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  Ricky  Dirigida por François Ozon
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59 Berlinale. Sección Oficial a Competición.


Entrevista a François Ozon

P: El origen de RICKY reside en un relato de la novelista inglesa Rose Tremain...

R: En inglés, el título del relato es MOTH, es decir luciérnaga, esos insectos o mariposas nocturnas que se sienten atraídas por la luz. En la versión francesa el relato se llama LÉGER COMME L’AIR (LIGERO COMO EL AIRE). Cuando lo leí, me gustó muchísimo pero no creí que la historia encajara conmigo.

El relato, muy corto, me recordaba el universo de ROSETTA de los hermanos Dardenne: un círculo social de blancos desheredados que viven en una caravana en un lugar perdido de Estados Unidos. Durante mucho tiempo el contexto me parecía un obstáculo. No veía como abordarla, como hacerme con ella.

Lo que me gustaba era la irrupción de un acontecimiento maravilloso, extraordinario en el seno de un ambiente muy anclado en una realidad pobre, pero ese aspecto fantástico me daba miedo, me parecía poco factible. Hasta el día en que comprendí que lo que me conmovía no era tanto el aspecto fantástico sino la forma que tiene la historia de hablar de la familia, del lugar que ocupamos en ella, de cómo la llegada de un nuevo miembro perturba su equilibrio, ya sea un nuevo cónyuge o un niño.


P: Pasa sin cesar de la comedia a la fantasía. Cuando Katie y su hija se entusiasman con las alas de Ricky, no sabemos si reír, sentir rechazo o miedo...

R: La ironía de la escritura de Rose Tremain encaja conmigo y quería mantenerla en la película. Cuando la historia toma un cariz demasiado fantástico o extraordinario, hay momentos álgidos de humor y de distanciamiento que salvan la escena o que aflojan la tensión. A Katie y a su hija les encanta cuidar a este niño diferente. Y espero que el espectador comparta sus sentimientos. La ironía surge de la expresión de un instinto maternal completamente normal en una situación anormal. Todos los padres caen rendidos ante la primera sonrisa, el primer eructo o el primer paso de sus hijos... Convierten el cuerpo del bebé en un fetiche así que lo que hacen las alas de Ricky es intensificar este comportamiento.

De hecho, para Katie, las alas no son nunca un handicap sino un don, una gracia añadida con la que se divierte y de la que disfruta. Las alas sólo revisten un aspecto monstruoso debido al comportamiento de Katie que prefiere que Ricky permanezca encerrado en su mundo interior en vez de confrontarlo al mundo exterior. Su instinto maternal es bastante egoísta, claustrofóbico y tiene algo de castrador.


P: ¿Qué le sugiere la diferencia de Ricky?

R: Me da la impresión de que uno de los pocos sentimientos que compartimos con los animales es el instinto maternal. De ahí vienen las alusiones al lado animal de Paco. Hay personas para las que las alas son una señal religiosa pero el aspecto gore de esos pequeños muñones y después el tamaño y el color de las alas no me sugerían la idea del ángel.


P: El aspecto extraordinario de Ricky se ve reforzado por su físico, su tamaño...

R: Arthur, que encarna a Ricky, es un niño gordito y precioso pero impone más que Mélusine, la niña que da vida a Lisa, su hermana mayor, que es delgada y menuda. En el cine se suele idealizar a los bebés. Casi nunca los vemos cuando tienen hambre, cuando lloran, cuando están sucios... Era fundamental para mí que el bebé fuera un verdadero personaje que tiene necesidades y sentimientos.

Durante el casting, Arthur no era el bebé más despierto del mundo. De hecho muchos miembros del equipo me aconsejaron que lo cambiara. Pero me gustaba mucho su cara, sus ojos almendrados. Sus mofletes me recordaban a Paco y su fisonomía rubia a Katie. Encajaba en la familia. Siguiendo la experiencia que tuve en REGARDE LA MER (MIRA EL MAR), le dirigí como si fuera un actor, hablándole y explicándole lo que quería. Enseguida adaptamos el rodaje a su ritmo, a sus siestas, sus comidas. Lo más divertido es que se tomaba muy en serio su papel y fue mejorando a medida que avanzaba la película. De forma que acabamos el rodaje antes de lo previsto. Nos llevaba sólo tres o cuatro tomas que hiciera exactamente lo que queríamos. Cuando se puso a volar, se metía en el papel, estaba feliz. Por el contrario, a sus dobles no les gustaba nada estar colgados en el aire.


