David Pinillos (El director)
Nació en Segovia en 1974. Inició su trayectoria profesional en 2001 como ayudante de montaje para luego ser montador de las películas de directores de prestigio como Álvaro Fernández Armero, Miguel Martí, Álex de la Iglesia y Daniel Sánchez Arévalo, entre otros. Su trabajo fue recompensado con una candidatura en la última edición de los Premios Goya al Mejor Montaje por Gordos, dirigido por este último director. En 2006, dirigió el cortometraje Dolly, con el que fue premiado como Mejor Proyecto por el festival de cortometrajes de Medina del Campo. Bon Appétit es su primer largometraje.
Presentación
Puedes tener la receta de tu vida perfectamente diseñada con todos los ingredientes: un proyecto en común con tu pareja, un trabajo estable y que te gusta, unos sueños por cumplir, la admiración y el orgullo de tu familia y amigos
Pero un día, alguien se cruza en tu vida y todo lo que estaba perfectamente ordenado se tambalea.
Esa persona te mueve por dentro y, junto a ella, aprendes que las coordenadas vitales que tenías ya no te sirven. Descubres que la vida hay que aprovecharla, arriesgarse y ser fiel a uno mismo y a lo que uno siente, cueste lo que cueste.
A veces, esas personas son sólo amigos. Otras, acaban siendo amigos que se besan.
Notas del director
¿Realismo romántico?
Desde el inicio del proyecto, siempre tuve en mente conectar la historia de Bon Appétit a la realidad: ¿por qué no acercar la historia de amor de Bon Appétit a una historia que hayamos podido vivir cualquiera de nosotros? Quería que en los personajes de Bon Appétit y en sus sentimientos nos viésemos representados. Intentar trasmitir las emociones por las que atraviesan Hanna y Daniel, una historia de amor sencilla pero complicada en sus emociones porque, para mí, así es el amor
complicadamente sencillo. Todos lo disfrutamos pero también lo padecemos.
Y es que, como se dice en la película, "la vida no es como en el cine, todo perfecto". No, la vida no es así y en esta historia romántica queríamos que no fuese así. Queríamos que nuestros protagonistas tuviesen emociones reales, problemas reales, que cometiesen errores, que fuesen imperfectos. En definitiva reales, porque el amor es una de las emociones más fuertes y reales de la vida. Por ello necesitábamos crear nuestro realismo romántico al hacer la película.
¿Qué significa Bon Appétit?
Disfruta de la vida, arriésgate, vivamos este momento juntos. Eso es lo que para mí significa Bon Appétit. La expresión que en su origen es un deseo de disfrute al compartir una comida, es para los personajes de la película mucho más, convirtiéndose en un "disfrutemos el aquí y el ahora". Bon Appétit es para nuestros protagonistas un "quiero vivir" este momento de mi vida contigo. Y es que arriesgarse y salirse del plan establecido (del camino predeterminado que nos lleva por las sendas de "lo que debo hacer") no es fácil, pero es un riesgo que sin duda merece la pena correr por alguien como Hanna.
La cocina en la película
La cocina me resultó un vehículo fantástico, pero también una metáfora para hablar de la búsqueda. Para Daniel, nuestro personaje principal, la cocina es una pasión y una forma de expresarse, pero también el lugar donde se refleja su ambición. La cocina es un arte joven, en el que en ocasiones el peso del negocio y la preocupación por el reconocimiento acaban tapando la pasión por cocinar.
Al comenzar nuestra historia, Daniel tiene claro sus objetivos, sabe cuál es su apuesta, pero durante su estancia en el restaurante encuentra a alguien, Hanna, que le hace modificar algunas cosas en su vida. Es un nuevo ingrediente que cambia la "receta" que tenía claramentediseñada, encontrándose cada vez más perdido y empujándole a decidir qué hacer con su vida.
