En un mundo inseguro, pocas cosas hay que inspiren más confianza que el Servicio Secreto británico. Famoso internacionalmente por el nivel de sus agentes, la modernidad tecnológica de las armas que utiliza y su red mundial de captación de información, este Servicio es uno de los últimos reductos del honor dirigido por comprometidos defensores de "la verdad".
Cuando el Servicio se percata de la existencia de un plan para robar las queridas joyas de la Corona, el caso se le asigna inmediatamente al mejor hombre con el que cuentan, el número uno de la élite de superagentes de la organización... que no tarda en ser liquidado.
Por desgracia para el Servicio Secreto, todos los demás miembros medianamente dotados con los que cuenta se reúnen muy pronto con el agente número uno en el otro mundo... un asunto muy feo, ese de bombardear un funeral.
¿Quién puede estar detrás de un complot tan diabólico? ¿Quizá la misma mente malvada que pretende robar las joyas de la Corona?
Sólo queda un hombre para proteger el país, vengar la eliminación de todos los espías del Servicio Secreto y desenmascarar al malvado enmascarado que pretende levantarse el símbolo perenne del antaño supremo Imperio Británico, las susodichas joyas de la Corona.
Ese hombre es Johnny English.
Ese hombre no sabe lo que es el miedo.
No sabe lo que es el peligro.
No sabe nada de nada.
English se ve de pronto provisto de un coche de alta tecnología, armado con los últimos gadgets de espionaje y con acceso libre a los archivos secretos de la agencia. No se lo acaba de creer. Quizás todo esto le venga algo grande, pero su empeño con la misión y dedicación para llegar hasta el final es incuestionable, especialmente después de conocer a la agente doble Lorna Campbell (Natalie Imbruglia). Parece ser que lo de estar enamorado aún hará más emocionante esto de salvar al país...