P: RICKY hubiera podido participar en SOUS LE SABLE (DEBAJO DE LA ARENA) teniendo en cuenta la atención que se ha prestado a ciertos gestos concretos y cotidianos en un contexto de fantasía...

R: La fantasía sólo me interesa si el espectador se identifica con ella porque resulta verídica. De ahí la necesidad de mostrar la evolución de las alas de Ricky. En el relato no se explica su evolución: de un día para otro al bebé le salen alas.


P: ¿Cómo diseñó esa evolución?

R: El trabajo del guión tuvo en cuenta tanto el desarrollo fisiológico del cuerpo del bebé, su mutación como las reacciones verosímiles que provoca en su entorno. La primera pregunta que había que hacer era: ¿En qué momento surgen las alas? ¿Son de nacimiento o nacen después? La idea de que a los pocos meses surgieran esos bultos me pareció una buena pista. Una especie de síntoma del deterioro de la pareja. Además, eso me permitió que la familia permaneciese bastante tiempo en un lugar cerrado, lejos del universo de la medicina.

A Ricky empiezan a crecerle alas a los siete u ocho meses. Para imaginar su evolución nos inspiramos en la forma en la que se desarrollan las alas de los polluelos: trocitos de piel, como muñones que van creciendo; poco a poco las alas empiezan a atravesar la piel y a crecer, primero como si fueran uñas y luego como plumón... Intentamos que se parecieran lo más posible a las alas de un pájaro aunque dentro de un marco estético y narrativo. Queríamos que la evolución de las de Ricky marcara el ritmo de la evolución de los lazos familiares: al principio son bultos y Katie cree que marcas de golpes que Paco le ha dado al niño. Por eso decide separarse de él. Después, cuando las plumas empiezan a crecer y permiten volar a Ricky, la complicidad de la madre y la hija se vuelve a tejer alrededor de este bebé volador.


P: Traza elipsis muy pronunciadas, sobre todo al principio de la película…

R: Las elipsis son muy pronunciadas porque marcan el proceso totalmente clásico de una historia de amor y familiar que el espectador conoce: la soledad, el encuentro, la consolidación de la pareja, la exclusión de la niña, la llegada del bebé. Era necesario situar la historia para poder abordar su núcleo: el nacimiento de Ricky.


P: ¿Qué razón tiene empezar la película con la escena de Katie con una asistente social que induce a un flash-back?

R: Sabía que esa elección deliberada iba a suscitar todo tipo de interpretaciones, lo que no me molestaba nada. Me gusta que los espectadores se sientan libres para que vivan como quieran la historia que les cuento y dejar que la interpreten según sus vivencias y experiencias personales.

Para mí, esta escena se sitúa a mitad de la película cuando Paco acaba de marcharse dejando a Katie sola con Lisa y Ricky. Me parecía que era importante mostrar que esa “madre coraje” podía desfallecer, dudar y pensar en la idea de llevar a su hijo a una institución por pura desesperación. Situar esa escena al principio de la película permitía dar las claves del contexto social del personaje así como el tema recurrente de los lazos maternales. También me gustaba la idea de jugar con las expectativas de los espectadores que están familiarizados con los flash-back clásicos y explicativos asumiendo el aspecto de pista falsa de esa escena muy realista que permitiría sorprenderles después con la introducción de la fantasía.


P: RICKY es una película sobre la familia, pero la protagonista sigue siendo una mujer…

R: Me gustan los retratos de mujeres y quiera volver a abordar el tema de la maternidad de forma diferente que en REGARDE LA MER (MIRA EL MAR), donde dos aspectos del instinto maternal se dibujaban a través de dos mujeres opuestas: la buena madre y la madre ogro. Aquí, esos dos aspectos están reunidos en un único personaje: Katie. En la película seguimos la trayectoria y el desarrollo complejo de su instinto maternal. Primero es una mujer leona que quiere proteger a su hijo, y luego se convierte en una madre más lúdica e infantil que casi juega con su bebé como si fuera una muñeca, y más adelante una madre que se enfrenta a la realidad de un hijo al que hay que cuidar, compartir y al final dejar que se vaya.