Una película internacional
Bon Appétit es un "plato" de cocina internacional con "sabores" e "ingredientes" de muy diversas nacionalidades (alemanes, italianos, suizos, españoles, etc.). En nuestra película se cruzan los idiomas con total naturalidad y la amistad y la química surge entre personajes que proceden de muy distintos lugares. Como sucede en muchas ocasiones, acabamos teniendo más cosas en común con alguien que vive a miles de kilómetros que con algunos de nuestros vecinos. Durante el rodaje yo viví esa sensación de "conexión especial" con una gran parte del equipo, muchos de mis más estrechos colaboradores (y ahora amigos) que procedían de diversos puntos de Europa. El rodaje acabó siendo una "torre de Babel" que mezclaba idiomas, nacionalidades y culturas, lo cual enriqueció y dio a la película una energía muy especial que, ojalá, traspase la pantalla.
El casting
Para contar esta "historia de amigos que se besan" necesitaba encontrar un puñado de actores que fuesen mis cómplices y que me ayudasen a encontrar la magia de los instantes, de los momentos, de los silencios y las pausas. Actores que me ayudasen a poner a los personajes en un primer plano, incluso por encima de la historia.
Unax Ugalde fue desde el inicio mi gran aliado, como actor y persona. Unax es un tipo generoso que da tumba abierta a lo que le propongas. Creo que es uno de los actores españoles que mejor transmite con apenas un gesto o una mirada. Es una puerta magnífica al alma de Daniel.
Hace algunos años había visto a Nora Tschirner en Kebab connection y fue un flechazo, ella era Hanna. Nora tiene un gran sentido del humor, es sensible y muy inteligente. Además Nora tiene una belleza silenciosa, próxima, que junto a sus otras cualidades podían ser los mimbres del magnetismo con el que me imaginaba a Hanna. Y así me lo demostró, Nora compuso una Hanna de la que, conforme más descubrimos de ella, más y más nos enamoramos. Como Daniel.
La química entre estos dos grandes actores surgió de inmediato y el trabajo fue delicioso. Era como dejarse llevar. Durante los ensayos todo fluía. Cuando llegó el rodaje, fue incluso mejor. Cada cosa que proponían daba un matiz que enriquecía a los personajes haciéndoles crecer, llenándoles de vida y llevándoles más lejos de lo que nunca estuvieron sobre el papel. Parte de mi trabajo consistió en escucharles y jugar de igual a igual en la composición de sus personajes. Yo ponía de mi corazón en sus personajes y ellos me lo daban todo al poner en pie a su Hanna y su Daniel.
Giulio Berruti "lleva de serie" esa cercanía que Hugo necesitaba. Es un encanto de persona que llenó de humanidad a Hugo, componiendo un personaje de carácter íntegro, un buen amigo que dice las cosas a la cara y con un sentido del humor seriamente divertido, y al mismo tiempo, está muy alejado del tópico del "típico guaperas italiano".
Para terminar, necesitábamos un actor que pusiese en pie al personaje de Thomas con carácter pero también con amabilidad. Alguien con un magnetismo especial, pero que tuviese sus pinceladas "de oscuridad". Un personaje ambicioso, pero humano. Herbert Knaup, un sólido actor, entendió a la perfección todas estas ideas.
La música en Bon Appétit. "Una banda sonora expresiva"
La música fue para mí un aliado importantísimo en Bon Appétit. No quería llenar la película de éxitos sin sentido, sino que me imaginaba nuestra música como sutil, personal y sin artificios, que aunase fuerza y sentimiento.
Para explicarme manejaba el concepto de una música "acústico-electrónica" donde, en ocasiones, ambientes y atmósferas tuviesen su peso haciendo más personal una aparentemente sencilla melodía pop. Lo más importante para la música de la película era que tuviese alma, que no fuese una música decorativa sino que llegase más allá y fuese partícipe de la narración (como se hace con la puesta en escena o la interpretación) y de los sentimientos de nuestros personajes.
Y así Against the tide o Strange things will happen de Radio Dept. nos hablan en su letra y música de lo que está sucediendo en la película. The Devil Danced de Raphaël Enard cuenta, metafóricamente, el conflicto que Daniel lleva dentro, la extraordinaria Hoppipolla de Sigur Rós resulta ser una estupenda materialización del estallido de vida que hay en la película, por no hablar de las melodías compuestas por el suizo Marcel Vaid para la película y que están llenas de imágenes y sacan a la superficie lo que sucede en el interior de los personajes.
