Álex y Virginia compran un piso, sobre plano, a las afueras de una gran ciudad en busca de precios más económicos. Reúnen sus ahorros para pagar la entrada, más una hipoteca a cuarenta años. La casa de sus sueños: dos habitaciones, cocina, salón con chimenea
Y sobre todo, lo que acaba por convencer a Álex: una terraza. Pequeña, de cinco metros cuadrados, pero con unas vistas maravillosas. Cuando sólo faltan unos meses para la entrega de los pisos el edificio está aún sin terminar. Un buen día, precintan la zona y paran las obras.
Los vecinos forman una plataforma de protesta y denuncian a la constructora. Álex conoce a Toño, otro afectado que trabaja en la construcción y tiene claro que se trata de una maniobra para deshacerse de ellos.
Ha pasado un año. La plataforma ya no se reúne. Sólo quedan Toño y Álex. Cada vez le cuesta más seguir adelante. Empieza a descuidar el trabajo y a tener problemas con Virginia.
La situación es muy tensa. Álex quiere una solución y actúa en busca de esta