P: ¿Cree que el instinto maternal es más complejo que es instinto paternal?

R: Es más interesante porque el niño sale del cuerpo de la mujer y ella suele vivirlo como una prolongación de ella misma. Ese es el aspecto fisiológico del nacimiento y del lazo orgánico que me apasiona. Pero eso no impide que Paco, el padre, tenga también profundidad, lo que no ocurre con el personaje del relato, que es muy antipático, y que vuelve con el único fin de sacarle dinero a los periodistas. Quería recrear una relación más rica entre este hombre y esta mujer. Paco quiere ganar dinero con Ricky sirviéndose de los periodistas pero hay algo más que cinismo. También hay sentido común, un medio de comprar una casa, de disponer de un espacio donde educar en buenas condiciones a Ricky. Es cierto que regresa cuando se entera de que Ricky es un niño excepcional, pero lo hace para defenderle. Así que no ha tenido mucho tiempo para desarrollar un sentimiento paterno. Katie lo excluye enseguida. ¿Se les deja a los hombres espacio suficiente para ser padres? De eso trata también la película.


P: ¿Por qué eligió a Sergi López para interpretar a Paco?

R: Hacía mucho que quería trabajar con él. Cuando escribía el personaje lo tenía en mente, sobre en las escenas en las que Katie le habla de su pilosidad. Sergi es un actor muy sutil. Sus movimientos son sensuales, femeninos, pero al mismo tiempo muy viriles, algo que gusta y da seguridad a las mujeres. Ha aportado ambigüedad y humanidad a este personaje que puede parecer negativo en el papel.


P: ¿Y a qué se debe la elección de Alexandra Lamy?

R: Cuando la vi en televisión en UN GARS, UNE FILLE, me pareció una actriz interesante. Tiene talento para la comedia, una gran capacidad de réplica, rapidez y un ritmo que me recuerdan a los de las actrices americanas de las comedias de enredo. Pero me dio la impresión de que podía hacer cosas con un registro más dramático. Además Alexandra tiene ese aspecto popular y auténtico que encaja con el personaje de Katie. Me daba la impresión de que con ella la historia sería más creíble que con otra actriz, que hubiera hecho muchos papeles. El grueso del trabajo consistió en frenarla, en pedirle que no tuviera miedo de los silencios, de las ausencias. Quería que se tomara su tiempo.


P: ¿Y rodar sin maquillaje?

R: Alexandra lo supo desde el principio y no se opuso. No es una actriz típicamente narcisista. Era importante que Katie no jugara el papel de seductora, que viéramos su piel, que su cuerpo no estuviera idealizado, realzado… Siempre con la idea de que resultara lo más realista posible. Además, a diferencia de los clichés habituales, quería reflejar la belleza de la periferia, atrapar el potencial fotogénico del barrio periférico, con ese lago que le rodea y que ofrece tantos reflejos. Quería mantener una línea realista pero sin olvidar cierta estilización. La descripción del ambiente social de Katie me interesaba porque permitía acentuar la noción de aislamiento que caracteriza a todas las familias. Si Katie hubiera pertenecido a una clase más burguesa hubiera acudido a un médico de prestigio. Pero ella prefiere esconderlo porque no está realmente integrada en una vida social. Además la llegada de este niño es una oportunidad, un acontecimiento maravilloso en este mundo gris y rutinario. El bebé se convierte en una fuente de riqueza, tanto en sentido estricto como figurado, que quiere que sea para ella.


P: ¿Para usted, los efectos especiales eran un obstáculo o una tentación?

R: Cuando preparábamos la película, estábamos un poco asustados: efectos especiales + bebé eran muchos condicionantes. Pero al final todo salió bien, mucho mejor que lo creyeron los bancos y los seguros… Los efectos especiales me interesan cuando forman parte de una historia a la que sirve como en EL INCREÍBLE HOMBRE MENGUANTE de Jack Arnold, que en cierto modo era mi referencia. O como en Cronenberg, que sabe explorar su dimensión orgánica.

