Nominada como mejor largometraje documental en los Premios Goya.
El documental tiene la firma del cineasta Rafael Gordon (Teresa, Teresa), que aporta su propio prisma a las reflexiones de la creadora. Y es que Ouka Leele es parte activa del metraje. Galardonada con el Premio Nacional de Fotografía y reconocida internacionalmente por su buen hacer, aceptó participar en el proyecto con la intención de dar a conocer su universo desde las emociones. "La mirada de Ouka Leele" fue una de las películas participantes en la edición 2009 de la Seminci.
El arte y la vida, unidos por el esfuerzo, el talento y la belleza de una creadora universal
La historia repasa la relación con su familia y con su hija -protagonista, como ella misma, de muchas de sus fotos-, así como con otros artistas de la época, y aporta trozos impagables rodados por ella misma con la Fura dels Baus, Carlos Sánchez Pérez "Ceesepe", "El Hortelano" José Alfonso Morera, Sybilla o Radio Futura.
Asistimos a una interpretación tan natural y sincera que no extraña el montaje de lasvarias tomas que se hicieron para que contase el proceso de su enfermedad y cómotransformó un calvario de quimioterapia en un proceso de aprendizaje.
"Quería que Ouka Leele se mostrase tal cual es: joven, creativa, apesadumbrada por elsentir de la vida, pero también solidaria, y por encima de todo trabajadora incesantee infatigable", afirma el director Rafael Gordon.
Las imágenes narran la obra y vida de Ouka Leele desde su propio prisma. La creaciónde un mural de 240 metros cuadrados de principio a fin es el motivo que unificarecuerdos y semblanzas de 40 años de trabajo.
La mirada del director
De niño, tendría catorce años, vi en la filmoteca itinerante, quizá en lo que hoy es la discoteca Pachá, un ciclo de películas documentales del realizador Robert J Flaherty. Quedé anonadado, viendo "Nanuk el esquimal", y "Hombres de Aran", fue como si hubiese visto por primera vez una película. Nanuk construía un iglú de principio a fin, con constancia, con firmeza, con determinación, (la misma constancia y determinación, con la que Ouka Leele realiza el mural de 240 metros cuadrados en "La mirada de Ouka Leele"). Entiendo que el cine no es un intento manipulado de hacer arte. El cine es la vida en movimiento. Si la vida que muestra el movimiento, emana espíritu y dolorido sentir, tendremos una obra de arte en sí misma, sin trucos preconcebidos.
El cineasta tiene que ser neutral ante la realidad observada.
Somos deudores de Dreyer, Chaplin, De Sica, Ford, Buñuel, Vigo y otras docenas de directores, incluidos, Saura, Melville, Aki Kaurismaki y Jim Jarmusch. En todos ellos, lo humano y la existencia, fluyen y conviven en gloriosa humanidad y grandeza.
A la manera de estos grandes creadores de imágenes, la obra de Ouka Leele, busca lo inaprensible de la esencialidad, le da forma y lo humaniza. Pienso que su obra gráfica es cine en esencia. Sus imágenes sintetizan en un solo fotograma toda una posibilidad cinematográfica. Fotos como "El Beso" son iconos de su tiempo.
Fue en 1987 cuando pensé por vez primera, realizar un largometraje sobre Bárbara Allende Gil de Biedma. Desde que vi la exposición antológica de recuerdo memorable, que realizó en el Museo Español de Arte Contemporáneo, la artista contaba tan sólo con treinta años. Aprecié, viendo su obra, que nos encontrábamos ante un genio y he podido comprobar esta realidad, a lo largo de las últimas décadas. Con el paso de los años valoro más y más la persistencia del tiempo, congelado en los fotogramas que conforman la película.
Todo el pensamiento de Ouka Leele gira en la película sobre el tiempo como presente. Pasado, presente y futuro, en un solo instante. Soy un testigo vivo de más de cincuenta años de cine, he cumplido ya más años que los que cumplieron, Humphrey Bogart o Gary Cooper en vida, pero ahí están, eternamente poderosos y auténticos en las películas que rodaron.
Comento este hecho por la sencilla razón de que realicé "La Mirada de Ouka Leele", pensando no sólo en el presente, sino también en el futuro. Quería que Ouka Leele se mostrara tal y como es: joven, creativa, apesadumbrada por el sentir de la vida, pero también solidaria, y por encima de todo, trabajadora incesante e infatigable. Me gustaría que el futuro recogiera intacta la semblanza de una artista de su tiempo, que logró con tesón e individualismo vencer no sólo la enfermedad, sino el signo de su tiempo, el conformismo artístico.
Dentro de décadas, cuando veamos a Ouka Leele presentar la película, ante gente que aún no ha nacido, me alegraré esté donde esté, al pensar, que al verla en las imágenes de "La Mirada de Ouka Leele", todo tendrá sentido, su vida, mi trabajo en hacer la película y la razón última del cine: ser documento y testimonio vivo y eterno, de nuestra evanescente existencia.