El viejo Castilla está absolutamente convencido de saber lo que se debe hacer en cada ocasión donde intervienen la ética y los principios. Un día se da cuenta de que tiene el número 48 de la antigua revista Tertulias, justo el que le falta a su nuevo jefe para completar una colección que mantiene como hobbie. Castilla se niega a venderle este número de la revista frente a toda la plana mayor de la empresa "porque no todo se puede comprar". Su jefe se propone demostrar a todos, sin echarlo, que logrará quebrar la voluntad del viejo Castilla. Todo al final será una cuestión de principios.
La película está basada en el cuento "Cuestión de principios" de Roberto Fontanarrosa, uno de los más populares escritores y dibujantes argentinos. El guión fue coescrito por él mismo y el director Rodrigo Grande.
Sinopsis larga
El viejo Castilla está absolutamente convencido de saber lo que debe hacerse en cada ocasión donde intervienen la ética y los principios.
Es de esas personas que pontifican y hasta antes de hablar esperan que haya absoluto silencio, dando una importancia extrema a todo lo que él mismo dice.
Un hombre enchapado a la antigua podrán decir algunos, un perfecto caballero dicen las mujeres que trabajan con él, un auténtico pelotudo dicen sus compañeros de trabajo.
Un día Castilla se da cuenta de que tiene el número 148 de la antigua revista "Tertulias", justo el que le falta a su nuevo jefe Silva para completar una colección que mantiene como hobbie. Silva es un Yuppie que ha modificado íntegra la imagen de la empresa donde Castilla trabaja desde siempre y esto sumado a su juventud lo ha irritado un poco.
Castilla, dando una de sus notables lecciones de moral, esta vez a su jefe, se niega a venderle este número de la revista, circunstancialmente frente a toda la plana mayor de la empresa. Aduciendo que es esa revista figura un artículo de la visita del príncipe "Humberto de Saboya" a la ciudad y que en la foto figura, entre tantos otros, su padre. "Porque no todo se puede comprar
Señor Silva"
A Silva obviamente no le cae nada bien este desaire de un subalterno frente a los mandamás de la empresa. Por lo tanto se propone a demostrar a todos, sin echarlo "porque sería muy fácil", que logrará obtener la revista y quebrar al viejo Castilla.
Para colmo en la empresa todo se sabe y el viejo Castilla, medio en broma (pero para él muy en serio) será tratado como un ídolo por lo que hizo por sus propios compañeros de trabajo.
A partir de ahí comienza el calvario del viejo Castilla.
Silva logrará enfrentarlo con su mujer Sarita y hasta con su hijo Rolito al ofrecerle una cifra desmesurada por la revista; lo fuerza a hacer trámites de cadete; lo tienta con un posible ascenso y un viaje a Buenos Aires con la codiciada señorita Inés.
Castilla empieza a verse tentado de vender la revista pero preso de la falsa admiración de sus compañeros, de sus palabras y de sus actos no puede dar un paso atrás.
En su caótico desconcierto al ver que todo se le va de las manos busca respaldo de sus acciones y principios consultando figuras que estima y admira: un viejo profesor de literatura, un ex compañero del colegio que era comunista y un amigo del servicio militar.
Para colmo su mujer amenaza con dejarlo si no vende la revista, que sería el fin de muchos anhelos y problemas económicos, la posibilidad de tener un auto y hasta el preciado viaje de su hijo Rolito con el equipo de rugby.
Todo lo lleva a un callejón sin salida.
La renuncia y la humillación de sus propios principios frente a los demás, contradiciendo toda su perorata de ética y moral y poder dar a su familia la posibilidad de un bienestar recuperando su afecto.
O mantenerse inmaculado a las tentaciones y presiones, sosteniendo la admiración que muchos le tienen junto con todo lo que ha dicho y creído siempre, no doblegándose frente al poder del dinero y privando a su familia de un buen pasar.
Todo al final será una cuestión de principios.