He intentado ser lo más sobrio posible, no hacer planos complicados o demasiado técnicos escudándome en los efectos especiales. Por el contrario yo quería integrarlos en una puesta en escena basada en lo cotidiano y en acciones concretas, en planos fijos, en planos y contraplanos, en planos secuencia. Esto dificultaba la elaboración de efectos especiales, que generalmente se utilizan en planos montados muy rápidamente, durante los cuales no hay casi tiempo de mirarlos, sino de experimentarlos. De hecho a los responsables de los efectos especiales de BUF les dio un poco de miedo cuando vieron el montaje final de la película.


P: Ricky es un nombre poco realista en el contexto de la película…

R: El bebé se llama así en el relato. Cuando empecé la adaptación lo conservé y al final me acostumbré y se quedó así. Para los ingleses de hoy en día es un nombre anticuado y un poco ridículo. A mí me recordaba las series americanas de mi infancia y tenía un lado cómico. Además en la película es Lisa la que elige el nombre de su hermano así que en realidad es fruto de la imaginación de una niña…


Entrevista a Alexandra Lamy (Katie)

P: ¿Le sorprendió que François Ozon le llamara para encarnar a Katie?

R: Cuando mi agente me llamó para decirme que tenía que pasar un casting para una película de François Ozon, me quedé muy sorprendida. Yo procedo del teatro, he estudiado en el Conservatorio, pero mi imagen está tan asociada con la comedia y con mi personaje de UN GARS, UNE FILLE que no me parecía que pudiera identificase con su mundo. Pero me lo tomé con tranquilidad y fui al casting muy relajada, convencida de que no me iban a dar el papel. No tenía miedo ni angustia, sólo fui para divertirme.


P: ¿Cómo fue el encuentro con François Ozon?

R: Hice mis dos escenas y creo que logré conmover a François. Me hizo repetir un par de cosas y me dijo: "Ya te llamaremos". Y después pasaron varios meses sin noticias. Pensé que había encontrado otra actriz hasta que mi agente me llamó para decirme que François quería que repitiera la prueba. En esa fase sólo quedábamos dos candidatas y yo estaba muerta de miedo. Así que volví a interpretar las escenas con la niña que iba a encarnar la hija de Katie. Cuando vi a Mélusine, que se parece a mí, me tranquilicé y pensé que podían darme el papel. Lo más extraño es que el personaje de Katie se parece más a mí que todos los papeles de comedia que me han propuesto hasta ahora en el cine.


P: Como ocurre en muchas de sus películas, RICKY es por encima de todo un retrato de mujer…

R: Sí, y como en SOUS LE SABLE con Charlotte Rampling, François luchó por escoger a su actriz, una elección que no se entiende muy bien a priori… François tiene un universo propio, con personajes de mujeres, sinceras, con mucho carácter. El personaje de Katie no se para a pensar, no se hace preguntas. Es muy espontánea, instintiva, animal. Si desea a un hombre tiene que ser ya. Y si ya no lo quiere ocurre lo mismo. Además es excesivamente maternal. Es algo terrible tener un hijo que no es como los demás. ¡Y en el caso de Ricky la diferencia es extrema! ¿Cómo se puede vivir con eso? Al principio, Katie está preocupada, se pregunta qué va a ser de Ricky, si va a andar, hablar... Después decide tomar las riendas y sale reforzada al enfrentarse a la situación. A Katie no le desagradan las alas de Ricky. Es su hijo y le quiere como una madre.


P: Vemos la felicidad que sienten Katie y su hija Lisa cuidando de ese niño diferente…

R: Ellas se divierten observando la evolución de Ricky y eso refuerza su complicidad. En ese momento se produce una situación cómica que me interesaba mucho. El guión era más oscuro que la película terminada y fue un tema de discusión con François. No quería que sonriera, pero fue inteligente y me dejó intentar registros más alegres y sonrientes en esas escenas. Y al final decidió conservarlos.


