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  Pa negre  (Pan negro)
  Dirigida por Agustí Villaronga
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Agustí Villaronga acude con Pa Negre por tercera vez a San Sebastián. Ya ha participado con Tras el Cristal (Zabaltegi-Nuevos Directores, 1986) y Aro Tolbukhin (Sección Oficial, 2002).


Memoria del director
El eje central sobre el que se articula la película Pan Negro es el de la devastación moral que produce la guerra sobre la población civil. A pesar de que entre sus personajes cohabitan los que ganaron y los que perdieron la guerra, no es una película que planee sobre los conflictos entre vencedores y vencidos, sino que se centra directamente en las emociones y los sentimientos de sus personajes. A través de ellos descubrimos las terribles consecuencias de la guerra, lejos de los campos de batalla, como si ilumináramos una fotografía antigua y en una esquina apareciesen desdibujados unos personajes grises y descubriésemos su vida íntima, llena de contradicciones y miserias cotidianas, alejándonos de la tentación de mitificarlos como a héroes y, sobre todo, de juzgarlos.

La estructura dramática que vertebra el relato se alimenta de la obra literaria de Emili Teixidor, no sólo de la novela Pan Negro, sino de gran parte de sus narraciones, ancladas en la posguerra de su Plana de Vic natal, y entre las que destacan los cuentos de Sic transit Gloria Swanson y otra magnífica novela: Retrat d’un assassí d’ocells.

El hecho de ampliar la fuente de inspiración literaria, cuando ya en sí misma Pan Negro es una novela bastante larga, se debe a la voluntad de que la película resultante tenga una línea de acción más contundente que la de la novela, donde (sin poner en duda su calidad literaria) los pasajes costumbristas y contemplativos ocupan gran parte de sus cerca de 400 páginas. Lo que se pretende con esto es que el resultado fílmico sea absorbente, ágil, misterioso, lleno de emociones y atractivo para el espectador.

Como se trata de una película de emociones, huye del costumbrismo y de la crónica de una época adoptando una postura de género inscrita en el melodrama. La manera de filmarla ha sido en cierta forma clásica, desprovista de elementos conceptuales en el lenguaje fílmico que nos separen de lo que le sucede a los personajes. Todo ha ayudado a que la historia avance y que nos emocionemos a través de los ojos del niño que nos la narra. Siempre en primera persona y sin recurrir a flashbacks, a pesar del peso que tienen los hechos y los personajes del pasado.

Otros dos sistemas narrativos enriquecen el melodrama: el thriller y el fantástico. El thriller por cuanto tiene de ocultación y descubrimiento gradual de los enigmas. El fantástico porque comporta una mirada infantil que se detiene sobre lugares y personajes llenos de misterio. Aunque nunca llegan al extremo de la fantasía, limitándose a dar una dimensión mágica y poética, real y verosímil, que repercute en la fotografía, la banda sonora y en las constantes referencias al mundo de los pájaros, símbolo de los ideales de sus personajes.

En cuanto al entorno en el que se inscribe la historia, está algo desdibujado de referencias visuales del momento político, por su obviedad. Es una opción en la que el telón de fondo se mantiene impreciso para reforzar la idea abstracta de opresión sobre sus personajes.

Un punto y aparte merece el trabajo de los actores. En ellos recae gran parte del trabajo de esta película. Buenos actores adultos y unos niños maravillosos, especialmente en el caso de Andreu, ya que de su mano seguimos paso a paso su evolución hasta la pérdida de la inocencia.




Memoria de la productora
Cuando solicité los derechos de Pan Negro a Emili Teixidor le pedí que confiara en mí, que el director que le propondría convertiría el libro en una buena película. Yo tenía en mente a mi querido Agustí Villaronga con quien había compartido con gran éxito la experiencia de El mar de Blai Bonet, otra adaptación literaria, y sin éxito, una adaptación literaria de Simenon: El pasajero clandestino. Sabía que no podíamos repetir el error. El productor no se puede equivocar al hacerle la propuesta al director-autor, tiene que llegar un momento en el que para garantizar el éxito de la empresa debería ser como si él hubiera escrito la obra original. Y esta simbiosis se produce cuando puede decir: "esta frase no sé si es mía o del autor del libro", o "¿quién de los dos ha creado este personaje?".