Notas de producción
Bon Appétit surge por dos razones: una, de mis ganas de trabajar con David Pinillos como director, y otra, por la oportunidad de hacer una película de 'espíritu europeo' con productores suizos y alemanes.
David ya había trabajado en numerosas ocasiones con Morena Films como montador y habíamos terminando siendo más amigos que compañeros de trabajo. Con el paso del tiempo descubrí que detrás del excelente y cultivado profesional se esconde una persona con una sensibilidad exquisita y un agudo sentido del humor. Además, compartimos aficiones, no sólo el mismo tipo de cine (tanto el cine de autor europeo como el buen cine comercial americano), sino también la misma música y una relajada manera de ver la vida.
A pesar de no haber dirigido nunca David aunaba dos de las cualidades más importantes para cualquier director: sensibilidad y técnica. Sensibilidad para encontrar el tono adecuado a la historia, para dirigir con matices a los actores y para contar lo esencial de una historia sin que resulte pedante o intelectual. Técnica porque tiene el "culo pelado" de montar millones de planos con directores tan experimentados como Daniel Sánchez Arévalo, Álex de la Iglesia o Álvaro F. Armero y en géneros tan diversos como la comedia adolescente, el drama intimista o el thriller.
David quería contar una historia sobre la delgada "línea roja" que separa la amistad del amor, esa fina frontera que todos hemos cruzado alguna vez y que nos ha complicado (y cambiado) la vida. David me habló de películas como Antes del amanecer (Richard Linklater), en las que se cuenta una historia romántica, sencilla y universal sin las restricciones del género romántico y dirigida a un público internacional amplio. Una historia de amor real, con sus momentos buenos y malos, como las que alguna vez nos pueden ocurrir a todos.
Al mismo tiempo era necesario que el protagonista emprendiera un viaje al extranjero, a un lugar en el que tuviera que empezar desde cero, lejos de los suyos y en el que se encontrara con gente con la que conectara mejor que con sus propios amigos, familia o novia. Es extraño pero muchas veces nos enfrentamos con la paradoja de que desarrollamos naturalmente una mayor afinidad con gente de otros países que con nuestros vecinos, hermanos o compañeros de colegio. En relación con esto, pensábamos también en Una casa de locos (L'auberge espagnole, de Cédrich Klapisch), por su historia de sincero viaje iniciático paneuropeo.
Como dije antes, la coproducción internacional surge de manera orgánica de la propia historia y de la filosofía de producción de Morena Films, acostumbrada desde sus inicios a trabajar para el mercado internacional.
El concepto que gustó a todo el mundo fue el de 'un chico español que viaja a Suiza para trabajar en un restaurante internacional de alta cocina y en ese viaje, a través del conocimiento de jóvenes de otras nacionalidades con sus mismos deseos, sueños y miedos, se encuentra a sí mismo'. Una historia real de amor y amistad en la Europa sin fronteras de hoy en día. Además, las tres productoras involucradas, Morena Films en España, Zodiac Pictures en Suiza y Egoli Tossell en Alemania, compartimos un mismo perfil independiente, con vocación internacional, con producciones comerciales de calidad y estamos bien posicionadas en nuestros respectivos mercados.
A partir de este sólido esquema de coproducción entre España, Suiza y Alemania, fuimos capaces de involucrar a un experimentado agente de ventas internacionales como Beta Film (responsable del éxito internacional de películas como La vida de los otros, El hundimiento o Mongol); a una productora italiana como Pixstar que trajo a la cadena de televisión italiana Mediaset; y a programas europeos como EURIMAGES y MEDIA.
De esta manera, la película pudo contar con un presupuesto por encima de la media española, 2.8M de euros, financiado por una combinación natural de fuentes de financiación europea que vieron desde el inicio el carácter paneuropeo de la historia y las posibilidades comerciales en cada uno de los mercados.