P: Katie tiene un lado duro, casi castrador cuando acusa a Paco de haber pegado a Ricky…

R: Katie es dura, como todos los que lo tienen difícil en la vida, que trabajan en cadenas de montaje en tareas extenuantes, en fábricas y en un ambiente deprimente. Se nota que arrastra un pasado desdichado, que el padre de Lisa debe haberla abandonado. Cuando espera a que llegue Paco para acusarlo de pegar a Ricky, François me pidió que me quedara sentada a pesar de que lo lógico es que se levantara para pelearse. Pero de esa forma comprendemos que ha tomado una decisión antes de hablar con Paco. Para ella, él es el culpable de lo que le pasa a Ricky y no quiere saber nada más.

Cuando a Ricky le crecen las alas, la prueba de que Paco es inocente, Katie podría haberle llamado. Pero quiere disfrutar ella sola del increíble acontecimiento que se produce en su vida, triste y banal. De hecho, le dice a su hija: "Desde que Ricky tiene alas, ya no pienso en Paco". Katie tiene ese lado simplista y de sentido común popular que me gusta mucho. Cuando descubre las alas, dice: "Seguro que acaban cayéndose". Por supuesto, vive momentos de angustia, pero no se para, actúa.


P: Y en su opinión, ¿por qué las alas como símbolo de la diferencia?

R: Para mí, esas alas simbolizan el lado angélico de la infancia. Y también el deseo de libertad, la necesidad de dejar que nuestros niños abandonen el núcleo familiar, a pesar de que resulte difícil. Me encanta la escena del lago, cuando Katie vuelve a ver a Ricky y le dice: "Dios mío, cuánto has crecido". Ricky ha perdido su lado "bebé monstruo", se ha convertido en un niño, y Katie siente un gran alivio al saber que se encuentra bien. Ella también se siente más libre y realizada, dispuesta a reconstruir su familia. Y a volver a quedarse embarazada.


P: Katie es una mujer que vive en un ambiente social muy específico, su hijo Ricky es un niño muy especial... pero ella es una mujer 'como las demás'. totalmente normal. ¿Cómo explica su capacidad de suscitar la identificación con su personaje?

R: Puede deberse a que nunca pienso en mi físico cuando actúo. No poso, no presto atención a mi mejor perfil, a mi forma de estar... No me veo, no me miro, me olvido totalmente de mí misma para meterme el cabeza y en el cuerpo de mi personaje y eso se trasluce en la imagen que proyecto. Me gustan las actrices como Meryl Streep, esas actrices que no nos importa que sean bellas o no. Sólo queremos sumergirnos con ellas en el personaje porque se parecen a nosotros.


P: ¿Cómo ha entrado en el personaje?

R: He hecho algo parecido a lo que hace Katie: no me lo he pensado demasiado, he dejado que el personaje viniera a mí sin plantearme demasiadas preguntas. Aunque parezca raro, no he hecho un trabajo de preparación, no he buscado los motivos de su comportamiento. Mucho antes de que empezara el rodaje me aprendí el texto, pero sin pensar en la interpretación. Quería llegar virgen al rodaje. Katie actúa por instinto y yo quería ser como ella. Incluso en los ensayos con François, solía hacer lo que se llama una "alemana": me colocaba pero en realidad no interpretaba el papel. De repente cuando suena "acción", la interpretación no está manida y al director también le coge por sorpresa.


P: ¿François le ha enseñado películas que sirvieran de inspiración a su personaje?

R: Sí, la película "WANDA" de Barbara Loden. La trayectoria de Katie no tiene nada que ver con el de esta mujer, pero tiene el mismo lado espontáneo. Wanda no reflexiona demasiado, se deja llevar por la vida y por su propia lógica. Se acuesta con hombres siguiendo su instinto, se queda con ellos aunque la muelan a palos... y abandona a sus hijos sin sentirse culpable.


P: ¿Y rodar una película con niños y con efectos especiales?

R: Adoraba a Arthur, el niño que interpreta a Ricky, pero es difícil tener paciencia con los bebés y menos aún en un rodaje... Al final está genial pero a veces hubo que hacer muchísimas tomas, después de hacerle muecas para que se riera, o de jugar con él para que dejara de mirar a su madre, con la pértiga del técnico de sonido ¡o incluso con la cámara! Exigía mucha atención y es bastante agotador. Mélusine es encantadora y tiene mucho talento, pero con ella también había establecer un contacto especial, jugar con ella. En lo que se refiere a las alas de Ricky no estuvieron durante todo el rodaje. Había alas falsas pero casi siempre había que imaginar que el niño las llevaba, pensar en que si colocaba mi cabeza en cierto ángulo o si llevaba al niño en brazos de cierta forma, mi cara estaría tapada por las alas.


