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  Orson West  Dirigida por Fran Ruvira
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Ópera prima del director alicantino Fran Ruvira que se sitúa en la frontera de la ficción y el documental. La película cuenta la historia de un equipo de rodaje que llega a un pequeño pueblo de la frontera entre Alicante y Murcia para rodar un western y rastrear los pasos del cineasta Orson Welles por estas tierras.

El casting está encabezado por la actriz alicantina Sonia Almarcha (La Soledad), Frank Feys (La línea recta), Jorge Yaman (Rec), Monserrat Carulla (El orfanato) y Josep Manuel Gil (Alquería Blanca), entre otros. La película está producida por Mariví de Villanueva y Xavier Crespo y cuenta con Carles Gusi como director de fotografía (Celda 211), Antonio Belart (The Frost) como director artístico y Marta Ciurana (De mayor quiero ser soldado) como figurinista.

Fran Ruvira es un joven director formado profesionalmente en equipos de producción, dirección y fotografía de Valencia y Barcelona. Actualmente continúa ligado a la investigación audiovisual y al Doctorado de Teoría del Cine de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y ejerce como periodista cinematográfico y profesor en diversos centros y seminarios.

Sonia Almarcha interpreta a una actriz que regresa al pueblo que le vio nacer. Se trata de un doble juego dentro de la película ya que se da la circunstancia que Almarcha nació en esta zona. En cine destacan sus trabajos en Las Razones de mis amigos de Gerardo Herrero, Adosados de Mario Camus, Amador de Fernando León, El Dios de madera de Vicente Foix (ambos pendientes de estreno) y La Soledad de Jaime Rosales, Goya 2007 a la mejor película y por la que recibió el premio actriz revelación por la Unión de Actores.

El actor belga Frank Freys es conocido por su participación en series como Porca Misèria, Cuéntame, El caso Wanninkhof o La Señora. Entre sus trabajos cinematográficos podemos citar La Línea Recta de José Mª de Orbe o Tramontana de Ramón Gieling. Por su parte, Jorge Yaman ha participado en Rec de Balagueró y Plaza así como en Diario de una ninfómana de Christian Molina.

Montserrat Carulla es una de las más reconocidas y galardonadas actrices catalanas con más de cincuenta años dedicada al mundo de la interpretación. Ha participado en numerosas obras de teatro, series de televisión y películas como Tu nombre envenena mis sueños de Pilar Miró, Carreteras secundarias de Emilio Martínez-Lázaro, La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza o El Orfanato de Juan Antonio Bayona.


Memoria del director
Nací en un pequeño pueblo de frontera entre Alicante y Murcia, donde los terrenos de secano y los vientos conforman un paisaje árido que se asemeja a los parajes del viejo Oeste. Estos espacios sirvieron a los niños de mi generación para imaginar aventuras de indios, cowboys, forajidos…

En aquellos tiempos, recuerdo haber escuchado a un vecino hablar sobre la visita al pueblo de un director de cine que pretendía rodar allí un western. Siempre me pareció una de esas leyendas para entretener a los niños. Sin embargo, años más tarde, encontré un artículo cinematográfico donde se explicaba la aventura frustrada del western de Orson Welles durante sus años en España.

Pero en realidad, esta película no es una historia sobre Orson Welles, sino sobre el territorio donde el cineasta norteamericano pretendió rodar un western. La cámara se acerca a los parajes de mi infancia con la intención de evidenciar la poesía cinematográfica resultante de la unión del cine y la naturaleza, la confrontación entre individuo y entorno, el desarraigo... Esa comunión paisajística nos descubrirá aquel tiempo en el que la figura de Welles se paseó por este territorio fronterizo.

Y esta barrera geográfica se traslada también a lo cinematográfico para llevar a cabo un relato que se situa en medio de una frontera donde se confrontan dos realidades: un cine que sugiere vs. un cine que cuenta, un cine que emplea técnicas documentales vs. un cine de género, un cine con actores no profesionales vs. los métodos de intérpretes profesionales…

El espectador se situa en medio de una “tierra de nadie” donde todo es posible y donde todo está aún por hacer. Es el lugar idoneo para realizar un film en el que cada día el rodaje se plantea como una exploración con sus sorpresas, atascos, cambios de ruta o momentos de duda.

De esta manera, la película se va descubriendo según avanza y la propia narración acaba convirtiéndose en el testimonio de una búsqueda. La película adopta una forma de esbozo o de relato apuntado, más si cabe cuando hablamos de uno de los proyectos inacabados de Welles o de aquellas historias personales del pasado que quedan por cerrar. Bajo esta mirada, y con la ayuda del cineasta Joaquim Jordà, empecé a escribir un guión donde conviven hechos reales, épica y mitología como todo buen western.

El casting lo encabeza Sonia Almarcha, actriz de largo recorrido que vimos en La soledad, de Jaime Rosales (2007) y que precisamente nació en la zona. De nuevo, la frontera entre la ficción y la realidad, la actriz y el personaje, se evapora en un juego de (re)interpretación a favor de la película.

La llegada del rodaje al pueblo supondrá un viaje de vuelta de la actriz principal a su tierra natal. Este regreso sacará a la luz sus conflictos interiores provocados por el recuerdo. Sonia es incapaz de echar raíces personales e intenta conquistar territorios muy lejanos: el paso del tiempo irrecuperable, el amor perdido, las inseguridades… Las fronteras son también barreras invisibles que se interponen en las relaciones personales. Hemos querido mezclar intérpretes profesionales con actores no profesionales con el objetivo de buscar esa naturalidad del gesto y testimoniar desde un punto de vista etnográfico aspectos como el dialecto de la zona, costumbres…

Por ello, unos niños de la zona se convertirán en atentos observadores del mundo del cine. La mirada virgen de estos niños que no son actores nos ayudará a recuperar esa inocencia perdida y la ingenuidad del primer visionado con la intención de encontrar aquella máxima que afirma que el western proporciona una satisfacción a la infancia perdida del espectador adulto. Y finalmente, yo mismo como director en la película “aparezco” delante de la cámara para conocer los detalles del western que nunca se llegó a rodar. Junto al espectador, pretendemos iniciar un relato que nos llevará en busca del fantasma de Orson y su película inacabada. La vida y los proyectos truncados de Orson Welles están rodeados de incógnitas confusas y verdades a medias, lo cual hace que resulte imposible diferenciar la parte real de la leyenda. Por ello, es una investigación abocada al fracaso desde el primer momento pero como dijo John Ford: “cuando hay que optar entre la verdad y el mito, yo me quedo con el mito”.

En definitiva, con Orson West queremos seguir explorando nuevos territorios cinematográficos donde se mezclan los géneros, los materiales, la ficción, el documental... a favor del cine como un arte impuro. Pero ante todo, Orson West es una película realista, íntima y poética con el objetivo de reencontrar esa (falsa) inocencia del cine.