostró dispuesta a probar cosas con las que actores mayores no se atreverían".

Y, aunque dice que algunos de los aspectos físicos del papel más que miedo daban asco, Moretz aceptó de buen grado toda la experiencia. "En cierto momento, acabé empapada de sangre falsa, que es realmente pegajosa. Y cuando estábamos rodando otra escena, en la que Abby se está alimentando, Matt me preguntó si quería beberme la sangre falsa. Yo dije que sí. Mal hecho. Sabía a una mezcla de alcohol desinfectante, jarabe para la tos y tierra".


La música
La música de Déjame entrar (Let Me In) tenía que servir para dos fines, según Reeves. La partitura original, para la que recurrió al galardonado compositor Michael Giacchino, marcaría un ligero tono emocional para la película. Las canciones de la banda sonora, seleccionadas con ayuda del conocido consultor musical George Drakoulias, ayudarían a evocar el ambiente de los años 80 del filme.

Giacchino había compuesto anteriormente la banda sonora ganadora del Oscar® de la célebre película de Pixar Up, además de obtener un Emmy por su trabajo en la alabada serie de televisión "Perdidos". También aportó un tema a la banda sonora del anterior trabajo de Reeves, Monstruoso (Cloverfield), que sonaba durante los créditos finales del mismo. Esta vez, Reeves le pidió que compusiera la música de toda la película.

El director tenía en mente un telón de fondo musical inquietante que, al igual que la historia, pudiera pasar rápidamente de pavor y soledad a ternura y romance. "El trabajo de Michael en 'Perdidos' me hizo confiar en que podría crear una auténtica sensación de suspense", explica Reeves. "También posee una tierna emotividad, evidente en su trabajo para Pixar y otros. Fue capaz de crear una banda sonora que reflejara todos los distintos tonos de la película y dotarlos aun así de una sola voz musical".

Reeves y Giacchino comparten su admiración por la obra del legendario compositor Bernard Herrman, que compuso docenas de bandas sonoras a lo largo de su carrera, en la que figuran clásicas cintas de suspense de Hitchcock como Con la muerte en los talones y Psicosis. "Ésas son las películas que me mantenían realmente en vilo de niño", comenta el director. "Quería que la música tuviera ese mismo espíritu".

El productor Alex Brunner agrega: "Nos encantó poder contar con Michael para encargarse de la banda sonora. Su música es evocadora y a la vez sumamente emotiva, y ha captado perfectamente la visión de Matt para la película. La última cinta 'de vampiros' de Hammer fue Kung Fu contra los 7 vampiros de oro, cuya banda sonora fue obra del notable compositor de Hammer James Bernard, y nos sentimos sumamente orgullosos de que Michael haya traído musicalmente la tradición de Hammer al siglo XXI".

Reeves asegura que él también se siente honrado por formar parte de la tradición de Hammer. "Escribir y dirigir la primera película de Hammer en más de tres décadas me ha hecho recordar esos estupendos filmes que me asustaban de niño", comenta. "Esta película respeta esa tradición".

Cuando Reeves llamó a Giacchino, se acababan de anunciar un montón de candidaturas para toda una serie de premios por Up y le llovían ofertas de trabajo, pero dice que siempre se alegra de poder trabajar con viejos amigos. "Me hace sentir como un niño que juega con sus colegas", explica el compositor. "Ya sabía por trabajar en Monstruoso (Cloverfield) que Matt aporta mucho a sus películas en lo que se refiere a emoción y narrativa. La historia y las emociones dominan mi forma de componer, así que formamos un buen equipo".

La simplicidad de los personajes también causó una honda impresión a Giacchino. "Su inocencia a la vista de su situación me conmovió", asegura. "Es una película de vampiros, pero también es una película iniciática sobre dos niños que viven situaciones familiares complicadas. Su inconsolable tristeza me resultó increíblemente apasionante como compositor".

Giacchino se valió de un instrumento musical de teclado llamado celesta para crear los evocadores tonos de la banda sonora, así como de un bombo y un coro de niños, y siguió las indicaciones de Reeves de permitir que la música fuera subiendo de tono de forma tan gradual y sencilla como la acción. "Las escenas se van desarrollando lenta y tranquilamente, sin mucho diálogo", explica. "Agrega tensión a las escenas. Intenté tener tanta paciencia con la música como Matt la había tenido al dirigir. Por ejemplo, en la escena en la que el agente de policía entra en casa de Abby, la música empieza con un instrumento y acaba con toda la orquesta atronando al final de la escena. Me tomé mi tiempo, intensificando lentamente la orquestación y la melodía hasta el último momento".

La banda sonora de clásica música pop de los años 80 sitúa la acción claramente en la Norteamérica de la era Reagan. Con la ayuda del consultor musical George Drakoulias, cuyos trabajos recientes incluyen Resacón en Las Vegas, Star Trek (Star Trek XI) y Tropic Thunder, ¡una guerra muy perra!, Reeves eligió canciones que recordaba y le gustaban de esos años. "Usamos canciones que me pareció que evocarían esa época", explica Reeves. "Estábamos decididos a evitar que sonara muy kitsch y evitar convertirlo en algo fetichista, sino que representara la época con cariño y fidelidad. Por consiguiente, no creo que parezca una película de época. Aunque la gente que la ha visto dice que es totalmente de los 80, a mí me parece como si fuera ayer y la música es una parte realmente emocionante de ello".

En última instancia, cada tema musical sirve para recalcar la fuerza de la historia de Déjame entrar (Let Me In) que, según Reeves, reside en su misterio y ambigüedad. "Es una tragedia, pero también es una historia de amor. Hay redención en el vínculo que los dos chicos sienten entre ellos. También hay una oscura implicación de lo que el futuro podría depararles. Algunos piensan que es un final feliz, otros lo encuentran sumamente perturbador. Permite interpretar la historia como tú quieras. Estoy deseando saber qué piensa la gente".


Acerca de Hammer
Fundado originalmente en 1934, el legendario estudio cinematográfico británico de terror ha ofrecido una larga serie de películas de enorme éxito a lo largo de los años, entre las que figuran Drácula, La maldición de Frankenstein y El Experimento del Dr. Quatermass. Tras su adquisición por Exclusive Media Group, el mítico y querido sello británico de películas se ha puesto al día para 2010 y regresa con el estreno de Déjame entrar (Let Me In), la primera producción cinematográfica de nuevo cuño del estudio en más de 30 años.

Simon Oakes, vicepresidente de Exclusive Media Group y presidente y consejero delegado de Hammer Films ha dicho: "Estamos encantados de relanzar Hammer con un filme tan fantástico como Déjame entrar (Let Me In). La película sintetiza a la perfección la encarnación moderna de Hammer Films como el estudio del 'terror inteligente', películas modernas, con clase y provocativas que pretenden sacar al público del terreno que le resulta más familiar".

La próxima película de Hammer será The Resident, protagonizada por Hilary Swank (Million Dollar Baby), Jeffrey Dean Morgan (Watchmen) y el incondicional de Hammer Christopher Lee (Drácula, La maldición de Frankenstein), cuyo estreno está previsto en 2011. La siguiente producción de Hammer, que empieza a rodarse en septiembre de 2010, será The Woman in Black, adaptación cinematográfica de la icónica novela de Susan Hill "La mujer de negro", en la que también se basa la producción teatral de enorme éxito. Daniel Radcliffe (el Harry Potter de la saga cinematográfica) se ha anunciado recientemente como protagonista. El guión es obra de Jane Goldman (Kick-Ass: Listo para machacar), mientras que James Watkins (Eden Lake) se encargará de dirigir.