P: La pareja que forma con Sergi López resulta creíble desde el primer momento...

R: Sergi es un excelente compañero de interpretación. Tenemos el mismo tipo de instinto. Como François nos daba libertad para cambiar algunas palabras del texto, nos escuchábamos el uno al otro, actuábamos de verdad juntos, mirándonos a los ojos. Además, Sergi es un buen padre, está muy pendiente de los niños. Tiene un lado de padre oso, una sensibilidad a flor de piel. En la escena de la ruptura lloró de verdad. Pero también puede ofrecer un aspecto aterrador y ambiguo cuando vuelve.


P: ¿Y cómo dirige François Ozon a sus actores?

R: Lo primero en lo que piensan muchos directores es en la imagen. Pero François piensa primero en los actores. Si había previsto que nos desplazáramos en cierto sentido o que hiciéramos cierto gesto pero a nosotros nos parece que no encaja, él nos escucha. No es puntilloso sobre el texto o los movimientos. Además, él es quién encuadra y eso me gusta. Sabía que me miraba, que me escuchaba, venía a buscarme. Me sentía transportada. François no te deja en paz hasta que no hayas dado lo que tenías que dar. Es extraño, pero en las comedias en las que interpretaba un papel más parecido a priori de mi trabajo habitual, los realizadores no confiaban en mí porque les daba miedo de que saliera el personaje de UN GARS, UNE FILLE. François me otorgó esa confianza, me escogió porque estaba convencido de que era la mejor para su personaje, y no para hacer algo excepcional, o para probar que era capaz de romper mi imagen.


Entrevista a Sergi López (Paco)

P: ¿Conocía el cine de François Ozon antes de trabajar con él?

R: No. Tengo poca cultura cinematográfica y no vivo en Francia. Pero le conocía un poco, le había conocido haciendo promoción. Y también conocía a gente que había trabajado con él. No me sentí incómodo por no haber visto sus películas, la ignorancia es consustancial a mí. No escojo los proyectos en función de lo que un cineasta ha hecho hasta ese momento sino en función del guión que me propone. Eso es lo que cuenta: vivir el instante de la lectura, lo que te dice el instinto cuando lees el guión. No tener prejuicios sino dejarse llevar por la historia que se está relatando.


P: ¿Cómo reaccionó al leer el guión de RICKY?

R: Me sedujo enseguida por su sencillez casi mágica. El relato va a lo esencial, como un cuento. El encuentro entre Paco y Katie está contado de forma muy directa, las etapas de su relación van muy deprisa.


P: ¿Y el hecho de que Ricky tenga alas?

R: A pesar de ese elemento fantasioso, RICKY no pertenece al género de la ciencia ficción. Muy al contrario es una película realista que habla de algo que no lo es. La forma en la que ese niño volador se enmarca en una situación muy cotidiana es muy inquietante. En RICKY, los personajes viven de forma natural algo que es absolutamente extraordinario.


P: ¿Qué le sugiere que la diferencia de Ricky se encarne en unas alas?

R: A todo el mundo se le ha pasado por la cabeza la idea de volar; es un sueño universal que podría convertir a Ricky en un ángel. Pero François no aborda en absoluto ese lado simbólico. Nos muestra otra realidad mucho más inquietante. La diferencia de Ricky resulta divertida durante dos segundos, pero la realidad se impone inmediatamente. Ricky está entre el ángel y el monstruo. Es un bebé precioso, rubio y de ojos azules, pero tiene algo de monstruoso con esas plumas que le crecen. Esas alas nacen de un milagro, pero de un milagro que no sabemos si es positivo o negativo, depende de lo que la familia vaya a hacer.


P: En este aspecto, Paco se muestra muy pragmático. De hecho, es posible que algunos espectadores crean que sólo vuelve porque ve en Ricky la forma de ganar dinero...