Villaronga ha podido compartir el mundo de Teixidor porque es un especialista en captar las emociones humanas, las más extremas, como la humillación, y más aún si se produce en la infancia, que es cuando se configura la vida adulta de las personas. A Andreu, el protagonista de Pan Negro, Agustí lo ha entendido como si lo hubiera parido. La maldad de los buenos y la bondad de los malos... ¡en eso es el maestro de los maestros!

El alto coste de producción de la película se ha financiado gracias a nuestros coproductores de Televisió de Catalunya, y la participación de TVE, la Generalitat de Catalunya, el Ministerio de Cultura, el distribuidor internacional BETA y el distribuidor nacional EMON. Su apuesta ha hecho de Pan Negro una película plenamente europea en cuanto a su potencial comercial.

No queríamos que fuera una película de posguerra convencional. Todas las localizaciones, que son muchas, son reales, mínimamente retocadas, que quiere decir muy retocadas en favor de la autenticidad y del realismo. El vestuario, hecho a medida y envejecido, jugando con las tonalidades de la ropa, los colores fríos y cálidos según la emoción de las secuencias. Los efectos especiales, muy complejos, hechos para ofrecer la espectacularidad que una gran producción requiere. Nuestros niños protagonistas, uno de los grandes aciertos de la película, han salido de la Cataluña profunda y han sido escogidos entre un centenar para ser creíbles al máximo. Y horas de ensayo con Agustí. La clave del éxito del buen cine suele ser el tiempo, días, horas y esto vale mucho más dinero que la técnica o las superstars. Como decía Hitchcock, más vale una onza de preparación que diez toneladas de improvisación. Nuestro Pan Negro se ha cocido lentamente y con mucho amor.

Todo esto tan y tan complicado sólo ha sido posible porque detrás había una buena historia y un gran director acompañado de uno de los mejores equipos.

Diría que hemos conseguido hacer de Pan Negro una buena película, pero ahora os toca a vosotros, los espectadores, decidir. A vosotros que os necesitamos como el pan, para continuar empeñados en hacer un buen cine de autor que rompa los esquemas minoristas del cine de autor y que abrace a un público cada vez más y más amplio.




En manos de otro autor
El secreto es la confianza. El autor, el escritor, debe confiar en el otro autor que ha escogido su obra, el director de cine. Dicen que hay escritores que en su trabajo visualizan aquello que escriben y hay otros que se dejan llevar por las palabras, por la corriente verbal. Pero yo no sería capaz de imaginar las imágenes que podrían dar vida a una frase como “era un místico cascado, que ni molestaba ni servía”. Ha de ser otro artista el que nos presente con imágenes esta frase, este personaje, otra creación, un maestro del traslado de lo escrito a lo visual. En mi caso lo primero que pensé fue si la obra original resistiría el cambio. Debes confiar en el responsable de la traducción. Agustí Villaronga merece mi total confianza. Admiro la densidad de los ambientes de sus películas, la fuerza de sus creaciones. Agustí ha cogido mi mundo y lo ha hecho suyo, mi obra verbal ha servido para nutrir su mundo y seguro que ha construido con él un universo personal, propio, con la intensidad y la poesía que pone siempre en sus creaciones. Así pues Pan Negro, en el cine, es una obra de Agustí Villaronga. Yo le agradezco su interés por mi novela y la dedicación que le ha brindado. No diré aquello tan manido de “todos los méritos son suyos y si hay algún defecto es mío”. Me siento partícipe –no sé en que parte porque al tratarse de una parte intangible es difícil y en muchos casos imposible calcular méritos– de un trabajo colectivo dirigido por Agustí Villaronga. Tal vez mi obra sea la chispa que ha encendido las brasas pero la luminosidad, el calor y la grandeza de la hoguera son obra de todo el equipo, actores y técnicos, con Agustí al frente como capitán.




Ficha artística
Francesc Colomer - Andreu
Marina Comas - Núria
Nora Navas - Florència
Roger Casamajor - Farriol
Lluïsa Castell - Ció
Mercè Arànega - Sra. Manubens
Marina Gatell - Enriqueta
Elisa Crehuet - Àvia
Laia Marull - Pauleta
Eduard Fernández - Mestre
Sergi López - Alcalde