R: Sí, Paco ve una ventaja, una forma de ganar dinero para que la familia vuelva a ser una verdadera familia, para que sea feliz. Paco no es malo ni bueno, es el espectador quien debe decidir. Me gustan las películas que dejan espacio a la imaginación. RICKY no es un cuento simpático ni bonito. No es una película amable. Y esa ambigüedad es lo que me hizo aceptar el papel. Las cosas no están decididas, no sabemos si la familia va a soportar la situación. No es una familia negativa o positiva, es una familia más. Una familia bastante desequilibrada pero no sé si una familia equilibrada es lo ideal... Cada vez me gustan menos las historias completamente blancas, inofensivas, que transmiten una esperanza trivial. Esas historias bonitas que cuentan una felicidad gratuita, una felicidad que no está ligada con una iniciación, con la experiencia del sufrimiento, me parecen vacías. Me reconozco en una filosofía de la alegría de vivir, pero una alegría de vivir que no existe sin dolor.


P: RICKY también es el retrato de una madre.

R: Sí, entiendo que François tuviera ganas de abordar ese tema. Ser madre es algo tan enorme, tanto en el plano físico como moral, que en comparación, la paternidad es algo casi anecdótico. Pero al mismo tiempo, la película toca un punto muy complicado de la paternidad. La experiencia de la paternidad empieza con una frase muy sencilla: "Vas a ser padre". Y esa idea abstracta se materializa tomando la forma de un ser que respira, que tiene necesidades, algo físico que no te esperabas del todo... Ese lado "pequeño monstruo" que desembarca en tu vida y que te convierte en padre se ve reforzado en esta película por las alas de Ricky.


P: ¿Y qué tal fue rodar con niños tan pequeños?

R: No es fácil, pero yo tengo hijos y me gustan mucho los niños, me relaciono muy bien con ellos. Consigo instaurar enseguida un lazo entre ellos y yo, encuentro gestos. Los bebés no tienen capacidad para trabajar, hay que someterse a su ritmo biológico y no siempre es fácil. Pero son un motor formidable porque no actúan: ellos son. Esa realidad compensaba la falta de solidez de los efectos especiales en el rodaje.


P: ¿Cómo fue trabajar con Alexandra Lamy?

R: Al igual que me pasó con François, no sabía lo que había hecho, no tenía ninguna referencia y la descubrí durante el rodaje. Nos entendimos muy bien. Me pareció muy guapa, simpática y sobre todo divertidísima. Nuestra forma de enfocar esta profesión es muy similar porque es sobre todo instintiva. No hablamos mucho de la relación de Katie y Paco. Preferimos que lo real se impusiese: la realidad del rodaje, las situaciones, los diálogos, las indicaciones de la puesta en escena de François... No soy un actor que tenga la necesidad imperiosa de encontrar explicaciones para sus personajes.


P: ¿Y cómo fue la experiencia de rodar con François Ozon?

R: François tiene una personalidad muy estructurada. Sabe exactamente lo que quiere, tiene la película en la cabeza y trabaja muy deprisa. Le gusta que las cosas avancen y que no se pierda el tiempo. Es muy impaciente. Se muestra impaciente para pasar de una escena a otra, de un día de rodaje a otro, del rodaje al montaje, y me imagino que de una película a otra... Ama a sus actores. Escogerles ya es una puesta en escena. Ha visto algo en ti que le convenía para el papel y luego, deja que te expreses como tu quieras. Sólo interviene si la dirección que escoges no le gusta. ¡Pero no se come la cabeza hablándote de la "esencia" de la escena antes de rodar! Enseguida te das cuenta que está enamorado de su trabajo, que ha hecho muchas películas. Es una persona con una gran fuerza interior así que no necesita hacer alarde de ella.


P: ¿Qué le parece el final de la película, sobre todo que Katie vuelva a quedarse embarazada?

R: En una película convencional, diríamos: "Genial, la vida sigue". Pero François juega con esta imagen tradicional. Cuando vemos embarazada a Katie nos asalta la duda de saber si es una noticia trágica o positiva. ¡Nos da por pensar si ese niño tendrá alas, aletas o pezuñas de oso!